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PRINCESA CONEJO. LA TORSIÓN TRAVESTI EN DIAMELA BURBOA

TORCER, IMAGINAR Y TRANSITAR SON VERBOS PROPIOS DE UN ANIMAL QUE SIENTE

Trazados estéticos, emocionales y vitales sobre la exposición Princesa Conejo: hacer del cuerpo un pacto con la imaginación


yo también quisiera ser un animal que pasta sin recordar [1]

Nadia Prado


Diamela Burboa. Vista de la exposición “Princesa Conejo: hacer del cuerpo un pacto con la imaginación”, 2024.

El 13 de abril se inauguró la primera exposición de la artista y diseñadora travesti Diamela Burboa. Bajo el título Princesa Conejo: hacer del cuerpo un pacto con la imaginación, esta muestra aborda las técnicas y métodos investigativos estético-protésicos relacionados con su tránsito sexo-genérico. Este texto intentará humilde y atentamente esbozar reflexiones y tensiones filosóficas travestis sobre los procedimientos, intervenciones y piezas de la artista, incluyendo su cortometraje inédito Princesa Conejo (2024).

Quisiera comenzar aproximándome a dos cosas. Por una parte, al acercarnos al contexto de producción de las obras, es notable cómo incluso en el título se encuentra una referencia a la construcción de un lugar. Algo curioso si pensamos que la propuesta de la artista es, precisamente, retornar al lugar que la vio nacer, crecer y transformarse. Ese lugar es Buin, una comuna apartada del centro totalizante de la capital, donde en sus recovecos, calles y casas transita la memoria que plasma el ideario sentimental de una travesti.

Entonces, la primera invitación es la de vincularnos con un territorio primigenio. A trasladarnos a un lugar completamente alejado del convencional circuito del arte de Santiago. Por otro lado, quisiera plantear las directrices conceptuales que guiarán el desarrollo de este texto. En una primera instancia, entrecruzaremos problematizaciones entre travestismo y prótesis. Esto es fundamental para acercarnos a los engranajes prácticos que utiliza Burboa, dado que es sustancial comprender ambos términos en sus registros contra identitarios y en constante movimiento. Estos términos se reflejan en la concepción radicalmente opuesta entre obra y proceso, delineados políticamente en esta exposición.

Y, en una segunda instancia, analizaremos la potencia conceptual que emerge entre el cuerpo, el arte y el juego. Esto brinda un sólido fundamento conceptual para un análisis más acabado. Para la ejecución de la actividad estética es necesario lanzarse al juego y al movimiento, especialmente cuando la actividad central del arte se posiciona y mueve en/con el cuerpo.

Diamela Burboa. Vista de la exposición “Princesa Conejo: hacer del cuerpo un pacto con la imaginación”, 2024.
Diamela Burboa, “Inventario de la relación cuerpo-palabra”, 2022. Collage digital.  

TRAVESTISMO Y PRÓTESIS

En la época contemporánea, especialmente desde el año 2000 en adelante, la problemática del travestismo ha cobrado forma y vigor en el entramado cultural chileno gracias a sus protagonistas. En el ámbito literario, contamos con figuras como Claudia Rodríguez; en la visualidad, nos encontramos con la herencia conceptual de Lorenza Böttner; y así sucesivamente en la actuación, el teatro, el cine, la danza, el muralismo, entre otros.

Existen figuras fundamentales para la construcción histórico-artística del travestismo, más allá de no encarnar ese devenir propio, como el inmenso trabajo del colectivo de arte Yeguas del Apocalipsis,o la tensión entre disidencia sexual y prótesis inaugural que brinda el artista Carlos Leppe. Lo decisivo aquí es, grosso modo, cuáles son las coordenadas conceptuales que Diamela Burboa pone en juego en relación con el vínculo travestismo-prótesis.

La vía que opto tomar es la que sitúa el concepto de escritura en la médula del vínculo entre travestismo y prótesis. La escritura se entiende aquí como un artificio, una producción gráfico-lingüística que extiende los límites continuos y demarcados del pensamiento y el cuerpo. La escritura es una construcción ruinosa de la historia, una especie de reconstrucción que aporta un valor significativo a la dicotomía entre lo natural y lo cultural. El aporte de la escritura como artificio nos ayuda a entender que la mirada natural y naturalizante de las cosas debe ser subvertida a través del mismo acto de escribir.

Sublevando su papel neutral en la narrativa histórica, la escritura potencia al cuerpo como una extensión corporal a través de las grafías. Esto amplía las posibilidades dentro de un campo sustancial que la propia escritura ofrece. Por lo tanto, podemos situar el trabajo conceptual de la artista en esta estructura donde el travestismo se concibe como una forma de escritura de posibilidades, ya sean corporales, afectivas y/o vitales. Burboa redefine lo protésico no como un mero objeto ajeno que se acuerpa, sino como un proceso en sí mismo.

Diamela Burboa. Registro de actividad “Arma un cuerpo que te emocione: taller de travestismo y prótesis, 20 de abril, 2024. Foto: Matías Fuentes.  

La artista introduce así el concepto de proceso-prótesis, lo que implica una torcedura al concepto tradicional de prótesis que nos habían brindado las vanguardias del arte contemporáneo chileno. La exposición nos propone proceder protésicamente a través de marcas textuales claras. En este contexto conceptual, el travestismo no opera dentro del marco identitario de representación tradicional de las diversidades sexo-genéricas, sino que se utiliza como una matriz epistémica y estética para acercarnos a las cosas y a los cuerpos.

La conexión entre el arte y el travestismo en estas piezas, como en Inventario de la relación cuerpo-palabra (2022-) y Cosas propias encontradas en un documento de identidad (2023-), y de manera más evidente en la instalación compuesta por la proyección del cortometraje Princesa Conejo (2024) y la pieza textil que la artista utiliza en el film, no se limita a observar o aproximarse a través del estatus artístico convencional. Más bien, representa un modo de aproximación travesti de ver las cosas, donde el arte y el cuerpo, entre otras problemáticas, se sitúan en un mismo plano.

Ver travestimente, acercarse, tocar, es una torsión de la percepción de las cosas, y la artista expone claramente esta tensión en sus procesos. Esta nueva madriguera conceptual invita también a entender que el travestismo es una experiencia que se sirve de los sentidos para llevar a cabo una experimentación sensitivo-imaginaria y estética, y que es así como se desmarca del ordenamiento identitario sexual. Es tal el hincapié de la artista en esta conceptualización pertinente, que el 20 de abril, fecha de término de la exposición, realizó una operación llamada Arma un cuerpo que te emocione: taller de travestismo y prótesis.

Aquí me gustaría introducir el segundo punto de mi breve análisis: la cuestión del tiempo en el montaje en su conjunto. Al apostar por un travestismo que actúe como un modo de hacer más que como un modo de ser, se establece un cuerpo en movimiento dentro de un marco temporal. Es decir, el travestismo sobrevive solo en la medida que el cuerpo está en acción. El cuerpo es travesti en la medida que se traviste. Algo curioso ocurre.

La manera en la que Diamela Burboa enmarca el arte y el travestismo es propia de la categoría del juego, la imaginación y la experimentación. Hay un cruce interesante entre imaginación e imagen, experimentación-posibilidad, cuerpo-tiempo. El tiempo del travestismo se caracteriza por su crítica hacia el tiempo de la Historia Oficial. No es lineal, juega con los anacronismos, los saltos, las rupturas, las elipsis y los recuerdos.

El travestismo hace memoria cuando rescata fragmentos de tiempos olvidados. El tiempo reside en el cuerpo. Este aspecto se refleja también en las obras, pues la mayoría son procesos abiertos en constante devenir. No están concluidas ni cerradas como lo estaría una obra tipificada tradicional. El texto curatorial, las cédulas de cada intervención, y las intervenciones en sí mismas son indicativos de esta apertura y fluidez.

Diamela Burboa, “Otros nombres para aprender a nombrar”, 2022. Registro de acción. Fotografía tamaño carnet y citas textuales.
Diamela Burboa, “Cosas propias encontradas en un documento de identidad”, 2023. Objeto intervenido digitalmente.  

CUERPO, ARTE Y JUEGO

En el montaje que nos obsequia Diamela Burboa vemos cómo el cuerpo está constantemente expuesto. Las piezas Medir un cuerpo compartido (2022-) y Otros nombres para aprender a nombrar (2022-) son ejemplos concretos de esto. En esta última obra, por ejemplo, la artista invita a personas con las que tiene un vínculo afectivo intenso a elegir un nuevo nombre para ella. La posibilidad del nombre radica en la justificación afectiva del proceso y constituye la pieza en toda su complejidad.

Armar de sentido no implica simplemente dotar de composición y unidad; es, más bien, dotar de afecto, de multiplicidad de sentimientos que se entrecruzan y se compenetran en la apertura de las piezas. El cuerpo, como las piezas artísticas, está abierto a la mirada e intervención de los otros. La aparición del Otro radical, aquel que no es Yo pero me compone e interviene, es fundamental para pensar algo así como el carácter comunitario de la propuesta de Burboa.

Abrirse al otro, que este mida su cuerpo con el de ella, que modifique su nombre, que se involucre mediante la palabra… solo así se pueden colectivizar dinámicas y búsquedas estético-exploratorias. Romper con el Yo productor, como cuerpo inamovible del sujeto propiciador de la obra de arte es el propósito de la artista.

Diamela Burboa. Registro actividad de mediación con estudiantes. 17 de abril 2024. Foto: Matías Fuentes.
Diamela Burboa. Registro actividad de mediación con estudiantes. 17 de abril 2024. Foto: Matías Fuentes.

Dinamizar a partir de acciones y emplear diversos métodos de investigación estética son características que podemos asociar con el juego. La acción de jugar no se limita solo al proceso creativo, sino que también se remonta a una dinámica de orden infantil. Esta dinámica se manifiesta claramente en el cortometraje. El pacto con la imaginación establecido por Diamela nos transporta a un tiempo otro, donde la estética infantil impregna todo el proceso de producción de la artista, haciendo de quien mira o interviene en sus acciones parte misma del jugar. El travestismo y lo infantil conllevan una vulnerabilidad, una apertura total hacia el otro. Y es esta unión la que nos permite denotar un posicionamiento político con respecto al funcionamiento de las sociedades modernas.

Apelar a lo colectivo, a lo mutuo y la aparición de aquello que interviene llamado Otro, son posicionamientos anticapitalistas de los modos de relación. Frente a la constante fragmentación, saturación e individualismo inherentes a las sociedades capitalistas, Burboa prefiere pensar la comunidad y lo comunitario como actos de resistencia ante la devastación, estableciendo un vínculo entre arte y política. El arte, más allá de su materialización en la obra de arte, se redirecciona hacia los procesos de composición y movimiento para enfatizar sus texturas como medios más que como resultados. El juego es la condición que hace del arte una política, y de una política, una estética.

Diamela Burboa, “Medir un cuerpo compartido”, 2022 Registro de acción. Video, fotografía y listas de medida.

El otro, el cuerpo, el valor de la experiencia y la posibilidad de subvertir narrativas históricas son aspectos fundamentales, diferentes al discurso político que se impone sobre nuestros cuerpos travestis. La infancia, el deseo en la infancia, la capacidad de nombrar y dar espacio a la emoción son elementos de contenido profundamente político e innovador en esta exposición.

Para continuar con el concepto de juego, éste también constituye un pequeño engaño, una pequeña danza de mentiritas piadosas. Soy conejo en la medida en que lo animal permite seguir en el camino de la exploración y el afecto. Al jugar con la figura de «conejo» se desafía sutilmente a la autoridad materna, permitiendo que el deseo tome las riendas. Es como decir esto es asunto de niños. El juego le abre paso a la animalidad, a lo posthumano. Esto quiere decir que la apertura que se genera a partir del juego con lo animal no es más que la expresión de la apertura a una vida en constante modificación. Quisiera citar aquí un pasaje del cortometraje:

Al hacerme cada vez más sensible a las miradas sobre mi cuerpo, soy también cada vez más fanática de los animales. Quiero hacerme animal para ser amada en la ambigüedad de mi ternura. Crecer volviéndome la princesa conejo será mi triunfo, en un mundo donde lo humano es la norma de lo inteligible.

Ser amada en la ambigüedad de mi ternura es el trazado grafológico que constituye este trabajo. Donde el sentir no está alejado del hacer, donde la transformación no está alejada del pasado. Torcer para hacer de un lugar un espacio donde habitar.

Aconsejaría quedarse con esa clave de lectura. La llave que recomiendo para leer todas estas obras es la torsión. Torsión de la experiencia, de un destino, de una historia y figura. Torsión de un pedazo de tela. Torsión de los nombres y de las formas de narrar. Torsión de la dinámica anti-comunitaria del capitalismo. Torsión de lo humano. Abrir la posibilidad de querer ser un animal, dado que torcer, imaginar y transitar son verbos propios de un animal que siente.


[1] Prado, Nadia. Animales distantes. Ediciones Overol. Santiago de Chile. 2021. P. 55.

Danka Herrera Camus

Santiago, Chile, 2001. Es escritora, artista y estudiante de la Licenciatura en Educación y Pedagogía en Filosofía en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (Ex Pedagógico). Se desempeña como tallerista, vinculando temáticas como las artes, la poesía, la escritura y la disidencia sexual con infancias en desescolarización, especialmente con niñeces trans, poniendo enfoque en la potencia del cuerpo y la literatura. Su primer libro de prosa poética se titula “Patíbulo: Ardor y Arcada” (Hydra Ediciones, 2024).

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