HÉCTOR ZAMORA: LAS CIRCUNSTANCIAS

[VERSÃO EM PORTUGUÊS ABAIXO]

Por Helena Cavalheiro

Del 2 al 23 de septiembre de 2023, Luciana Brito Galeria presentó As Circunstâncias, una exposición de Héctor Zamora (Ciudad de México, 1974) compuesta por dos trabajos tanto performativos como escultóricos, con los que nos invita a reflexionar sobre temas vinculados a la iconografía de género, que son de suma relevancia en la actualidad.

La obra Platônicos, creada in-situ en el salón de la casa que alberga la galería, se inspira en la iconografía masculina clásica. Esta obra consiste en una escultura de piedra que será alterada por la intervención de un escultor profesional. El torso desnudo, músculos tensos, el sexo expuesto, el semblante serio y la mirada fija son características recurrentes de la representación del hombre en la cultura occidental desde la Antigüedad clásica.

David, la célebre escultura esculpida por Michelangelo durante el Renacimiento, es quizá el ejemplo más emblemático de esta iconografía. Pero la importancia de esta escultura no reside únicamente en la perfección de su forma. El héroe bíblico es también el símbolo de un proyecto civilizador basado en el racionalismo y la virilidad, que nos orienta -y oprime- hasta el día de hoy.

En Platônicos, el encargo de Zamora al escultor es transformar la figura humana en un conjunto de sólidos platónicos. Se trata de los cinco poliedros elementales de la geometría espacial, cuyas caras son congruentes e idénticas: tetraedro, cubo, octaedro, dodecaedro e icosaedro.

En el diálogo Timeu, escrito hacia el 360 a.C., Platón asocia estas formas con los elementos fundamentales de la naturaleza: fuego, tierra, aire, agua y las constelaciones del cielo, respectivamente. Así, la acción propuesta por Zamora puede ser entendida como una especie de «vuelta a los orígenes» o, incluso, un gesto de reconexión entre el hombre y su propia naturaleza.

Sin embargo, a pesar de la belleza poética del encargo del artista y de la profesionalidad del ejecutor, la acción está, desde el principio, condenada al fracaso. Una vez tallada por primera vez, la piedra se vuelve molecularmente más inestable, lo que dificulta considerablemente la posibilidad de volver a esculpirla con la precisión necesaria para crear las formas platónicas.

Así pues, por muy hábil que sea el escultor, lo que quedará de la escultura tras un proceso arduo y ruidoso serán, en su mayor parte, fragmentos de piedra deformes, esparcidos torpemente por la arquitectura modernista de la casa. En este escenario, se hace evidente un cierto desajuste entre la premisa idealista y el resultado un tanto catastrófico.

Con esto, Zamora nos provoca, entre otras cosas, a pensar en la distancia entre teoría y práctica con la que estamos acostumbrados a convivir a diario y que, a pesar de formar parte de un anecdotario colectivo popular, tiene bases filosóficas bastante sólidas, ancladas en esa misma cultura grecorromana, fundamentalmente androcéntrica, alrededor de la cual orbita la obra.

Movimentos emissores da existência (Movimientos emisores de existencia) comienza con una acción en la que un grupo de mujeres camina sobre vasijas de barro fresco. Para la creación de esta obra, Zamora utiliza la imagen icónica de una mujer que lleva una jarra de cerámica con agua sobre la cabeza.

La práctica de que las mujeres transporten grandes cargas sobre sus cabezas es una tradición arraigada en numerosas culturas alrededor del mundo, extendiéndose desde la antigua Grecia y Roma en Occidente hasta diversas culturas de Asia, India, África y América, incluyendo, por supuesto, Brasil.

Para llevar a cabo la tarea de cargar un peso que a menudo es casi equivalente a su propia masa corporal, se requiere no solo fuerza y destreza, sino también cierta delicadeza, ya que los movimientos bruscos no son compatibles con el equilibrio necesario. Lamentablemente, el imaginario occidental ha asociado esta imagen con la de una mujer utilitaria y altiva, pero dócil.

Prueba de ello son las lecciones etiqueta que, hasta hace poco tiempo, enseñaban a las mujeres de clase media alta a llevar objetos en la cabeza para cultivar una postura erguida y comedida. Es difícil no asociar esta imagen con todo tipo de regímenes disciplinarios a los que las mujeres han sido sometidas, desde la antigüedad hasta nuestros días. Para recordar un dicho relativamente reciente: bella, recatada y de la casa.

Al invitar a las mujeres a pisar sobre las vasijas, Zamora plantea un intrigante juego con esta iconografía, alterando su significado tanto literal como metafóricamente. El acto de retirar el jarro de sus cabezas y depositarlo en el suelo, para luego pisarlo con sus pies, puede leerse como un gesto de rechazo a la condición utilitaria y sumisa a la que ha sido relegada la mujer a lo largo de la historia occidental.

Sin embargo, al utilizar piezas de arcilla fresca, que son por tanto maleables, lo que ocurre aquí no es un gesto de destrucción, sino de transformación. Una vez presionados con los pies, en una combinación de fuerza, precisión y sutileza (las mismas habilidades, por tanto, que se requieren para sostener los jarrones sobre la cabeza), lo que antes eran objetos utilitarios se convierten en un elemento escultórico provocativo, que recuerda a una forma uterina, vaginal. Es imposible no ver la asombrosa capacidad de transmutación de este grupo de mujeres como una metáfora de la vida cotidiana de las mujeres.

Tanto el título de la exposición como el de esta última obra fueron tomados prestados por Zamora del hermoso libro Atlas do corpo e da imaginação, de Gonçalo M. Tavares. En el Atlas, que cuenta con el apoyo de autores procedentes de los campos del arte, la filosofía, la literatura y la arquitectura, Tavares elabora entradas que nos hacen reflexionar sobre la relación de nuestro cuerpo con el mundo.

En un momento determinado, el autor habla de una cierta «musculatura existencial», o lo que nos impulsa a movernos vitalmente, interactuando con nuestro entorno. Para Tavares, hay diferentes formas de utilizar esta musculatura, siendo la más poderosa aquella vinculada a una condición transformadora, o sea, a la realización de movimientos, o incluso a la creación de «situaciones» (término que Tavares toma prestado de Guy Debord) que tienen el potencial de transformar la realidad que nos rodea, aunque sea momentáneamente. A este tipo de acontecimientos Gonçalo M. Tavares los denomina Movimientos emisores de existencia, término que, no en vano, Zamora ha elegido para su obra.

En un contexto global en el que cada vez más se hacen evidentes los fracasos de un proyecto civilizatorio, Héctor Zamora nos convoca a reflexionar sobre las diversas maneras de afrontar los retos de nuestro presente antropocénico, o incluso diferentes maneras de utilizar nuestra «musculatura existencial». ¿Es realmente lo mejor seguir intentando, por la fuerza y con muchos tipos de violencia, mantener un proyecto de civilización que cada día se muestra más agotado? ¿O deberíamos, con sutileza, sensibilidad y precisión, tratar de transformar colectivamente lo que parece inmutable?

Héctor Zamora: As circunstâncias

De 2 a 23 de setembro de 2023, a Luciana Brito Galeria apresentou As Circunstâncias, uma exposição de Héctor Zamora (Cidade do México, 1974) composta por duas obras tanto performáticas quanto esculturais, com as quais ele nos convida a refletir sobre temas ligados à iconografia de gênero, que são altamente relevantes hoje em dia.

A obra Platônicos, realizada na sala de estar da casa, parte da iconografia clássica masculina, representada numa escultura de pedra, que deverá ser modificada por meio da ação de um profissional da cantaria. Torso nu, músculos tensionados, sexo exposto, semblante sério e olhar focado são características recorrentes da representação do homem na cultura ocidental, desde a antiguidade clássica.

David, escultura realizada por Michelangelo no período renascentista, talvez seja o mais emblemático exemplo de tal iconografia. Mas a importância dessa escultura não reside apenas na perfeição de sua forma. O herói bíblico é também símbolo de um projeto civilizatório baseado no racionalismo e na virilidade, e que nos orienta – e oprime – até os dias de hoje.

Em Platônicos, a encomenda feita por Zamora ao escultor é transformar a figura humana em um conjunto de sólidos platônicos. Trata-se dos cinco poliedros elementares da geometria espacial, cujas faces são congruentes e idênticas: tetraedro, cubo, octaedro, dodecaedro, icosaedro.

No diálogo Timeu, escrito em cerca de 360 a.C., Platão associa tais formas aos elementos fundamentais da natureza: fogo, terra, ar, água e as constelações do céu, respectivamente. Assim, a ação proposta por Zamora pode ser entendida como uma espécie de “retorno às origens” ou, ainda, um gesto de reconexão do homem com a sua própria natureza.

No entanto, apesar da beleza poética da encomenda do artista e do profissionalismo do executor, a ação está, desde o início, fadada ao fracasso. Uma vez esculpida pela primeira vez, a pedra se torna molecularmente mais instável, o que dificulta significativamente a possibilidade de reesculpi-la com a precisão requerida para a criação das formas platônicas.

Assim, por maior que seja a competência do canteiro, o que restará da escultura após um árduo e ruidoso processo serão, em sua maioria, cacos de pedra disformes, espalhados desajeitadamente pelo ambiente modernista da casa. Neste cenário, fica evidente um certo descompasso entre a premissa idealista e o resultado algo catastrófico.

Com isso, Zamora nos provoca, entre outros, a pensar sobre a distância entre teoria e prática com que estamos acostumados a conviver no dia a dia e que, apesar de fazer parte de um anedotário coletivo popular, tem bases filosóficas bastante sólidas, ancoradas nessa mesma cultura greco-romana, fundamentalmente androcêntrica, ao redor da qual a obra orbita.

Movimentos emissores da existência, por sua vez, se inicia com uma ação em que um grupo de mulheres caminha sobre vasos de barro fresco. Para a criação dessa obra, Zamora parte da imagem icônica de uma mulher carregando, sobre a cabeça, um jarro de cerâmica portando água.

O hábito de mulheres carregarem grandes volumes de carga sobre a cabeça está presente nas mais diferentes culturas, da matriz ocidental greco-romana a outras culturas presentes na Ásia, Índia, África e Américas, incluindo-se, por óbvio, o Brasil.

Para realizar a operação de carregar um peso por vezes quase equivalente à sua própria massa corporal, são necessárias, além de força e destreza, também alguma sutileza. Afinal, movimentos bruscos não combinam com equilíbrio. O imaginário ocidental, infelizmente, acabou associando essa imagem à de uma mulher utilitária e altiva, porém dócil.

A prova disso são as lições de etiqueta de tempos nem tão remotos assim, em que meninas de classe média alta eram estimuladas a carregarem objetos sobre a cabeça, como forma de exercitarem uma postura ereta e comedida. Difícil não associar tal imagem a toda sorte de regimes disciplinares a que a mulher é submetida, desde os tempos mais remotos até os de hoje. Para lembrar de um dizer relativamente recente: bela, recatada e do lar.

Ao convidar as mulheres a pisarem sobre os vasos, Zamora propõe um interessante jogo com tal iconografia, intervertendo, literal e metaforicamente, o seu sentido. O ato de tirar o vaso do alto da cabeça e passá-lo ao chão, para, a seguir, pisá-lo com os pés, pode ser lido com um gesto de recusa à condição utilitária e submissa que foi relegada à mulher no curso da história ocidental.

No entanto, ao serem utilizadas peças de barro fresco, e, portanto, maleáveis, o que acontece ali não é um gesto de destruição, mas sim de transformação. Uma vez pressionados com os pés, em uma combinação de força, precisão e sutileza (as mesmas habilidades, portanto, requeridas para que os vasos sejam mantidos sobre a cabeça), o que antes eram objetos utilitários se tornam um elemento escultórico provocador, que nos lembra uma forma uterina, vaginal. Impossível não enxergar a surpreendente capacidade de transmutação empreendida por esse grupo de mulheres como uma metáfora do dia a dia feminino.

O título da exposição, assim como desta última obra, foram ambos tomados de empréstimo por Zamora do belo livro Atlas do corpo e da imaginação, de Gonçalo M. Tavares. No Atlas, amparado por autores dos campos da arte, filosofia, literatura e arquitetura, Tavares cria verbetes que nos provocam a pensar na relação do nosso corpo com o mundo.

Em um dado momento, o autor nos fala de uma certa “musculatura existencial”, ou aquilo que nos impele a movimentarmo-nos vitalmente, interagindo com o que está ao nosso redor. Para Tavares, há diferentes maneiras de utilizarmos essa musculatura, sendo que a mais potente está ligada a uma condição transformadora, ou seja, à realização de movimentos, ou ainda, à criação de “situações” (termo que Tavares, por sua vez, toma de empréstimo de Guy Debord) que têm o potencial de transformar, ainda que momentaneamente, a realidade ao nosso redor. Esse tipo de acontecimento Gonçalo M. Tavares nomeia de Movimentos emissores de existência, termo que, não à toa, Zamora escolheu para o trabalho.

Em tempos em que, cada vez mais, convivemos com evidências do fracasso de um projeto civilizatório, Héctor Zamora nos convida a refletir sobre diferentes formas de enfrentarmos os desafios que se colocam neste nosso presente Antropocênico, ou mesmo diferentes maneiras de utilizarmos a nossa “musculatura existencial”. Será mesmo o melhor caminho seguirmos buscando, na base da força e de muitos tipos de violência, manter um projeto civilizatório que, a cada dia, mostra-se esgotado? Ou seria o caso de, com sutileza, sensibilidade e precisão, buscarmos transformar, coletivamente, aquilo que parece imutável?

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Helena Cavalheiro es arquitecta, investigadora y profesora, y cursa un doctorado en Arquitectura y Urbanismo en la FAU USP. Vive y trabaja entre São Paulo y Berlín, y sitúa su investigación y práctica en la frontera entre el arte, la arquitectura, la ciudad y la educación.

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Helena Cavalheiro é arquiteta, pesquisadora e professora, doutoranda em Arquitetura e Urbanismo na FAU USP. Vive e trabalha entre São Paulo e Berlim, e situa suas investigações e práticas na fronteira entre arte, arquitetura, cidade e educação. De forma independente ou em associação, há mais de dez anos desenvolve projetos expográficos, tendo trabalhado com as principais instituições de arte do Brasil e algumas do exterior, como a Fundação Bienal de Artes Visuais do Mercosul, Fundação Bienal de São Paulo, Sesc SP, MASP, Instituto Moreira Salles e El Museo del Barrio (Nova Iorque). Como professora, desde 2019 colabora com a Faculdade de Arquitetura Escola da Cidade e com outros espaços de formação, como o CPF Sesc e Platô Studio. Como ensaísta escreve para veículos de comunicação sobre cultura contemporânea, como a revista SeLect (Brasil) e o portal Artishock (Chile). Em 2021 desenvolveu, em Berlim e com o apoio do DAAD (Deutscher Akademischer Austauschdienst), parte de seu projeto de pesquisa Arquitetura Ordinária: aprendendo com o existente. Este é também o tema do seu doutorado e de parte de suas atividades como docente.

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Movimentos Emissores da Existência
Performance
Joana Barossi
Julia Pereira
Julia Rojo
Leticia Fernandes
Vivi Rosa
Yohana Oizumi

Alfareros [Oleiros]
José João de Lima
Manuel Gonçalves

Platônicos
Performance
Pedro Henrique Silva

Escultora
Denise Barros