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NI VARA, NI RAÍZ: ARTE CUBANO BAJO EL HECHIZO DE LA PALMA

Mientras hay vida, hay esperanza, reza el refranero popular en un intento por mantenernos optimistas ante el desgaste visible de un país y su historia. El caramelo envenenado de un cambio posible para Cuba ha trascendido de generación en generación, permeando la praxis y la exégesis de hornadas de artistas e historiadores que han intentado engarzar la rueda giratoria de la (des)construcción de una nación y la historia de su arte.

La producción visual dentro de la isla en la última década ha pasado por momentos de espléndido florecimiento -si a comercialización nos referimos-, resultado de una apertura y acercamiento a su mercado del coleccionismo natural por excelencia: Estados Unidos.

En los predios de un 2015 esperanzador pudimos ser testigos de los cambios en el paisaje cultural, sobre todo en la capital, que acogió la apertura de estudios de artistas, galerías “particulares” y espacios alternativos para la promoción y venta de obras.

Sin embargo, aquella fecunda apertura de un escenario acogedor para el mercado del arte cubano se fue reduciendo poco a poco con el cambio en la presidencia de Estados Unidos, mientras que la afluencia de turistas susceptibles a coleccionar volvió a ser escasa o, en algunos períodos de tiempo, nula.

Obra de Esterio Segura en la exposición “Under the Spell of the Palm Tree. The Rice Collection of Cuban Art” en el Harn Museum of Art, Gainesville, FL, EEUU, 2023-2024. Foto cortesía del museo

Para nadie es un secreto que coleccionar arte para el cubano medio es prácticamente imposible. Para nadie es un secreto que un artista que reside en Cuba tiene pocas o ninguna posibilidad de comercializar su trabajo de manera profesional, salvo la mano aciaga de la institución o algún coleccionista puntual que resida dentro de la isla, casi siempre también extranjero.

Este apunte introductorio, fáctico y escasamente poético, es fundamental para entender la relevancia que supone para la producción artística cubana más reciente la existencia de coleccionistas y colecciones que se inician de manera neófita, por mero placer y empatía hacia un sector de la sociedad -el artístico- y se mantienen en el tiempo, profesionalizando su labor y especializándose en temáticas, generaciones, técnicas y problemáticas que engrosan la producción tanto reciente como histórica del arte cubano.

La trayectoria de muchos artistas se ve entonces acompañada por una vocación humanista que se amplía y evoluciona de la mano de personas que, tentados por el hechizo de una cultura rica en producción y sentidos, refuerzan en la práctica del coleccionismo la posibilidad de la subsistencia.

Son la precariedad y la desidia los males mayores a los que se enfrentan esos seres humanos que intentan propiciar un acercamiento oportuno a la realidad del ámbito cultural cubano que, salvo escasas excepciones, languidece traumáticamente mientras escribo este texto. El acto de “poseer” se transforma, así, en dador de oportunidades a las diversas vertientes de un arte comprometido, contestatario, poco valorado y por momentos fuera de la lupa institucional por atrevido o problemático.

Vara en tierra o echar raíces son también dos expresiones coloquiales propias del argot popular cubano. Sin embargo, lo que ambas significan nos ha sido negado. Les ha sido negado también a quienes son perseguidos o cuestionados por el valor simbólico de su creación: artistas que han encontrado bajo el hechizo de la palma, un lugar en el mapa sensible de nuestra insularidad.

Vista de la exposición “Under the Spell of the Palm Tree. The Rice Collection of Cuban Art” en el Harn Museum of Art, Gainesville, FL, EEUU, 2023-2024. Foto cortesía del museo

Desde julio de 2023, el Harn Museum of Art de la Universidad de Florida acoge la exposición colectiva Bajo el hechizo de la palma[1]: La Colección Rice de arte cubano. Un proyecto que es el fruto de una década de coleccionismo de arte cubano y el reflejo del respeto y el amor de una familia por la cultura de una nación.

La Colección Rice comenzó a engrosar su acervo a partir del año 2013 cuando Susie y Mitchell Rice visitaron la isla por primera vez. Desde entonces, el legado que han heredado a su familia permite que dos generaciones compartan la complicidad y la responsabilidad de acompañar los procesos artísticos de creadores de Cuba y su diáspora. 

El céfiro que resguarda la esencia de lo cubano se convierte en un reclamo para construir un recorrido morfológico por la exposición. Y es queno hay refugio contra huracán, ni raíz de junco a la orilla del río que detengan la fuerza con la que irrumpen las narrativas expuestas en una exposición colectiva que celebra el compromiso que durante una década ha mantenido la Colección Rice con el arte y los artistas de la isla.

El trabajo encomiable de investigación, acercamiento y acompañamiento de la familia, el contacto de Susie y Mitchell Rice no sólo al objeto artístico, sino a las vidas de los más de setenta artistas que forman parte de su colección, ha dinamitado la manera en la que se percibe desde “afuera” el nexo intrincado de una historiografía subversiva y su consecuente efervescencia artística.

La colección traza una temporalidad desde la década de los cuarenta hasta el novísimo arte cubano, y resguarda ya casi 300 obras de múltiples manifestaciones, como pintura, escultura, fotografía, técnicas mixtas, libros de artistas o impresiones. Con esta puesta de gala, el público puede transitar por una selección de 79 obras de 54 artistas escogidos por los curadores de la muestra, Gabriela Azcuy y David Horta.

Glenda León, Cada sonido es una forma del tiempo, 2015. Linro de artista. Foto cortesía: The Cuban Arts Group

El panóptico curatorial se extiende en seis direcciones: El lenguaje de las formas y las formas del lenguaje; El sueño del profeta; El gran viaje: Archivos; Paisajes sensoriales de la memoria y el deseo; Las reflexiones de Narciso y El espíritu de lo real, la realidad del espíritu.

Fundamentando las bifurcaciones de estos grandes campos temáticos, el enfoque curatorial rompe con los criterios jerárquicos y cronológicos de la presentación museográfica más tradicional. Además, destaca la continuidad y transformación del arte cubano, ofreciendo una perspectiva elocuente sobre cómo la diáspora ha influido en la experiencia personal y la manera en la que estos creadores lanzan sus cuestionamientos más viscerales y líricos al mundo. A través de un recorrido accesible y plagado de guiños, nos cautiva la reflexión sosegada y el ardiente fervor que descubrimos en los resquicios de cosmologías tan diversas como auténticas.

Un lustro ha pasado desde la última vez que habité la isla. Podría decir que desde entonces me considero –a sabiendas de estar completamente equivocada- la única persona en el mundo que vive en dos lugares en una misma línea temporal. Tengo fe en esa creencia y así construyo líneas paralelas de mi vida dentro y fuera de Cuba.

El mismo modelo lo utilizo para organizar los eventos que, espero, habiten los futuros libros de historia del arte cubano. Suena pretencioso porque lo es. Y es que en ese viaje dual –iniciado por la Colección Rice– a través de la producción visual del terruño, resuenan casi todos los nombres más representativos de la historia de la plástica cubana.

Resuenan también las palabras:

Diáspora, Exilio, Territorio, Mar, Encuentro, Diálogo, Supervivencia, Terror, Vigilancia, Resistencia, Libertad, Amor, Desarraigo, Retórica, Travesía, Patria.

Tierra, Identidad, Insularidad, Espejo, Viaje, Resguardo, Obsesión, Cubano.

Tania Bruguera. Nostalgia. De la serie “Memoria de la postguerra”, 1997.


Lo susurros de la representación pueden escucharse a través de El lenguaje de las formas y las formas del lenguaje[2]. Piezas de impecable factura demuestran la deuda con unos referentes que cuidaron los materiales con los que se creaba el objeto artístico y desde ahí trazaron la evolución de un movimiento que representa las ganancias de setenta años de abstracción.

La lucidez con la que los artistas que vinieron posteriormente honraron a sus antecesores es perceptible en la evolución que ha transgredido los límites de las formas para expresar actualidad, pensamiento analítico e impecabilidad. Nunca ha sido tan peligrosa una idea como cuando se toma por alienante o frívola.

La fragua orgánica de un gusto por la abstracción entre los reconocidos pioneros del modernismo cubano sentó una cátedra que vive hasta hoy. Generaciones de artistas han sabido actualizar la excesiva pulcritud de las formas que una vez definieron a los concretos cubanos. Signo y cadencia develan aquellas referencias políticas que, escondidas bajo el manto de lo formal, pasaban de largo ante los ojos del censor.

Obra de José Ángel Toirac en “Under the Spell of the Palm Tree. The Rice Collection of Cuban Art” en el Harn Museum of Art, Gainesville, FL, EEUU, 2023-2024. Foto cortesía del museo

2.

Mientras perdure El sueño del profeta[3] se mantendrá viva la llama de la poesía. Intervenciones diletantes, hijas de una utopía fallida, forman parte de esta sección que diagrama la presencia de un grupo de artistas que ha manifestado con sus trabajos la posesión de una conciencia político-social y un compromiso con su tiempo.

Diferentes promociones de creadores formados luego de la Revolución Cubana han tenido en común la preocupación por expresar la cadencia y el lirismo de un contexto que se presentaba estable y vitoreaba el bienestar ciudadano con las bondades propias de una única forma de gobierno.

Las doctrinas que promulgaban valores nacionales y un sentido de pertenencia revolucionario fueron sustituidas por otras realidades ficcionadas, otros conceptos imaginados y la añoranza de un sueño posible. Ungidos por el equívoco entrecruzamiento de “Patria y Sistema político”, a medida que se iban acercando al horizonte la utopía se alejaba, hasta que finalmente se evaporó. 

Los profetas envejecieron y los cantos de sirena que endulzaron el oído del hombre nuevo se apagaron en las fauces de la predestinación a ser lo que no se puede, o no se debe…  Más temprano que tarde, la retórica de la homogeneidad dimensionó los sentidos de todos los personajes secundarios que habitaban el relato incoherente de la historia. El arte fundado por los autores que dan cuerpo a esta sección sigue siendo una herramienta para exponer los sinsentidos de una doctrina despedazada ante la elocuente versión de los otros. 

Sandra Ramos, Bajo el hechizo de la palma (Under the Spell of the Palm Tree), 1993

3.

El gran viaje: Archivos[4] ha sido también la gran consecuencia. Así representan los artistas que forman parte de esta sección el trauma del vacío; la ausencia de la masa sin retorno cruzando el Estrecho de la Florida cualquier día soleado. La tierra ha quedado huérfana del mañana porque nadie se ha quedado a documentar la tragedia. La memoria del exilio nacional y la experiencia del insilio personal son dos verdades que cruzan de manera transversal ese entramado que es la migración cubana.

Memoria, salvaguarda y conexión son las premisas de la creación que consuela el gorrión de la patria lejos. La ida, la huida que durante sesenta años ha experimentado la nación cubana es capturada por las voces de artistas que tanto fuera como dentro de los límites geográficos han trasladado su cotidianidad a la conectividad para recuperar el contacto que desde el ejercicio crítico puede ser curado del abandono.

Vuelve a latir el exilio en estas obras como una reflexión sobre la pérdida y la búsqueda de identidad en tierras lejanas. El territorio, con su carga simbólica de pertenencia y pérdida, se convierte en un lienzo conceptual donde los artistas exploran las complejidades de la relación con la tierra natal. En este sentido, la exposición se convierte en un espacio de encuentro entre las diferentes percepciones del territorio cubano, desde la nostalgia hasta la redefinición de lo propio y lo identitario.

Tomás Sánchez. Basurero, 1991

4.

Persisten todavía los Paisajes sensoriales de la memoria y el deseo[5]. Abren una vertiente onírica hacia el juego de la representación. Este apartado se erige como voz caprichosa que entremezcla folclore y dinamismo surreal en historias ancladas a la nostalgia infantil, la vida en Cuba y el viaje como reinvención del inconsciente.

La resaca emocional se entrecruza con los anhelos más íntimos para activar el componente lúdico en la obra. Salvo algunas excepciones, el decorado visual es el protagonista de un mundo plagado de escenas bucólicas y desvelos personales, y en ellas casi nunca hay presencia humana.

Es como si, en ese afán de edulcorar los deseos, la acumulación de aspiraciones truncadas olvidara para siempre el idilio tropical que el destino deparaba a Cuba. Benevolencia, asombro y ansias de libertad persisten en increpar al poder; la atalaya resiste al silencio en medio de un paisaje campestre, olvidada, pero clamando por proteger las formas de su tiempo.

Dúo René Francisco-Ponjuán. Arte, 1994.

5.

Sísifo fue consciente de que arrastraba su condena hacia el arroyo. Miró desde lo alto de la cima por la que pensaba librarse de su peso y descubrió que aquellas aguas en las que intentaba enjugar el castigo le pertenecían ya a otro reflejo prisionero. Sin aminorar el esfuerzo pudo escuchar el murmullo de Las reflexiones de Narciso[6].

La autorreferencialidad y la autorrepresentación son formas en las que el discurso artístico materializa la utilización del yo, del cuerpo propio o los remanentes de su existencia para crear discursos que interpelan la realidad. Así ha sido en Cuba, sobre todo en momentos en los que los artistas han sentido la necesidad de utilizarse a sí mismos para profundizar sobre el efecto que tienen las relaciones humanas en su entorno.

Desde la década de los ochenta, la autocontemplación y la conversión del reservorio carnal en un catalizador del proceso creativo permitieron que algunos de estos creadores concibieran otras voces para expresar la inconformidad con la realidad del país.

La década de los ochenta cubanos fue el principio de una corriente que ponderaba el yo como herramienta capaz de deconstruir una visión del mundo constreñida a la materialidad de la obra, especialmente cuando el momento exigía la constancia punzante sobre lo mal hecho.

Así, ante el reflejo propio, Narciso unas veces abría el espejo a la escapatoria y otras tantas convidaba a Sísifo a seguir arrastrando su piedra, soñando la posible libertad. Con una audacia exegética para hablar desde el cuerpo sin tapujos, los artistas que protagonizan esta sección han hecho uso del ingenio, el humor y la ironía punzante para posicionarse cual demiurgos en su propia tierra.

José Bedia. Lango va a correr (La Lluvia o Agua va a correr), 1995.

6.

Fascinados por El espíritu de lo real, la realidad del espíritu[7]acudimos al encuentro con lo sagrado. Las raíces culturales de una isla que mezcla Congo y Carabalí con la tradición religiosa católica han derivado en una atmósfera polifónica de creencias, mitos y prácticas aferradas a la conciencia del espíritu.

Es precisamente desde una dimensión espiritual que los artistas que presiden esta sección han conceptualizado sus cosmovisiones del mundo real y sus universos soñados. Obras que emanan una pluralidad de complejas referencias a la religión afrocubana; prácticas esotéricas y espiritistas; tradiciones raigales que pasan de generación en generación como el Palo Monte o representaciones explícitas del Mito de Sikán dentro de la Sociedad Secreta Abakuá, entre otras referencias más enfáticas de la imaginería y la cosmovisión religiosas en diferentes extensiones y significados. Todas estas expresiones convergen en un diálogo en torno al ser humano, que actúa como el eje común que las sostiene.

Se trata de sueños, premoniciones o evocaciones que avisan cómo enfrentar el futuro inmediato, transmutados en contenedores de sabiduría que narran, a través de alegorías y símbolos, las imágenes que describen el decálogo de un mundo ancestral en la vida fáctica y caótica del ser cubano.

Las sensaciones que experimentamos en esta sección conectan la visualidad de las obras con la esencia espiritual de la cultura cubana y revelan, de forma sutil pero poderosa, las relaciones entre lo terrenal y lo trascendental, así como la fusión irreversible de la materia y lo anímico.

Obra de Manuel Mendive en la exposición “Under the Spell of the Palm Tree. The Rice Collection of Cuban Art” en el Harn Museum of Art, Gainesville, FL, EEUU, 2023-2024. Foto cortesía del museo

Bajo el hechizo de la palma es más que una propuesta contemplativa; es un crisol donde convergen las voces heterogéneas del arte cubano, resonando más allá de las limitaciones geográficas y políticas. En cada trazo o textura se inscribe la historia compartida de los artistas y sus interacciones con una Cuba que, aunque lejana físicamente, sigue siendo el latido subyacente de todas y cada una de las expresiones creativas que constituyen la muestra.

La exposición se convierte también en un escenario que revela la lucha por la supervivencia, las tensiones políticas y las narrativas de vigilancia que han definido la experiencia cubana. Estos temas, entrelazados en las obras, ofrecen una mirada profunda a las complejidades de la vida cubana contemporánea.

Una Cuba infinita respira Bajo el hechizo de la palma. La movilidad con la que sus organizadores han sabido expandir la reunión de tantas voces en una exposición colectiva no es un evento cultural aislado: es la reunión más importante de los últimos tiempos protagonizada por una Colección de arte privada que expande su valor en la vocación humanista y de servicio público que precede su accionar.

A la Colección se han incorporado trabajos de varias generaciones de artistas, extrapolándolos literalmente a un contexto como el del norte de la Florida, para fundamentar un discurso sobre dos espacios geográficos que cargan en sus espaldas la historia de la migración cubana más grande de todos los tiempos.

Bajo el hechizo de la palma es una reunión de obras y de artistas que celebran la vocación y la sensibilidad de una familia de coleccionistas que ha dedicado con pasión y compromiso diez años de su vida a apoyar, ayudar a construir y acompañar la historia reciente del arte cubano fuera y dentro de Cuba.

Obra de Belkis Ayón en la exposición “Under the Spell of the Palm Tree. The Rice Collection of Cuban Art” en el Harn Museum of Art, Gainesville, FL, EEUU, 2023-2024. Foto cortesía del museo

En la profunda exploración de los instrumentos para hacer el mundo se revela la trascendencia de conceptos que, reunidos dentro de un mapa relacional, esbozan la esencia de la creatividad y la capacidad de transformar la realidad mediante el arte.

Estas derivas conceptuales encuentran su máxima expresión en lo vernáculo, donde la autenticidad y la conexión con las raíces culturales se convierten en catalizadores para la construcción de un mundo más significativo. No obstante, al sumergirnos en este viaje conceptual nos encontramos con la presencia imponente de lo grotesco, una fuerza disruptiva que desafía las convenciones establecidas y pone de manifiesto las paradojas inherentes a la condición humana.

La crítica social, entonces, se erige como una herramienta esencial, una voz que cuestiona las injusticias, impugna la retórica de una historia monolítica -como han querido hacer de la nuestra- y desmantela la entelequia de una sociedad de solo iguales. En este contexto, el don de la provocación emerge como un elemento crucial para seccionar la versión establecida, desafiar la complacencia y avivar la reflexión crítica. Estrategias de sobrevivencia cotidiana se convierten en un tejido necesario para repoblar los vacíos de comprensión y desentrañar las contradicciones inherentes al tejido social de una Cuba entristecida.

Bajo el hechizo de la palma orquesta una sinfonía de punzantes cavilaciones y nos invita a repensar y reconstruir el mundo (de la cubanidad) abrazando la polifonía de nuestra identidad. Esta exposición, que de cierta manera desafía el status quo, funda para sí y para todos los sintagmas de un hechizo que, a la sombra de un ala, cuenta su cuento en flor.

Mario Carreño. La Finca, 1945.

[1] El título de la exposición ha sido tomado de la obra homónima de la artista Sandra Ramos, presente también en la exhibición. 

[2] Obras de Cundo Bermúdez, René Portocarrero, Juan Roberto Diago Querol, Pedro de Oraá, Antonio Vidal, Salvador Corratgé, José Rosabal, Enrique Riverón, Liset Castillo, Jesús Hdez-Güero, Ernesto Leal, Iván Capote, Eduardo Ponjuán y José Ángel Vincench forman parte de la sección El lenguaje de las formas y las formas del lenguaje.

[3] Obras de Esterio Segura, Lázaro Saavedra, Tania Bruguera, Sandra Ramos, Pedro Pablo Oliva, José A. Figueroa, Stainless, Carlos Garaicoa, Ángel Ramírez & Jacqueline Maggi, José Bedia, José A. Toirac y Chino Novo, forman parte de la sección El sueño del profeta.

[4] Obras de Kadir López, Pedro Pablo Oliva, Sandra Ramos, Ernesto Javier Fernández, Abel Barroso, Esterio Segura y Alexi Torres forman parte de la sección El gran viaje: Archivos.

[5] Obras de Emilio Sánchez, Mario Carreño, Carlos Enríquez, Tomás Sánchez, Frank Mujica, Alex Hernández, Ricardo Miguel Hernández, Glenda León, Inti Hernández, Adrián Fernández, Jorge Lavoy, Alberto Lago y Roberto Fabelo forman parte de la sección Paisajes sensoriales de la memoria y el deseo.

[6] Obras de Roberto Fabelo, Pedro Pablo Oliva, Esterio Segura, Mabel Poblet, Alfredo Sosabravo, Lázaro Saavedra, René Francisco Rodríguez, Dúo René Francisco-Ponjuán y Rafael Soriano forman parte de la sección Las reflexiones de Narciso: (A través del espejo y lo que el artista encontró allí).

[7] Obras de Roberto Diago, Belkis Ayón, Ángel Ramírez & Belkis Ayón, Manuel Mendive, José Bedia y Wifredo Lam forman parte de la sección Paisajes sensoriales de la memoria y el deseo.


UNDER THE SPELL OF THE PALM TREE. The Rice Collection of Cuban Art 

Harn Museum of Art, University of Florida, 3259 Hull Road, Gainesville, FL 

Del 11 de julio de 2023 al 7 de enero de 2024

Curadores: Gabriela Azcuy and David Horta

Artistas: Belkis Ayón, Abel Barroso, José Bedia, Cundo Bermúdez, Tania Bruguera, Iván Capote, Mario Carreño, Liset Castillo, Salvador Corratgé, Pedro de Oraá, Juan Roberto Diago, Roberto Diago Durruthy, Carlos Enríquez, Roberto Fabelo, Ernesto Javier Fernández, Adrián Fernández, José A. Figueroa, Carlos Garaicoa, Inti Hernández, Alex Hernández, Ricardo Miguel Hernández, Jesús Hdez-Guero, Alberto Lago, Wifredo Lam, Jorge Lavoy, Ernesto Leal, Glenda León, Reynier Leyva (Chino Novo), Kadir López, Jacqueline Maggi, Manuel Mendive, Frank Mujica, Mabel Poblet, Eduardo Ponjuán, René Portocarrero, Pedro Pablo Oliva,  Ángel Ramírez, Sandra Ramos, Enrique Riverón, René Francisco Rodríguez, José Rosabal, Lázaro Saavedra, Emilio Sánchez, Tomás Sánchez, Esterio Segura, Rafael Soriano, Alfredo Sosabravo, Stainless (Alejandro Piñeiro, José Capaz and Roberto Fabelo Hung), José A. Toirac, Alexi Torres, Antonio Vidal, José Angel Vincench. 

Yudinela Ortega Hernández

Nace en Cuba. Es historiadora del arte, crítica y gestora cultural. Actualmente vive y trabaja en Madrid. Cursa el Máster La Fábrica. Dirección de proyectos culturales. Textos suyos han sido publicados en diversos medios especializados y ha comisariado exposiciones en galerías de Cuba y España. Docente de Crítica de Arte & Art Consulting en Formación al Cuadrado.

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