EXTRAÑA DIGNIDAD
La muestra colectiva Extraña dignidad, que se podrá ver hasta el 21 de enero en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Santiago, propone una revisión amplia de la idea de dignidad, a partir de obras de Erandi Adame, Pamela Ipinza Mayor, Simón Jara Correa, Daniel Reyes León, y la curaduría de Juan José Santos.
Además, presenta una Laboratoria, pensada como un espacio de creación y experimentación colectiva donde, junto al público, se desarrollan diferentes instancias de participación y colaboración como talleres, laboratorios y charlas.
En las salas del museo, la dignidad es abordada ampliamente desde tres aristas, proponiendo una discusión activa: La falta de… (Ausencia de dignidad), La acción de… (Hacer dignidad); y La masa de la… (Dignidad colectiva). A partir de estos ejes, los artistas han desarrollado obras con materiales experimentales, elementos y contenidos históricos que serán complementados con las acciones de la Laboratoria.
Compartimos el texto curatorial de Juan José Santos.
EXTRAÑA DIGNIDAD
Por Juan José Santos
La dignidad es algo inasible, como el humo, y efímero, como el hielo. La dignidad como un término colectivo, o como un mantra individual. La dignidad utilizada por un político, la dignidad que se convierte en monumento, la dignidad perdida en un bosque de dignidades. La dignidad que ha sido extrañada por un pueblo, la dignidad que se ha vuelto extraña. Una palabra que ha devenido en rara y espeluznante: aparece en ella, en lo que significa, aquello que no debería estar allí.
En esta exposición confluyen todas estas dignidades, o estos conceptos de dignidad. Las artes visuales han, siguen y seguirán afrontando realidades que pertenecen a la esfera pública, a lo social. Permiten mirar desde otro ángulo, con otra perspectiva, problemas y conflictos que nos atañen como ciudadanos. Extraña Dignidad se plantea abordar eso, pero, además, hacerlo junto con el espectador.
El recorrido sugerido no indica el final del trayecto. Un árbol helado, un monte incendiado, un muro que es una hoja de ruta compartida, una cronología política, líneas que imitan ríos, una llama que no se apaga, una selva de cilindros dibujados con la huella de las velas, un cielo de piedras, una sala de experimentación, de edición e impresión. Todo ello para invocar y evocar una inquietud que solicita una guía, una dirección. Puede que la interacción de unas y otras respuestas facilite una solución.
Los aspectos biográficos de los cuatro artistas se entrecruzan con un ideario común, y por ello, la muestra ofrece un tiempo y un espacio para que el público que quiera agregue y proponga su propia mirada. La Laboratoria está destinado a ello, proyectada para facilitar la traducción de las reflexiones en múltiples disciplinas. El resultado es un paisaje colectivo, una dignidad personalizada pero compartible.
En el centro de todo, la llama. El fuego que no se extingue y que alumbra por los que lucharon y luchan por sus batallas: la política, la social, y también la ecológica. Un fuego que congrega los tres tiempos en uno: el pasado, entendido como el relato histórico de un pueblo que estalla contra la injusticia; presente, de un mundo que se va despertando de la pesadilla de la pandemia; y futuro, de aquel que necesita hacer suyo el mañana.
¿Cómo hacer la dignidad desde una sala de arte? Es una pregunta nada sencilla. De lo que se trata es de pensar en su ausencia, en cómo ha sido vehiculada a través de una masa, y en cómo transformarla en verbo, en accionar. Adame, Ipinza, Jara Correa y Reyes León se ponen al servicio y convocan al espectador para activarla, para re-elaborar esa palabra, por la que muchos han dado su vida. Para hacer de ella una obra de todos y todas.
En Chile se ha hecho la dignidad sobre papel, frente a un micrófono, a pedradas y a escondidas, en susurros y en gritos. Quizás el que ahora se dé la oportunidad de hacerla a través de la creatividad ayude a aclararla, a despejarla de un atuendo incómodo, y a reconfigurarla como lo que debería ser para cada individuo.
Marx hablaba del extrañamiento (Entausserung). La circunstancia en la que vive toda persona que no es dueña de sí misma, ni es la responsable última de sus acciones y pensamientos. Para Marx es la condición en la que vive la clase oprimida en toda sociedad de explotación, en toda sociedad que admite la propiedad privada de los medios de producción.
La sala principal de Extraña Dignidad propone un paisaje.
El artista Daniel Reyes León ha ideado una araucaria blanca en el centro del espacio. Un árbol, algo orgánico, recreado a través de mecanismos inorgánicos. Congelada gracias a un sistema de congelación que convierte el agua del aire en hielo. La única agua que no está privatizada en Chile.
Efectivamente, todo aquí es extraño. Hecho cómo y dónde no se tenía que hacer. Es una escena de un cuento raro. La fábula de la destrucción del medio ambiente y del entorno social. De la aniquilación, incluso, de nuestra relación con lo real.
Es el juego de los contrapuestos. El terreno incendiado como lo opuesto al hielo, el agua como espejo, y la pequeña y humilde llama en medio de lo líquido. La “Llama de la dignidad” que apela a la “Llama eterna de la libertad”, un fuego ceremonial encendido el 11 de septiembre de 1975 por Pinochet para conmemorar la victoria frente al yugo marxista en el golpe de estado, y que fue apagada del Altar de la Patria, en la Plaza Bulnes de Santiago. Hoy, sigue encendida, en el interior de la Escuela Militar.
El cielo de piedras ideado por Simón Jara propone soluciones. Es un cielo al que el astrólogo puede acudir a buscar respuestas. Es un pozo poblado por piedras enviadas junto a un deseo de cambio. También son las piedras lanzadas desde la rabia y la indignación, piedras que permanecen ahora en suspenso, detenidas, y vigilantes. Son piedras de rio, redondeadas por el golpear del agua, que han aparecido, tras la sequía, en la superficie. Piedras que atestiguan otra catástrofe y que conforman ahora un rio seco y adherido a muro.
Frente al paisaje de Reyes León y Jara, Erandi Adame cuelga tres telares. El lenguaje se transforma en signos, y el paisaje, en líneas. La frase “Somos el rio recuperando su cauce” es aquí algo más que un eslogan. Lo que fue primero un cartel con una referencia eco-política, fue transformado por parte de Erandi en fotografía, posteriormente libro (t-e-l-a-r.com) y ahora, en textil. Hilvanando palabras e hilvanando ríos: los cauces se convierten en grietas, en heridas que acompañan extrañamente a este inusual paisaje.
Pamela Ipinza trabaja con los archivos y la combinación entre imagen y texto. Invita a deambular por entre la relación textual y cromática de fotografías, a un “callejeo” digital, y a una traducción manual de la cuenta de Instagram asociada a la experiencia. Durante el Estallido internet aportó una dimensión más a la batalla, un desdoblamiento del que apenas quedan huellas o sedimentos. Un tiempo y un espacio extraño que dejó un archivo confuso.
La primera imagen es la casa. La misma imagen repetida hasta que de lo doméstico aparece lo raro y lo espeluznante, siguiendo el pensamiento de Mark Fisher. Una casa, desde aquel octubre del 2019, ya no es una casa. Un paisaje tampoco es ya un paisaje. En nuestra mirada habita la sospecha y la proyección de miedos y deseos de nuestro mapa mental.
Cinco dispositivos espejo descubren la lectura de textos que remiten a las fuentes de las que bebe Ipinza: Perec, Ahmed, Warburg, Fisher, Derrida… Los diagramas son signos de un archivo en eterna construcción que anhela la resignificación como única salida.
Rodeando el recinto, otro peligro brillante. Un haz de luz de color azul de Prusia. De la invención de este color se derivó la deducción de la fórmula química del cianuro, proveniente etimológicamente de “cyan”, azul.
Al otro extremo del muro-diagrama saldremos a una habitación ocupada por un bosque. Simón Jara ha creado un bosque quemado, un penetrable en el que te podrás perder entre troncos dibujados con humo. Una abstracción de la naturaleza creada, de nuevo, con materiales artificiales. Un bosque frío, un espacio para perderse, o para encontrarse.
Si acudimos a la sala adyacente, la Laboratoria, seremos parte activa de la exploración en torno a cómo el lenguaje sucede de diversas formas: con palabras y con tejido. Es el espacio de participación en la que tú, el lector/espectador, tomas partido y te vuelves tan extraño como digno.
Extraña dignidad fue inaugurada el 3 de noviembre y estará abierta hasta el 21 de enero de 2024 en el MAC Parque Forestal, Ismael Valdés Vergara 506, Santiago, Chile.
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