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KLAUDIA KEMPER. UN RELATO VISUAL DE LA EXTINCIÓN

Es imposible predecir el momento exacto en el que se acabará el mundo, pero hay múltiples señales que indican que podría ocurrir muy pronto. Diversos activistas y científicos ya han advertido la posibilidad de una catástrofe, y desde las salas del MAVI, Klaudia Kemper se une al llamado de alerta. A través de más de 70 obras, la artista invita a los visitantes a enfrentar el miedo a la extinción, proponiendo nuevas formas de habitar el mundo.


Vista de la exposición «Vías de extinción», de Klaudia Kemper, en el MAVI, Santiago de Chile, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

Nos encontramos camino a la extinción, avanzando hacia el inevitable destino de la muerte. Nos embarga la vulnerabilidad que proviene del temor al sinsentido. Aun así, es posible florecer ante el deslumbre de saberse parte del universo y experimentar la epifanía de una existencia plena. Esta es una de las posibles lecturas al mapa mental que se extiende en una de las paredes la sala 3 del MAVI. Un diagrama compuesto por una serie de conceptos cuyo flujo puede ser interpretado de muchas maneras.

En el mapa se muestran múltiples conceptos abordados en Vías de Extinción, cuyo desarrollo se nutre de tres crisis vividas entre 2019 y 2021: los incendios en el Amazonas, el estallido social en Chile, y la pandemia. Pero la exposición no se limita a aquellos hitos, sino que también se construye a partir de vestigios de la biografía de la artista: los traumas de su infancia como inmigrante, la muerte de su madre y su proceso de crecimiento personal.

Estas temáticas se despliegan en los más de 70 collages, telas, pinturas e instalaciones que se distribuyen en tres plantas completas del MAVI. Aunque hay una gran cantidad de obras, el espacio no colapsa. Más bien, proyecta una sensación de ligereza. En la sala 4, por ejemplo, las siete telas que integran la serie Un lugar en el mundo cuelgan delicadamente desde el techo, mientras que en la sala 6 los múltiples textiles de la serie Trapitas forman un recorrido de mensajes que flota en el espacio.

Abierta hasta el 23 de noviembre, Vías de Extinción contará con un conversatorio este próximo sábado 4 a las 11 am, en el MAVI, en el que participan la artista junto a la investigadora Nicole González Herrera y la psicoanalista Constanza Michelson, para ahondar en los distintos aspectos que componen el proyecto.

Vista de la exposición «Vías de extinción», de Klaudia Kemper, en el MAVI, Santiago de Chile, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

El destierro del paraíso

Es posible que en algún momento Klaudia se devuelva a Brasil. Aún no está segura de la decisión, pero admite que se trata de un deseo que siempre ha tenido: volver a aquel paraíso verde en el que nació, y del que fue desterrada cuando era muy joven. De hecho, al recordar su infancia distingue dos etapas: una fase temprana y feliz, que dura hasta los nueve años, y otra posterior, cuyo límite con la adultez no está del todo claro.

Durante sus primeros años de vida vivió en Río de Janeiro, inmersa en un entorno tropical exuberante. Al evocar aquellos tiempos, la visitan imágenes de insectos, lagartos y monos. Cálidas tardes de verano en las que se bañaba con sus compañeros en la piscina de una escuela laica que no exigía el uso de uniforme. 

La naturaleza de sus recuerdos cambia radicalmente a partir de 1976, cuando se mudó a Santiago de Chile tras la separación de sus padres. En ese tiempo, la madre de Klaudia optó por establecerse en una ciudad que se encontraba a años luz de Río de Janeiro. El clima santiaguino era frío y por sus calles circulaban el Fiat 600 y el Peugeot 404, autos que miraba como obsoletos.

En esa nueva rutina, en la que vestía uniforme y comulgaba ante un Dios que no terminaba de entender, Klaudia se asumía extraña. Desencajada en otro contexto, le entristecía el bullying al que la sometían sus compañeros de clases.

— En ese momento fui desterrada, no por razones políticas, sino por razones familiares. Entonces viví eso de entrar a un país del que no sabía los códigos, y hasta el día de hoy la pregunta de dónde eres me pone en una situación incómoda.

Vista de la exposición «Vías de extinción», de Klaudia Kemper, en el MAVI, Santiago de Chile, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

Al rechazo que vivió en el colegio se sumó otro después, cuando no fue admitida en la Facultad de Artes de la Universidad Católica. Para una joven que había crecido en una familia que sobrevaloraba el intelecto, y cuyo puntaje en la PSU había sido el mejor de su colegio, el criterio de selección le parecía una especie de burla.

— No pude entrar a arte porque en ese momento se hacía una prueba especial que incluía, entre otras cosas, dibujar y hacer encajar unos cubitos, y yo reprobé. O sea, a mí, a los 17 años, me dijeron que “tú no sirves para ser artista». Eso fue horrible para mí. 

Siguiendo el consejo de una amiga, Klaudia entró a estudiar Diseño en la Universidad Católica con la intención de cambiar de carrera una vez que estuviera adentro. Aunque finalmente no lo hizo, tomó varios cursos de Artes Visuales. Fue en uno con Bororo donde se enamoró de la pintura, acercándose a este medio desde la gestualidad, el goce y la intuición.

Durante la mayor parte de su carrera, Klaudia fue crítica de la academia y rehuyó el realismo. No obstante, en Vías de Extinción la artista se sirve justamente de ese estilo pictórico del que intentó alejarse durante su juventud.

Vista de la exposición «Vías de extinción», de Klaudia Kemper, en el MAVI, Santiago de Chile, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

Cuatro años de incertidumbre

Klaudia encontró el testimonio leyendo noticias en internet, y sintió cómo la sangre le comenzaba a hervir. Leía la historia de una mujer indígena, cuya tierra había sido expropiada por el gobierno de Bolsonaro, lo que la ponía en riesgo vital. Temía que en cualquier momento pudieran acribillarla.

En la pantalla de su computadora, las noticias sobre las violaciones a los Derechos Humanos de los indígenas por parte del Estado brasileño se intercalaban con artículos acerca de los incendios en el Amazonas. Imágenes de árboles en llamas y mapas de calor, con algunas porciones al rojo vivo, acompañaban los textos. Registros inquietantes que se sumaban al archivo mental que la artista había construido por medio de la prensa.

La serie Vías de Extinción, que consta de 22 collages repartidos en tres paredes del piso 4, incluye imágenes del mapa de Sudamérica. En algunos, el mapa está dado vuelta, evocando el dibujo América invertida realizado por Torres García en 1943. Ocho décadas después, y en medio de la crisis producida por los incendios, Kemper continúa buscando espacios para cuestionar la posición de Latinoamérica en el mundo.

Algunas de las obras de Vías de extinción contienen mapas de calor que reflejan la vastedad de las zonas afectadas por el fuego. Otras imágenes logran capturar las propias llamas, documentando el instante en el que los árboles comenzaban a arder.

—  Sentí la necesidad de agarrar esta foto, que era algo que nunca había hecho… tomar fotos reales de internet y trabajar con eso. Es lo más ilustrativo que he hecho en todo este tiempo, pero realmente quería hablar de eso y que no quedaran dudas de que se trata de un trabajo más literal.

Vista de la exposición «Vías de extinción», de Klaudia Kemper, en el MAVI, Santiago de Chile, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

Si bien el proceso creativo de Vías de Extinción comenzó en 2019 como respuesta a los incendios del Amazonas, los años subsiguientes continuaron presentando nuevos escenarios de cambios e incertidumbre. Meses después de la aparición de las primeras imágenes de los incendios en el Amazonas, el fuego se desató en el centro de Santiago. Un alza de 30 pesos en el pasaje del transporte público fue la gota que rebalsó un vaso ya colmado por décadas de desigualdad.

Tras haber perdido el control sobre el orden público, las autoridades optaron por ofrecer un proceso constituyente democrático que apaciguara el descontento de la ciudadanía. No obstante, la evolución de los acontecimientos tomó un giro completamente inesperado: con la llegada del COVID-19 a Chile y la implementación de políticas de distanciamiento y autocuidado por parte del gobierno, la unidad ciudadana que se había forjado en las movilizaciones se vio interrumpida. Las mismas calles que habían sido testigos de la marcha más grande en la historia del país quedaron repentinamente desiertas.

— Yo creo que la mayoría de nosotros nunca pensó que íbamos a ver estas imágenes de tantos cuerpos muertos en algunas ciudades. Un desborde, una posibilidad de extinción que apareció de repente y que nos hizo darnos cuenta de que lo que nosotros creíamos, que con la ciencia y los seguros de salud estamos como súper ultra protegidos, se desmoronó en un segundo.

Aunque admite percibir un deseo de mejora, que se manifestó notablemente durante la pandemia, considera que el efecto parece haberse desvanecido.

— Mira lo que está pasando en Gaza, por ejemplo. Es como si no hubieran entendido nada. No hay ninguna conciencia, no hay ni una reflexión. Vivir con más amor es tan simple. Al final, no es más que ponerse un ratito en el lugar del otro, porque ese otro también es una persona. Es un ser humano que tiene una madre, quizás un hijo, y que también tiene derecho a vivir.

Vista de la exposición «Vías de extinción», de Klaudia Kemper, en el MAVI, Santiago de Chile, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

Estas reflexiones llevaron a la artista a tomar la decisión de no cambiar el nombre de la muestra, a pesar de haber considerado en un momento inicial que Vías de Extinción podría sonar demasiado catastrófico. No obstante, llegó a la conclusión de que no había mejor forma de llamarla.

— No es que uno dice “ya, se acabó la pandemia, pasó el incendio y ahora estamos bien”, porque está la cagada. Entonces, a lo mejor es verdad esto de que nos vamos a extinguir como especie en algunos años, porque el problema sigue. Entonces, nombrarla Vías de Extinción era como también decir “hablemos de esto y veamos qué se puede hacer”.

La posibilidad de un futuro distinto está muy relacionada a uno de los títulos alternativos que la artista se planteó para la exposición, y que aparece como un mantra a lo largo de su recorrido: Abya Yala. Un término para referirse a América que se podría traducir como ‘tierra de sangre vital’ o ‘tierra en plena madurez”.

— Después de haber sentido un gran temor a la muerte, empecé a preguntarme, “¿de dónde nos podemos agarrar?”, y apareció Abya Yala. Pienso que nos podemos aferrar al rescate de este término, que era el nombre de América antes de la colonización, y que se ha venido recuperando a través de movimientos feministas e indigenistas que quieren un buen vivir. Una existencia con más amor.

Vista de la exposición «Vías de extinción», de Klaudia Kemper, en el MAVI, Santiago de Chile, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

La belleza de lo terrible

En junio de 2020, Klaudia Kemper decidió autointernarse en el Hospital de la Católica, a pesar de no presentar problemas de salud. Estaba allí para cuidar a su madre de 92 años durante seis días de hospitalización por COVID-19. Anterior a la infección, su madre sufre dos accidentes cerebrovasculares que la dejan completamente dependiente. Esto preocupó muchísimo a la artista, aunque reconoce que esta experiencia tuvo momentos de belleza.

— Fue terrible, pero fue lindo a la vez, como lo son todas las cosas. Cada experiencia se sentía a nivel afectivo máximo, también a nivel corporal. Fue el proceso de entender lo que es un cuerpo moribundo, un cuerpo que amé, que era el cuerpo del que yo nací. Entonces, fue súper potente y creo que todo eso también termina decantándose en el trabajo. Al final es lo que me permite realizar el arte que hago, y siento que estoy en una buena etapa.

A lo largo de la conversación, Klaudia menciona algunas de las características de la etapa vital en la que se encuentra, haciendo alusión a los cambios en su proceso creativo y su progreso a nivel emocional.

— Ya no cuento las horas del día que trabajo, algo que sí hacía cuando era joven. Me acuerdo de que en el taller que compartí con otro artista, en San Ignacio, teníamos un calendario pegado en la puerta y anotábamos todas las horas que pintábamos. Hacíamos competencia. Ahora, siento que mi proceso ya no pasa por ahí, sino que es más interno, que se nutre de lo que voy pensando y sintiendo.

Buena parte de las reflexiones de la artista surgen a raíz de citas que va subrayando en libros, y que posteriormente transcribe. A pesar de su deseo de consolidar toda esta información en un solo lugar, su naturaleza desordenada la lleva a depender de múltiples cuadernos.

También guarda frases de su autoría en su celular, una herramienta esencial para su mente inquieta. Algunas de estas terminaron formando parte de la serie Trapitas, una colección de trapos sucios que la artista guardó e intervino con sus textos.

— Juntar estas frases con estos pañitos también es un acto un poquito rebelde. Como decir: voy a llevar al museo algo que es como la porquería, el trapo con que limpiaste la mesa. Me gusta esta idea también, de cómo algo que puede recoger tus vestigios del día a día, el polvo del taller, lo que no sirve, puede transformarse en algo que sí sirva.

Vista de la exposición «Vías de extinción», de Klaudia Kemper, en el MAVI, Santiago de Chile, 2023. Foto: Jorge Brantmayer

Junto a las Trapitas, en una de las paredes de la sala 6, se exhiben siete cuadros que enmarcan un paño de cocina blanco cada uno, sobre los que la artista escribe una palabra utilizando cabello humano, otro de los elementos que colecciona.

—  El tema del pelo nace porque en un momento me doy la cuenta de que cada vez que me peino, el cepillo queda lleno de pelo. De repente se me ocurrió que podría hacer algo con él, como vestigio del paso del tiempo.

— Recuerdo haber leído un artículo en las Últimas Noticias, referente a Vías de Extinción, cuyo titular se refería a ti como una “artista hiper productiva que intenta controlar a toda costa su tendencia al desborde”. ¿Compartes esa afirmación?

— Yo creo que igual he sido bien productiva, o quizás más bien, soy una persona que trabaja desde múltiples lados. Este año hice un libro de 30 años de pintura, monté esta muestra, terminé un largometraje que se va a estrenar el otro mes en Chile, y una serie de televisión de mujeres artistas. De alguna manera se juntó todo, porque eran proyectos que llevaban dos o tres años y justo este año se acababan todos los plazos… pero sí, ha sido un año súper productivo y lo agradezco mucho.

Victoria Abaroa

Licenciada en Comunicación Social por la Universidad del Desarrollo (UDD - Chile), donde se desempeñó como ayudante de Periodismo Interpretativo. Cuenta con una especialización en Social Marketing de Northwestern University, y ha realizado múltiples cursos sobre comunicaciones en el campo de las artes visuales dictados por Node Center for Curatorial Studies (Berlín). Sus textos han sido publicados en Artishock y en la Revista Ya.

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