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ALEXIA MIRANDA: DESTEJER LA MEMORIA

La artista salvadoreña Alexia Miranda (1975) explora los universos de lo doméstico con elementos tan comunes como la ropa, los zapatos o los utensilios de cocina, pues es en ellos que recae la energía del cuerpo. Con ellos vive, trabaja e interactúa, y es en esa convivencia donde reconoce aquellos actos simples de la vida que, no obstante, reflejan la esencia de la condición humana.

Con motivo de su reciente muestra individual en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica, compartimos el texto curatorial de Pancho López.


Alexia Miranda, Pas de Deux, 2020, video performance. Cortesía de la artista

El propósito de Destejer la Memoria es resaltar la contribución de los más de veinte años de trabajo continuo de la artista salvadoreña Alexia Miranda (1975) a través de un conjunto de sus obras que, hasta el momento, no habían sido reunidas en una exhibición individual. A su vez, la muestra busca promover el reconocimiento del performance y del videoperformance como formas de expresión artística consolidadas en el tiempo que demandan espacios de exhibición apropiados.

Conocer la obra de Alexia Miranda ha sido fascinante. Sin embargo, entender sus marañas mentales ha sido un proceso difícil, porque sus puntos de partida creativos son observaciones muy íntimas, muy personales, sacadas a la superficie por medio de un accionar constante.

Su obra surge del impulso, detona de una experiencia. La manera de presentarla es atando cabos sueltos y mostrando las zonas oscuras del pensamiento: el dolor, la deriva, la soledad, pero no desde el lamento, sino desde la poesía, del canto a la vida, del poder del cuerpo.

Lo que a mí como curador (como observador, como amigo, como artista, como humano) me atrapó desde un principio fue la simpleza con la que aborda lo cotidiano y la valentía con que su obra se coloca ante los ojos de una sociedad machista, resistiendo no desde los feminismos, sino desde lo femenino. Ahí radica su poder, como mujer libre que no teme hablar de sus carencias.

Vista de la exposición “Destejer la memoria”, de Alexia Miranda, en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica, 2023. Foto: Adriana Artavia. Cortesía: MADC
Vista de la exposición “Destejer la memoria”, de Alexia Miranda, en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica, 2023. Foto: Adriana Artavia. Cortesía: MADC
Vista de la exposición “Destejer la memoria”, de Alexia Miranda, en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica, 2023. Foto: Adriana Artavia. Cortesía: MADC

La artista transforma la materia desde lo cotidiano a lo extraordinario. En sus acciones vemos el cuerpo en diálogo, búsqueda y catarsis al filo del desafío y el riesgo; en sus intervenciones matéricas vemos objetos desechables o que carecen de valor e importancia en la vida cotidiana, como algodón, gasa médica, papel de cocina, los moldes de papel para cupcakes, servilletas y filtros de café, cáscaras de cebolla y de huevo, o los cabellos que se desprenden de su cuerpo. 

Toda acción deja un trazo, una huella. La obra de Alexia Miranda apunta a los caminos recorridos, a lo transitado, observando siempre el residuo y las improntas sobre la piel del tiempo. Lo que se enuncia en estas obras es ese andar y cómo la realidad humana es afectada por las prácticas del día a día.

Alexia ha trabajado siempre desde una perspectiva ultra personal. Las cosas que le pasan en casa y en la vida cotidiana se convierten, en muchas ocasiones, en la materia prima para sus obras. De esta manera, ha logrado traducir experiencias dolorosas, o momentos hermosos -como su embarazo- en performances y videoperformance.

Destejer la memoria es un escaparate o un aglutinador que recoge muchos de estos momentos. Es como una ventana a su interior que nos permite ver varias facetas y ángulos de su forma de comprender y convivir con la vida misma. 

Alexia Miranda, Tejido Corporal, 2002, video performance. Cortesía de la artista

Tras una estancia de varios años estudiando en México, Alexia regresa a El Salvador en el 2003. Fue entonces cuando presentó al público Espacio Vital, su primer proyecto de performance, en el cual se proyectaba en la pared una doble secuencia de diapositivas del recorrido de su embarazo, dejando ver a su primer hijo en su vientre. 

Desde entonces, no ha parado de crear y experimentar con su cuerpo, siendo éste un vehículo de metáforas y parábolas, exponiéndose públicamente en un país donde los cuerpos femeninos están en constante persecución, donde el espacio público está vetado -particularmente para las mujeres- y donde todo es hacia adentro, para evitar machismos.

En 2005, Alexia Miranda obtuvo el primer lugar en la III Bienal de Arte Paiz, premio con el que se compró su primera videocámara. Solía experimentar grabando recorridos y objetos que encontraba a su paso, y de esa observación del entorno surgieron un sinnúmero de video acciones. Tedio de lo Extraordinario es una obra que realizó contando con el lente de la cámara como su único público, es decir, ya a manera de videoperformance concebida a partir de una serie de movimientos coreográficos repetitivos en un ambiente saturado de luz. 

Años después produjo la serie El Clóset (2008), compuesta por dos videos sobre las relaciones de pareja. No se trata, sin embargo, de un díptico, ya que la artista los considera videos “hermanos”.

En Hombre y Mujer, Bocetos, Alexia se mete al clóset de su habitación para explorar e interactuar con el universo de objetos que allí se encuentran, incluyendo las pertenencias de su esposo (prendas de vestir, zapatos). Se halla a sí misma en un caos, un revoltijo de cosas. La pieza, dice Alexia, surge de la urgencia de crear un borrador, una especie de sketch o dibujo en sucio de su propia relación de pareja. 

En Caída de los cuerpos, la artista deambula por un barranco entre riscos y pendientes llenas de piedras; se deja caer, rueda sin resistencia. Su propio cuerpo se convierte en despojo, en metáfora de abandono y pérdida de control. Alexia habla del caos, de sentirse frágil y caer al abismo, lo cual representa al rodar por el barranco: estar al borde, tanto de su relación amorosa, como de su relación con el arte y con la vida misma. En conjunto, El Clóset resume y traduce todos esos sentimientos a imágenes poéticas.

En 2009 presentó la pieza Reflexiones sobre fragmentos de un discurso amoroso – Intento de equilibrio I en el Parque Cuscatlán, que dio inicio a una serie de acciones en parques en El Salvador, Chile y República Dominicana. En éstas, se ata a un sube y baja, quedando expuesta a la voluntad de desconocidos que “juegan” con ella montándose al otro lado de este popular juego infantil, poniendo así en evidencia las relaciones desiguales entre dos seres humanos. Para su sorpresa, en todas las ocasiones en que realizó esta acción, la interacción fue respetuosa y todos se aseguraron de no lastimarla.

Alexia Miranda, Reflexiones sobre algunas dinámicas de interacción, video performance, El Salvador, 2010. Cortesía de la artista
Alexia Miranda, Reflexiones sobre algunas dinámicas de interacción, video performance, El Salvador, 2010. Cortesía de la artista
Alexia Miranda, Man is the measure of all things, Berlín, 2013. Cortesía de la artista

Ese 2009 fue un año agitado. Miranda tuvo la oportunidad de organizar la Primera Convocatoria Nacional de Arte de Acción con el apoyo de una entidad cultural local. Lamentablemente, este festival terminó siendo para la artista una experiencia agridulce que creó una desequilibrada relación con la institución, al punto de recibir una invitación para no repetir la experiencia, lo que convirtió a esta convocatoria en la primera y única de su tipo.

Esta experiencia le proporcionó a Alexia los elementos necesarios para crear la obra Reflexiones sobre algunas dinámicas de interacción (2010), en la que, en formato de video, compara su relación con la institución con la interacción de un perro adiestrado. Para ilustrar esta idea, se somete a un riguroso entrenamiento con un pastor alemán y realiza, ante la cámara, un peligroso juego de roles que se asemeja a los riesgos y abusos asociados a depender de una institución.

Resulta necesario detenerse en obras como Carrusel, un videoperformance del 2012 en el que la artista se monta en uno de esos juegos de feria para hacer un homenaje a su padre. Esta es una obra que nos remite al interminable recorrido de la vida. Abrazando y acariciando a los caballos que forman parte de este divertimento, nos habla desde lo más profundo del corazón, desde el recuerdo y la memoria, los apegos y el cariño, desde la desazón de la muerte.

Alexia Miranda, Carrusel, 2012, El Salvador. Captura de videoperformance. Cortesía de la artista
Alexia Miranda, Carrusel, 2012, El Salvador. Captura de videoperformance. Cortesía de la artista

En la acción Reflexiones sobre la fragilidad II, llevada a cabo en 2018 en la sede de Mujeres en las Artes (MUA), en Tegucigalpa (Honduras), en el marco del festival El Cuerpo y la Ciudad, la artista fue encimando vidrios, floreros y peceras en varios niveles. Lentamente fue escalando la frágil montaña, con movimientos medidos y precisos, hasta llegar a la cima para recostarse, como metáfora de la vulnerabilidad del cuerpo ante la existencia.  

El contacto con las y los otros siempre ha sido un tema relevante en la obra de Miranda. Es a través de la interacción que la artista establece sus relaciones y profundiza en la forma en que se conecta con el mundo y su entorno. Al señalar la falta de empatía y cómo impactan los abusos que se viven a lo largo de la vida, su obra refleja un interés por lo humano y cómo esto se manifiesta en el cotidiano.

Ejemplo de ello es la obra Tejido Colectivo, realizada en el marco de la XIII Bienal de La Habana en 2019. La propuesta consistió en convocar a la comunidad a tejer con ella. Al llamado respondieron tanto jóvenes universitarios y niños como señoras de la tercera edad, quienes crearon un entramado en el que cada nudo representaba a una persona. Una alegoría del tejido como herramienta para fomentar la cohesión humana y el desarrollo de capacidades colaborativas. 

Vista de la exposición “Destejer la memoria”, de Alexia Miranda, en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica, 2023. Foto: Adriana Artavia. Cortesía: MADC
Alexia Miranda/Catapulta, Tejido Colectivo, Paseo El Carmen, El Salvador, 2015. Cortesía de la artista

El recorrido es inmenso. Difícil hablar a detalle de todas las obras en esta exposición, pero es importante mencionar la colaboración de Miranda con el fotógrafo Rodrigo Dada. Juntos, crearon una plataforma artística llamada Catapulta / Proyectos Culturales Alternativos, que logró activar la escena artística local e incluso establecer interacciones a nivel regional.

Este laboratorio proponía nuevas maneras de hacer, percibir y consumir el arte a través de la fusión de lenguajes multidisciplinarios. El objetivo era llegar a una mayor diversidad de públicos, espacios, lugares y fronteras conceptuales para despertar la capacidad de asombro ante el arte y sus múltiples formas de manifestación. 

Como si fuera una ventana, la obra de Miranda nos permite echar un ojo a la intimidad, a esas cosas que guardamos y escondemos pues hablan de nuestros miedos y fragilidades.

Las corazas se esfuman, los escudos se desvanecen. A partir de las poéticas de lo sensible, el cuerpo de la artista se convierte en una radiografía, como una lupa que deja ver a detalle las fibras de lo humano. Esta artista ha encontrado en el performance y en el video un poder único para trasladar a lenguajes visuales su propia vida, herramientas que le han permitido resistir por muchos años y seguir creando.

Alexia Miranda es una de las representantes más activas y constantes del performance salvadoreño. Como un carrusel que gira sin parar, el cuerpo de esta artista una y otra vez desteje la memoria y desgasta sigilosamente el filo del tiempo.  

Alexia Miranda, Reflexiones sobre la Fragilidad II, MUA, Honduras, 2018. Cortesía de la artista
Alexia Miranda, Reflexiones sobre la Fragilidad II, registro fotográfico en MUA, Honduras, 2018. Foto: Adriana Artavia. Cortesía: MADC
Vista de la exposición “Destejer la memoria”, de Alexia Miranda, en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica, 2023. Foto: Adriana Artavia. Cortesía: MADC

Pancho López (México) es artista visual y curador independiente. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Por once años fue jefe del Departamento de Performance y Arte Actual del Museo Universitario del Chopo. Ha recibido becas del Programa de Apoyo a la Docencia, Investigación y Difusión de las Artes (PADID) y el Programa de Apoyo a la Producción e Investigación en Arte y Medios (PAPIAM) del Centro Nacional de las Artes, de la Fundación JUMEX y del Patronato de Arte Contemporáneo (PAC). Publicó el libro Centroamérica en acción. Una aproximación al performance centroamericano y algunos de sus protagonistas, editado por el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) de Costa Rica, con apoyo del Museo La Neomudéjar, el Centro Cultural España de Costa Rica y la Red de Arte de Centro América (RACA).


ALEXIA MIRANDA: DESTEJER LA MEMORIA

Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), Centro Nacional de la Cultura, Antigua Fábrica Nacional de Licores. Avenida 3, calle 15, San José, Costa Rica.

Del 17 de agosto al 4 de noviembre del 2023

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