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JAZMÍN RUIZ DÍAZ: “LA MODA PUEDE AYUDAR A REPENSARNOS DESDE EL SUR”

Entender la vestimenta como un fenómeno culturalmente condicionado y pensar a qué aspiramos con el mercado de la moda son algunas de las inquietudes que nos comparte la investigadora y comunicadora paraguaya Jazmín Ruiz Díaz en esta entrevista, realizada a propósito de su participación en la tercera edición de Moda Desobediente, un encuentro interdisciplinario, decolonial y crítico sobre estudios de moda, organizado por el Colectivo Malvestidas el pasado mes de agosto en Santiago.


Con una trayectoria como investigadora de estudios de la moda y como periodista y editora en diversos medios especializados, Jazmín Ruíz Díaz se encuentra ahora culminando su trabajo de tesis doctoral, el cual explora la co-creación entre artesanía y diseño desde una mirada decolonial.

Para ella, la producción de moda es mucho más que mostrar ropas, ya que todas las decisiones son políticas. “En un momento dije ‘basta de la moda y esta frivolidad’”. Tras estudiar una materia llamada Moda, cultura y sociedad, Jazmín se adentró en las complejidades de los estudios de la moda. Siempre, eso sí, cuestionando la mirada del norte.

Con esa inquietud puso los ojos en Paraguay, donde referentes como Ticio Escobar y sus estudios del arte popular y Milda Rivarola y su historia del vestido en ese país eran los pocos que podían asociarse a este ámbito. “No existen los estudios de moda como un campo reconocido en Paraguay”, enfatiza.

Así, se propuso indagar y problematizar la relación entre co-creación y artesanía, una investigación que, espera, sea ampliamente acogida en la región. “A mí no me serviría de nada ser la única que haga teoría de la moda en Paraguay; entonces, estoy interesada en construir redes, pero esas redes tampoco pueden ser solo en Paraguay, tienen que ser en Latinoamérica”.

Jazmín procura abrir el campo a través de su proyecto de divulgación Moda en teoría, el cual nació en colaboración con la fotógrafa y audiovisualista Amalia Riva como un canal de educación no tradicional que aprovecha el dinamismo de las redes sociales para acercar conceptos relacionados a los estudios críticos de la moda.

Además, trabaja en el proyecto Kuña Jesarejo, que se vale de la plataforma de Instagram para explorar narrativas en torno a la mirada femenina paraguaya.

Mamacitas Club, de la ilustradora paraguaya Regina Rivas

ESTUDIOS DE MODA, ARTESANÍA Y CO-CREACIÓN

¿Cómo explicar que la relación que sostenemos con el vestuario, más allá de que todos los días nos ponemos ropa, es más compleja?

A mí me gusta mucho usar una definición de Susan Kaiser, teórica que habla de la moda como un proceso colectivo de devenir con otros; es decir, son decisiones individuales que tomamos para expresarnos, pero que necesariamente suceden en relación con otras personas. No nos vestimos solo para nosotros mismos, sino que todo ese proceso está condicionado culturalmente. Otra cosa que plantea es que la moda visibiliza las relaciones de poder, por ejemplo, desde qué es apropiado en una cultura o en una sociedad o qué se considera bello y que no. Ahí empezamos a ver todas estas categorías invisibles.  

Incluso cuando revisamos por qué rechazamos la moda, es porque se ha vivido como una imposición constante de “esto es”, y cuando una persona desde su subalternidad rechaza eso o eso no le representa, empieza a desconectarse, que es un punto fundamental de la expresión de la identidad. Creo que, si empezamos a discutirlo desde allí, también puede volverse muy liberador, porque empezamos a problematizar y a preguntarnos por quienes no están visibilizados en estas definiciones, en estos imaginarios, en esta narrativa, en estos mercados y eso me parece súper poderoso.

¿Qué claves tienen los estudios de moda mirados desde el sur, particularmente desde nuestra región?

Los estudios de moda son un campo bastante consolidado en la academia en el norte global, y ya contamos con una producción rica desde Latinoamérica, pero en Paraguay es un campo que está en pañales. Este campo nos permite desarrollar una mirada mucho más crítica y política, que es la mirada que yo defiendo. Una mirada desde la cultura, de repensar a qué aspiramos con nuestro mercado de moda, con nuestras definiciones, conceptos e imaginarios en torno a este. Para mí, una gran pregunta es si es moda como queremos llamar a estos procesos, porque su definición académica se ha usado para excluirnos en nuestras prácticas, saberes, modos de ser y de vivir.

La moda tiene mucho que ver con las relaciones de poder, tanto norte-sur global, pero también adentro de la sociedad misma. Entonces, para mí es una herramienta que desde el sur nos puede brindar oportunidades de repensarnos.

Has hablado respecto a si es “moda” el concepto adecuado. ¿Hacia qué campos conceptuales sería mejor acudir?

Lo respondo desde el trabajo que estoy desarrollando en mi tesis de doctorado. Yo estudio la co-creación entre artesanía y diseño, entre lo que se considera artesanía popular, que en Paraguay se diferencia del arte indígena, donde la primera es poscolonial y es producto de la hibridación cultural.

Acá la pregunta es qué tipo de mercado de la moda se puede configurar desde la co-creación, que es un modelo; no estoy diciendo que es el único, ni que Latinoamérica tiene que ser toda co-creación entre artesanía y diseño, sino que es un camino posible y que yo estoy explorando.

Creo que en Latinoamérica no podemos dejar de lado los saberes e imaginarios populares de la artesanía, nuestra historia textil y la indumentaria. Entonces, una cuestión que puede ser bastante radical, que trato de sostener desde este trabajo de investigación, es que también se trata de dejar de aspirar a un sistema de la moda, o a ser parte o a repetir el relato.

Es decir, no podemos pretender ser París o ser Londres, porque quizás no lo necesitamos, sino que nuestro valor está en poder configurar nuevas prácticas. Se trata de descolonizar en el sentido de desprendernos de estas aspiraciones y tratar de construir nuestros propios mercados, tomando de base las cosas que sí funcionan o los modos de vivir que ya existen en el sur.

Acá cada experiencia va a darnos respuestas diferentes, entonces no se trata de pensarlo de un modo masivo, sino en sistemas más circulares, más en contacto con el territorio, que respeten los saberes culturales y -un punto que yo defiendo- que la artesana es una creadora activa en el proceso, no es una mano de obra.

¿Cómo aproximarse a la co-creación sin caer en la apropiación cultural?

Es complejo porque lo que pasa con la apropiación es que finalmente es una forma de extractivismo que es muy difícil de definir porque es intangible, pero que tiene consecuencias.

La mayoría de las investigadoras críticas de moda que se sitúan en la mirada decolonial están discutiendo constantemente la apropiación. A mí me llaman mucho hacer talleres sobre esto y siempre les digo que si bien hay lineamientos generales y formas de identificar, no podemos esperar una respuesta McDonald, o sea, no podemos combatir de un modo fast algo que justamente nos demanda tiempo, nos manda a romper con esas temporalidades del neoliberalismo y del sistema de la moda imperante. 

La apropiación cultural sucede en muchos niveles. A veces puede ser un consumidor que comete apropiación de modo involuntario. No siempre hay rédito económico, como en el caso del diseño de moda donde hay grandes marcas que se benefician de ello.

Una cuestión que hace muy problemática la apropiación es que los productos a veces son estéticamente muy atractivos, y por eso queremos usarlo, venderlo y meterlo en los mercados de la moda, pero realmente no tenemos un conocimiento más allá.

Por eso defiendo mucho la idea de la artesana como creativa y creadora, contra querer reducirles a mano de obra y tomar su trabajo como “inspiración”. Yo creo que muchos de estos procesos podrían minimizarse desde una comunicación e involucramiento con las comunidades.

Obra en cerámica de la alfarera y educadora paraguaya Leila Buffa. Fotografía de Amalia Rivas

UNA MIRADA FEMENINA DESDE PARAGUAY

Kuña Jesarejo es el nombre del proyecto de maestría de Jazmín. En diálogo con la teoría del norte, se adentró en el concepto de “la mirada femenina”, aplicado en un primer momento al cine por Laura Mulvey. “Cuando empecé mi maestría me encuentro con esta teoría que en el norte la tenían hace muchísimos años, de la mirada masculina y la mirada femenina como una posible respuesta”.

Llevada a la visualidad en Paraguay, su aplicación también estuvo vinculada a lo plural. “Hoy ya no hablamos sólo de mirada femenina en singular, sino que hablamos de la mirada negra, de mirada queer, de mirada latinoamericana. Es una forma de posicionar desde dónde miramos y quiénes son los espectadores, para quienes construimos también la imagen”. Allí, la pregunta de Jazmín fue: “¿cómo puedo hablar de esto desde Paraguay?”.

¿Cómo nace el proyecto Kuña Jesarejo?

En un principio yo había pensado hacer una monografía más tradicional, en donde quería hablar de la obra de la ilustradora Regina Rivas, que para mí es una artista que refleja una mirada muy particular de la mujer paraguaya con la que yo me identifico.

Ella explora un deseo libre que no es heteronormativo; los cuerpos nos son hegemónicos, pero las situaciones son cotidianas y con algo juguetón que parecería que es más frívolo, pero que son cosas que conectan a las chicas y para mí eso es poderoso. Regi conectaba con un colectivo de mujeres que seguían su trabajo a través de Instagram, que le permitía compartir y construir esos imaginarios.

Sobre eso, pensé que sería interesante poder llegar a más y ver si había un movimiento del cual hablar, sobre todo de la ilustración, que era lo que me llamaba la atención, y construir narrativas desde allí. Nadie está contando esta historia dentro de un sentido más grande, de un movimiento de ilustradoras o artistas que están haciendo esto, pero ellas lo estaban haciendo, solo faltaba ponerle el marco teórico.

Luego se acercaba el 8M y le propuse a Regi lanzar un challenge en Instagram, y pedir inundar con imágenes de creadoras y artistas de Paraguay. Teníamos que crear un hashtag para poder rastrear las publicaciones que se iban a hacer ese día, y en Paraguay siempre que queremos expresar algo que tiene que ver con nosotros vamos al guaraní. Allí lo primero que pensé fue, bueno, entonces traduzcamos mirada femenina al guaraní: Kuña Jesareko.

¿Qué sucedió?

Pedimos a artistas que publicaran imágenes que hablaran del deseo del cuerpo y temas específicos, y nos sorprendió muchísimo que ese día hubo más de 100 posteos. Ahí creé la cuenta y empecé a curar los trabajos que se publicaban. La gente empezó a mandar y nominar otras artistas. Fue toda una curaduría online.

¿Qué encontraron sobre la mirada femenina paraguaya?

En Paraguay hay un discurso demasiado fuerte sobre la mujer paraguaya. Está súper romantizada esa idea. Se le llamó el país de las mujeres. Bueno, hay una historiadora que se llama Bárbara Potthast que analiza cómo se construyeron estos mitos y qué significan, y cómo fueron usados para sostener el nacionalismo que no tiene nada que ver con las mujeres, porque se habla de que la mujer paraguaya es fuerte, que es resiliente, que es brava, que cría los hijos, que mantiene la casa, que no necesita al hombre, pero no tenemos mujeres en el poder, nunca una mujer presidenta.

La equidad de género está lejos de llegar a Paraguay, que sigue siendo una sociedad súper patriarcal. Por eso el proyecto consiste en seleccionar obras de artistas que responden a este mito, con su propia mirada de qué significa ser una mujer paraguaya.

También sobre la mirada femenina… en tu proyecto de divulgación Moda en Teoría analizaste desde esta perspectiva la película Barbie. ¿La directora logró construir desde una mirada femenina?

Yo creo que de acá a unos años vamos a tener un montón de teoría académica sobre Barbie. Voy a aclarar que esto lo hablo como una persona que mira la cultura y mira la moda, no como teórica del cine, que tiene sus propias herramientas de análisis. Para mí Greta Gerwig es una mirada femenina. Eso no se puede negar, esa es la fuerza de esta directora.

En los tres trabajos que tiene –Mujercitas, Lady Bird y Barbie– se repiten las historias donde las mujeres son el centro y donde también hay una construcción estética; pero también es una mirada femenina preocupante cuando se vuelve la única o la hegemónica. Es una mirada blanca, desde el norte, y que instaló el mayor estreno de cine de una película dirigida por una mujer, pero la mirada femenina no puede ser una, no puede ser esencialista, entonces creo que la problemática para mí viene -como alguien que se divirtió muchísimo con la película, pero que por otro lado se quedó pensando en estas cosas- con que nos hizo olvidar de una forma muy inteligentemente lo que representó Barbie: una muñeca que empodera niñas y que permite que nos imaginemos que podemos hacer cualquier cosa.

Ahora, desde Latinoamérica es distinto lo que representaba tener una muñeca rubia, súper hegemónica, con un cuerpo que en la mayoría de los casos nunca llegamos a tener, y es complicado si nos hace olvidar de eso, si vamos a retroceder otra vez en diversidad, en representación en los cuerpos, porque simplemente vamos a poner un discurso feminista a la belleza hegemónica y finalmente vamos a seguir vendiendo el mismo tipo de productos. La mirada femenina también puede ser hegemónica y puede empezar a reproducir otro tipo de jerarquías.

Por otro lado, me pregunto muchísimo estas cosas que estamos discutiendo ahora, al menos como feminista, sobre la crisis climática, sobre dejar del consumo en exceso. Toda la gente se estaba comprando ropa rosa, todas las marcas fast fashion están vendiendo rosa, y bueno, tenemos el Desierto Atacama, donde en unos años también se va a venir una marea rosa. Nuevamente, ¿quién va a terminar pagando por el entretenimiento del norte?

Collage digital de la artista paraguaya Betania Ruttia

Jazmín Ruiz Díaz es candidata a doctora en Cultura, Medios e Industrias Creativas en King’s College London, máster en Industrias Culturales y Creativas en la misma institución y licenciada en Ciencias de la Comunicación-Periodismo por la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay.

Retrato de Amalia Rivas

Francisca Palma Arriagada

Periodista. Magíster en Comunicación Política.
@masomenosbiens

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