
EDUARDO VARGAS RICO: PRE-SUPUESTOS SUBTERRÁNEOS
Bajo nuestros pies yace un sustrato de conocimientos humanos construidos desde tiempos remotos, almacenados a través de la superposición de capas interminables de materia sólida –pero desmenuzable– de la cual han surgido los más grandes y definitorios descubrimientos sobre nuestro pasado; hallazgos que nos han brindado pistas para entender el comportamiento de generaciones ancestrales a través de sus objetos, creaciones, cosas (y no–cosas), cuya catalogación y organización ha dado forma a la escritura de lo que fuimos, somos y aspiramos ser como civilización.
La existencia de esta realidad subterránea supone para el humano un deseo de explorar las profundidades de la tierra y la reflexión de algo que en sí mismo implica una presuposición: el descubrimiento de elementos de valor arqueológico que, tras su revisión y estudio, son inscritos en nuevos espacios de circulación, generalmente museales, consagratorios y archivísticos. Descubrimientos que, a pesar de la impredecibilidad inherente en todo proceso de excavación, suelen compartir una característica común: su ser–cosa, es decir, todo aquello que le hace ser de alguna manera tangible.
Definir la coseidad de algo, sin embargo, es un proceso mucho menos expedito que la sorpresa de su encuentro; por ello acordaremos entender, siguiendo los planteamientos de Heidegger, que “lo que le da a la cosa su consistencia, es lo material” (1936), siendo éste el sustrato y el campo que permite la configuración de su forma, su ordenamiento y, por ende, su posibilidad de ser trabajado.

Sumido en un profundo proceso de exploración de materialidades terrestres, el artista venezolano Eduardo Vargas Rico (Barquisimeto, 1991) plantea en su reciente exposición individual Pre-supuestos subterráneos (Carmen Araujo Arte, Caracas) una sólida disertación sobre el hallazgo del ser–cosa, en medio de un proceso de creación que parte de las lógicas del archivo y de la experimentación sobre la objetualidad desde un sentido arqueológico.
A lo largo del desarrollo de este cuerpo de obra compacto y cohesivo, Vargas Rico devuelve, dota y exacerba el carácter de cosa del objeto artístico, a través de operaciones escultóricas específicas de vaciado en tierra y aglomerantes derivados, en los cuales, a su vez, el artista inserta elementos domésticos que establecen cuestionamientos sobre la función, el origen y la definición de aquello que llamamos arte. Pues, ¿qué sería de las obras de arte sin su carácter de cosa?, o más aún, ¿qué le brinda a la cosa, el estado de arte?

Los resultados de las operaciones del artista permiten así descubrir aspectos singulares que la enfática tangibilidad de las prácticas arqueológicas ha dado por asumidos hasta desestimarse; entre ellos, que no todo encuentro posee cualidades ‘que le permiten a la cosa ser’, es decir, que los descubrimientos arqueológicos no necesariamente son entes con cuerpo, peso y volumen.
De esta manera, los hallazgos hechos por Vargas Rico en sus prácticas excavatorias pre-suponen el lugar de una cualidad intangible, mientras revelan esencias y suscitan accidentes que –aunque propiciados desde la materia– le permiten experimentar en su trabajo con la ambivalencia y la aparente oposición entre la fisicidad de la cosa y la insustancialidad de la imagen.

De allí que en obras tales como La forma de la tierra (2023) la aparición de fragmentos y reproducciones fotográficas de libros y enciclopedias son integrados inseparablemente en una masa pétrea que encuadra, enmarca y encapsula a “un ser insustancial que no existe de por sí, sino en alguna otra cosa” (Agamben, 2005).
La aparición de este ser complejo plantea un nuevo tópico a reflexionar sobre la obra del artista: la coseidad de la imagen como la posibilidad de la cosa de generar imágenes –alegóricas, poéticas o textuales– notables en casos como Velero (Espejismo) (2023), Campo de Granza (2023) o Enciclopedia Geodesia (Geografía Universal) (2023).
Este cuestionamiento del origen y la esencia de las cosas nos lleva a cavilar sobre las maneras en las que vemos las obras de arte, los objetos utilitarios y las artesanías, pues, ¿qué determina (o condena) la existencia de una cosa al muro blanco de un museo o a la pared de una casa? ¿Por qué la artesanía está ‘enclavada’ en el ámbito doméstico y por qué el arte pertenece a los grandes recintos, siendo este último “creado por un artista supuestamente libre, que no está sujeto a las determinantes históricas o a la economía del mercado”? (Berti, 2006)


Siguiendo una estructura presupuestaria, la obra reciente de Vargas Rico aborda un tema vinculado al ámbito económico y al trabajo humano, en el cual recontextualiza el objeto doméstico al ‘resocializarlo’, como pueden serlo el cabezal de una escoba o el mango de una espátula, herramientas ubicadas en el trabajo de creación en un intermedio entre la cosa y la obra, como utensilio ahora insertado en un circuito cultural distante a su naturaleza. Pues, si “al momento de fabricar un utensilio ciertos materiales desaparecen en su utilidad (…), [contrariamente] la obra no permite que desaparezca el material, sino que hace que esté en lo abierto del mundo” (Heidegger, 1936).


La integración de estos elementos –visualmente destacados y de reciente incorporación en la obra de Vargas Rico– más allá de su extinta función utilitaria, apelan a conceptos discutidos en las filosofías económicas del siglo XX, mientras trae de nuevo a la reflexión un tema desarrollado por el artista y pensador Joseph Beuys en los postulados de su teoría plástica: la compleja relación entre arte y trabajo.
En esta, Beuys defiende la creatividad como la capacidad general de producir, como fuerza de trabajo; de este modo, establece una aclaratoria sustancial: que mientras el trabajo es productivo en tanto agrega nuevos objetos al mundo, la labor está ligada directamente a la vida. Así pues, si el primero está relacionado con los objetos de uso, la segunda lo está con el consumo.

De allí que la elaboración de este presupuesto terrestre de parte de Vargas Rico se estructure a partir de vínculos entre cosas, objetos, masas y superficies, economías de consumo de “imágenes que apuntan al futuro” (Beuys, 1985), basado en cosas pertenecientes a un pasado indeterminable, en una forma de pensamiento escultórico en el que el lenguaje establece una relación entre cosa y palabra.
En esta, los títulos enuncian la ‘alegoría que hace arte a la cosa’ –evidente en piezas como Inscripción arqueológica de lubricantes para carros (2023) o Construcción arqueológica en superficie (2023). Las obras, entonces, adquieren una esencia de artefacto estetizado y extraído de lo ordinario, alejado de la lógica presente de su origen para situarlo en su nuevo contexto: el circuito del arte y sus dinámicas de intercambio.

Finalmente, inscritos en un entramado de economía política y teorías plásticas, los objetos utilizados y resignificados por Eduardo Vargas Rico apelan a una relación de forma–conocimiento inherente a la tierra, que demuestran que “todas las cosas de nuestro mundo material constituyen materia de estudio cultural” (Berti, 2006).
Valiéndose de un complejo sistema de archivo a lo largo de sus años de joven carrera, Vargas Rico ha elaborado un complejo catálogo de información y comunicación a través de objetos ubicados en nuestra cotidianidad. En esta acción sostenida de archivología, la imaginación material del artista da sentido a la construcción epistemológica de objetos ligados a la superficie topográfica sobre la cual nuestra existencia se desarrolla, a través de una obra que le permite a la tierra ser tierra.
En esta infinita posibilidad creativa, los trabajos pertenecientes a Pre-supuestos subterráneos nos remiten no sólo a las formas en las que se componen sus obras y los elementos que la constituyen, sino al origen del arte mismo, en el que Eduardo Vargas Rico es capaz de llevar a cabo la pesada acción de levantar un mundo “cuya esencia sólo se deja insinuar” (Heidegger, 1936).


Eduardo Vargas Rico: Pre-supuestos subterráneos es la primera exposición individual del artista en Carmen Araujo Arte, abierta al público desde el 30 de julio al 03 de septiembre de 2023, en Hacienda la Trinidad Parque Cultural, Caracas, Venezuela.
Referencias
AGAMBEN, Giorgio: Profanaciones (2005), Buenos Aires, Adriana Hidalgo.
BERTI, Sagrario: “Arte/sanía venezolana ¿por función, elaboración, o uso?”,en Artesanía: otra visión (2006), Caracas, Fundación Polar.
BEUYS, Joseph: “Discurso sobre el propio país, 1985”, en Joseph Beuys (2017), Berlín, Klüser.
HEIDEGGER, Martin: “El origen de la obra de arte” (1935-1936), en: Caminos de bosque (1996), Madrid, Alianza.
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