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ANTONIO PICHILLÁ: LO DIVINO EN EL ENCUENTRO

Por Emiliano Valdés*

Una de las últimas veces que estuve con Antonio Pichillá me llevó junto a su madre, una mujer de estatura baja, con porte elegante y gesto decidido. Juntos, recorrimos estrechos senderos en las afueras de la pequeña ciudad de San Pedro La Laguna, cerca del cerro Chutnamit.

Allí, a los pies del majestuoso volcán San Pedro, se alzaban los centros ceremoniales de los maya-tz’utujil, donde en su cima reposaba la «casa del pájaro» o Ajtziquinahay, el señor principal de aquel pueblo, vinculado a un ave mítica y desterrado por Pedro de Alvarado en 1524.

En medio de aquel entorno, tras una corta caminata, alcanzamos una especie de terreno ceremonial público y depositamos con reverencia sobre la tierra los elementos necesarios: velas, incienso y flores. Fue entonces cuando los Pichillá dieron vida a una ofrenda de fuego, un gesto de gratitud por la existencia y una petición por la prosperidad de quienes les visitábamos.

Vista de la exposición “Ximoneem k’in Soloneem” (Anudar y Desanudar), de Antonio Pichillá, en Galería Elvira Moreno, Bogotá, 2023. Foto cortesía de la galería

Antonio Pichillá Quiacaín es artista maya-tz’utujil cuyo trabajo aborda la manera en la que los pueblos indígenas de la cuenca del lago de Atitlán han salvaguardado y revivificado sus ancestrales tradiciones, desafiando las distintas oleadas de invasiones y despojo de las que han sido objeto.

A través de esculturas, piezas textiles, performances y pinturas expandidas, él nos invita a sumergirnos en su resistencia, pero también a adentrarnos en un lugar de encuentro, una posibilidad de negociación y de sanación entre las culturas que habitan la actual Guatemala, especialmente con la tradición ladina (criolla), desde cuya lógica artística de herencia occidental Pichillá ha concebido su propia visión artística y trans-cultural.

Soportado por procesos de investigación académica, así como formal y técnica, y en una simbiosis con las tradiciones culturales y espirituales de los tz’utujiles, Pichillá aborda aspectos inherentes a la cosmovisión de su pueblo y la importancia de lo ancestral, como la relación con los abuelos y las abuelas, la correspondencia orgánica y unitaria con el universo natural, concepciones no binarias de la realidad y el sincretismo que caracteriza la vida en muchas comunidades mayas hoy en día.

A través de sus obras, nos invita a reflexionar sobre la importancia del tiempo y los elementos de la naturaleza, sobre las prácticas rituales y el arte del tejido, y sobre objetos cotidianos como la piedra de moler el maíz y el telar, que poseen también una dimensión espiritual.

Vista de la exposición “Ximoneem k’in Soloneem” (Anudar y Desanudar), de Antonio Pichillá, en Galería Elvira Moreno, Bogotá, 2023. Foto cortesía de la galería

El estudio o lo que el arqueólogo J. Eric S. Thompson ha llamado “la filosofía maya del tiempo”1 se desvela en su obra, honrando a aquellos veinte días que, en el calendario maya, se alzan como seres vivos, merecedores de devoción. B’atz, uno de ellos, personifica el tiempo como un hilo enroscado en un carrizo bajo tierra, desplegándose a medida que los días avanzan. Este mismo símbolo encarna tanto el problema como su posible solución. Pichillá retoma esta concepción dual que ordenaba el mundo y en la que cada elemento encontraba su contraparte.

“De acuerdo con esta concepción cíclica espacio-temporal, creación y destrucción formaban parte del proceso del mecanismo universal.”2 En esta visión, el amarre no existe sin el desamarre, el problema no tiene sentido sin su solución. B’atz se convierte así en una de las series más reconocidas de Pichillá, donde tejidos tradicionales se anudan sobre lienzos pintados con colores significativos en la cosmogonía maya. B’atz no solo simboliza la temporalidad, sino también la idea de representación y el talento artístico.

Antonio Pichillá, Semilla, 2021. Madera e hilos de lana, 165 x 135 x 6 cm. Cortesía del artista y Galería Elvira Moreno
Antonio Pichillá, Viento, 2021. Tela sintética e hilos de lana, 220 x 125 x 5 cm. Cortesía del artista y Galería Elvira Moreno

El fuego, otro elemento esencial en la obra de Pichillá, conserva su condición ritual y como puente de comunicación con otras dimensiones cósmicas. En su serie Toj (Ofrenda), el artista perfora literalmente la superficie del lienzo con el fuego, restaurando la continuidad espacial interrumpida.

Estas acciones pueden interpretarse como un acto de confrontación, un ajuste de cuentas, donde el poder sanador del fuego desafía la autoridad de la pintura como objeto de adoctrinamiento religioso durante la época colonial y como referencia incuestionable de la tradición artística occidental posteriormente.

«El fuego, como elemento primordial para la conexión espiritual en el mundo maya actual, logra capturar un fragmento de la imposibilidad de la materia», declara el artista.

El hilo, por su importancia fundamental, nos conduce al telar y devela otro elemento clave en el trabajo de Pichillá. Gracias a las abuelas y su labor en el tejido, se asegura la continuidad de la vida y la preservación de la tradición.

En el telar, tiempo y materia se conjugan en la creación de la trama vital. Los abuelos y abuelas, como portadores de esa tradición, son representados en las obras de Pichillá como lienzos en los que se entrelazan elementos del urdidor, la estructura que posibilita el tejido de hilos y del tiempo. Así, la pintura trasciende la mera representación y se convierte en un acto –y un objeto– no sólo creativo sino creador.

Vista de la exposición “Ximoneem k’in Soloneem” (Anudar y Desanudar), de Antonio Pichillá, en Galería Elvira Moreno, Bogotá, 2023. Foto cortesía de la galería

Pichillá se formó en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla bajo la tutela de Roberto Cabrera, un artista y teórico que ha reconocido la importancia de los distintos pueblos de Guatemala en la historia del arte.

«La relación entre dos mundos violentamente enfrentados por la conquista y la evangelización españolas da lugar a una especie de híbrido o mestizaje cultural que se encuentra presente en el arte visual latinoamericano»3, una fusión de la cual Pichillá forma parte indiscutible.

Sin embargo, él también ha cuestionado la tradición artística occidental y ha impregnado su obra con la fuerza vital de su gente y sus creencias. El resultado es un cuerpo de trabajo que, aunque se nutre de concepciones occidentales del arte, propone un espacio de negociación simbólica y semántica entre ambas, en búsqueda de una anhelada justicia histórica.

Vista de la exposición “Ximoneem k’in Soloneem” (Anudar y Desanudar), de Antonio Pichillá, en Galería Elvira Moreno, Bogotá, 2023. Foto cortesía de la galería

Después de concluir la ceremonia, retornamos al taller de Pichillá, inmersos en conversaciones sobre el legado de la abstracción geométrica, la importancia cultural del tejido y los significados que perviven en las pinturas que cubren sus lienzos. Hablamos de sus series más recientes y de su fascinación por lo que él denomina «arqueología contemporánea», una búsqueda de significado en objetos y materiales, a la luz del encuentro entre tecnologías modernas y ancestrales.

A medida que el atardecer teñía el ambiente con su luz difusa, nos alejamos de San Pedro con la sensación de que, para los tz’utujiles, cada objeto y cada suceso, por más diminuto que parezca, guarda alguna conexión con una manifestación divina.


[1] León-Portilla, M. Tiempo y realidad en el pensamiento maya. Ensayo de acercamiento. Universidad Nacional Autónoma de México, México (1994)

[2] Donoso, P. en Popol Vuh. Mestas Ediciones, Madrid, 2012 (p. 11)

[3] Alvarado, C. L. y Méndez Salinas, L. Cabrera. Testimonios, entrevistas, documentos. Editorial Catafixia, Ciudad de Guatemala, 2015 (p. 108)


*Emiliano Valdés (Guatemala, 1980) es curador jefe del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM). Hasta 2015 fue curador asociado de la 10.ª Bienal de Gwangju (Corea del Sur) y codirector de Proyectos Ultravioleta, entonces un espacio dedicado a la experimentación artística en Ciudad de Guatemala. Anteriormente fue el curador y responsable de artes visuales del Centro Cultural de España en Guatemala. Valdés también ha trabajado en instituciones como dOCUMENTA (13) (Kassel), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid) y contemporary Magazines (Londres). Valdés fue cocurador de la 8ª Bienal de Artes Visuales Nicaragüenses (Nicaragua) y curador de la 17.ª Bienal de Arte Paiz (Guatemala). Es asesor de la colección Kadist (París/San Francisco).


Ximoneem k’in Soloneem (Anudar y Desanudar), primera exposición en Colombia del artista T’zutujil guatemalteco Antonio Pichillá Quiacaín, se presenta del 22 de julio al 9 de septiembre de 2023 en la Galería Elvira Moreno, Cr 23 # 72ª – 61, Barrio San Felipe, Bogotá.

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