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¿CÓMO MIRAR EL HORIZONTE?

Las distintas relaciones que enlaza navegar y explorar los cuerpos, y el conocimiento que generan, parece ser una de las constantes de la producción artística contemporánea. Hablo aquí de un conocimiento que surge de una aproximación entre las prácticas, los pensamientos y los sentires; de un tipo de conocimiento en el que la distancia se desvanece, con mayor o menor fuerza, creando puntos y lugares de encuentro y contacto, que se habitan e intervienen en la búsqueda de la germinación de nuevas semillas y caminos para las prácticas artísticas.

El conjunto de proyectos y obras que se exhibió del 12 al 20 de enero pasados en la exposición Carácter 2023, en la cual se presentaron los exámenes de grado de estudiantes de la Escuela de Arte de la Universidad Diego Portales UDP (Santiago), permite un acercamiento hacia propuestas donde el cuerpo se hace presente en tanto organismo, sistema, motivo, idea y, sobre todo, lugar de y para la experiencia. Así, entre medios y técnicas diversas, se desplegaron las aproximaciones que esta generación de estudiantes buscó tensionar, interrogar y poner en escena.

Noctámbulo, de Ismael Sepúlveda. Vista de la exposición «Carácter 2023», UDP, Santiago de Chile. Foto: Andrés Lima
Canalizar, de Isidora Miller. Vista de la exposición «Carácter 2023», UDP, Santiago de Chile. Foto: Andrés Lima
Simbiosis contrapuesta, de Sebastián Márquez. Vista de la exposición «Carácter 2023», UDP, Santiago de Chile. Foto: Andrés Lima

Sobre ciudades, calles, pueblos, lugares recónditos, zonas reales e imaginarias

Varias de las propuestas presentadas operan como una radiografía del acontecer social, cultural y político que atraviesa el país. Aquí podíamos encontrar propuestas enfocadas en los elementos que disponen la vida en el espacio, por ejemplo, en la atención a la línea como elemento organizativo, a partir del cual se observan los sistemas constructivos y los distintos elementos que estos organizan (Canalizar de Isidora Miller); la mirada hacia la cotidianidad y los lugares que se habitan Apretar(me)/Soltar(me) de Patricia Fuentes; así como maquetas de casas improvisadas que han sido instaladas en la calle, en la comuna de La Granja, en las que se podía apreciar aquello que sucede en el espacio público cuando el acceso al habitar, en tanto derecho, es forzado a buscar otras materialidades porque sus condiciones se debilitan (Entre Yungay y Punta Arenas de Varinthia Ruiz-Tagle).

Igualmente,  la calle como motivo aparece en pinturas en soportes que posibilitan llevarla a lo bidimensional (Trazado genuino de Diego Urrutia), en recorridos nocturnos (Noctámbulo de Ismael Sepúlveda) y varios por la ciudad (Lo sutil del ritmo de Catalina Bobadilla) que se registran y comparten usando diversos medios, como el sonido, la instalación y el video (Simbiosis contrapuesta de Sebastián Márquez); en caminatas por La Chimba y Santiago Centro que, en el ejercicio pictórico aparecen y direccionan la mirada hacia los elementos característicos que están presentes en esos lugares (Dolor de muela de Gabriela Fernández); y en registros audiovisuales de Hualpén, donde se explora la relación cuerpo y territorio (Imágenes para un lindero de Valbort Esparza).  

Con énfasis en otras problemáticas, encontramos proyectos de intervención espacial donde los muros y la arquitectura de las salas remiten tanto al espacio virtual como a la calle, a la cultura popular, a lo que podríamos encontrar cuando caminamos hacia un estacionamiento subterráneo o un edificio, cuando circulamos por la ciudad.

Mediante la superposición de imágenes y componiendo el espacio, que se altera y resignifica, la idea de sujeto-paisaje y la subcultura “Incel”[1] son centrales para observar la relación entre sexualidad y poder (Twistedworld de Vicente San Martín). También activando el espacio y en vinculación con los distintos medios, la relación entre la realidad, lo personal y el espacio público se presenta a través de una serie de ejercicios visuales (afiches, carteles, gráficas) para interrogar las convenciones sociales (Paisaje gráfico de Felipe Pinto San Martín), que se encuentran en un constante y necesario cuestionamiento.

Paisaje gráfico, de Felipe Pinto San Martín. Vista de la exposición «Carácter 2023», UDP, Santiago de Chile. Foto: Andrés Lima
Twistedworld, de Vicente San Martín. Vista de la exposición «Carácter 2023», UDP, Santiago de Chile. Foto: Andrés Lima
..-.- -.– –.- ..- . … .. –. -. .. ..-. .. -.-. .- ..–.. de Catalina Soto Soto. Vista de la exposición «Carácter 2023», UDP, Santiago de Chile. Foto: Andrés Lima

Cuerpos que sienten, se afectan, se manifiestan

Con acercamientos que van desde la piel hasta ingresar al cuerpo en sus diversas dimensiones, un número importante de las propuestas de las y los estudiantes giran y se adentran en problemáticas relacionadas con el cuerpo. Desde un análisis de la superficie y de la piel como contenedor de seres vivos a través de procedimientos que buscan imitar su materialidad (Desprenderse y apropiarse: Sobre la incomodidad del cuerpo y la transformación de Fernanda Valenzuela), pasando por las huellas plasmadas tras el contacto temporal con otros materiales (Lugares que habito de María José Cares), hasta el ingreso hipotético a la cabeza de alguien (Josefinismo de Josefina Herrera) para llevar a la visualidad su fascinante funcionamiento, la dimensión corporal y sus capas que emergen.

Lo hace también mediante imágenes deconstruidas del cuerpo (Entrelazando lo que me hace feliz de Ximena Garrido), en la omnipresencia del lugar que tuvo y tiene en la cadena de producción de un proyecto basado en el proceso (Columna Pétrea de Vannia Claret) y traslado de materiales que, en esos trayectos, dejan abierta la pregunta por el momento en el que dejan de ser materia y se transforman en obra.

Los cuerpos en colectividad también se revelan, y lo hacen a través de una serie de imágenes de trabajadores vistiendo trajes fluorescentes (144 trabajadores de Antonio Ramírez). Por otro lado, emergen en la reminiscencia a experiencias anteriores que se comparten a través de lo multimedial, donde el tiempo y los ciclos del bosque son invocados, desde este otro lugar, para evocar momentos compartidos entre los distintos y diversos entes que habitan el bosque (Corazón de Catalina Lagos). Así, las propuestas indagan y reflexionan tanto sobre aquello no del todo visible para profundizar sobre la construcción y capacidad performativa de los cuerpos (¿Cómo te gustan los hombres? de Diego Mora).

Esta presencia de la corporalidad es algo que podemos encontrar no sólo en las prácticas artísticas, sino que también en los escritos de pensadoras y pensadores que, a través de sus textos, buscan la recuperación de la experiencia, del escuchar y atender con todos los sentidos. A esto estamos regresando, por necesidad y para reconocer que los conocimientos han surgido y se han producido siempre en el sentir/pensar.

De este modo, la mirada volcada hacia lo personal, hacia la experiencia, hacia las herencias que portamos y que moldean nuestro existir, se puede comprender como una consecuencia de las situaciones que hemos enfrentado en colectividad, donde en “esta Tierra con lxs demás (incluyendo a los virus)”[2] debemos responder por nuestra vida. Y se puede intuir también por la inescapable relación que nos une al cuerpo, al cual “todo nos devuelve, intentamos injertarlo con otros medios, convertirlo en un cuerpo-objeto, una máquina, un cuerpo digital, un cuerpo ontofánico”,[3] pero vuelve una y otra vez.

¿Cómo te gustan los hombres?, de Diego Mora. Vista de la exposición «Carácter 2023», UDP, Santiago de Chile. Foto: Andrés Lima
Fragmentos, de Marcelo Cruzat. En «Carácter 2023», UDP, Santiago. Foto izq: Andrés Lima | Der: cortesía del artista
A Dios, corrosión, de Alonso Bello. Vista de la exposición «Carácter 2023», UDP, Santiago de Chile. Foto: Andrés Lima

Ejercicios narrativos para desbordar los muros

A partir de prácticas variadas, la exposición presentó y ofreció puntos de ingreso a imaginarios e historias. No hablo aquí -ni usaré criterios- de valoración para medir el componente de veracidad que portan las propuestas. Hablo, principalmente, de la capacidad de un grupo de artistas que, terminando sus estudios en artes visuales, se arroja con valentía a explorar temas, conceptos, y problemas contingentes.

Hablo aquí de profundización en mitos y relatos (Dogmas de Lo Creado de Roberto Hofer), de creación de narrativas fortuitas y aleatorias a través de la puesta en escena de imágenes provenientes de los medios de comunicación masivos (El morbo de ser humano de Valeria González), de nacimiento (Inmarcesible de Javiera Santana), de relatos amorosos cifrados (..-.- -.–   –.- ..- .   … .. –. -. .. ..-. .. -.-. .- ..–.. de Catalina Soto Soto), de una revisión e interés por navegar historias familiares (Des-Enterrar de Natalia Huilipan y A corto plazo de Kim-Moy Mac-Arthur), de la poética del paso del tiempo que se observa en los materiales (A Dios, corrosión de Alonso Bello), del volver sobre lo que pueden entregar los elementos, como el café, el vino, aquellos que consumimos y de los que podemos extraer color con un bajo impacto ambiental (Marcas del recorrer de Ximena Alarcón), para desbordar los muros que sostienen las historias que portan y trasladan jerarquías, que se encarnan en nuestros modos de existir y que en esta muestra, se comienzan a desafiar.

De este modo, lo que podemos decir es que el grupo de propuestas no tiene relación con “algo que ya sabemos sino con hacer que un tema comience a existir”,[4] con relevar un modo de gestar y de abordar las prácticas artísticas en relación con una desestabilización de la errada y vetusta preponderancia del pensamiento, entendido únicamente como proceso mental. Sobre esta desestabilización de comprender la producción de conocimiento, las prácticas artísticas      tienen mucho que decir.

Lo dicen mediante cruces entre lo análogo y lo digital (Fragmentos de Marcelo Cruzat) que operan como metáfora de la creación de otras narraciones a través de estrategias inesperadas, aquellas no cubiertas, las cuales se sostienen en la delicadeza del hilo que se borda en materiales frágiles (Punto al pasado con nudo doble de Camila Fernández), que demandan una relación otra con las nociones que sostienen el sistema del arte, basada en el ejercicio consciente del cuidado y la activación de la atención.

Aquellas que, en los centelleos frágiles que nos entregan los efectos lumínicos (Komorebi de Paula Galaz) posibilitan vislumbrar un camino en búsqueda de un recorrido otro. Hablo aquí de la potencialidad del movimiento: ‘¿estamos hablando de un movimiento activo –un movimiento generativo de cuyo proceso surge un nuevo horizonte – dejando atrás la práctica que fue su punto de partida?’, se pregunta Irit Rogoff en su texto El Giro[5].

Hoy, después de mirar la fotografía de graduación de este grupo de estudiantes que se integrará en los distintos y variados lugares del campo cultural, me quedo con una sensación de expectación. Porque hay un soplo, desde y en la Escuela de Artes, que se logra percibir en las propuestas, donde se vislumbra un acompañamiento al caminar que cada estudiante intenta impulsar.

Pero, sobre todo, porque hay una brisa que emerge con este grupo de estudiantes que no le temen a caminar por la calle y observarla, que se detienen en los espacios que habitan y se suspenden conscientemente en aquellos por donde se mueven, que se detienen en la experiencia, que con sus cuerpos están en un sentipensar mediante el cual activan reflexiones que van, con mayor o menor rapidez, delineando nuevos -y necesarios- recorridos. Si me detengo en esta muestra, puedo decir que espero que sí; espero y confío que surgirá un nuevo horizonte.


[1] Célibes involuntarios, que operan en comunidades online.

[2] Achille Mbembe, “El Derecho Universal a Respirar,” Terremoto, 14 de mayo de 2020. 

[3] Mbembe, “El Derecho”.

[4] Irit Rogoff, “El poder de la lectura. Una conversación con Irit Rogoff,” entrevista de Leire Vergara, #Re-visiones 8/2018.

[5] Irit Rogoff, “El Giro,” Arte·y·políticas·de·identidad vol. 4 (junio 2011): 253-266 pp

Joselyne Contreras

Madre, curadora e investigadora en arte contemporáneo. PhD (c) en Curatorial Knowledge y Diploma de Posgrado en Educación Universitaria, Goldsmiths, Universidad de Londres; Magíster y Licenciada en Artes Visuales, Universidad de Chile. Es Miembro de la Academia Superior de Educación (Higher Academy Education) de Reino Unido.

Actualmente trabaja como Curadora Asociada del Museo de Arte Contemporáneo, Chile; Profesora Asociada de la Universidad Diego Portales y de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y como Curadora en proyectos independientes.

Trabaja en la intersección entre investigación y práctica, entendiéndolas como herramientas relacionadas para desarrollar intervenciones culturales y políticas. Su trabajo se ha centrado en las prácticas y pensamiento curatorial; conocimiento corporeizado; arte y política; arte socialmente comprometido; los estudios de museos, galerías y exposiciones; arte contemporáneo latinoamericano e internacional; y prácticas anti/decoloniales, con enfoque en América del Sur.

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