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GOLPE A GOLPE (O CÓMO BUSCAMOS CON UN FÓSFORO ENCENDIDO NUEVAS FORMAS DE CONTAR NUESTRA HISTORIA)

Al entrar a la sala Project de Matucana 100 se corta en seco la luz incandescente del sol de las tres de la tarde. He entrado varias veces a la exposición Golpe a Golpe, pero hoy vengo por razones distintas: para entrevistar a su creador, Diego Cumplido, y a Cristóbal León, su curador. Llego diez minutos antes y les bromeo por WhatsApp que la reportera ya está en la locación indicada para el encuentro, y que no soportaré atrasos de verano. Me acerco a la pared donde releo un texto escrito con letras blancas: No nos podemos imaginar un Chile sin Golpe a Golpe.

Golpe a Golpe, el show de TV que cumple cinco décadas y que sigue vigente hoy, en enero del 2023, fue un fenómeno de sintonía nunca visto en la historia de la televisión chilena, que partió con una explosiva primera emisión en septiembre de 1973, pararilizando el país ese domingo. Me río y me da un poco de pena. Y de nuevo risa. Y pienso que es doblemente cierto lo que escribió Cristóbal León: que el golpe cambió toda la programación del país para siempre.

Desde que vi por primera vez la exposición no puedo sacarme de la cabeza a los personajes de Golpe a Golpe. Al títere expuesto de Salvador Allende, tierno y a la vez perturbador, me dan ganas de llevármelo a la casa y ofrecerle un dulce. Miro la pared donde están proyectados los capítulos del show. Me acomodo en la tarima que hay para ser espectadora. Me rio con Pinochet cayendo con una cáscara de plátano, de Allende pintándole bigotes a un retrato de O’Higgins, y de Lucía Hiriart al borde del desmayo al verlo. Y me siento un poco culpable de reír (pero, es que lo necesitaba tanto…)

Estoy pensando en eso cuando me doy cuenta de que Cristóbal y Diego están al lado mío. No los sentí entrar. Estamos los tres sentados en la tarima que me recuerdan a las series estadounidenses que se graban con público, o a Sábado Gigante o a Cachureos. Empezamos a conversar mientras de fondo escuchamos a Salvador Allende, Lucía Hiriart y Pinochet. Como si estuviéramos en el mismo set del que jamás podremos salir.

Foto fija de «Golpe a Golpe», un proyecto de Diego Cumplido. Foto: Andrés Larraín Araneda

Alejandra Moffat: ¿Puedes contarme, Diego, sobre los orígenes de Golpe a Golpe? ¿Las primeras ideas, inspiraciones que tuviste para trabajar en una comedia televisiva con el contexto del golpe y la dictadura liderada por Augusto Pinochet?

Diego Cumplido: El proyecto empezó hace diez años, más o menos, a partir de una discusión acalorada que tuve con alguien. Esta persona me preguntó qué tipo de películas pensaba yo que debían hacerse en Chile. En esa época se había puesto de moda decir que la dictadura era una temática agotada en el cine chileno y le dije que, al contrario, yo pensaba que había que hacer más películas sobre este tema, pero que era necesario diversificar su tratamiento para mantener la temática más fresca e interesante, que había que hacer películas más raras, que trataran el tema desde los géneros cinematográficos, películas de aventuras sobre la dictadura, por ejemplo, o de ciencia ficción. Me parecía que era necesario escapar del drama naturalista como única fórmula posible. Este tipo se horrorizó con lo que le estaba diciendo porque tenía muchos prejuicios sobre las posibilidades de estos géneros, que veía como intrínsecamente superficiales. Me fui enojado a mi casa, frustrado con esta mentalidad y empecé a pensar en ideas que a mí me apasionaran y que a este tipo pudieran molestarle por todos los motivos equivocados. Ahí se me ocurrió esto. Después se convirtió como en una talla de la que yo hablaba en carretes y en instancias sociales. Se me volvió claro muy rápido que esto suscitaba interés y que había necesidad de algo así. Pasó de ser una broma a algo en lo que empecé a trabajar más en serio.

Foto fija de «Golpe a Golpe», un proyecto de Diego Cumplido. Foto: Andrés Larraín Araneda
Foto fija de «Golpe a Golpe», un proyecto de Diego Cumplido. Foto: Andrés Larraín Araneda

Nunca me ha convencido la ecuación de que un tema sensible equivale a una mirada solemne. Si el arte se comporta de manera obediente con los discursos oficiales, el arte pierde el poder de remecernos.


AM: Cristóbal, ¿cuándo te enteraste de Golpe a Golpe? Cuéntanos qué pensaste cuando Diego te contó la idea…

Cristóbal León: Me enteré de Golpe a Golpe alrededor de 10 años atrás cuando conocí a Diego. Desde esa época Diego estaba obsesionado con llevar a cabo esta idea. Lo primero que pensé fue que quería ayudar a que esto existiera. Desde un primer momento me sentí identificado con el proyecto porque es una idea que desafía las miradas fosilizadas que se tienen sobre nuestra historia reciente. Tal como cuenta Diego, esto nació casi como una necesidad de escapar de la hegemonía del drama naturalista en el cine chileno que tiene sus equivalencias en las artes visuales. Yo me siento identificado con esa búsqueda, nunca me ha convencido la ecuación de que un tema sensible equivale a una mirada solemne. Si el arte se comporta de manera obediente con los discursos oficiales, el arte pierde el poder de remecernos. Como artistas tenemos casi el deber de multiplicar las miradas sobre la historia de nuestra comunidad. Me gusta la metáfora del sueño para pensar el arte, y los sueños son incontrolables, son a veces molestos, se relacionan con el inconsciente, con nuestra zona oscura y caótica, no con la narración ordenada y lógica que nosotros intentamos imponer sobre la realidad. Me gustó que Golpe a Golpe era un proyecto resistente a ser encasillado en un discurso; eso lo hace más potente porque pone en aprietos al espectador. Me gustó también que había una correlación entre lo disruptivo del proyecto y lo disruptivo o molestoso del personaje de Chicho.

Foto fija de «Golpe a Golpe», un proyecto de Diego Cumplido. Foto: Andrés Larraín Araneda

Ser tierno terminó siendo más poderoso para las intenciones del proyecto que ser corrosivo de forma tan directa y evidente


AM: Encuentro que escribir comedias es una de las cosas más complejas, lograr esa mezcla de humor que abre una posibilidad profunda de entrar, como bien dices, desde otros lugares a nuestra historia, y que se vuelva muy política ¿Nos puedes contar cómo fue el trabajo de guion, de encontrar el tono y el ritmo de las escenas?

DC: Me puse a ver muchas sitcoms: capítulos del Profesor Rossa, de Alf, de Family Ties, El Chavo del 8, Hechizada, Mi Bella Genio, Los Locos Addams, etc. La intención era ver si podía asimilar y entender el tono y el ritmo que mencionas, pero también me sirvió observar los arquetipos cómicos que pueblan estos programas, y cómo interactúan entre sí. También hubo un largo proceso de entender qué funcionaba de esta idea y qué no, de encontrar la sensibilidad correcta. Al principio los guiones tenían un humor más negro y macabro, referencias políticas más directas, pero todo esto se sentía sucio, medio de mal gusto, y cuando se lo mostraba a otras personas no se reían, solo se sentían incómodas. En algún momento se volvió claro que mientras más blanco e inocente fuera el humor de Golpe a Golpe, más funcionaba el proyecto. De alguna forma, darle una cualidad más infantil al humor resultaba más subversivo que ser tan directo, aunque suene contradictorio. Creo que lo interesante de la idea funciona a nivel más conceptual, más macro, y ahí es donde está lo más radical. Cualquier cosa extra que le agregues como que sobra, se vuelve redundante. Por esto ser tierno terminó siendo más poderoso para las intenciones del proyecto que ser corrosivo de forma tan directa y evidente.

AM: Me gusta mucho lo que dices sobre la ternura, Diego. El personaje de Allende provoca una ternura increíble. ¿Siempre lo pensaste como un títere? ¿Como un Alf que hace travesuras en el mundo privado de Pinochet y Lucía? ¿Qué te permitía eso?

DC: Sí, siempre fue pensado como un títere tipo Alf. O sea, la idea siempre fue derechamente combinar a los Pinochet con Alf. El títere se fue enterneciendo en el proceso, era importante que fuera una especie de peluche abrazable. La señora que manufacturó el títere hizo un trabajo maravilloso, en el que sintetizó y enterneció aún más los diseños que le pasé. Ella se llama Myriam Riquelme, y trabajó en los 80 y 90 haciendo los corpóreos de Guru Guru para el Profesor Rossa, y desde hace varios años hace títeres para 31 minutos. Es una leyenda ella y es muy emocionante pensar que el Chicho que hicimos esté tan hermanado con Guru Guru. Me gusta esta combinación de ternura con la picardía que también tiene el personaje, que es una faceta del Allende histórico de la que se habla poco.

Augusto y el fantasma Chicho posan para fotografía promocional durante la tercera temporada de “Golpe a golpe”, año 1975. Foto: Josefina Pérez Miranda

Lo que estábamos imaginando era un universo paralelo donde la historia política de Chile ocurrió como una comedia televisiva y no como un hecho histórico.


AM: Cristóbal, ¿siempre pensaron en una exposición?

CL: Fue una idea que surgió bastante al comienzo del camino, primero porque era una plataforma para explorar las distintas posibilidades transmediales del proyecto. Era obvio, desde un comienzo, que esto no era un proyecto únicamente audiovisual. Lo que estábamos imaginando era un universo paralelo donde la historia política de Chile ocurrió como una comedia televisiva y no como un hecho histórico. Entonces, hacer una exposición nos permitía sumergirnos no solo en los productos audiovisuales, sino en el merchandising, en los comics relacionados y en lo que se nos ocurriera. Diego imaginaba que en este universo paralelo Golpe a Golpe había sido un fenómeno de masas comparable a Alf o al Chavo del Ocho. La versión actual de la exposición es solo una forma posible de desplegar Golpe a Golpe en el contexto de las artes visuales. Imaginamos esta exposición en Matucana 100 como un portal dimensional: un televisor antiguo descompuesto está constantemente recibiendo señales de aquella dimensión en que Pinochet y Allende son personajes de una comedia. En algún momento queremos hacer una versión expandida de la muestra con muchísimos juguetes, vestuario, escenografías, versiones del títere, etc, al estilo de la exposición permanente de Jim Henson, creador de Los Muppets, en el Museum of the Moving Image.

AM: Diego, ¿cómo fue la colaboración con Los Contadores Auditores que han sido tan relevantes también para el teatro, no solo desde el diseño teatral, sino que desde la dramaturgia y la dirección? Cuéntanos un poco de ese proceso.

DC: Fue un honor poder trabajar con ellos. Sigo su carrera desde que vi una función de La tía Carola en el Teatro El Puente, hace ya varios años. Siempre sentí que teníamos una sensibilidad común y fantaseaba con poder colaborar alguna vez. Es como si estuviesen diseñados para trabajar en un proyecto de estas características. Pasamos años pensando en cómo podríamos involucrarlos. En algún momento los invitamos a que fueran asesores de guion.

En el proyecto hicieron el diseño escenográfico. Los distintos sets y la ambientación básicamente. Llegaron con una propuesta muy masticada y definida, y muy apropiada para el proyecto. Los vi desangrándose por Golpe a Golpe y resultó muy emocionante trabajar con gente que creyera tanto en lo que estábamos haciendo.

Lo más entretenido quizás es que tuvieron que mandar a hacer un sillón con un hoyo. Es el sillón en el que se sienta Chicho, y debía tener un agujero por el cual el titiritero pudiera sacar la mano. El titiritero se escondía de espaldas debajo del sillón, en una posición muy incómoda. A Chicho lo interpreta un actor argentino que se llama Paco Pasquette, que también trabaja con 31 minutos. La magia del titiritismo.

Vista de la exposición «Golpe a Golpe», en Matucana 100, Santiago, 2022. Curada por Cristóbal León. Foto cortesía de los artistas
Vista de la exposición «Golpe a Golpe», en Matucana 100, Santiago, 2022. Curada por Cristóbal León. Foto cortesía de los artistas
Vista de la exposición «Golpe a Golpe», en Matucana 100, Santiago, 2022. Curada por Cristóbal León. Foto cortesía de los artistas

Fue interesante inventar una voz para Allende, porque es un títere. Entonces no podía ser una imitación realista del Allende histórico, que además es muy solemne en general. Necesitábamos una voz de dibujo animado más lúdica y enérgica


AM: Los personajes están tan bien logrados e interpretados, en el sentido que uno reconoce muchas cosas de los personajes históricos, pero al mismo tiempo se abren hacia lugares inesperados ¿Cómo fue el trabajo con las actrices y actores de la serie? ¿Descubriste algo en ese proceso?

DC: Hicimos muchos ensayos. Creo que mucho más de lo que es normal, especialmente para un proyecto tan pequeño como este. Fueron muy pacientes conmigo. Germán Pinilla (que interpretó a Pinochet) había hecho ya al personaje en una obra del Colectivo Zoológico llamada No tendremos que sacrificarnos por los que vendrán. Con él hubo que hacer un trabajo de adaptación para el código sitcom. Le dije que su Pinochet tenía que ser 80% Pinochet y 20% Iván Arenas en el Profesor Rossa, y con esa instrucción bastó para que funcionara perfecto. Carolina Paulsen se leyó el libro Doña Lucía de Alejandra Matus y vio muchos videos del personaje histórico, y creo que se nota toda esa investigación. Estoy muy satisfecho con el casting que tuvimos para el resto de la Junta Militar (Pablo Schwarz, Cristián Carvajal y Carlos Donoso). Con ellos no tuvimos tanto tiempo de ensayo, pero comprendieron muy bien el código y tenían una química excelente entre sí. A todos era hipnotizante verlos trabajar.

Fue interesante inventar una voz para Allende, porque es un títere. Entonces no podía ser una imitación realista del Allende histórico, que además es muy solemne en general. Necesitábamos una voz de dibujo animado más lúdica y enérgica, que tuviese algo del espíritu de Allende, pero que no fuera una imitación. Hicimos varios castings y pruebas antes de dar con Paco y trabajar con él una voz que nos dejara satisfechos.

Diseño original desde el que se realizó la figura promocional de Allende. Producida entre 1981 y 1983, hoy es escasa y se encuentran en manos de unos pocos coleccionistas 😉

Sin tener que enunciarlo o pedirlo, muchas personas comenzaron a alimentar una memoria colectiva de Golpe a Golpe. Siento que en esos comentarios de Instagram está ahora el alma del proyecto.


AM: Me interesa mucho lo que señalabas, Cristóbal, sobre los sueños, de lo incontrolable, de alejarse de la narración ordenada y lógica, y como te conozco, sé que te gusta mucho jugar mientras estás creando. ¿Me puedes contar cómo funciona creativamente la curaduría, cómo fue el proceso con Diego? ¿Es muy distinto, por ejemplo, al proceso de dirección?

CL: La verdad es que mi rol acá es completamente distinto a lo que hago normalmente como director o artista. Este proyecto reúne un colectivo de gente talentosa de distintas disciplinas, pero la visión del proyecto es de Diego. Es un proyecto que remite a géneros muy específicos: sitcoms de los setenta y ochenta, juguetes de la época, etc. Diego, por ser un fanático y un estudioso de estas cosas, ha conducido el proyecto de manera quirúrgica. Como suele ocurrir en el circo pobre (y quizás por eso interesante) del arte chileno, mi rol en el proyecto ha sido múltiple: soy una especie de asesor creativo, soy co-productor, he hecho algunas cosas de post-producción audiovisual y también soy curador de la muestra. Para este último rol, intenté aportar con mi experiencia en las artes visuales para desplegar de la mejor manera el universo de Golpe a Golpe en un espacio de exposición. Eso significó ser una contraparte creativa al momento de diseñar la expo, pensar y buscar un espacio adecuado para ésta, decidir junto a Diego qué cosas mostrar y de qué manera mostrarlas y además escribir el texto de muro. Este último es un buen ejemplo del tipo de decisiones a las que nos enfrentamos constantemente con este proyecto. ¿Desde qué universo debía estar escrito el texto? ¿Desde el nuestro o desde aquel en que Golpe a Golpe fue real?

Una de las razones por las que me interesa este proyecto, es que no existe un receptáculo preexistente adecuado para él, hay que crear no sólo el contenido sino las formas de producción y especialmente las formas de distribución. Golpe a Golpe no es una sitcom, es un universo que se despliega a través de distintos dispositivos y soportes. Es maravilloso por ejemplo lo que está pasando en redes sociales, donde se ha convertido en una especie de juego de rol colectivo. Este juego es más interesante incluso que la gente que se confunde y cree que la serie realmente existió. Sin tener que enunciarlo o pedirlo, muchas personas comenzaron a alimentar una memoria colectiva de Golpe a Golpe. Siento que en esos comentarios de Instagram está ahora el alma del proyecto.

VHS del programa “Golpe a golpe”. Producido y distribuido en 1991. Contiene 6 episodios de los años setenta 😉

AM: ¿Qué seguirá ahora con Golpe a Golpe? La exposición termina el 22 de enero en Matucana 100, ¿pero seguirán trabajando? ¿Tendremos la posibilidad de ver nuevos episodios rescatados de esos VHS?

DC: Tenemos varias cosas en el horizonte. Está planeado sacar más capítulos, también queremos sacar copias de los juguetes que hicimos para la exposición. Incluso tenemos pensado escribir un largometraje. Lo bueno (y lo desesperante) de este proyecto es que es potencialmente infinito. Con Lucas Engel (productor del proyecto) nos reímos a veces con que nuestro norte debería ser realizar el parque de atracciones de Golpe a Golpe.

Alejandra Moffat

Chile, 1982. Escritora, guionista y asesora de guion en películas de ficción, animación y documental producidas en Chile, Argentina, México, Colombia, Uruguay, España, Francia y Alemania. Ha trabajado en los guiones de largometraje de Niles Atallah, Enrique Ramírez, José Luis Torres Leiva, Constanza Fernández, Joaquín Cociña, Cristóbal León e Ignacio Agüero, entre otros. Imparte clases de escritura, guion y dramaturgia en universidades e instituciones de México y Chile. Autora de “Mambo” y “El hacedor de camas”, entre otras publicaciones.

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