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LA CERCA SUENA LEJOS…

… y es que decir “cerca” es como hablar de donde los gritos dan la vuelta y se vuelven eco. La palabra “cerca” nos junta y, al mismo tiempo, nos separa. Proximidad y lejanía. Nosotros y otros. Más acá y más allá. Hasta en las letras: ce r ca.

En Un sueño, un texto publicado en 2003, Umberto Eco dice haber soñado con una catástrofe de proporciones enormes, cuyos únicos sobrevivientes son él y su familia. Nada más. Como decir, quienes viven de la cerca para adentro. Y la verdad, reconoce Eco sin muchísima culpa, es que la pasan muy bien. Leen y cuentan historias sentados alrededor del fuego. Un apocalipsis idílico. Al menos para quienes habitan del lado privilegiado de la cerca; los demás, más allá, deben vérselas con la oscuridad y las bestias. Ubi sunt leones: así describe Eco esos lugares remotos a los que nadie quiere acercarse. Lo hace con la misma frase latina con la que los cartógrafos remataban sus modelos, antes de saber que la tierra es como una naranja y que ahí, después del borde, no hay leones, sino América. Ese fue el punto de partida de este proyecto.

Vista de la exposición “La cerca suena lejos”, en Policroma Galería, Medellín, Colombia, 2022. Foto cortesía de la galería
Vista de la exposición “La cerca suena lejos”, en Policroma Galería, Medellín, Colombia, 2022. Foto cortesía de la galería
Vista de la exposición “La cerca suena lejos”, en Policroma Galería, Medellín, Colombia, 2022. Foto cortesía de la galería

La propuesta consistió en pensar esos lugares sin nombre. ¿Mirar por encima de la cerca? ¿Saltársela? ¿Levantarla? ¿Dejarnos inundar de oscuridad y de bestias y de lejos? Tal vez, aunque no necesariamente. Pronto se hizo evidente que el interés de las y los artistas pasaba por formular otros escenarios. Como si cuestionaran el límite mismo. Como si señalaran su carácter arbitrario. ¿Por qué la cerca y no el río, el abismo o el árbol caído? ¿Se puede habitar el límite, así como los pájaros y las mariposas se posan sobre la cerca y viven sin saber si miran hacia afuera o miran para adentro?

Pájaros y mariposas son un motivo que atraviesa varias de las obras. Víctor Garcés, por ejemplo, presenta una serie de pájaros negros y viscosos, que tienen en las cabezas una suerte de cascos de astronauta. Nos recuerdan que, más temprano que tarde, no habrá más alternativa que buscar el paraíso más allá de este planeta exhausto de sangrar petróleo. Su visión, pesimista e irónica, no se corresponde con la de Tahuanty Jacanamijoy, que va por otro lado. En sus acuarelas, al calor colorido del sol (que abrasa y nos abraza), las mariposas son portadoras de mensajes que hablan de la persistencia de la vida.

Es posible pensar más allá de la catástrofe. Pues, como advierte uno de los versos de María Luisa Sanín que Catalina Jaramillo Quijano incorpora en sus telas grabadas con humo, “los animales también son de este mundo”. En esa misma tela, una mariposa se entrelaza con una planta florecida y espinosa; forma un simbionte con la naturaleza y nos mira con los ojos de sus alas como si, retadora, nos invitara a fusionarnos con nuestro entorno.

Gabriela Estrada Loockhartt en “La cerca suena lejos”, Policroma Galería, Medellín, Colombia, 2022. Foto cortesía de la galería
Catalina Jaramillo Quijano en “La cerca suena lejos”, Policroma Galería, Medellín, Colombia, 2022. Foto cortesía de la galería

A propósito de las miradas, estas ocupan un lugar central en las pinturas de Lorena Torres. Entre miradas esquivas y, a la vez, pacientes, con un aire parecido al de las vacas que pacen y dejan pasar la vida, hay también un pequeño acrílico oscuro que resalta por unos ojos que nos interpelan directamente. Es el Niño con cara de polilla, que algo tiene de huérfano y que algo quiere decir, no se sabe qué, sobre la soledad y el abandono.

Pasa algo parecido con las obras de la maestra Ángela María Restrepo: un perro echado lamiéndose una pata; unos corderos que esperan, con resignación, a que llegue la hora; y un pájaro, un pájaro caído debajo de una mano que no se atreve a levantarlo. Los finales duelen. Casi siempre. Y también las despedidas.

En una tela de Gabriela Estrada, teñida con la técnica del batik, una mujer-loba lleva en su lomo a su familia de pájaros, que se despide de uno que despliega las alas y emprende el vuelo. Esta familia de loba y pájaros, factible más allá de la cerca, recuerda a los dibujos de Angélica Teuta y los telares de Catalina Peláez, en los que se establecen diálogos improbables e inesperados. A través de los hongos micelios y una suerte de abrazo simbiótico, se produce una conexión entre especies que, como respondiendo a la invitación de la mariposa de Catalina Jaramillo Quijano, refuerza el vínculo entre los sujetos humanos y su entorno. Los a-cerca, por decirlo de algún modo.

En el caso de Pedro Montilla, por último, ese vínculo resulta indisociable. En su dibujo, naturaleza y figuras humanas son inseparables la una de las otras. Ni retrato ni paisaje, quizás tampoco ambos, allí la cerca se ha esfumado por completo. Las palabras, sin dónde dar la vuelta, siguen su camino. Y suenan lejos.

Pablo Guarín Robledo | Curador

Tahuanty Jacanamijoy en “La cerca suena lejos”, Policroma Galería, Medellín, Colombia, 2022. Foto cortesía de la galería

LA CERCA SUENA LEJOS…

Gabriela Estrada Loockhartt, Víctor Garcés, Tahuanty Jacanamijoy, Catalina Jaramillo Quijano, Pedro Montilla, Catalina Peláez, Ángela María Restrepo, Angélica Teuta y Lorena Torres

Policroma Galería, Cra. 35 #10B 80, El Poblado, Medellín, Colombia

Hasta noviembre de 2022

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