Skip to content

RUBÉN ULISES RODRÍGUEZ MONTOYA: JAMES WEBB Y EL THESTRAL NACIDO SIN VÉRTEBRA 

Compuesto por nuevas esculturas e instalaciones site-specific, el marco conceptual de esta exposición en Sargent’s Daughters (Nueva York) se dilucida en un texto de ficción escrito por el artista, en el que unx vampirx se ve obligadx a reconstruir su cuerpo a partir de desechos espaciales tras la destrucción de la última nave espacial humana que dejó una Tierra destruida.

Vista de la exposición «James Webb y el Thestral Nacido Sin Vértebra», de Rubén Ulises Rodríguez Montoya, en Sargent’s Daughters, Nueva York, NY, 2022. Foto cortesía de la galería

“Sin embargo, se encontraba en el espacio vacío rodeado de negrura, alimentándose de la luz imposiblemente brillante del sol, alejándose de la gran curva azul de la tierra, consciente sobre todo el cuerpo del gran número de estrellas lejanas. Eran toques suaves, y el sol era una gran mano confinadora, suave pero ineludible”.

Octavia E. Butler, Ritos de madurez: segundo libro de la Trilogía Xenogénesis (1988)


Lejos, más allá de la mirada de dios, al interior de la nave espacial que transporta a los últimos supervivientes de la especie humana, un vampirx en ayunas, suspendidx del suelo, gira lentamente en el sentido de las agujas del reloj en una cámara con forma de prisma acolchada por todos lados. Tiene los ojos cerrados para sentir y oír mejor los alrededores del espacio en busca de señales de más huéspedes capaces de proporcionarle el suministro de sangre que necesita. Mientras flota en su cámara, una cola larga y retorcida se muestra de vez en cuando sobre las ondulantes túnicas negras que se extienden alrededor de su cuerpo ingrávido. Con sus largas uñas negras, abre las puertas que conducen a su presa.

En su interior, la nave está en silencio, salvo por los sonidos de las máquinas que mantienen a su tripulación en letargo catatónico. Tras introducirse en la misma, le vampirx ha sobrevivido a la desecación total gracias a la cantidad de sangre que toma de sus indefensos huéspedes humanos. Debido a su inmortalidad y a su capacidad de engañar al malestar durmiendo durante largos periodos de tiempo, le vampirx está perfectamente adaptadx a los viajes interminables en el espacio. Mientras se ocupa de su alimentación, viaja solitariamente mirando por las ventanas doradas de la nave. El oro desvía y protege de los rayos asesinos de soles sin nombre. 

Los preciosos materiales de la nave se obtuvieron en una época en la que el oro de la Tierra ya no era un recurso natural. Se fundieron generosas cantidades de esta sustancia maleable a partir de artefactos de civilizaciones pasadas. Las coronas de una reina española e inglesa no son ahora más que partes de un sistema de conductos que transfieren información y de deflectores de calor que mantienen una temperatura uniforme en toda la nave. 

Tras una época de viajes astrales, la migración de la nave llega a su fin, no por una entidad cósmica imprevista, sino por una fuerza extraña dentro de la misma. Integrado secretamente en las entrañas del ordenador central, un virus programado, colocado por algunos de los humanos a los que no se les permitió dirigir la nueva empresa de la humanidad, detona. No hay una cuenta regresiva, ni un destello rojo, ni voces que indiquen la evacuación. Sólo la sensación de que algo ha salido mal antes del rugido ardiente de una fuerza que empuja todo a su paso. 

Vista de la exposición «James Webb y el Thestral Nacido Sin Vértebra», de Rubén Ulises Rodríguez Montoya, en Sargent’s Daughters, Nueva York, NY, 2022. Foto cortesía de la galería
Vista de la exposición «James Webb y el Thestral Nacido Sin Vértebra», de Rubén Ulises Rodríguez Montoya, en Sargent’s Daughters, Nueva York, NY, 2022. Foto cortesía de la galería
Vista de la exposición «James Webb y el Thestral Nacido Sin Vértebra», de Rubén Ulises Rodríguez Montoya, en Sargent’s Daughters, Nueva York, NY, 2022. Foto cortesía de la galería

Le vampirx recibe el impacto de la explosión mientras se aferra a la fuerza abierta y castigadora del espacio vacío, el ambiente extremo se aferra a su cuerpo. Los huesos se astillan a través de una piel ya quemada y abierta. Sus colmillos y su mandíbula son arrancados de su boca abierta y su piel se vuelca hacia afuera. Bendecidx y malditx por su inmortalidad. Su cuerpo no está muerto, pero flota en trozos tentaculares cuajados para esconderse en la sombra de los restos de la nave. Lejos de la dirección de la estrella más cercana. 

Sus restos corporales cabalgan por los detritos de la nave, sintiendo cada parte su proximidad y la pérdida de partes extraviadas ante el tirón desencadenante de cuerpos celestes mayores. Sin sangre de la que alimentarse, los fragmentos de su cuerpo se adaptan lentamente para utilizar como energía el combustible que alimentaba la nave. Su nuevo huésped le proporciona la energía necesaria para aumentar, crecer y curarse.

Con el tiempo, alrededor de las conexiones más débiles de los restos de la nave, coagula más y más capas de su nuevo cuerpo. Allí, los grumos de tejido vuelven a encontrar el ritmo y la esperanza en el caos de lo que queda de su cuerpo, luchando por crear su propio eje, dando vueltas sobre sí mismo, pero manteniendo su posición, mientras descarta las partes de sí mismo que no puede utilizar. Se desprende de la piel que está demasiado quemada y dañada para revivir, cubre las cicatrices que aún están sanando con retazos del traje de astronauta. Pasa un instante de tiempo profundo antes de que las partes más grandes del vampirx empiecen a reunirse. Los trozos más grandes sin cuerpo convocan a los fragmentos más pequeños que se encuentran en la proximidad de su propia órbita y que por fin son capaces de tocar y conectar sus tejidos entre sí. 

Vista de la exposición «James Webb y el Thestral Nacido Sin Vértebra», de Rubén Ulises Rodríguez Montoya, en Sargent’s Daughters, Nueva York, NY, 2022. Foto cortesía de la galería
Vista de la exposición «James Webb y el Thestral Nacido Sin Vértebra», de Rubén Ulises Rodríguez Montoya, en Sargent’s Daughters, Nueva York, NY, 2022. Foto cortesía de la galería
Vista de la exposición «James Webb y el Thestral Nacido Sin Vértebra», de Rubén Ulises Rodríguez Montoya, en Sargent’s Daughters, Nueva York, NY, 2022. Foto cortesía de la galería

Al necesitar más protección y aislamiento de la radiación solar, se mezcla con el oro que aún queda en la nave. Al fundirse con él, recoge las sutiles y microscópicas ondulaciones que conformaban las formas anteriores de su composición material. Los vestigios perdidos de los logros de la humanidad resuenan y cobran vida en formas y figuras estoicas y resplandecientes; anillos de graduación, aretes de aro, copas, Ferrero Rocher, los galeones españoles que guardan en sus historias la sombra de una argolla de nariz azteca saqueada a aquellos miembros del imperio vistos como dioses puestos en la tierra. 

En esta mezcla alquímica, el cuerpo del vampirx acepta las huellas plasmadas en el brillo del oro, sus recuerdos se transubstancian en le vampirx, alimentándose de los humanos por última vez. Toma sobre sí el recuerdo de Nathan Chen utilizando el crescendo de Rocket Man de Elton John para hacer girar su cuerpo ante el público de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 para ganar el oro; se fortalece con el recuerdo de un collar de la Virgen María que se cae del cuello de una niña; se alimenta de gente encorvada sobre los vertederos en busca de pequeñas cantidades de oro en placas de circuitos chapados; ahora es María Félix entrando a Cartier, en París, con un cocodrilo bebé para que lo repliquen en un collar de oro; y finalmente se fortalece con el astronauta José Moreno Hernández, hijo de campesinos que salió al espacio en 2007 con un casco de capas de oro para protegerse del sol. 

Le vampirx en su nueva forma nebulosa fotosintética, ahora capaz de alimentarse con la luz de todos los soles, se convierte en una mutación tanto del mito como de la realidad. Bañado por el recuerdo del pasado lejano de la Tierra, su nueva forma apunta ahora a las estrellas.

Traducción y edición de Rossen Ventzislavov, Christal Pérez, Octavio Gómez, y Diego del Valle Ríos

Vista de la exposición «James Webb y el Thestral Nacido Sin Vértebra», de Rubén Ulises Rodríguez Montoya, en Sargent’s Daughters, Nueva York, NY, 2022. Foto cortesía de la galería

James Webb y el Thestral Nacido Sin Vértebra, de Rubén Ulises Rodríguez Montoya (México, 1989), se presenta del 29 de septiembre al 5 de noviembre de 2022 en Sargent’s Daughters, 179 East Broadway, Nueva York, NY.

También te puede interesar

Lygia Pape (Brazilian, 1927–2004) O ovo (The Egg) 1967 Performance at Barra da Tijuca beach, Rio de Janeiro Gelatin silver print Photo by Maurício Cirne © Projeto Lygia Pape

Primera Gran Retrospectiva de Lygia Pape en Eeuu

The Met Breuer, en Nueva York, presenta la primera gran exposición retrospectiva en Estados Unidos de la artista brasileña Lygia Pape (1927-2004), conocida por su participación en el Neoconcretismo, el movimiento de arte experimental...

DAMIÁN ORTEGA: PICO Y ELOTE

MARCO presenta “Pico y elote”, la primera revisión de carrera de Damián Ortega (1967) en México, su país natal, y en Latinoamérica. A lo largo de más de tres décadas, Ortega ha desarrollado una...