DELETREAR LOS SÍMBOLOS
La palabra periferia resuena si pensamos el arte chileno de los últimos años. Mientras que el margen marcó una década de experimentación, la periferia se erige como un lugar crítico de enunciación. Las obras de Camila Lobos que conforman esta exposición en OMA Galería se valen de lo liminal para aludir a las ideas de nacionalidad, pertenencia, patria, entre otras.
Sus imágenes e intervenciones son sutiles: Bajo el mismo cielo I es una serie de fotografías deslavadas que registran distintas banderas chilenas instaladas en tomas de terrenos. En estas se refleja el paso del tiempo y los efectos de ondear al viento 24/7, independientemente del clima. Las banderas se encuentran ajadas, algunas a punto de desintegrarse. Una fuente de luz ilumina la parte trasera de cada fotografía, produciendo un efecto de contraluz desde el muro de la galería; a su vez, el conjunto forma una línea, un límite lumínico que no demarca nada, pero al mismo tiempo nos recuerda que la bandera es el signo de una ficción unitaria y cerrada.
Frente a las fotografías se encuentra Bajo el mismo cielo II, que dialoga con la obra anterior y está compuesta por frases escritas en acero que corresponden a fragmentos que la artista tomó de las conversaciones con los habitantes de las tomas. Entre ellas se lee: “Símbolo de lucha”, “Porque se ganó”, “Mi orgullo”, “Una tradición”, “Esto también es Chile”. Entonces, ¿qué es lo que evocan? Una retórica triunfalista se cuela en estas palabras, no obstante, la última que he citado funciona como un recordatorio y una sentencia: la acción de tomarse un terreno trasciende a la definición de acto ilegal que le otorga la justicia chilena, para ser parte de la historia del país.
Al ingresar a OMA encontramos una pequeña sala con una bandera cubierta de cemento; el peso del material le impide moverse y la vuelve estática, pesada y despotenciada. Se trata de la obra La bandera no se puede izar, una escultura desprolija, de superficie rugosa y filiación desconocida. Sabemos que es una bandera, pero en estricto rigor podría ser una tela blanca y no importaría, lo que importa es que siempre opera como un símbolo, sea de un país en específico, o de la identidad cultural a la que se le asocia.
La última obra es una suerte de anillo que tiene inscrita una frase que no sabemos en qué punto comienza y termina; es como un continuo que desdibuja un principio y un fin. De ella emana una luz roja, casi fluorescente, que ilumina hacia afuera del anillo, su exterior. Este anillo recuerda a una moneda de 100 pesos, que tiene inscrito “República de Chile” – “Pueblos Originarios”, dos convenciones coloniales mediante las cuales se conformó el país que conocemos.
El límite se escribe con periferia se relaciona con un contexto histórico inédito: el 4 de julio de 2021 se inició la escritura de una Nueva Constitución, a través de un órgano paritario elegido democráticamente y que contó con escaños reservados para pueblos indígenas. Los grupos reaccionarios, desde el primer día, han intentado boicotear el proceso constituyente, y una de las primeras mentiras para conseguir dicho cometido fue difundir que la Convención intentó modificar el himno, la bandera y el nombre del país, para así activar el nacionalismo que de manera inmanente poseen estos elementos.
Abrazar la patria y los elementos que la constituyen es una idea difícil para quienes no creemos en fantasías geopolíticas. No obstante, Camila consigue complejizar la noción de “pertenencia” para preguntar por las formas de identificación que surgen en los debates actuales, donde la inflexibilidad parece ser la tónica recurrente.
El límite se escribe con periferia, de Camila Lobos, se puede visitar hasta el 8 de agosto de 2022 en OMA Galería, Ramón Carnicer 65, Providencia, Santiago, Chile
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