Skip to content

MAGLIANI. UN ARTE PARA INCOMODAR

[VERSÃO EM PORTUGUÊS ABAIXO]

“No nací para decorar el mundo, pinto porque la vida duele”. La frase de Iberê Camargo podría haber sido escrita por Maria Lídia Magliani, cuya obra converge en muchos aspectos con la del maestro. Nacida en Pelotas (Brasil) en 1946, Magliani era mujer, negra y pobre, y aunque esta conjunción haya frenado muchas veces su producción, también fue el crisol de su obra, que es visceral, dolorosa y conmovedora – “un arte para incomodar». La artista se interesó por las cuestiones humanas, por las relaciones entre los seres, por los problemas y sufrimientos inherentes a la existencia: el desencuentro, el desamor, la hipocresía de la sociedad, el miedo a la soledad.

En la década de 1980, viajando entre São Paulo, Rio, Brasilia y Porto Alegre, Maria Lídia Magliani era considerada una de las más importantes artistas brasileñas. A pesar del éxito de la crítica, su obra, que nunca sirvió para decorar paredes, nunca logró la monetización que le correspondía, lo que llevó a la artista a retirarse a Tiradentes, Minas Gerais. Fue el inicio de un proceso de borrado del que Magliani no se recuperó hasta su muerte en 2012.

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

Hoy, la Fundação Iberê celebra su vida y legado artístico con una exposición inédita que reúne alrededor de 200 obras provenientes de más de 70 colecciones, entre ellas las de los principales museos de Brasil. Con curaduría de Denise Mattar y Gustavo Possamai, la muestra incluye obras desde su época de estudiante -principios de la década de 1960- hasta 2012, año de su muerte.

Como recuerda Gustavo Possamai, responsable de la colección de la Fundación Iberê, “Magliani fue una artista rara y merece todo reconocimiento. Por lo tanto, buscamos y recopilamos la mayor cantidad de obras posible, sin medir esfuerzos. Hemos impulsado la restauración de muchas de ellas, hemos recopilado escritos y testimonios suyos y de quienes escribieron sobre su trabajo, hemos revisado y ampliado su cronología. Es nuestra manera de contribuir al redescubrimiento de su obra”.

La exposición presenta trabajos de toda la carrera de Magliani, organizados cronológicamente y mostrando los cambios que ha sufrido su obra a lo largo de los años. Para dar cuenta de la personalidad provocadora de la artista y su multiplicidad, el recorrido de la exposición se complementa con algunas frases y fotografías de la artista en varios momentos de su vida.

“La curaduría representó un gran desafío por la cantidad y calidad de pinturas, dibujos, ilustraciones, representaciones teatrales, vestuario, decorados, textos, entrevistas y cartas. Así, conscientes de la imposibilidad de procesar todo este material a tiempo para concebir una lectura innovadora, optamos por realizar una exposición retrospectiva, que presenta en orden cronológico, desde 1964 hasta 2012, las diferentes fases de la obra de Magliani, acompañada de una obra cronología ilustrada”, explican los curadores.

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto
Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

Yo pinto la soledad en medio de la ciudad… la soledad del consumo

La información sobre la familia de Magliani es escasa. Su abuelo era italiano, decorador de paredes; el padre era servidor público y la madre hacía servicio doméstico. A pesar de las dificultades económicas que atravesaba su familia, desde la adolescencia le gustaba leer, escuchar música, ir al cine, al teatro, dibujar y pintar.

Magliani se formó en Artes Plásticas en el Instituto de Artes de la UFRGS, pero se autodenominaba pintora. “Una artista plástica hace mucho; yo solo pinto, dibujo, grabo, todo derivado de la pintura”. A pesar de esta afirmación, ya en la década de 1960 trabajaba en teatro, ilustrando portadas de los programas de mano, en escenografía y actuando en obras. En 1969, junto con Francisco Aron, creó el Espaço de Arte, en el corredor del Teatro Aldeia II, donde expuso pinturas. También le interesaba la moda y disfrutaba personalizar, coser y tejer lo que vestía. Otro ámbito de actividad fueron los periódicos, donde trabajó, en la década de 1970, como diagramadora e ilustradora, oficios que retomó después en varias ciudades.

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

Esta exposición presenta un panorama muy consistente de su intensa y vigorosa producción, comenzando por un conjunto de pinturas del inicio de su carrera, realizadas entre 1964 y 1967, caracterizadas por una atmósfera melancólica y lírica, con la inserción de frases poéticas tachadas a tinta. En 1968 se produce un cambio significativo en la obra de la artista, en la que se describe a sí misma como una “delatora del desencuentro”. Es una etapa pasajera, influenciada por el pop art.

Era un período difícil en plena dictadura militar y la convivencia con la censura a la prensa influye en la obra de Magliani. Su repertorio se vuelve más drástico y, en 1976, expone Anotaciones para una historia, en el Museu de Arte do Rio Grande do Sul (MARGS). Fue un shock. La sociedad gauchesca no estaba preparada para lo que vio y rechazó con vehemencia la obra.

Al año siguiente, llevó aún más lejos su propuesta con la serie Elas (Ellas), con mujeres grotescas, semidesnudas, inmensamente gordas, a las que consideraba una especie de retrato interior de la humanidad, y dijo: “Mi intención es hacer que la figura salga de la tela, para derramarse sobre nosotros, sofocándonos”. La serie, muy bien representada en la retrospectiva, llamó la atención de los críticos Jacob Klintowitz y Marc Berkowitz y fue decisiva para el traslado de la artista a São Paulo. Y, antes de partir, realizó la exposición Brinquedo de Armar en la Galeria Independência, en Porto Alegre, que reunía dibujos y pinturas, y sobre la cual manifestó: “Creo que la mujer es el juguete más se arma y se desarma. Pero considero que todo el mundo es, o puede ser, un juguete”.

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto
Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

El periodo de 1980 a 1988, el más decidor de la carrera de la artista, coincide con el tiempo en que residió en São Paulo. Allí produciría las series Retratos hablados, Crónica del amanecer y Discusiones con Dios. Abandonando los tonos sepia, pasa a usar colores vibrantes y ácidos; mezcla lápices de color, de cera, pastel, grafito e incluso productos de maquillaje, como corrector y delineador de ojos, y cambia el tratamiento de la pintura, usando la tinta acrílica y adoptando pinceladas ágiles y gestuales, como trazos de dibujo, en un proceso que imprime movimiento al trabajo. Es un momento en el que la obra de Magliani conversa de cerca con la de Francis Bacon, alcanzando el ápice de contundencia y visceralidad de la pintora. Retorcidos y distorsionados, cuerpos y rostros se deshacen y rehacen, en movimientos bruscos.

Sus obras se presentan en el Panorama del Museu de Arte Moderna de São Paulo, en la Bienal de São Paulo y, en 1987, Evelyn Ioschpe promueve una exposición retrospectiva en el MARGS: Autorretrato dentro de la jaula. Diez años después del rechazo que había sufrido, Magliani fue acogida por el público de su ciudad como una estrella, la artista gaucha más importante de su generación. La muestre reúne todas estas series, ahora parte de las colecciones de museos como la Pinacoteca do Estado de São Paulo, MAM-SP y MAC-USP.

En 1989, Magliani estaba cansada de la violencia y la contaminación y quería pintar en un lugar más tranquilo. Eligió el pequeño e histórico Tiradentes, un municipio brasileño del estado de Minas Gerais. Allí, sus pinturas revelaron la soledad de las montañas, volviendo a los tonos terrosos. Durante este período, la artista también desarrolló una serie de cabezas, esculturas en madera y papel maché.

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

En 1997, una mudanza más, ahora a Río de Janeiro, más concretamente al barrio de Santa Tereza. Allí, comenzó a frecuentar el Estudio Dezenove, donde conoció a Julio Castro, quien se convertiría en colega, amigo y, finalmente, en el principal guardián de su obra, luego de su muerte. En 1999, Magliani regresó a Porto Alegre, donde impartió clases y talleres de pintura y papel maché. El paso por la capital gaucha duró un año. En el año 2000 voló a Río de Janeiro. Con tantas mudanzas, la producción de Magliani disminuye, pero hay series destacables en este período: Em Gerais, Madrugada insone, Acumulações y Alfabeto, trabajo que deriva de las figuras recortadas de las series Retratos de Ninguém y Todos.

A partir de 2009 es intensa su producción de grabados, impresos en el Estudio Dezenove por Julio Castro. Curiosamente, junto a esta inmersión en el universo monocromático, denso y expresionista del grabado, Magliani desarrolla la serie más colorida y lúdica de toda su carrera. Son pinturas realizadas en estridentes colores acrílicos, recortes en madera y objetos. Una parte de este conjunto, bajo el título My baby just cares for me, fue presentada en una exposición individual de la artista, en el Museo Imaginario, en Bruselas, Bélgica.

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

Mi interés es lo que siente la gente, no lo que piensa

A pesar de estar involucrada personalmente en la lucha por los derechos humanos, Magliani no admitía que su trabajo fuera interpretado como político o identitario. Fue intransigente en este tema. Son muchas las declaraciones hechas por ella al respecto. “Mi interés es lo que siente la gente, no lo que piensa […] Me preocupa la vida, la humanidad en general. Nada que ver con raza específica, religión, nada. Una cosa que es común a todos. La esencia humana es la misma para todos. Lo que importa es eso. Todos los demás aditamentos, nacionalidad, color, ideología, credo, preferencia sexual, equipo de fútbol, ​​todo eso es accesorio”.

Dentro de esta actitud de defensa de la autonomía de su obra, por encima de todas las circunstancias, se encuentra también el rechazo a todo tipo de planteamiento que refiera su obra a la negritud. “¿Por qué la gente siempre me pregunta cómo es ser negra y ser artista? Ahora, es lo mismo que ser de cualquier otro color. Las pinturas tienen el mismo precio, los enmarcadores tienen los mismos descuentos y los pinceles se acaban con la misma rapidez para todos”.

La posición de Magliani siempre fue candente en este tema, y ​​audazmente declaró que estaba en contra de los guetos. En la publicación de la UFRGS, Nós, os afro-gaúchos [Nosotros, los afro-gauchos], de 1997, hizo la siguiente afirmación, casi un manifiesto: “Soy brasileña, nacida en Rio Grande do Sul. Esto es suficiente. No quiero elegir una raza en función de mi color de piel. No quiero ser rebanada, dividida en porciones, me acepto como una suma”.

Una luchadora, sin miedo a los desafíos que, entre divertida y seria, contaba: “Mi madre me decía: ‘No se puede dar un paso más grande que el que te permiten las piernas’. Entonces, le respondía yo: ¿Me voy a quedar sentada? ¿No vale la pena caminar? ¿Cuál es la gracia? Da un paso más grande que el que permiten tus piernas, siempre. Romper expectativas, y estereotipos, principalmente”.

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

MAGLIANI

“Eu não nasci para enfeitar o mundo, eu pinto porque a vida dói.” A frase de Iberê Camargo poderia ter sido escrita por Maria Lídia Magliani, cuja obra conflui em muitos aspectos com a do mestre. Nascida em Pelotas, em 1946,  Magliani era mulher, negra e pobre, e, embora essa conjunção tenha freado muitas vezes sua produção, foi também o cadinho de sua obra, que é visceral, dolorida e pungente – “uma arte para incomodar”.

Na década de 1980 , circulando entre São Paulo, Rio, Brasília e Porto Alegre, Maria Lídia Magliani era considerada uma das mais importantes artistas brasileiras. Apesar do sucesso junto à crítica, seu trabalho, que nunca serviu para enfeitar paredes, jamais alcançou a monetização que lhe era devida, levando a artista a se retirar para Tiradentes, Minas Gerais. Foi o início de um processo de apagamento  do qual Magliani não se recuperou até seu falecimento em 2012. 

Hoje, a Fundação Iberê celebra sua vida e legado artístico com uma exposição inédita que reúne cerca de 200 obras de mais de 70 coleções, incluindo os principais museus do Brasil. Com curadoria de Denise Mattar e Gustavo Possamai, a exposição inclui obras desde sua época de estudante -início dos anos 1960- até 2012, ano de sua morte.

Como lembra Gustavo Possamai, responsável pelo acervo da Fundação Iberê, “Magliani foi uma artista rara e merece todo reconhecimento. Por isso, garimpamos e reunimos o máximo de obras possível, sem medir esforços. Promovemos a restauração de muitas delas, reunimos escritos e depoimentos seus e de quem escreveu sobre seu trabalho, revisamos e ampliamos sua cronologia. É nossa forma de contribuição para a redescoberta de seu trabalho.” Possamai conta que, durante o processo de pesquisa, foi encontrada uma carta de Iberê para Magliani, datada de 1992, na qual o pintor escreveu: “Nós dois temos a mesma meta, o mesmo ideal, a mesma devoção. Haveremos de deixar nossos rastros neste chão em que nascemos.” Um depoimento precioso que reitera a oportunidade dessa exposição.

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

pinto a solidão no meio da cidade… a solidão do consumo

Nascida em 25 de janeiro de 1946, na cidade de Pelotas, Magliani veio morar em Porto Alegre, com 4 anos de idade. As informações sobre a família são esparsas. Seu avô era italiano, decorador de paredes; o pai era servidor público e a mãe fazia serviços domésticos. Apesar das dificuldades financeiras enfrentadas pela família, desde a adolescência gostava de ler, de ouvir música, de ir ao cinema, ao teatro, de desenhar e de pintar.

Magliani formou-se em Artes Plásticas pelo Instituto de Artes da UFRGS, mas se autodenominava pintora: “Artista plástico faz muita coisa; eu só pinto, desenho, gravo, tudo derivado da pintura”. Apesar da afirmação, ainda na década de 1960, trabalhou em teatro, ilustrando capas de programas, fazendo cenografia e atuando em peças. Em 1969, em parceria com Francisco Aron, criou o “Espaço de Arte”, no corredor do Teatro Aldeia II, onde expôs pinturas. Também se interessava por moda, e apreciava customizar, costurar e tricotar o que vestia.

Outra área de atuação foram os jornais, onde trabalhou, nos anos 1970, como diagramadora e ilustradora, ofício retomado em algumas mudanças de cidade posteriormente. Os jornais foram Folha da Manhã, Diário de Notícias, Zero Hora e Folha de São Paulo, entre outras participações e ilustrações.

Magliani deixou de residir em Porto Alegre em 1980, morou em São Paulo, em Tiradentes, Minas Gerais e no Rio de Janeiro, mas nunca se desligou nem de Porto Alegre e nem de sua terra natal, Pelotas, realizando regularmente exposições nessas cidades.

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

Sua produção é intensa e vigorosa e a exposição apresenta um panorama bastante consistente de seu trabalho. A exposição apresenta trabalhos de todo o percurso de Magliani, organizados de forma cronológica e mostrando as alterações que sua obra foi sofrendo ao longo dos anos. Para compartilhar com o público a instigante personalidade da artista e sua multiplicidade, o trajeto da mostra é complementado com algumas frases e fotos da artista em vários momentos de sua vida.

Na sequência são apresentadas pinturas do início de sua carreira, de 1964 a 1967, caracterizadas por um clima melancólico e lírico, com a inserção das frases poéticas riscadas sobre a tinta: A espera do canto (c.1965/1966), O mesmo corpo com som de primavera (1966), Autorretrato na nuvem (1966), Eu tenho a flor (1967) e Eu sou a inútil pureza nascida de dois silêncios (1967) são algumas delas.

Em 1968 há uma mudança significativa na obra da artista, na qual ela se descreve como uma “delatora do desencontro”. É uma fase de passagem, influenciada pela pop art com trabalhos, como Segundo canto para o amigo triste e As portas fechadas da cidade.

Era um período difícil da ditadura militar e a convivência com a censura nas redações influencia a obra de Magliani. Seu repertório torna-se mais drástico, e, em 1976, ela faz a exposição Anotações para uma história, no MARGS. Foi um choque. A sociedade gaúcha não estava preparada para o que viu, e rejeitou com veemência o trabalho. No ano seguinte, levou ainda mais longe sua proposta realizando a série Elas, com grotescas mulheres seminuas, imensamente gordas, que ela considerava uma espécie de retrato interior da humanidade, e dizia: “Minha intenção é fazer a figura sair da tela, se derramar por cima da gente, sufocando”.

A série, muito bem representada na retrospectiva, chamou a atenção dos críticos Jacob Klintowitz e Marc Berkowitz e foi determinante para a mudança da artista para São Paulo. Antes de ir embora, realizou na Galeria Independência, em Porto Alegre, a exposição Brinquedo de armar, reunindo desenhos e pinturas, sobre as quais dizia: «Acho que a mulher é o brinquedo mais armado e desarmado constantemente. Mas considero que todo mundo é, ou pode ser, um brinquedo de armar.”

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

O período de 1980 a 1988, o mais marcante da carreira da artista, coincide com o tempo em que ela residiu em São Paulo. Lá produziria as séries Retratos falados, Crônica do amanhecer e Discussões com Deus. Abandonando os tons sépia, passa a usar cores vibrantes e ácidas; mescla lápis de cor, de cera, pastel, grafite e até materiais de maquiagem, como corretivo e delineador, e muda o tratamento da pintura, usando a tinta acrílica e adotando pinceladas ágeis e gestuais, como traços de desenho, num processo que imprime movimento ao trabalho. É um momento no qual a obra de Magliani conversa de perto com a de Francis Bacon, atingindo o ápice de contundência e visceralidade da pintora. Retorcidos e distorcidos, corpos e rostos se desfazem e refazem, em movimentos bruscos.

Seus trabalhos são apresentados no Panorama do Museu de Arte Moderna de São Paulo, na Bienal de São Paulo, e, em 1987, Evelyn Ioschpe promove no MARGS uma mostra de caráter retrospectivo: Auto-retrato dentro da jaula. Dez anos depois da rejeição que sofrera, Magliani foi acolhida pelo público de sua cidade como uma estrela, a mais importante artista gaúcha de sua geração. O público poderá ver novamente todas essas séries, hoje integrando coleções de museus como Pinacoteca do Estado de São Paulo, MAM-SP e MAC-USP.

Em 1989, ela já estava cansada da violência e da poluição e queria fazer pinturas em um lugar mais tranquilo. Escolheu a pequena e histórica Tiradentes (MG). Lá, suas pinturas revelaram a solidão das montanhas, retomando os tons terrosos, nas séries Gerais, Madrugada insone e Acumulações. A artista também desenvolve, nesse período, uma série de cabeças, que são esculturas em madeira e papel machê.

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

Em 1997, mais uma mudança, agora para o Rio de Janeiro, mais especificamente o bairro de Santa Tereza. Passou a frequentar o Estudio Dezenove, onde conheceu Julio Castro, que viria a se tornar colega, amigo, e, finalmente, o principal guardião de sua obra, após seu falecimento. Em 1999, Magliani retornou a Porto Alegre, onde ministrou algumas aulas e oficinas de pintura e papel machê. A passagem pela capital gaúcha durou um ano. No ano 2000 voou para o Rio de Janeiro. Com tantas mudanças a produção de Magliani diminui, mas há séries marcantes nesse período: em Gerais, Madrugada insone, Acumulações e Alfabeto, trabalho que deriva para as figuras recortadas das séries Retratos de Ninguém e Todos.

A partir de 2009 é intensa sua produção de gravuras, impressas no Estudio Dezenove por Julio Castro. Curiosamente, ao lado desse mergulho no universo monocromático, denso e expressionista da gravura, Magliani desenvolve a série mais colorida e lúdica de toda a sua carreira. São pinturas realizadas em estridentes cores acrílicas, recortes em madeira e objetos. Uma parte desse conjunto, sob o título My baby just cares for me, foi apresentada em exposição individual da artista, no Museu Imaginário, em Bruxelas, Bélgica.

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

Magliani humanista

Apesar de pessoalmente engajada na luta pelos direitos humanos, Magliani não admitia que sua obra fosse interpretada como política ou identitária. Era intransigente nessa questão. São muitas as declarações dela a esse respeito. “Meu interesse é pelo que as pessoas sentem, não pelo que elas pensam […] Tenho preocupação com a vida, com a humanidade em geral. Nada a ver com raça específica, religião, nada. Uma coisa que é comum a todo mundo. A essência humana é igual para todos. O que interessa é isso. Todos os outros acréscimos: nacionalidade, cor, ideologia, credo, preferência sexual, time de futebol, tudo isso é acessório.”

Dentro dessa atitude de defesa da autonomia da sua obra, acima de qualquer circunstância, está também a rejeição a todo tipo de abordagem referenciando seu trabalho à negritude. “Por que sempre me perguntam como é ser negra e ser artista? Ora, é igual ao ser de qualquer outra cor. As tintas custam o mesmo preço, os moldureiros fazem os mesmos descontos e os pincéis acabam rápido do mesmo jeito para todo mundo.” A posição de Magliani sempre foi candente nessa questão, e ela afirmava, desassombradamente, que era contrária a guetos. Na publicação da UFRGS, Nós, os afro-gaúchos, de 1997, fez a seguinte declaração, quase um manifesto: “Sou brasileira, nascida no Rio Grande do Sul. Isto é o bastante. Não quero escolher uma raça em função da cor da minha pele. Não quero ser fatiada, dividida em porções, me aceito como soma.»

Uma lutadora, sem medo de desafios, que, entre divertida e séria, dizia: “Minha mãe falava: ‘Não se pode dar um passo maior que as pernas.’ Então vou ficar sentada, não vale a pena caminhar? Qual é a graça? Dar um passo maior que as pernas sempre. Romper expectativas, e os estereótipos principalmente.”

Vista de la exposición de Maria Lídia Magliani en la Fundação Iberê, Porto Alegre, Brasil, 2022. © VivaFoto

La exposición de Maria Lídia Magliani se puede visitar hasta el 31 de julio de 2022 en la Fundação Iberê, Av. Padre Cacique, 2000, Porto Alegre, Brasil

También te puede interesar

Bianca Nemelc, Fruiting Body, 2020, óleo sobre tela, 101.6 x 101.6 cm. Cortesía de la artista y Jenkins Johnson

DE LO MÍO. IDENTIDAD MARRÓN Y HERENCIA DOMINICANA

Jenkins Johnson Projects, en Nueva York, presenta "De Lo Mío", una exposición que reúne a un grupo de artistas unidas por su herencia marrón y dominicana: Bianca Nemelc, Joiri Minaya, Mónica Hernández, Uzumaki Cepeda,...

Berna Reale, Eu ajoelho e você reza, 2019, impresión en papel de algodón, metacrilato, 100 x 150 cm. Cortesía: Galería Nara Roesler, Nueva York

Berna Reale:expuesta

El trabajo de la artista brasileña Berna Reale (1965) es contundente, crudo y directo, pues expone de manera lúdica, pero radical, diversas formas de injusticia infligidas por el capitalismo salvaje, la brutalidad policial, las...