ANNA MARIA MAIOLINO. MUESTRA ANTOLÓGICA A SUS 80 AÑOS DE VIDA
La exposición antológica Anna Maria Maiolino – PSSSIIIUUU… celebra la trayectoria de esta seminal artista brasileña a sus 80 años de vida. En tres grandes salas del Instituto Tomie Ohtake, en São Paulo, reúne unas 300 obras -pinturas, dibujos, xilografías, esculturas, fotografías, películas, videos, piezas de audio e instalaciones- bajo la curaduría de Paulo Miyada.
“Psssiiiuuu… puede ser un llamado, un silenciamiento, una invitación, un coqueteo, una bronca o una broma. Palabra-sonido, puede significar seducción o ataque, malicia o inocencia. De hecho, Psssiiiuuu… es todo esto a la vez, como lo es la vida-obra de Maiolino”, dice Miyada, quien acompañó a la artista durante los últimos tres años para diseñar juntos la exposición, construida a partir de muchas horas de conversación que resultaron, además, en un amplio texto que explora su práctica en profundidad.
La propuesta curatorial desestima un orden cronológico y la agrupación por lenguajes artísticos. Miyada afirma que la obra-vida de Maolino no encaja en categorías o geografías fijas, por lo que propone un recorrido en espiral que comienza en el medio y se mueve libremente entre fechas y lenguajes, a través de sus múltiples expresiones.
“Contar la vida-obra de Maiolino de modo lineal nos parecía una hipótesis cuanto menos obtusa y cuanto más colonizadora”, señala el curador, que se deshace así de la idea de una retrospectiva, una palabra que implica en sí misma la noción de tiempo cronológico. “Adoptamos entonces la idea de antología, usualmente asociada a la selección de momentos, obras y acontecimientos significativos”, explica.
La relación entre la producción de Maiolino y sus significados más esenciales no se da siempre a través de la representación, la alegoría u otro tipo de metáforas, sino a través de la metonimia, la parte por el todo. A diferencia de la metáfora, la metonimia prescinde de la narrativa. En el caso de Maiolino, tiene lugar a través del contacto con el material, en indicios de acciones y fragmentos de ideas. Como herramienta fundamental de la poesía, del montaje o de la cocina, la metonimia es el recurso más preciado en la trayectoria poética de Maiolino, ya sea en sus videos, esculturas, dibujos, performances o instalaciones.
La muestra se divide en tres núcleos que ocupan cada una de las tres salas del Instituto Tomie Ohtake. En el primero, titulado Anna, vida, biografía, deseo y multiplicidad convergen en el cuerpo de obra de la artista. En la selección de obras confluyen los gestos de una mujer que puede ser una o varias, que desea y es deseada, que cuida, que desaparece y vuelve a emerger abruptamente.
A través de la superposición de múltiples roles -como hija, artista, madre, ciudadana, mujer, amante, escritora, latinoamericana, europea e inmigrante-, Maiolino ha mapeado sus desplazamientos físicos y psíquicos a lo largo de su vida, construyendo en el camino una interpretación de la identidad como un flujo constante, que va y viene entre lo individual y lo colectivo.
En la sección Não Não Não [No no no], las obras confrontan el totalitarismo, la censura, la represión y la desigualdad. Los intereses políticos de Maiolino van desde la violencia de los regímenes dictatoriales en América Latina hasta la aparente normalización de la pobreza y el hambre a escala mundial. Aquí, una de las piezas centrales es la célebre instalación Arroz e Feijão (1979), que se activa mediante la ofrenda de alimento. En la reconstrucción de esta pieza se ha dispuesto una larga mesa central con seis puestos, cubierta con un mantel negro, sobre la cual se sirven platos con tierra y brotes de arroz y frijoles. En las cuatro esquinas del espacio se encuentran mesas cuadradas más pequeñas, cada una con cuatro juegos de platos y cubiertos, donde se sirve el arroz con frijoles preparado por la artista.
Al recapitular sobre los orígenes y sentidos de esta pieza, Miyada escribe: “El lugar del arte, por lo tanto, era tratado como un lugar para compartir, mientras que los propios artistas (la mayoría del público en la exposición y el cuerpo colectivo que ocupaba el espacio) eran colocados como una metonimia de la miseria. De tan prosaica, la acción trasplantada al ambiente de exhibición tomó los contornos de un ritual. Hacer arte como quien sirve la mesa. La idea no es tan inusual como puede parecer. En sus raíces antropológicas, el arte proviene de los campos del don y el sacrificio, donde no existen límites rígidos entre la magia, la política, la educación, la filosofía, el arte y la comida. En todos los casos, existe un vínculo ético y afectivo antieconómico, en el que se está dispuesto a ofrecer lo mejor de sí mismo. Maiolino, de origen católico italiano, nacida en tiempos de guerra, entendió desde muy joven el nexo entre compartir los alimentos y el hambre y la comunión de una idea. Esta es, por cierto, la principal lección que aprendió en el seno familiar”, agrega.
En esta misma sala también se incluyen obras que hacen referencia a la exposición de 1978 Aos Esquerdos, que Miyada identifica como una importante muestra política en Brasil y hasta hoy poco discutida por la crítica, así como una nueva instalación llamada O amor se faz revolucionário [El amor se vuelve revolucionario], basada en un proyecto de 1992 en honor a las Madres de la Plaza de Mayo, las valientes mujeres que se organizaron para buscar la verdad y la justicia después de perder a sus hijos durante la dictadura militar argentina.
Maiolino vivió en Argentina entre 1984 y 1989, y fue testigo de primera mano del coraje y la potencia de estas mujeres, así como de la cobardía de quienes las llamaban ‘locas’ y las menospreciaban con la misógina frase “piensan con el útero”.
Esta reposición de la pieza guarda algunas diferencias respecto a la propuesta inicial de 1992. La principal, relata Miyada, es que se desliga del sentido documental de la instalación, prescindiendo de los testimonios de familiares y fotografías de desaparecidos.
“Dichos materiales tienen una importancia indudable, pero siempre es necesario considerar los mejores contextos para su exhibición. Maiolino eligió otro camino para evocar la ausencia de los desaparecidos políticos en la Argentina (y en toda América Latina, ayer y hoy): moldeó los elementos mínimos necesarios para hacer aparecer rasgos en decenas de losas de barro. Palpa la tierra húmeda hasta que de ella surja un rostro, o lo necesario para que nuestra mirada deseosa de reconocimiento perciba en las depresiones y relieves lo suficiente para proyectar la imaginación de una persona, su expresión, su personalidad y su historia. En este proceso hay una dinámica opuesta a la del enfrentamiento con fotografías de víctimas de violencias”.
El tercer núcleo, Ações Matéricas [Acciones Matéricas], parte del encuentro entre materialidades diversas y gestos atávicos identificados tanto en el trabajo cotidiano como en el nacimiento de la humanidad. Presionar, moldear, cortar, agarrar, escurrir y rodar son algunas de las acciones básicas que Maiolino ejecuta al trabajar con arcilla, pintura, vidrio, concreto y otros materiales, dando como resultado una práctica visual y escultórica fuertemente anclada en la escala del cuerpo.
“Sucede que la modulación y serialización en la obra de Maiolino no son el resultado de la depuración del pensamiento lógico-serial que rige la sociedad de la máquina”, explica Miyada. “Es, más que eso, una conexión con saberes atávicos y ancestrales, con los primeros impulsos del ser humano con la materia del mundo. El vehículo para esos saberes no es ni la palabra ni la escritura, sino la mano misma. La mano sabe. Sabe más de lo que nuestras mentes pueden concebir”.
La artista trabaja con las manos, sola o, en el caso de las instalaciones de mayor escala, en colaboración con otras personas, a manera de un gran cuerpo colectivo, una escena que recuerda a las grandes reuniones en las que se cocina para pueblos enteros o se celebra con intensidad y alegría el resultado de las cosechas. “Las obras de Maiolino transforman lo abyecto en signo de energía vital gastada. En Maiolino, pasar de la mano a la boca es hacer de la exhalación un alimento para compartir”, dice Miyada.
La sección incluye obras realizadas hace más de 50 años junto a otras más recientes, componiendo una especie de paisaje de relaciones táctiles y visuales. En este núcleo se percibe el gran camino en espiral que crea la exposición: ir y venir en el tiempo, en el lenguaje y la subjetividad.
La muestra cierra con pinturas inéditas de la serie In-Rosso (2018). En cada una hay una gran mancha de color rojo saturado sobre un fondo rojo sutilmente oscurecido. Se incluyen, además, tres xilografías sin título de 1966, revisitadas hoy como prefiguraciones de un léxico de formas que resurgiría en la obra de Maiolino décadas después, en otras materialidades.
“A su manera, siendo una y siendo muchas, Maiolino ha utilizado la recurrencia de sus gestos para escapar de la opresión del tiempo discursivo y sentir la vitalidad que subsiste entre nosotros. Este es el destino y la potencia de su errancia poética”, concluye el curador.
Su extenso ensayo se incluye el catálogo de la muestra, junto a reproducciones de todas las obras y una selección inédita de escritos de la artista, documentos, proyectos, fotografías y bocetos. Una publicación que pone de relieve la prerrogativa de género, la maternidad, la sexualidad, las políticas migratorias y las cuestiones sociopolíticas como aspectos clave de una obra que se mezcla profundamente con la vida, aun cuando su apariencia no sea evidentemente autobiográfica, ni predominantemente narrativa.
Anna Maria Maiolino De: Para:, série Fotopoemação, 1974–2010, impresión digital de fotografía en b/n, 75 × 48 cm. Cortesía de la artista, colección privada (Suiza) y Galleria Raffaella Cortese, Milán
Anna Maria Maiolino nació en 1942 en Scalea, Italia. Migró con su familia a Bari y luego a Venezuela, donde pasó su adolescencia y tuvo su primera formación artística en la Escuela Nacional Cristóbal Rojas. Luego se trasladó a Río de Janeiro, donde realmente allanó el camino para su trabajo, en diálogo con artistas de la generación que pasó a la historia como la Nueva Figuración, la Opinión o la Nueva Objetividad Brasileña. Vivió algunos años en Nueva York, otros en Buenos Aires y desde 2005 vive y trabaja en São Paulo. Estas migraciones, además de las diferencias culturales, lingüísticas y climáticas, traen consigo recuerdos de guerra, pobreza, prejuicios y totalitarismos. Con cada mudanza, Maiolino cargaba con sus múltiples roles, que no dejaban de acumularse y recombinarse: nieta, hija, alumna, artista, amiga, amante, dibujante, grabadora, esposa, madre, diseñadora, performer, costurera, fotógrafa, poeta, pintora, escultora, abuela, escritora.
Anna Maria Maiolino – PSSSIIIUUU… se presenta del 7 de mayo al 24 de julio de 2022 en el Instituto Tomie Ohtake, Rua Coropé, 88, Pinheiros, São Paulo, Brasil
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