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“SINDEMIA”: HABITAR LA INCERTIDUMBRE. UN PROYECTO DE OSKAR HUERTA

Durante el pasado mes de abril, el fotógrafo y artista visual Oskar Huerta presentó su proyecto expositivo Sindemia en la ciudad de Ovalle, región de Coquimbo, una zona del norte de Chile violentamente afectada por el avance de la mega sequía y la desertificación.

La exposición, curada por el tarapaqueño Rodolfo Andaur, es un recorrido visual en el que convergen una serie de elementos en torno a las crisis desatadas hace décadas por el abandono de la ciudad, y que se vio intensificada por las secuelas de la pandemia.

Conversamos con Oskar Huerta sobre su trabajo como artista y su aguda visión sobre el panorama actual en el ámbito sociopolítico del territorio.

Oskar Huerta, Zonas de Sacrificio, Andacollo, Chile, 2018, fotografía digital. Cortesía del artista

Felipe Muñoz (FM): Oskar, antes de adentrarnos particularmente en la lectura y las interrogantes de tu proyecto Sindemia, me gustaría preguntarte acerca de tu oficio y profesión como fotógrafo. ¿Qué temas te interesa abordar desde la imagen y por qué esos temas en particular?

Oskar Huerta (OH): Creo que comencé trabajando siempre desde lo social y lo político. La injusticia y las desigualdades sociales siempre me han movido a hacer y decir, y por eso creo que cuando comencé a hacer fotografía de autor busqué ahí temas que me interesaran desarrollar. Ahora mismo mi trabajo ha mutado, al mezclar este interés en lo político con mi historia personal y mi biografía.

FM: Tu trabajo aborda la incertidumbre colectiva vivida hasta el día de hoy y lo hace desde una perspectiva en primera persona, donde tu rol de testigo ante las situaciones sociales se fusiona con tu historia personal. ¿Qué implicancia ética tiene para ti el vivir el experimentar directamente lo relatado?

OH: Honestidad sería la palabra que mejor lo explica. No estoy relatando algo ajeno, no fotografío con la visión del que llega a tierra ajena a registrar la tragedia; no podría trabajar así porque me sentiría un intruso haciendo voyerismo del dolor. Cada vez más me convenzo de que esa no es una buena manera de inducir a reflexiones profundas sobre el tema que sea, porque las imágenes del dolor ajeno se quedan casi siempre en la superficie de los hechos.

Oskar Huerta, Ciudad Fisura 1, Ovalle, 2014-2016, fotografía digital. Cortesía del artista
Oskar Huerta, Ciudad Fisura 3, Ovalle, 2014-2016, fotografía digital. Cortesía del artista

FM: Estamos desde hace décadas en una crisis sistemática globalizada, donde se ha ido deteriorando la credibilidad política de las autoridades en directa relación con el avance del desastre ambiental, pero particularmente en estos últimos años esto ha sido tremendamente notorio, siendo unos de las consecuencias más evidentes el estallido social del 2019. Y aquí me gustaría preguntarte, desde tu perspectiva, ¿qué rol ha cumplido o debería cumplir el arte en un contexto como este?

OH: El arte debe ser una ventana que permita ver otros puntos de vista ante las crisis. Debe ser capaz de crear un espacio de interrogación, no tanto de elaborar respuestas ante estas crisis, sino más bien de dejar interrogantes flotando, interrogantes inteligentes, que nos permitan ya en el acto de enfrentar estas interrogantes, poder ver de otra manera, más profunda y sensible, al mundo y sus múltiples crisis. No creo que el arte pueda cambiar al mundo, eso es una utopía, pero sí creo que el arte es un espacio de profunda reflexión y libertad. Quizás de los últimos espacios de libertad que van quedando, en una sociedad globalizada que funciona con sistemas de control cada vez más sofisticados.

FM: La exposición Sindemia recoge una serie de conceptos claves con los que se desarrolla la narrativa del discurso planteado, entre ellos el de ‘control’. ¿Qué papel ha jugado el control dentro de lo que ha significado el cambio radical del cotidiano con la pandemia y toda la problemática que ha surgido de ella?

OH: El miedo y la incertidumbre son herramientas de control social. Especialmente en Chile, donde salíamos de vivir unos meses extremadamente violentos en el contexto del levantamiento social, y nos llegó esta pandemia, este enemigo invisible que traía su letal mensaje. Siento que no alcanzamos a respirar y nos llegó un segundo golpe a las certezas.

En nombre de resguardar la salud, era bienvenido el control a ultranza. Y sus formas de ejercerlo son más sutiles y efectivas. Entender que el control se ejerce en forma consciente desde las cúpulas del poder es clave para entender mejor cómo funcionan los estados patriarcales. Y es esa red de control a la que apunto con el dedo en la obra de Sindemia.

Oskar Huerta, Sindemia, fotografía digital. Cortesía del artista
Oskar Huerta, Sindemia, fotografía digital. Cortesía del artista

FM: Sindemia, en sí misma, es una amalgama de problemáticas que convergen en el retrato de la precarización de la vida de los habitantes de Ovalle y que de alguna manera pone sobre la mesa la realidad de lo que significa habitar en sectores alejados de las grandes ciudades. ¿Qué diferencias significativas crees que puede haber entre vivir las crisis en estas ciudades más pequeñas y las grandes capitales?

OH: A veces siento que son solo diferencias de escala de los hechos. A partir del levantamiento social en Ovalle se vieron manifestaciones que nunca, en los más de 10 años que vivo acá, vi antes. Ya no era solo Santiago el epicentro de los hechos.

Nos vimos apuntados por las armas de los agentes del estado acá en Ovalle, un lugar donde suponíamos esa violencia no existía, pero a la menor provocación apareció, en las calles, bajo la forma de una amenaza muy tangible.

En ese sentido, Sindemia se dirige a un hecho universal. Vuelvo al tema de la incertidumbre. Esa marea de no saber hasta qué punto lo que se nos narraba en los medios de comunicación era real, esa sensación de inseguridad, fue muy fuerte al llegar a todos los rincones. La incertidumbre lo inundó absolutamente todo. Era y es como una neblina espesa que todo lo enturbia y humedece. Busqué que esa sensación quedara en la obra, que fuera la columna narrativa de ese montón de fotografías que conforman Sindemia.

Oskar Huerta, Sindemia, fotografía digital. Cortesía del artista

FM: Sindemia es evidentemente un ejercicio crudo que logra retratar la incertidumbre vivida; hoy lo podemos ver expuesto en Ovalle, ciudad donde surge el proyecto en sí, y donde tú como autor vives el proceso que implica desarrollar el proyecto. ¿Qué planes futuros tienes con Sindemia? ¿Es un proyecto ya cerrado o se expandirá a otros formatos y lugares?

OH: Creo que esta obra es un primer capítulo de algo que voy a desarrollar en un mediano y largo plazo. Estoy tirando líneas para comenzar a trabajar sobre la sequía en el Valle del Limarí, que también es una pandemia, con consecuencias múltiples. Y es una cuestión tan vital que por ahora solo podemos imaginar hasta dónde llegará o que puede suceder en un corto plazo en los valles transversales de la región de Coquimbo y en el resto de Chile. Porque finalmente las Sindemias tomarán nuevas maneras de expresión ante sociedades humanas que basan su desarrollo en la explotación y posterior mercantilización de eso que el mercado llama recursos naturales.

La dimensión espiritual de las fuerzas de la naturaleza, esa de la que nos hablan los pueblos originarios, la defensa de los ríos que corren cada vez más secos, ¿qué dirán las almas de nuestros antepasados? Son algunas preguntas que pueden ser una columna vertebral para seguir creando nuevos relatos.

Oskar Huerta, Sindemia, fotografía digital. Cortesía del artista

Sindemia, de Oskar Huerta, se presentó durante el mes de abril de 2022 en la Galería Homero Martínez Salas del Centro de Extensión Cultural Municipal de Ovalle, ubicado en Independencia 479, Ovalle, Coquimbo, Chile.

Felipe Muñoz

Chile,1996. Fotógrafo independiente, periodista y licenciado en Comunicación Social. Director y fundador de Letargo (https://letargo.cl), plataforma de difusión de fotografía contemporánea latinoamericana.

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