
KAREN LAMASSONNE Y AURORA PELLIZZI: EL DESEO APARECE DE REPENTE
Por Natalia Valencia Arango y Beatriz López
La muestra El deseo aparece de repente en Instituto de Visión plantea un diálogo entre el trabajo de las artistas Karen Lamassonne (Estados Unidos/Colombia, 1954) y Aurora Pellizzi (Ciudad de México, 1983) partiendo de una selección de fotografías tomadas del archivo inédito de la artista caleña y una serie de piezas textiles de Pellizzi producidas recientemente.
En la serie de fotografías, tomadas en distintas locaciones entre 1978 y 1988, Lamassonne explora desde un ángulo muy particular sus constantes preocupaciones sobre feminidad y sexualidad. Las imágenes, cargadas de un erotismo que raya el voyerismo, recrean ambientes etéreos y melancólicos que, en esta ocasión, recuerdan la producción de Francesca Woodman y las historias de embrujos amorosos exploradas por el movimiento de Caliwood con el que Lamassonne está asociada.
En estas imágenes dotadas de una poética muy particular, en la que la mirada indiscreta se vuelve protagonista, el espectador se convierte en una entidad activa dentro de la obra misma. A partir de ésta estrategia de transposición entre el lente, el fotógrafo y el espectador, los límites entre lo privado, lo público, lo erótico y lo íntimo se desvanecen para dar lugar a un nuevo paisaje del deseo.




El trabajo de Aurora Pellizzi enlaza tradiciones textiles del Centro y Sur de México con motivos gráficos que provienen de un imaginario de sensualidad femenino explícito, estructurado dentro de una influencia del arte pop que alude a un universo de ensoñación. Pellizzi ha creado una forma específica de trabajar el textil sobre la retícula del ayate, que en cierta forma es inédita debido a su volumetría, y que recuerda a los experimentos matéricos y de perspectiva de David Alfaro Siqueiros, en lo que el muralista llamaba ‘integración plástica’. En este sentido, el trabajo de Pellizzi se inscribe dentro de una tradición pictórica y escultural influenciada por la genealogía de su lugar de trabajo y residencia –la Ciudad de México–, así como las comunidades alrededor de la urbe, como en este caso una cooperativa de mujeres bordadoras de la etnia Otomí en Temoaya.
Pellizzi tiñe y prepara sus propios materiales utilizando exclusivamente pigmentos naturales como la cochinilla, el añil, el aguacate y el pericón (flor ceremonial utilizada en las celebraciones de cosecha otoñales asociadas a San Miguel y atribuidas en cultos prehispánicos a Quetzacoatl) para obtener su paleta de colores. Estos motivos están tejidos de manera volumétrica dentro de la trama textil del ayate, una prenda prehispánica común en el Valle de México, hilado y tejido a mano con fibra de maguey, planta sagrada con la que se produce el mezcal.




La manera como Lamassonne se acerca al trabajo textil se relaciona con otros lenguajes como la moda o el cine. Al interior del universo visual de la artista, su trabajo en la industria del cine es de radical relevancia y ha influenciado tangencialmente toda su práctica. Debido a las características propias de producir desde la periferia, e intentar crear un lenguaje propio, los integrantes del equipo de rodaje tenían papeles diversos. En algunas de las películas, Karen actuaba y también hacía el vestuario y la escenografía. Estos oficios relacionados con el trabajo manual se ven reflejados en las esculturas textiles de las manos peludas. Estas piezas, que aluden a los mitos urbanos y los miedos infantiles, son una crítica directa a las fuerzas negativas que las sociedades patriarcales disfrazan bajo las etiquetas de cultura popular.
Pellizzi, por su lado, entrelaza la experimentación material con el mito de la Guadalupana. Su templo es el sitio de peregrinación más grande de América Latina, en donde se dice que la Virgen se presentó ante el indígena Juan Diego sobre una franela de ayate. Este es un mito fundacional de la identidad mexicana que alude a la figura prehispánica de la Tonantzin como diosa originaria creadora suprema del universo, en el que el rol de lo femenino juega un papel importante pues Pellizzi desafía lo “virginal” con las imágenes de una feminidad desinhibida, en una especie de culto al poder femenino y a su capacidad creativa y generativa.
El trabajo de Aurora es enigmático en la medida que reúne distintas tradiciones y genera un espacio de diálogo, algunas veces antagónico, entre las geometrías modernas universalistas y las formas de los cuerpos. Estos cuerpos que aparecen mencionados, fragmentados, recuerdan la obra de Karen Lamassonne y su particular mirada cinematográfica. Los encuadres de Pellizzi pueden ser vistos como fotogramas o bocetos de close ups para una filmación.
En momentos de inestabilidad política, estos temas de soledad y belleza enigmática nos hacen reflexionar sobre la caída del patriarcado (¿qué tan cierta es?), la singularidad del poder asociado a las mujeres en términos simbólicos y su genealogía antropológica en relación al arte, y la relación de los afectos con el cuerpo, la sexualidad y el culto a la belleza.




El deseo aparece de repente, de Karen Lamassonne y Aurora Pellizzi, se presenta hasta el 15 de julio de 2022 en Instituto de Visión, Cr 23 #76-74, Bogotá.
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