Skip to content

ANA FERNÁNDEZ: VALIENTES MUJERES DE MI PATRIA

Por Ana Rosa Valdez | Curadora

Nos situamos frente a una de las primeras propuestas artísticas feministas del Ecuador. La muestra Valientes hombres de mi patria, de la artista ecuatoriana Ana Fernández, fue originalmente presentada en 1997, en un momento de profundas transformaciones en la historia del arte local que abrieron una brecha para lo contemporáneo. En medio de las múltiples crisis que removieron el frágil tejido que sustenta la dinámicas sociales, culturales y políticas de la nación ecuatoriana —como el levantamiento indígena de 1990, el Feriado Bancario, la inestabilidad política y la emigración masiva—, la artista comenzó a desbrozar un lugar para las preguntas sobre género, a través de lenguajes y procedimientos estéticos que no se identificaban con los presupuestos modernos que hasta ese momento imperaban en el panorama institucional de la cultura en el país.

Fernández estudió en la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador entre 1982 y 1984, pero abandonó este espacio académico por la misoginia y el machismo que percibía en las aulas, y porque no le interesaba una formación disciplinar basada en el oficio, entre otros aspectos. Viajó a Italia, en donde estudió arte, y luego a Estados Unidos, donde obtuvo una licenciatura en pintura en el San Francisco Art Institute (SFAI), y participó en contextos artísticos relacionados con el activismo chicano, en donde circulaban ideas feministas y multiculturalistas relevantes para la época. En 1996 retornó al Ecuador y al año siguiente presentó la muestra Valientes hombres de mi patria en La Galería, un espacio dedicado a las artes plásticas en Quito.

Por medio de las obras presentadas en aquella exposición la artista manifestaba una visión mordaz sobre el patriarcado, el machismo y la misoginia imperante en diversos sectores de la sociedad, la historia, la religión, la educación y la ciencia. De igual manera, estas piezas cuestionaban los relatos patrios y la idea moderna de nación desde las posibilidades críticas del arte. Esta preocupación también se observa en obras de artistas ecuatorianas como Jenny Jaramillo y Diana Valarezo de la primera mitad de la década de los noventa; en ocasiones, ellas interpelaron la representación monolítica y homogénea de lo nacional a través de un replanteamiento de lo femenino en el arte. Posteriormente, en los primeros años del siglo XXI, el problema de la ecuatorianidad se convirtió en uno de los puntales más sólidos del arte contemporáneo local.

Vista de la exposición «Valientes Mujeres de mi Patria», de Ana Fernández, en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, Ecuador, 2022. Foto: François Laso
Vista de la exposición «Valientes Mujeres de mi Patria», de Ana Fernández, en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, Ecuador, 2022. Foto: François Laso
Vista de la exposición «Valientes Mujeres de mi Patria», de Ana Fernández, en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, Ecuador, 2022. Foto: François Laso

En Valientes hombres de mi patria Fernández resaltaba, de manera incisiva, el valor otorgado a las figuras masculinas en detrimento de las mujeres que participaron en las gestas independentistas y los procesos de construcción nacional. Asimismo, señalaba el control ejercido sobre el cuerpo de las mujeres y la forma en que aprendemos desde la infancia a reproducir una determinada perspectiva del género.

Instalaciones, objetos, obras sonoras y gestos performáticos formaron parte de aquella exposición en donde la pintura, si bien tenía un lugar protagónico, se desplegaba en soportes no convencionales y dialogaba con otros medios en manifiesta actitud crítica frente al arte y la sociedad moderna. Las obras constituyeron formas de creación emergente, es decir, prácticas artísticas que, para existir, debían rasgar el horizonte de lo visible, permisible y deseable en un contexto dado. Y, aunque en ese momento la muestra carecía de un ambiente propicio para los debates feministas que buscaba posicionar en el medio local, sin duda es un valioso antecedente para quienes desarrollan esa tarea en el presente.

Cuando realizó esa exposición, Fernández mantenía una posición feminista en la arena política del arte; luego, sus ideas fueron cambiando sin dejar de lado su perfil crítico.

Resulta curioso que la mayoría de las propuestas artísticas de esa muestra no fueron exhibidas nuevamente sino hasta ahora. La curaduría de la exposición Valientes mujeres de mi patria, presentada hasta marzo pasado en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, alienta una revisión histórica con el fin de reinterpretar la propuesta de Fernández. Este título fue sugerido por la artista con el ánimo de situar el conjunto de obras en un nuevo contexto en donde las reflexiones feministas ocupan un espacio relevante tanto en la esfera pública como en el arte.

Vista de la exposición «Valientes Mujeres de mi Patria», de Ana Fernández, en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, Ecuador, 2022. Foto: François Laso
Vista de la exposición «Valientes Mujeres de mi Patria», de Ana Fernández, en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, Ecuador, 2022. Foto: François Laso
Vista de la exposición «Valientes Mujeres de mi Patria», de Ana Fernández, en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, Ecuador, 2022. Foto: François Laso

Crítica feminista y arte contemporáneo

En los comienzos del arte contemporáneo en Ecuador la influencia de la teoría crítica, los estudios culturales y poscoloniales, la nueva historia y la antropología cultural se manifestó, entre otros aspectos, en un cuestionamiento a las historias e iconografías patrias. Se reflexionó sobre la construcción de los estados nacionales en el siglo XIX, y la visión moderna occidental que prevaleció en ese proceso, con el fin de repensar cómo se narran los acontecimientos del pasado, a quiénes se ubica como sujetos protagónicos, qué cuerpos y territorios importan, y de qué manera podemos reescribir nuestras historias basadas en conceptos unívocos de verdad y justicia.

En ese contexto, entre mediados de las décadas de 1980 y 2000, múltiples artistas interpelaron las epistemologías y nociones culturales que dieron origen a aquellas narraciones. Ana Fernández ocupó un lugar central en esos debates por medio de obras como las que constituyen el primer núcleo curatorial: Encerrada, Ni con el pétalo de una rosa y Mujer Maravilla Ecuador. Su contribución más significativa fue incorporar la crítica feminista a la Historia concebida como un relato patriarcal. El título Valientes hombres de mi patria proviene de una cita del expresidente Abdalá Bucaram, en la cual se manifiesta la masculinidad conferida a los valores patrióticos.

La idea de esta muestra surgió cuando la hija de la artista, Amina Alvear, le preguntó por qué en la escuela siempre se hablaba del “Hombre” como si se tratase de un símbolo de la humanidad. Las piezas que conforman el segundo segmento de la curaduría expresan cómo, desde una época temprana, se educa a las mujeres para reproducir ciertos roles de género. El gran libro del hombre y El gran juego del hombre, manifiestan, no sin ironía, la visión de Fernández respecto a los discursos patriarcales y androcéntricos presentes en la educación y la ciencia. La artista recurre a las formas pedagógicas y lúdicas que adquieren estos discursos y representaciones binarias de lo “masculino” y “femenino”.

La imagen corporal de las mujeres es recurrente en la propuesta artística de Fernández. En Monja, viuda, soltera, casada interpela la tutela patriarcal y resalta la necesidad de que las mujeres reconozcamos y valoremos nuestros propios cuerpos, más allá de una separación entre sentidos y razón, como vemos también en la obra Cuerpo Cabeza. En el arte feminista, desde los años sesenta, uno de los gestos más radicales ha sido disputar simbólicamente el cuerpo de las mujeres en los espacios de la política, cultura, educación, ciencia, religión, medicina… Entender y abrazar los ciclos del cuerpo femenino, sin recurrir únicamente al conocimiento biológico y médico producido por la ciencia occidental, resultaba fundamental para la artista, tal y como queda reflejado en la obra PMS Síndrome Premenstrual.

En este núcleo curatorial se busca evidenciar cómo el cuerpo femenino constituye una imagen, un concepto y un territorio protagónico en las obras de la artista de 1997, en flagrante diálogo con las luchas feministas en el arte. Una obra pionera sobre el aborto y el derecho de las mujeres a decidir sobre sí mismas es ¿Está el Papa en su útero?, que señala incisivamente la tutela que buscan ejercer las autoridades eclesiásticas sobre el cuerpo, así como los imaginarios de la maternidad que imperan social y culturalmente. Asimismo, se debate una determinada visión de la religiosidad: la que clausura las posibilidades emancipatorias de las mujeres en una cultura patriarcal y machista. De manera distinta, en La Diosa se recupera el valor de las deidades femeninas en prácticas religiosas de diversa índole. Fernández utiliza las rosas rojas como un símbolo de la feminidad en donde convergen, por una parte, la receptividad, ternura, sensibilidad y belleza; y, por otra, el coraje, la valentía y fuerza de las mujeres.

Vista de la exposición «Valientes Mujeres de mi Patria», de Ana Fernández, en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, Ecuador, 2022. Foto: François Laso
Vista de la exposición «Valientes Mujeres de mi Patria», de Ana Fernández, en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, Ecuador, 2022. Foto: François Laso
Vista de la exposición «Valientes Mujeres de mi Patria», de Ana Fernández, en el Centro Cultural Metropolitano de Quito, Ecuador, 2022. Foto: François Laso

La mirada sobre sí misma

En las pinturas presentadas en el segmento final de la curaduría, producidas desde el año 2000, se observa un desplazamiento en la producción de la artista: la figura femenina, que anteriormente había sido abordada en términos generales, ahora se torna específica mediante la auto-representación y la potencia significante de sus historias personales, familiares y sentimentales. En estas piezas apremia la mirada sobre sí misma en medio de un escenario irónicamente construido a partir de fragmentos de relatos sobre la identidad nacional, la historia y la cultura ecuatoriana.

Aunque estas obras no formaron parte de la exhibición Valientes hombres de mi patria de 1997, han sido consideradas porque presentan otras formas de abordar la representación de las mujeres en el trabajo de Ana Fernández. El Reino Apacible, Recuerdos de Ecuador y De las Manos Paternas la Hubimos forman parte de la serie Que la Patria os premie, en donde se observa un proceso de madurez en la representación pictórica. Previamente, sus propuestas tenían un carácter experimental en donde la pintura dialogaba con la instalación y el objeto, difuminando las diferencias entre medios; aquí, en cambio, la artista se dedicó a construir una iconografía propia mediante imágenes y fragmentos de una visualidad que ella asociaba con las culturas populares del Ecuador. De esta manera, intentó presentar su propia visión de la ecuatorianidad, sin dejar de lado la crítica feminista a la idea moderna de la “identidad nacional”, la historia de la “patria” y los relatos heroicos, todos estos fundados desde una masculinidad patriarcal. Referentes tomados del humor local, la gráfica popular, la caricatura y el acontecer político de la época conviven en estas pinturas con alusiones autorreferenciales. El símbolo de las rosas se potencia como elemento disruptivo, a contracorriente de los repertorios convencionales de la feminidad.

Para la exposición en el Centro Cultural Metropolitano, Ana Fernández intervino una pared con la siguiente frase:

Y si nuevas cadenas prepara
la injusticia de bárbara suerte,
Gran Pichincha, prevén tú la muerte
de la Patria y sus hijas al fin.

El cambio de una letra en una de las estrofas del Himno Nacional del Ecuador constituye un gesto político que dialoga no solamente con el propio trabajo de la artista, sino con el contexto de debate en torno a la violencia contra las mujeres, los feminicidios, la lucha por la despenalización del aborto y, en general, con las movilizaciones sociales y activismos feministas que están disputando derechos fundamentales para las mujeres y personas LGBTIQ+ en el continente.

También te puede interesar