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PAULA ZEGERS: APACHETA

Por Daniela Berger Prado

Un cuerpo de piedras para marcar un camino de piedra. Una multitud para guiar al solo. Ladrillos pintados de color negro pero queriendo hablar de la luz.

Diferentes referencias señalan que una apacheta es un conjunto de piedras, ordenado a manera de cúmulo cónico, que señala el andar para los viajeros. Realizadas desde el tiempo del llamado camino del Inca, o Qhapac Ñan en quechua, existen diversas versiones, que sin embargo apuntan al objetivo común de ser una señal en la senda para los caminantes, que van dejando una marca a su paso. Estas solemnes pero sencillas construcciones parecen hablar de una espiritualidad colectiva que abunda en los pasos entre las montañas y tierras altas, y son características de los pueblos andinos. Al mismo tiempo, asoma en ellas un afán constructivo que también permite observar el anhelo de orden y las medidas, trabajadas con precisión en las culturas andinas, y en particular en la Aymara, a la que la artista Paula Zegers busca hacer referencia y homenaje simbólico en esta exposición.

Vista de la exposición «Apacheta», de Paula Zegers, en la galería Concreta, M100, Santiago de Chile, 2022. Foto cortesía de M100
Vista de la exposición «Apacheta», de Paula Zegers, en la galería Concreta, M100, Santiago de Chile, 2022. Foto cortesía de M100
Documentación del proyecto «Apacheta», de Paula Zegers. Foto cortesía de M100

A partir de un ejercicio de abstracción que podría acercarla a una especie de modernismo orgánico, Zegers instala una capa de ladrillos teñidos de negro sobre toda la superficie de la galería Concreta –nombre preciso en esta ocasión–, buscando cubrir para precisamente destacar esa conexión con lo que pisamos, hacernos mirar y sentir el peso de la tierra que nos sostiene.

El suelo es literalmente el soporte y la artista ha dibujado en él un camino que nos permite recorrer el conjunto expandido de ladrillos negros como una especie de reverencia a las apachetas que han estado al viento cientos de años, mirando el pasar de los caminantes. La conexión con la naturaleza es fundamental, pero no literal en la obra de la artista. La profundidad de trabajar en la tierra silenciosamente es precisamente una metáfora de cómo enfrenta su quehacer.

Hay también algo de desolación en la materia negra dispuesta en el piso, algo tan básico como el ladrillo más simple, cubriendo casi toda la superficie. Podemos imaginar el peso de ellos sobre el cuerpo que es la tierra, y sentir así la carga del barro cocido en el suelo que nos reúne.

El negro, el no-color o la suma de ellos, que representa en distintas culturas la muerte y el nacimiento de la vida, el origen y el misterio del sin-fin, puebla de manera sosegada, casi sagradamente, la sala. En ella, el orden del ladrillo dirige nuestro transitar reservado, promoviendo la observación silenciosa. Hay cuidado en la selección del material crudo, imperfecto, y en la irregular belleza de esa imperfección planificada. Una austeridad que marca el trabajo de la artista y que siempre despliega en él una latente espiritualidad.

Y es que “la imagen arde”, como dijo Didi-Huberman, y arde también por la memoria, es decir, que todavía arde cuando ya no es más que ceniza”. 1

Vista de la exposición «Apacheta», de Paula Zegers, en la galería Concreta, M100, Santiago de Chile, 2022. Foto cortesía de M100
Documentación del proyecto «Apacheta», de Paula Zegers. Foto cortesía de M100

En las dos salas contiguas convive el estudio del referente escultórico contemporáneo, dispuesto por la artista en un cerro del norte chico a partir de la captura en film 8 mm, junto a la observación de la referencia documental histórica. Éste último eje está organizado casi a modo de homenaje, con el registro de apachetas reales del altiplano capturadas en pequeñas fotografías análogas de Max Donoso, impresas en blanco y negro en la tercera sala.

El trabajo de Paula Zegers elabora, a la vez, la serialidad y la unidad, la completitud que se da bajo la premisa de que un todo es más que la suma de las partes. Una superficie negra, que a la vez se robustece con la singularidad de cada ladrillo. Cada imperfección, cada unidad, es también una suma que nos permite disfrutar de una expandida horizontalidad que abraza la oscuridad y el territorio. Un gesto que por su sencillez y localidad –quisiéramos poder decir– es más que land art, un proyecto de tierra que reconocemos como nuestro.


[1] Didi-Huberman, Georges. Cuando las imágenes tocan lo real. 2013


Apacheta, de Paula Zegers, se presenta del 18 de marzo al 24 de abril de 2022 en la galería Concreta del Centro Cultural Matucana 100, Santiago de Chile.

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