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POR DEBAJO DEL ÁRBOL

PRAXIS Taller de Arquitectura de Agustín Hernández abre sus puertas por primera vez al público con la exposición Por debajo del árbol, presentada por PEANA. Con la curaduría de Ana Pérez Escoto y Carlota Pérez-Jofre, reunió entre el 10 de febrero y el 4 de marzo obra contemporánea de quince artistas en diálogo con el universo de Agustín Hernández (México, 1924): ASMA, Carlos H. Matos, Francois Halard, Ghislaine Leung, Lila de Magalhaes, Louis Eisner, Lucas Cantú, Mario García Torres, Pedro Reyes, Rodrigo Hernández, Ryan Lowry, Santiago Licata, Stella Zhong, Tomás Díaz Cedeño y Tania Pérez Córdova.

Por debajo del árbol, PRAXIS, CDMX, 2022. Foto: Caylon Hackwith

Por debajo del árbol

Por Aída Cantú Artigas

Nuestra naturaleza evolutiva nos ha obligado a buscar una sensación psicológica de seguridad y protección —y de construir espacios que lo permitan— para poder dejar a un lado nuestro instinto vigilante y alcanzar estados profundos de sueño. Construido a partir de un conjunto de prismas y pirámides que parecen impenetrables, el taller de Agustín Hernández, conocido como PRAXIS (1975), flota entre los árboles a cuarenta metros de altura. Con raíces de acero que se adentran bajo tierra y replicando los principios de compresión y tensión de los ramajes de los ocotes, el arquitecto mexicano construyó el santuario perfecto para poder “soñar su investigación en voz alta”. Dada la oportunidad de observar su mundo privado, sus ideas discordantes se convierten en confesiones de lo más sinceras. La monumentalidad se quiebra en vulnerabilidades. ¿Qué universos se despliegan detrás de esos pasadizos secretos? ¿Qué criaturas habitan esta singular casa del árbol? ¿Cómo el paso del tiempo ha revelado ciertas fallas en la matrix? Es aquí donde la realidad se torna onírica.

En diálogo con vestigios que a la fecha permanecen en el Taller de Arquitectura, Por debajo del árbol inicia su recorrido con esculturas que trazan líneas directas con la representación arquitectónica, abordando la maqueta como un campo de especulación. Las piezas de Carlos H. Matos, Pedro Reyes y el mismo Agustín Hernández, a pesar de sus diversas referencias y técnicas, encuentran un terreno común en el uso del lenguaje prehispánico como fundamento de la identidad moderna en México.

Rodrigo Hernández pone a un lado la pesadez terrenal con la escultura. ¿Qué escucho cuando escucho el discurrir del tiempo? (2019), que desde la síntesis visual hace una invitación al juego, a la imaginación y a explorar los rincones más privados de la casa-estudio. François Halard presenta una serie de fotografías tomadas en 2020, como un vistazo íntimo al taller cuando seguía en uso. Las fotografías de Ryan Lowry capturan momentos espontáneos que compartió con Agustín recientemente, aunque su aspecto retro las dota del mismo aire nostálgico que las imágenes del arquitecto de niño que las acompañan, y los anteproyectos que desafortunadamente jamás llegaron a construirse.

Obras de Pedro Reyes y Agustín Hernández en «Por debajo del árbol», PRAXIS, CDMX, 2022. Foto: Caylon Hackwith
Por debajo del árbol, PRAXIS, CDMX, 2022. Foto: Caylon Hackwith
Agustín Hernández, Estela Horus, 2012-2022, bronce patinado, 35 x 17.5 x 11 cm.
Por debajo del árbol, PRAXIS, CDMX, 2022. Foto: Diego Berruecos
Obras de Agustín Hernández en «Por debajo del árbol», PRAXIS, CDMX, 2022. Foto: Caylon Hackwith

Un piso arriba, Mario García Torres presenta una serie de esculturas en bronce que replican pedazos de parquet rescatados del Centro de Meditación que Hernández le hizo a su hermana Amalia en 1984, hoy en día una ruina. Espacio y pensamiento: Nuevas perspectivas sobre la casa del árbol (2022) es un proyecto fenomenológico de Lucas Cantú que busca dialogar y traspapelarse con el archivo del arquitecto, así como cuestionar las posibilidades de habitar lo inhabitable: acampar en el aire, colgado de un árbol de concreto para visualizar el mundo a través de un retiro de desconexión.

La obra de Tania Pérez Córdova parte de objetos cotidianos para explorar las narrativas implícitas de sus materiales; su serie Contenidos de bolsillo (2021) es un ejercicio por recuperar momentos desvanecidos, mientras que Escena para un baño (2022) responde al espacio mismo como si fuera un escenario teatral, hecho para contar historias. Clocks (2022) de Ghislaine Leung y Pieza mural (Hoy si hubo, mañana quien sabe) (2022) de Tomás Díaz Cedeño, operan como intervenciones en un sistema que va más allá del espacio inmediato: la pieza de Leung visibiliza cada toma de corriente eléctrica, trayendo a la atención detalles que de otro modo pasarían desapercibidos, mientras que Díaz Cedeño reemplaza los apagadores eléctricos con piezas a escala que ponen en perspectiva el concepto del mural en relación con la monumentalidad.

All at Once (2021) de Lila de Magalhaes usa como plataforma retazos de sábanas teñidas para envolvernos en un mundo tan delicado como psicodélico, en donde un par de seres con antenas sonríen tiernamente. Ya adentrados en esta realidad alterna, El niño y la serpiente (2020) y Vampiro frente al espejo (2020), del dúo artístico ASMA, exploran la transformación como un terreno de posibilidad sin límites.

Pintura de Louis Eisner (izq) y dibujo de Santiago Licata (der) en «Por debajo del árbol», PRAXIS, CDMX, 2022. Foto: Caylon Hackwith
Lila de Magalhaes, All at once, 2021, sábana teñida, hilo, pasteles, 71 x 58.5 x 2.2 cm. Cortesía: Peana
Tomás Díaz Cedeño, Pieza mural (hoy si hay, mañana quien sabe), 2022, aluminio fundido y switch eléctrico, 11.5 x 7 x .5 cm. Cortesía: Peana
ASMA, Serpiente, 2020, fundición en aleación de metal con baño de plata, 7 x 21.7 cm. Foto: Diego Barruecos. Cortesía: Peana

La parte más alta del árbol cumple la función tanto de un mirador como de un faro, iluminando por medio de un tragaluz los tres niveles internos de la casa-estudio. Desde esa altura, el satélite de Stella Zhong se presenta como un intento fallido de conectarnos con el infinito, con aquel mundo de apariciones imprecisas y destellos reflejado en la serie de imágenes a grafito de Santiago Licata. Y, en aquel plano donde reina la incoherencia, Louis Eisner rinde homenaje a la psicosis colectiva con un retrato al óleo de un babuino atormentado.

A primera vista, Agustín Hernández podría colocarse en la categoría de los “hombres que cayeron a la Tierra”, su obra extraterrestre, rompiendo siempre con la norma; materializaciones de lo utópico. Sin embargo, revisando a detalle sus casi cien años de vida —lo emocional de su arquitectura, su poesía, sus dibujos, sus recuerdos y sus proyectos no realizados—, es evidente que su sensibilidad no podría ser de otro mundo. Su inquietud perpetua de encontrar lo nuevo, siempre desde el conocimiento histórico y científico, queda plasmada en los espacios que ha construido, que a la fecha son puntos de encuentro y referencias intergeneracionales. Por debajo del árbol no es más que un ejemplo de los múltiples mundos que pueden existir dentro del universo de Agustín Hernández.

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