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PARA MORELIO

Por Deslave

PEANA, en Monterrey (México) presenta Para Morelio, una exhibición colectiva que parte de una relectura sobre la obra de Julio Galán y la historia de la pintura neomexicana. Bajo la curaduría de Deslave (Mauricio Muñoz y Andrew Roberts) y Ana Pérez Escoto, la muestra reúne el trabajo de Rafa Esparza, Romeo Gómez López, Bárbara Sánchez-Kane, Ana Segovia, Frieda Toranzo Jaeger y Julio Galán a través de una perspectiva queer.

Las obras conversan entre sí como un solo ensamble, articulando e intercambiando expresiones de deseo, humor, juego y cariño a partir de la autorepresentación de sexos y géneros no normativos. Para Morelio traza líneas de observación hacia el pasado y el presente de la producción artística mexicana, traslapando los tiempos y ejecutando un diálogo intergeneracional para entender lo queer no como una experiencia monolítica, sino como un estado donde la raza, el género y la clase atraviesan las identidades no hegemónicas.

Vista de la exposición «Para Morelio», en PEANA, Monterrey, MX, 2021. Cortesía de los artistas y PEANA. Foto: Michelle Lartigue
Obras de Julio Galán. Vista de la exposición «Para Morelio», en PEANA, Monterrey, MX, 2021. Cortesía de los artistas y PEANA. Foto: Michelle Lartigue

Para Galán el género es un artificio; se muestra como materia e imagen maleable en un ejercicio lúdico de representaciones que derrumban las nociones tradicionales de identidad sexual, y cuestionan los aparatos ideológicos que las oprimen: familia, estado y religión. En un inicio, sus pinturas establecen tensiones a partir de la culpa y la flagelación sobre el reconocimiento identitario propio. Fluidos corporales y heridas se revelan a medias con vergüenza, ocultas bajo mantos, cajas y cortinas que cobijan todo aquello de lo cual supuestamente no se debería de hablar o mirar.

En un segundo momento, Galán reconoce en la indumentaria una potencia performática de indeterminaciones. Enmarcando sus escenas y retratos dentro de una estética que confronta lo infantil y lo lúgubre, lo tierno y lo violento, coloca como protagonistas a muñecos en atmósferas que bien podrían ser casas de muñecas. Es ahí donde se observa su estrategia pictórica, en la cual sobrepone vestimentas, juguetes y objetos de géneros diversos en una amalgama que desdobla las nociones tradicionales de identidad sexual.

Dentro de ambos espectros en su producción, tanto en aquella que retrata la deshonra y en la que celebra la otredad, el cuerpo, el hogar y los artefactos se revelan como elementos centrales. Para Morelio retoma estos tres motivos en las narrativas visuales del artista y con ello construye las líneas discursivas que dan forma a las tres salas de exhibición en la muestra.

Rafa Esparza, Tanta curva, 2021, acrílico sobre adobe, 155 x 157 x 4 cm. Cortesía del artista y PEANA. Foto: Michelle Lartigue
Ana Segovia, Retrato, 2021, óleo sobre lienzo, 72 x 48.5 x 3.7 cm. Cortesía de la artista y PEANA. Foto: Michelle Lartigue
Frieda Toranzo Jeager, Díptico, 2019, óleo sobre lienzo con bordado, 142 x 318 x 2 cm. Cortesía de la artista y PEANA. Foto: Michelle Lartigue

En las prácticas de Rafa Esparza, Ana Segovia y Frieda Toranzo-Jaeger, los artistas entablan una relación de cercanía con el cuerpo, y los códigos raciales, nacionalistas y de género que porta. Esparza trabaja con adobe —bloques de tierra que se utilizan para construir viviendas en algunas zonas rurales de México—, el cual fabrica en colaboración con su familia. Este material funciona como recipiente para una serie de retratos donde familiares y amigos queer del artista con ascendencia mestiza se muestran en un acto de empoderamiento mostrando sus vestimentas. En sus obras, más allá de renderizar sombras, Esparza omite la coloración de las pieles y deja expuesto el color café del adobe para representar los rostros de sus seres queridos.

Segovia opera a través de un archivo de fotogramas pertenecientes a películas mexicanas de la época de oro producidas por sus familiares. A partir de un incisivo análisis donde reconoce los símbolos que influyeron en la construcción de la masculinidad mexicana, ejerce una serie de acciones que desmantelan esta hegemonía y revelan sus códigos misóginos. El artista dirige la mirada del espectador hacia los manierismos, el homoerotismo y los gestos ocultos en la cultura post-revolucionara diseminada por la industria cinematográfica.

En sus pinturas, Toranzo-Jaeger se apodera de las violentas y veloces máquinas que por excelencia han sido asociadas a la masculinidad: los automóviles. Los convierte en espacios de erotismo, ternura radical y poder, donde los cuerpos de mujeres toman los asientos en actividades que van de lo sexual al divertimiento. En los lienzos se observan detalles bordados, empleando con ello un material históricamente ligado a trabajos manuales relacionados con la mujer. Esparza, Segovia y Toranzo-Jaeger muestran los cuerpos como recipientes de tensiones, y las alivian o ponen en mayor fricción mediante el uso de materiales e imágenes con una fuerte carga histórica.

Julio Galán, Sin título (Ojos de gato),1992, pasteles sobre papel, 100 x 80 cm. Cortesía del artista y PEANA. Foto: Michelle Lartigue
Julio Galán, My Foolish Heart, 1992, collage, papel, resina sintética y óleo sobre lienzo, 225 x 180 x 4 cm. Cortesía del artista y PEANA. Foto: Michelle Lartigue
Obras de Bárbara Sánchez-Kane. Cortesía de la artista y PEANA. Foto: Michelle Lartigue

Julio Galán y Bárbara Sánchez-Kane comparten un interés por la indumentaria como artefacto performativo y el hogar como un sitio donde se revelan relaciones de cuidado o de sometimiento. En sus vestidos, trajes, esculturas y pinturas, Sánchez-Kane borra las fronteras entre qué individuo puede portar qué, cómo y con qué propósito, construyendo y destruyendo con ello las normatividades de género binarias. Genera una revisión a la historia de la moda y el diseño industrial, colocándolos bajo una lente que aumenta sus connotaciones femeninas o masculinas para posteriormente borrarlas, mezclarlas o solo evidenciarlas.

Las esculturas de Romeo Gómez López apuntan hacia los artefactos como recipientes y catalizadores de deseos. Sus obras, que toman elementos de la cultura popular, se materializan en la forma de pequeños dioramas, muñecos y piezas interactivas que visibilizan dinámicas de expresión u opresión sexual. El artista se concentra en el valor libidinal de los objetos, y explora con ello su potencia como generadores de una sensibilidad queer. Sánchez-Kane y Gómez López abordan su producción desde el animismo de las cosas, y los lenguajes que portan al ser fabricados dentro de sociedades normativas.

Para Morelio reúne a seis artistas bajo la revisión histórica de uno de ellos, pero se concibe como una conversación sin jerarquías con el propósito de profundizar en diversas tensiones de género en México. Evidencia que no existe una sola manera de concebir la construcción de identidades y sexualidades disidentes, y que estas se forman en conjunto con la raza, la clase, el deseo, el hogar, los objetos, la cultura popular y la nacionalidad.

Romeo Gómez López, Hora de la Jotilencia, 2021, acrílico azul fluorescente, resina, baterías, pintura acrílica, mecanismo de reloj cucú, 59 x 29 x 12 cm. Cortesía del artista y PEANA. Foto: Michelle Lartigue
Romeo Gómez López, Reina del baile, 2021, acrílico azul fluorescente, silicón, motor, madera, repujado, 20 x 30.5 x 21.5 cm. Cortesía del artista y PEANA. Foto: Michelle Lartigue
Romeo Gómez López, Reina del baile, 2021, acrílico azul fluorescente, silicón, motor, madera, repujado, 20 x 30.5 x 21.5 cm. Cortesía del artista y PEANA. Foto: Michelle Lartigue

Para Morelio se puede visitar hasta el 15 de enero de 2022 en PEANA, Vía Clodia 169, Fuentes del Valle, 66220 Monterrey, N.L., México

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