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LEAKING WOMEN: MUJERES QUE SOSTIENEN EL TECHO

Leaking Women: mujeres que sostienen el techo es un proyecto de las artistas chilenas Soledad Pinto (Temuco, 1978) y Paula Salas (Santiago, 1982) que convoca a más de 30 artistas y teóricas a abordar cruces en torno a la maternidad y la práctica artística. Se articula como una gran instalación donde se rinde homenaje a la deidad ficcionada Leaking Woman, una poderosa madre-creadora y, al mismo tiempo, un ser que “hace aguas”, debido a los embates de la gestación, el parto y la crianza.

“Criar y trabajar es un desafío permanente para muchas compañeras, y se vuelve un reto muy particular cuando se trata de combinar la práctica artística con la práctica maternal. Visibilizar y profundizar en estos desafíos nos parece una necesidad social y cultural urgente para lograr un trato justo a las madres creadoras”, destacan Paula Salas y Soledad Pinto.

En ese sentido, el proyecto promueve la reflexión sobre el paradigma sociocultural de las madres-creadoras. Por una parte, busca reafirmar la experiencia maternal como una práctica creativa y sensible, y como un ejercicio de autoconstrucción y conexión espiritual con la comunidad.  Por otra, quiere contribuir a problematizar la construcción de la identidad materna en el contexto local, en el cual el estatuto de la “madre” ha sido históricamente concebido desde la lógica del poder patriarcal y el conservadurismo político.

“Es una piedra más en el arduo camino de lucha por el empoderamiento de las mujeres-madres en el arte local, iniciado por visionarias como Roser Bru, Gloria Camiruaga, Soledad Novoa y Gabriela Rivera, entre muchas otras”, explican Paula Salas y Soledad Pinto.

El Museo de Arte Contemporáneo (MAC) del Parque Forestal estará presentando la exposición Leaking Woman del 19 de agosto a octubre 2021 con la participación de Camila Valenzuela, María José Rojas, Valentina Serrati, Rosario Montero, Mara Santibáñez, Cristiana Barguetto, Gimena Castellón Arrieta, Ximena Zomosa, Javiera Hiault-Echeverría, María Elena Retamal, Marcela Mella, Camila Salas, Loreto Varas, Paula Sánchez, Loreto Leonvendagar, Ana Laura Galarza, Francisca Aninat, Paula de Solminihac, Antonieta Corvalán, Sasha Mudd, Sophie Halart, Joselyn Contreras, Constanza Giulianni, Camila Astaburuaga, Francisca Paz Castro, Patricia Ruiz e Irene Velázquez. En ella también colaboran Juan Esteban Reyes, Vicente Espinoza, Javier Jaimovich y Fernando Álvarez.

Compartimos un texto escrito por Joselyn Contreras que formará parte de la publicación sobre el proyecto, a ser lanzada en noviembre de 2021.

Vista de la exposición «Leaking Women: mujeres que sostienen el techo», en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Parque Forestal, Santiago de Chile, 2021. Foto cortesía de las artistas

CORPORALIDADES EN RELACIÓN. ACCIONAR EN LA PRÁCTICA MATERNAL

Por Joselyne Contreras

La unión ineludible entre pensar, sentir y actuar, y el reconocimiento de su relevancia es uno de los cambios más profundos a nivel de la producción de conocimiento, de lo social y cultural, y por lo tanto también de lo político. Un cambio al que nos hemos ido enfrentando y adaptando lentamente. Este reconocimiento, sin embargo y pese a ciertas ocupaciones en distintos espacios, sigue dejando en un lugar secundario o, en el mejor de los casos, en el umbral, el pensamiento sobre (y en) la práctica maternal, que se sigue disponiendo como una condición problemática para la vida cotidiana, social, intelectual, cultural y política. El proyecto de investigación Leaking Women[1], a través de un accionar sobre y en la práctica materna, en el que un grupo diverso de mujeres, madres-pensadoras-artistas se encuentran, desafía lo establecido, extiende y cuestiona los límites de las condiciones y posibilidades en las que se produce pensamiento, en la experiencia y en la práctica artística. 

Algunas de las primeras preguntas que tuve que enfrentar al iniciar el camino de la práctica maternal fueron ¿cómo vas a trabajar?, ¿cómo vas a poder seguir con tus estudios y proyectos? Acto seguido venía la sugerencia: ‘Podrías pensar en parar un tiempo y dedicarte a tu hijo o hija, porque es incompatible ser madre, pensar, producir conocimiento o hacer otras cosas’. Por supuesto, esto no es algo sugerido a quienes serán padres. Esta experiencia y la violencia que conlleva no es un caso aislado, sino un punto en el que muchas personas nos vinculamos y encontramos. En mi caso, sucedió en un contexto de ciertos privilegios, mientras cursaba estudios de postgrado en Reino Unido y siendo migrante. Las necesidades básicas estaban cubiertas -o medianamente cubiertas- y tenía tiempo para tomar el peso a algunos de esos comentarios (aun cuando estaba, supuestamente, imposibilitada para aquello), y reflexionar sobre lo que pueden implicar para quienes ejercen o quieren ejercer la práctica maternal. Entonces, ¿qué implica que te digan que no puedes pensar porque serás madre? ¿Desde qué lugar alguien sostiene que no hay producción de conocimiento en la maternidad?

La negación que enfrentamos quienes ejercemos la práctica maternal es transversal, visible algunas veces y en otras peligrosamente invisible, al punto que algunas aristas que componen la vida se cancelan o quedan latentes. En este contexto, las condiciones físicas, emocionales, psicológicas y materiales de cada experiencia son las que determinan los niveles de fuerza y, al mismo tiempo, las posibilidades para empujar y mover los límites de cada una de las historias personales, que son en relación con un colectivo, con un contexto, con condiciones determinadas.

Recuerdo un comentario que recibí en una oficina de inmigración: “No puedes ser estudiante y madre”; esto, porque mi condición de migrante está supeditada a mi condición de estudiante. Con 8 meses de embarazo, el derecho a ser madre se presentaba fuera de los márgenes institucionales y sin apoyo institucional; por ejemplo, el de un postnatal. Este portazo en la cara no fue un problema debido a contar con una red de apoyo -pareja, profesoras y profesores- y porque además tuve la suerte de, tras muchos trámites, lograr un postnatal, continuar mis estudios y ser madre. ¿Pero qué pasa cuando no tienes alianzas? Me pregunto, entonces, si quienes ejercemos la práctica maternal no podemos pensar en y sobre ésta. ¿Entonces quiénes sí tienen autorización para hacerlo? Y si hay que detenerse un tiempo porque no hay posibilidad de pensamiento al inicio de la maternidad, ¿cuándo una madre vuelve a pensar? ¿Cómo y quién determina que hay pensamiento y conocimiento, y qué tipo de pensamiento y conocimiento?

Vista de la exposición «Leaking Women: mujeres que sostienen el techo», en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Parque Forestal, Santiago de Chile, 2021. Foto cortesía de las artistas

La maternidad, en las sociedades modernas, está naturalizada como un deber ser que opera como uno de los tantos pilares no del todo visibles que sostienen nuestras estructuras políticas, sociales y culturales.


La práctica maternal

Los límites que señalan qué y cuándo podemos decir algo responden a convenios encarnados y situados que han ido delimitando nuestro accionar. Cuando hablamos de maternidad, hay una tensión constante que se daría por los dos significados de la maternidad: ‘la relación potencial de cualquier mujer con sus poderes de reproducción y con los niños; y la institución, que tiene como objetivo asegurar que ese potencial -y todas las mujeres- permanezcan bajo el control del hombre. Esta institución ha sido una piedra angular de los sistemas sociales y políticos más diversos’[2].

Modelando una manera de ser y ejercer la maternidad en relación con la instalación moderna del concepto, que ‘estatiza y nacionaliza lo materno como una forma de regulación y racionalización de la procreación “en favor de la patria”’,[3] lo que ocurre es que se normalizan modos de pensar, sentir y actuar donde el Estado administra la vida. Sobreviene lo que Carol Arcos Herrera llama la biopolítica de lo materno. Allí, el nacimiento no es sólo parir sino también ser parte de una comunidad que determina la experiencia y pensamiento sobre la maternidad. La maternidad, en las sociedades modernas, está naturalizada como un deber ser que opera como uno de los tantos pilares no del todo visibles que sostienen nuestras estructuras políticas, sociales y culturales. 

Las instituciones -en plural- han afectado nuestras maneras de sentir-pensar la práctica maternal. Aún hoy hay asuntos que siguen en el terreno de lo íntimo o, en el mejor escenario, entre las paredes que proporciona el compañerismo. En la teoría feminista marxista, la discusión sobre el trabajo materno ha estado presente desde los años 70, observando la relación entre el capital y el trabajo doméstico. En 1975, Silvia Federici lo dejaba bastante claro: ‘Ellos dicen que es amor. Nosotras que es trabajo no remunerado’[4]. En dicho texto, la autora advertía sobre las condiciones en las que las relaciones sociales se van reproduciendo y manteniendo, y en las que el trabajo doméstico, incluido el materno, opera como soporte de las estructuras.

Vista de la exposición «Leaking Women: mujeres que sostienen el techo», en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Parque Forestal, Santiago de Chile, 2021. Foto cortesía de las artistas

Existe una aceptación general que reconoce la práctica maternal como trabajo, pero esto únicamente en tanto no desestabilice el funcionamiento del sistema.


Esta teoría, si bien aceptada hoy por varios sectores (academia, feminismos, izquierdas), no ha logrado que sus implicaciones políticas más profundas sean contempladas ‘excepto por la recomendación de que el trabajo doméstico debe ser considerado’[5]. Es decir, existe una aceptación general que reconoce la práctica maternal como trabajo, pero esto únicamente en tanto no desestabilice el funcionamiento del sistema. En el caso chileno, hasta los años 80 la práctica maternal estuvo regida por el rol femenino en la construcción del Estado-Nación, perspectiva que cambió parcialmente durante los años 90 y ‘paralelamente con la consolidación del modelo económico neoliberal’[6], cuestión que se observa mayormente y en un correlato con lo que sucede en la mayoría de las sociedades neoliberales, por la aceptación de la maternidad como trabajo [con limitaciones] y por políticas que intentan garantizar igualdad de género en términos de participación y representación en las distintas esferas de la vida.

El problema es que la cuestión de derechos, paridad e igualdad sigue sin desestabilizar el sistema y, por el contrario, en algunos casos lo profundiza. Lo anterior estaría dado por los efectos de lo que Silvia Federici llama Feminismo Global, para el que los problemas no son sólo “las políticas que emergen del desarrollo global del capitalismo y sus efectos en las mujeres, sino el hecho de que las mujeres pagan un precio desproporcionado, en comparación con los hombres, por la reestructuración de la economía’[7]. En este sentido, lo que se logra no es una reorganización de las condiciones del trabajo asalariado para garantizar el trabajo del cuidado, puesto que se sigue funcionando bajo la premisa de tener una mujer en la casa.

Aquí, la tirantez que hay entre práctica maternal y trabajo es central. Enfatizando el significado de la práctica maternal, que se realiza en respuesta ‘a la realidad histórica de un niño biológico en un mundo social particular’[8] y que se superpone a la maternidad en tanto institución patriarcal que regula y posiciona las labores maternales en la mujer, quisiera hacer eco de lo que Andrea O’Reilly señala cuando usa el término “madres”.

O’Reilly puntualiza que dicho término ‘no se limita a las madres biológicas, sino a todas las personas que hacen el trabajo de cuidados maternos como parte central de sus vidas’[9]. Esta cuestión es fundamental para imaginar un futuro otro. En muchas ocasiones, me he sorprendido diciendo que mi hijo tiene dos madres que le cuidan, esto por la relación cercana, de afectos y cuidados compartidos que hemos logrado trabajar con mi pareja, padre de mi hijo, que nos obliga a compartir también lo que social y políticamente esto significa. Por eso, cualquier discusión y proyecto político que busque cambiar las lógicas de opresión tendría que levantarse mediante una discusión para integrar en su programa, y cuidar, las condiciones de la práctica maternal. No para mantener una sociedad patriarcal, por supuesto, sino que para cambiar las condiciones de vida. 

Vista de la exposición «Leaking Women: mujeres que sostienen el techo», en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Parque Forestal, Santiago de Chile, 2021. Foto cortesía de las artistas

Leaking Women opera como exploración colectiva que abraza las divergencias, presentando trabajos que piensan la maternidad fuera de lo ya transitado en dos asuntos relacionados: la práctica maternal y la práctica artística, tensionadas por la noción de trabajo y sus implicaciones en el contexto chileno.


La práctica artística-maternal

Si la historia de la humanidad y el pensamiento está escrita y se ha encarnado sobre la base de jerarquías que determinan los lugares de importancia que ocupamos en el planeta tanto los seres humanos como los no-humanos, cómo pensar e imaginar disposiciones otras que sean móviles y flexibles, que puedan abrazar las diversidades, diferencias y demandas del presente, proyectándose en el futuro. Aquí radica uno de los asuntos fundamentales de la relación entre maternidad, trabajo y práctica artística: el sentir-pensar en relación, una de las columnas sobre las que Leaking Women: mujeres que sostienen el techo se erige y donde instala cuestionamientos que develan una crítica profunda al sistema social, cultural y político de Chile, con un foco en la capital del país. Iniciada por las artistas Paula Salas y Soledad Pinto, la investigación abraza las diferencias e identifica un horizonte común, invitando a cuestionar las condiciones del presente para potenciar un pensamiento e imaginación en el futuro. En un accionar en la práctica maternal, quienes participan de Leaking Women habitan la pregunta acerca de aquellas delimitaciones impuestas por un sistema que, una y otra vez, jerarquiza a las personas y sus quehaceres. Al proponer un espacio/tiempo otro en cada activación del proyecto, las distintas voces manifiestan la relevancia de las relaciones, en colaboración y en solidaridad, para imaginar nuevas formas de convivencia.

Mediante estrategias diversas, la pregunta por la relación entre práctica maternal y artística se vuelve aguda. Sin imposiciones ni hojas de ruta predeterminadas, Leaking Women opera como exploración colectiva que abraza las divergencias, presentando trabajos que piensan la maternidad fuera de lo ya transitado en dos asuntos relacionados: la práctica maternal y la práctica artística, tensionadas por la noción de trabajo y sus implicaciones en el contexto chileno. Sobre la primera, la práctica maternal, si generalmente la discusión se centra en lo que implica en términos de decisión, acceso, oportunidad, trabajo, apoyos y reconocimiento, ¿por qué la serie de factores políticos y sociales vinculados a ésta no son del todo expuestos y considerados? Me refiero, por ejemplo, a las preguntas relacionadas con cómo se define, quiénes la ejercen, qué alcances tiene en nuestros cuerpos, en nuestras vidas y en el tejido social, entre otras cuestiones que centrarían la discusión en la relación entre las condiciones, las identidades y quienes cargan con un sistema que se sostiene en base a las diferencias y jerarquías. En el caso de la práctica artística, la toma de posición que realizan las participantes del proyecto Leaking Women, pensando sus experiencias y cuerpos en la maternidad, pone en cuestión aquello que sucede en los ámbitos del trabajo donde aún hoy el género declarado resulta un problema y genera incomodidad si eres minoría.

Vista de la exposición «Leaking Women: mujeres que sostienen el techo», en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Parque Forestal, Santiago de Chile, 2021. Foto cortesía de las artistas
Vista de la exposición «Leaking Women: mujeres que sostienen el techo», en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Parque Forestal, Santiago de Chile, 2021. Foto cortesía de las artistas

Así, y reconociendo que esto no sucede sólo en el arte, el señalar el cuerpo y la maternidad es una toma de posición política para manifestar y cuestionar las relaciones asimétricas que se han producido históricamente en la sociedad y en el campo del arte chileno, pues el ‘género designa no sólo una construcción socio-histórica sino que además asimétrica.”[10] De este modo, lo que Leaking Women visibiliza es lo que el arte y los feminismos han invisibilizado o esquivado en el contexto chileno, la relación con la maternidad y con el conocimiento encarnado. Como Sophie Halart señala al observar la relación entre los feminismos y maternidades en Chile, las feministas durante mayo de 2018 habrían hecho ‘poco caso del tema maternal; incluso cuando la mencionaron, su visión ha sido generalmente negativa, percibiendo la maternidad como la extensión de un poder patriarcal hacia las más íntimas partes del cuerpo femenino’[11]. El problema de esta mirada es que termina excluyendo la práctica maternal de la discusión sobre quienes soportan un sistema que se sostiene en base a las diferencias, la explotación y las jerarquías.

Finalmente, lo que Leaking Women posiciona es el conocimiento encarnado en tanto resistencia y potencialidad cuando pensamos la relación entre maternidades y feminismos. La práctica maternal es, en las sociedades neoliberales, un conocimiento que ha sido modelado -y contenido- individual y colectivamente como negación y como invisibilidad. Negación en tanto no reconocido como conocimiento, dejando a quienes ejercen labores de cuidado maternal como quienes no tienen capacidad de pensamiento, decisión y voz. Invisibilidad porque el conocimiento que se produce en -no desde- la práctica maternal no es reconocido como conocimiento y, por tanto, no es valorado. Así, el reconocimiento del conocimiento encarnado es más relevante y necesario que nunca ya que puede posibilitar un futuro otro en su emancipación, sobre todo si pensamos en el contexto actual: inicios del año 2021, en medio de una pandemia que ha tenido al planeta y a los sistemas que nos rigen en crisis por más de un año, donde las diferencias entre los seres y sus condiciones se han vuelto más profundas y evidentes y, en el caso chileno, con un proceso para la redacción de una nueva constitución ad portas, realizado a partir de la primera convención constituyente paritaria en el mundo. Precisamente aquí Leaking Women opera, evidenciando que es necesario mover los muros y soportar los techos de manera colectiva, abrazando las diferencias y comprendiendo el planeta como un conjunto de relaciones.

Vista de la exposición «Leaking Women: mujeres que sostienen el techo», en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Parque Forestal, Santiago de Chile, 2021. Foto cortesía de las artistas

Leaking Women: mujeres que sostienen el techo es un proyecto financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes (FONDART), en su convocatoria 2019.


[1] Los pensamientos y sentires que se vierten en este texto han surgido y se han contaminado a partir de una serie de conversaciones sostenidas durante el año 2019 y 2020 con las artistas e investigadoras del proyecto, Paula Salas y Soledad Pinto, y a través de ellas, con algunas de las artistas que participan en Leaking Women, entre ellas, María José Rojas, Ana Laura Galarza, María-Rosario Montero y Paula Solminihac. También son producto de los encuentros e intercambios sostenidos con las madres-pensadoras Sophie Halart y Sasha Mudd, que fueron convocados por Paula y Soledad como parte del proyecto.

[2] Adrienne Rich, Of Woman Born. Motherhood as experience and institution. 2.a ed (New York: W. W. Norton & Company, Inc), 13.

[3] Carol Arcos Herrera, “Feminismos latinoamericanos: deseo, cuerpo y biopolítica de lo materno”, Debate Feminista, 55 (Mar. 2018): https://doi.org/10.22201/cieg.01889478p.2018.55.02 

[4] Silvia Federici, Wages Against Housework (Bristol: Falling Wall Press Ltda.), 1.

[5] Entrevista a Silvia Federici. En Louise Toupin, Wages for Housework. A History of an International Feminist Movement, 1972-77, trad. por Kathe Roth (Vancouver: UBC Press, 2018), 249.

[6] Carmen Gloria Godoy, Paula Raposo, “Economic Modernization and Redefining Womanhood: Women, Family and Work in a Center Right-Wing Government” en Motherhood, Social Policies and Women’s Activism in Latin America, ed. por Alejandra Ramm, Jasmine Gideon (Switzerland: Palgrave Macmillan, 2020), 276.

[7] Toupin, Wages for Housework, 247

[8] Sara Ruddick, “Maternal Thinking”, en Maternal Theory. Essential Readings. ed. Por Andrea O’reilly (Canada: Demeter Press, 2007), 97.

[9] Andrea O’Reilly, Matricentric Feminism. Theory, Activism, and Practice (Canada: Demeter Press, 2016), 1.

[10] Isabelle Stengers & Vinciane Despret, Women Who Make a Fuss, trad. por April Knutson (Minneapolis: Univocal Publishing, 2014), 34.

[11] Sophie Halart, “Subjetividades feministas: repensar las relaciones entre feminismos y maternidades en Chile a través del arte y la historia del arte”, en Impacto, comunicación y responsabilidad social, ed. por Antonio Marrero y Alejandra Palafox, (Santiago: Universidad Autónoma de Chile, 2019), 139.

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