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EL OCASO DE LOS STAR ARTISTS

El 15 de julio se inauguró Breath Ghost Blind en los espacios de Hangar Bicocca de Milán, exposición de Maurizio Cattelan en Italia después de casi diez años de ausencia en el país. El lugar, una fundación privada situada en la periferia de la ciudad, es imponente. Los espacios, ex galpones industriales de gran tamaño, permiten una museografía de alto impacto y cualquier objeto bien iluminado se podría apreciar como obra de arte.

En el caso específico de esta exposición, las obras son solo tres: la escultura Breathe, que representa a una persona en posición fetal junto a un perro, aludiendo así a los homeless y a los punkis de los años noventa -llamados de hecho punk-a-bestia en Italia, o perroflauta en España-; Ghost, miles y miles de palomas en taxidermia que llenan toda la arquitectura desde su altura, obra icónica que Cattelan había presentado en diferentes ocasiones y en dos bienales de Venecia (1997, 2011); y una instalación de gran tamaño, Blind, un homenaje para el vigésimo aniversario del atentado a las torres gemelas, que además remite a un recuerdo personal, ya que el artista en el 2001 estaba viviendo en Nueva York.

Los curadores de la exposición, Vicente Todolí y Roberta Tenconi, subrayan el hecho de que esta es una exposición diferente de Maurizio Cattelan, en la que no quiere jugar más con las provocaciones o la ironía -como su última obra, el famoso plátano con cinta pegado a una pared de Art Basel Miami (2019) y vendido por la cifra récord de 120 mil dólares-; y que el lockdown lo hizo reflexionar, pensar sobre el significado de la existencia, el ciclo de la vida. Un recorrido entonces íntimo y emocional, en el cual el artista se siente como el resto del mundo: frágil, controlado y en constante peligro.

Pero, pese a estas premisas serias y casi monásticas, su personaje de star artist se impuso por encima de su misma obra. Su persona destacó por su ausencia, jugando con los periodistas y críticos invitados que querían entrevistarlo durante el press preview, no presentándose y escondiéndose, metiendo en dificultad a los pasantes de la oficina de prensa, que con vergüenza y algo de pudor contestaban a todos que no sabían si el artista iba o no a venir. Apareció solamente al final, para ir a comer junto a los curadores y al director del centro, sin hablar con nadie.

Vista de la exposición «Breath Ghost Blind», de Maurizio Cattelan, en Hangar Bicocca, Milán, Italia, 2021. Cortesía: Hangar Bicocca
Vista de la exposición «Breath Ghost Blind», de Maurizio Cattelan, en Hangar Bicocca, Milán, Italia, 2021. Cortesía: Hangar Bicocca

Maurizio Cattelan sabe de ser famoso y se comporta como tal. Las entrevistas se las pueden hacer solo los star curators, como Francesco Bonami, que también sabe de ser famoso. Es un diálogo de élite, entre la clase alta del arte que busca mantener un estatus de poder. De hecho, en esas entrevistas no cuestionan nada, no dicen nada, se ríen de ellos mismos y de los demás, en una actitud que tendría que ser rebelde pero que termina siendo terriblemente esnob. Los contenidos para ellos no son importantes: al revés, son solo para el proletariado del arte, los que todavía tenemos que demostrar quiénes somos, los que todavía tenemos que competir para las migajas del sistema, que vivimos en la precariedad de los proyectos a costa de los colegas. Ellos no. Asegurados, vivieron la época de oro de los años noventa, cuando el circuito artístico era algo todavía restringido, pero bien remunerado, y quien llegaba se afirmaba rápidamente y sin mucho esfuerzo.

Maurizio Cattelan puede permitirse no dar entrevistas, ningunear a los críticos y los curadores del montón, no asistir a su misma exposición, y presentar sólo tres obras; todos los demás tenemos que respetar jerarquías y protocolos.

Pero esta época de oro se acabó. Ya no es sostenible, por diferentes razones. Una es la rabia social de la clase emergente y media del arte alimentada por estas actitudes elitistas, otra la desilusión creada por la difusión capilar de los programas universitarios hiper especializados, en los cuales venden una idea profesional exitosa basándose en modelos obsoletos, como los star artists y los star curators. Estas ofertas masificadas de las fábricas académicas generan un sin número de personas hiper especializadas que necesitan emplearse. Es el nuevo proletariado del arte. En este escenario de competición global y masiva no hay más espacio para las celebridades caprichosas que viven de glorias pasadas. La única salida de visibilidad para los demás del montón es ser un influencer del sistema, que tiene que trabajar constantemente para mantener su estatus, produciendo contenidos de tendencia para satisfacer su público objetivo.

El éxito no es más el pase libre para poderse permitir cualquier actitud y extravagancia. Para los que no quieren o no pueden ser influencers y esclavos de una lógica de hiperproducción masificada, de competición y homologación, el camino es ser obreros especializados del arte que sueñan con alcanzar un estatus de clase media, que significa poderse mantener a través del propio trabajo, poder ejercer la propia profesión después de los largos años universitarios, poderse expresar y quizás colaborar de buena manera con los colegas, profundizando los contenidos, intercambiando opiniones por el placer de compartir afinidades. Quizás esta cruz contemporánea que el artista escenificó a través de un avión que atraviesa un paralelepípedo representa este final -así como el Titanic que cerró la época de oro del siglo pasado-, o tal vez que la conciencia que un mundo de lujos y privilegios se perdió para siempre.

Vista de la exposición «Breath Ghost Blind», de Maurizio Cattelan, en Hangar Bicocca, Milán, Italia, 2021. Cortesía: Hangar Bicocca

Mariagrazia Muscatello

Crítica de arte, Licenciada en Filosofía por la Universidad de Parma (Italia), Magister en Comunicación y Crítica de Arte (Gerona-España). Ha sido responsable de prensa para la firma de diseño industrial Kartell en Milán, y asistente editorial para Gustavo Gili, en Barcelona. Ha publicado para diversos catálogos y revistas nacionales e internacionales, como “Flash Art”, “Artribune” y “Etapes”, entre otras.

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