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POEMA COLECTIVO REVOLUCIÓN

El Instituto de Estudios de Arte Latinoamericano (Institute for Studies on Latin American Art – ISLAA) presenta desde el pasado 28 de enero y hasta el 8 de mayo la exposición Poema Colectivo Revolución, que bajo la curaduría de Luis Camnitzer reúne más de 300 contribuciones a este proyecto internacional de arte correo, con el objetivo de revisarlo a cuarenta años de su creación y en medio de una crisis global mundial.

En 1981, el grupo de artistas mexicanos Colectivo 3 —compuesto por Aarón Flores, Araceli Zúñiga, Blanca Noval Vilar y César Espinosa Vera— lanzó una convocatoria abierta para contribuciones a una obra de arte colaborativa titulada Poema Colectivo Revolución. Inspirado por el levantamiento liderado por los sandinistas en 1979 en Nicaragua, el grupo buscó producir un «poema colectivo» sobre el tema de la revolución, invitando a artistas y escritores a enviar sus respuestas a este mensaje abierto en una de hoja tamaño carta.

La convocatoria recibió cientos de respuestas de 45 países que, vistas al unísono, trazan una red de solidaridad en un momento de crecientes tensiones globales y agitación económica. El proyecto, que abarca versos mecanografiados y manuscritos, dibujos a lápiz y tinta, collages de periódicos y fotocopias Xerox, presenta una amplia gama de enfoques artísticos y perspectivas ideológicas para imaginar creativamente alternativas a las realidades sociales. Si bien algunos colaboradores abordaron directamente la situación política en Nicaragua, la mayoría reflexionó sobre intereses personales y sobre los ideales e implicaciones de la acción revolucionaria, con obras tanto juguetonamente subversivas como escépticamente críticas.

La exposición presenta 338 obras multimedia sobre papel, la mayoría de las contribuciones existentes al Poema Colectivo Revolución, y va acompañada de una publicación bilingüe, con un ensayo de Luis Camnitzer en español e inglés. Compartimos algunos extractos de este ensayo, cuya versión completa puedes leer aquí.

Vista de la exposición «Poema Colectivo Revolución», en el Institute for Studies on Latin American Art (ISLAA), 2021. Foto: Julio Grinblatt

PROYECTO POEMA COLECTIVO REVOLUCIÓN [extractos]

Por Luis Camnitzer

[…] Con Poema Colectivo Revolución, el Colectivo 3 introdujo un filtro y trató de lograr una unidad un poco más rigurosa que la que podía ofrecer la espontaneidad típica de las manifestaciones postales internacionales hasta ese momento. Tratando de enfocarse en Nicaragua, o por lo menos en la revolución, después de enviar alrededor de 700 invitaciones, el grupo recibió unas 350 cincuenta contribuciones, provenientes de 45 países. El título Poema se interpretó como una metáfora ambigua y, políticamente, no todos los envíos se atuvieron al tema ni cumplieron con el propósito. Nicaragua apenas se mencionó, y algunas contribuciones ni siquiera fueron favorables a la idea de la revolución: una participación de Polonia llegó a terminar su página con un “me cago en la revolución”, invocando la mala experiencia del socialismo polaco y el soviético. Pero esta fue la excepción más radical a la regla. Y aunque generalmente los envíos provenían de artistas que se autoclasificaban políticamente como de izquierda, no todas las participaciones fueron políticas. Aparte de esto, el mecanismo de la invitación aseguró que muchas de las contribuciones viniesen de artistas que ya estaban embarcados en el uso del arte correo y ya habían desarrollado el lenguaje correspondiente desde antes del llamado […]

[…] Si miramos desde un punto vista canónico al conjunto de obras que componen este envío, el Poema es un éxito artístico algo menor. Y a nivel político, su efecto fue muy relativo, ya que es dudoso que el proyecto publicitase algo desconocido o que generase conversiones políticas. El hecho de que, a pesar de que la empresa fue más política que estética, a la distancia de cuatro décadas estemos discutiendo el Poema como un fenómeno perteneciente a la historia del arte quizás nos describa más a nosotros que a la obra expuesta. La distancia histórica —en realidad una separación— es más palpable debido a que la diferencia entre entonces y ahora con respecto al sistema postal es muy visible.

Con la comunicación digital en auge hoy, está claro que en el ínterin el sistema postal estuvo en un estado de agonía que hasta hace muy poco parecía terminal. En el punto culminante del arte postal, el correo todavía era un instrumento activo y formaba parte del ritual cotidiano. Se leía el periódico y se abría la correspondencia y, preferentemente para algunos, esto formaba parte del ritual del desayuno.

Hoy, en términos de interacción personal, todo esto se ha convertido en algo nostálgico. La epístola está desapareciendo, junto con la habilidad de escribir en letra cursiva, y la mayor parte de los envíos que circulan por correo son cuentas y materiales de propaganda. La comunicación interpersonal se produce a través de correos electrónicos y de las redes sociales. Dado este estado de cosas, ver el Poema hoy revive una experiencia del pasado con un toque romántico que en aquel momento era imprevisible […].

Vista de la exposición «Poema Colectivo Revolución», en el Institute for Studies on Latin American Art (ISLAA), 2021. Foto: Julio Grinblatt
Vista de la exposición «Poema Colectivo Revolución», en el Institute for Studies on Latin American Art (ISLAA), 2021. Foto: Julio Grinblatt

[…] El uso del correo en el arte fue un salto hacia adelante porque logró desligarse de la tradición impuesta por las versiones conservadoras de la pintura y el dibujo. Pero en el campo de la comunicación no consiguió mucho más que un tropezón en su deseo de satisfacer un potencial que no mucho después se realizó con las redes sociales. Inesperadamente, entonces, y a pesar de su esperanza de independizarse de la tradición artística, el arte correo terminó compartiendo con la pintura tradicional ese equilibrio extraño que existe entre lo obsoleto y lo vigente, algo que solamente funciona dentro del campo limitado propuesto por la historia del arte […]

[…] El título del Poema, como una construcción directamente vinculada a la revolución (una utopía de su época), obviamente trató de guiar a que las contribuciones respondieran a ello como su tema central. En una de sus piezas, Guillermo Deisler, uno de los artistas más comprometidos tanto con el arte postal como con la política, compila una serie de definiciones. Una es “Revolución es dar vuelta a las páginas de la historia”, frase que probablemente quiso indicar un revolver y revolucionar de la historia. Dado que el proyecto quedó reducido a página fijas, hoy parecen bañadas en la melancolía del encierro. Sin embargo, otra de sus definiciones, “Revolución es tú y yo, sin fin”, por lo menos vuelve a darle vida a la palabra con claridad y nos promete alguna esperanza.

Las obras enviadas son heterogéneas, tanto en temática como en calidad. Los organizadores, ya de entrada, describieron al medio postal en su introducción con un análisis críticamente certero: ¿Constituye una nueva ‘vanguardia’, o una moda, el arte-correo? No, de hecho. Visto como un circuito de comunicación abierta, horizontal, escapa a los cartabones oficiales del arte. El medio postal tal cual lo estamos discutiendo aquí es un sistema abierto a todo el mundo donde todo lo recibido es aceptado. Esto lleva a que muchas muestras de arte postal sirvan para que los artistas se “den a conocer” y se promuevan personalmente, contradiciendo en cierta manera el idealismo que informa la premisa.

Algunas participaciones del Poema parecen cumplir con este propósito menos interesante. Otras se limitan a mostrar que los artistas aprueban la ideología del proyecto, pero no que tratan de contribuir una obra realmente importante. En ese sentido, los proyectos postales diseñados para armar muestras alrededor de causas precisas muchas veces apelan al compromiso de la simpatía. Artistas con falta de tiempo que no quieren ignorar “la buena causa”, en lugar de dedicar esfuerzo creativo al proyecto, mandan una especie de saludo. Un ejemplo de esto es la página del artista argentino León Ferrari, que incluye una reproducción de su, para entonces ya clásica escultura, Civilización occidental y cristiana, de 1965, con el bombardero y el Cristo crucificado.

Ferrari, uno de los artistas más generosos de su generación, claramente quiso asegurarse de que su participación actuara como prueba de su simpatía y respaldo. Juan Carlos Romero y Edgardo Antonio Vigo, dos artistas que se encuentran entre los iniciadores del arte correo argentino, contribuyeron obras dentro del estilo que ayudaron a formalizar al politizar al medio. Muchos artistas, sin embargo, limitaron su acción política a la participación en el proyecto sin invertir un esfuerzo particular en el tema, como si dejar su firma alcanzara como prueba de su apoyo.

Como era de esperar, un buen porcentaje de los participantes juega con la palabra “revolución”. Es interesante ver las distintas interpretaciones ofrecidas y cómo se agrupan. Muchas veces reflejan nada más que las opiniones personales de sus creadores, pero en otras ocasiones sirven para medir el significado de la palabra y su urgencia condicionada por la interpretación, muchas veces simplista, que corresponde a los distintos entornos. En general, las declaraciones oscilan entre lo positivo y lo negativo, pasando por la ambigüedad.

(Clemente) Padín contribuye un juego ortográfico en el que mezcla las palabras “paz” y “pan”, alternando las posiciones de la letra “n” con la “z” para reconvertir el significado alternativamente hacia un resultado u otro. En todo esto México, con media docena de artistas representados, es el país con la mayor cantidad de participantes que proclaman la revolución como algo realmente necesario.

Sin embargo, algunas obras ignoran completamente el objetivo de la convocatoria y no solamente dejan de lado la palabra “revolución” sino también sus identificaciones ideológicas.

A cuarenta años de distancia, la recopilación de ejemplos del Poema, con sus variados éxitos desde el punto de vista artístico, nos muestra la dificultad de hacer una obra política efectiva. Esta dificultad no es algo de lo cual podemos culpar a los participantes, ya que el problema a resolver es uno mucho más amplio que lo que puedan mostrar estas obras en particular, las del arte correo politizado en general, o el arte político en otros medios. Si nos enfrentamos al Guernica (1937) de Pablo Picasso o a los Desastres de la guerra (1810–1820) de Francisco Goya, ejemplos clásicos del arte de denuncia, nos podemos plantear las mismas preguntas que nos provoca a su vez el Poema Colectivo Revolución.

Vista de la exposición «Poema Colectivo Revolución», en el Institute for Studies on Latin American Art (ISLAA), 2021. Foto: Julio Grinblatt

Más allá de lo que consideramos que pueda ser su calidad y vigencia artística —y sin haber compartido el drama en su contexto original— nuestra posibilidad de empatía con la obra es mínima. La efectividad de una obra política se mide por el efecto de evocación y conversión que esta puede causar. En ese sentido, el arte político tiene mucho en común con el arte religioso: funciona mucho mejor para confirmar las ideas de sus acólitos que para convertir a los que no lo son. Rara vez nos mueven el piso lo suficientemente como para hacernos reconsiderar nuestras creencias. Cuando alguien famoso expresa su opinión (para el caso, Picasso o Goya), a menudo lo escuchamos por respeto a su fama o porque estamos de acuerdo con la causa.

Pero esto no significa que la obra misma influya en nuestra forma de pensar o de sentir sobre el tema en cuestión de una forma radical. La participación de los que mandaron su contribución al Poema fue principalmente un voto de aprobación del proyecto, a pesar de que algunos autores se desviasen de la intención ideológica de los organizadores y tuvieran otros propósitos en la mente. El desnivel de la calidad estética fue previsto por los organizadores, y no es un aspecto realmente criticable del proyecto. Los filtros cualitativos generalmente revelan más sobre los que los crean que sobre lo que dejan pasar. En cambio, la acumulación caótica de ejemplos sin filtrar nos permite ver un perfil cultural mucho más preciso. Presumiblemente los setecientos invitados fueron elegidos gracias a lazos mucho más horizontales y complejos que los que requiere una selección artística rigurosa. Esa apertura y horizontalidad son las características más interesantes de esta pieza, que a esta altura debe ser vista como un proyecto y no como trescientas cincuenta obras separadas. La parte más revolucionaria es entonces la manera en la que se ensambló ese total.

El Poema efectivamente propone la “revolución” porque es un proyecto “colectivo”, y no por su aspiración artística. Permite la convivencia de los consagrados con los neófitos, una mezcla que abre paso a la revisión de los criterios y las justificaciones de las jerarquías. La confrontación con las obras permite que resalten y se iluminen nombres que nunca se habían escuchado antes. Pero también tenemos, por lo menos momentáneamente, que algunas luces se apagan.

Nuestras premisas estéticas no se han sacudido, y nuestras esperanzas políticas no han sido satisfechas. Pero esto no significa que el esfuerzo del Poema haya sido nulo o carezca de importancia. Por un lado, nos proporciona una descripción de época que cumple con los requisitos que nos impone el estudio de la historia del arte tradicional. Pero por otro, nos refriega varias preguntas en la cara. Estas, al no ser contestadas satisfactoriamente en su momento, siguen obligándonos a buscar una respuesta en el día de hoy, lo cual le da una importancia continuada al proyecto. De este modo, nos seguimos preguntando, ¿cómo podemos lograr ejercer nuestro poder o agencia cultural y a la vez explorar y enriquecer el conocimiento? ¿Cómo podemos perfeccionar los mecanismos de circulación? ¿Cómo podemos integrar la alta cultura con lo vernáculo para crear una sociedad mejor?

La revolución del Poema Colectivo Revolución probablemente nunca radicó en la palabra. Estuvo y está en las respuestas que hoy, cuarenta años más tarde, nos sigue obligando a buscar.

Vista de la exposición «Poema Colectivo Revolución», en el Institute for Studies on Latin American Art (ISLAA), 2021. Foto: Julio Grinblatt

Poema Colectivo Revolución está curado por Luis Camnitzer, con la asistencia de Olivia Casa, Gerente de Exposiciones y Curaduría de ISLAA.

Como parte de la exposición, se realizaron una serie de conversaciones vía online, que buscaban respuestas a la pregunta de cómo los artistas pueden atravesar divisiones geográficas y expresar solidaridad en momentos de turbulencia.

Lxs artistas mexicanxs César Espinosa y Araceli Zúñiga (dos integrantes de Colectivo 3) conversaron sobre la creación de Poema Colectivo Revolución, sobre su papel en el movimiento Grupos, y sobre las Bienales Internacionales de Poesía Visual y Experimental, que coorganizaron entre 1985 y 2009. La charla estuvo moderada por el investigador y curador Mauricio Marcin.

El poeta y artista uruguayo Clemente Padín, quien participó en el proyecto, conversó con la curadora e investigadora Fernanda Nogueira sobre su obra visual y literaria, su participación en la poesía concreta latinoamericana, y sus profundas contribuciones al arte postal. Finalmente, Camnitzer participó junto al historiador del arte Alexander Alberro en un diálogo sobre el conceptualismo internacional, las redes de artistas, y las historias del arte del Sur Global.

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