FLAVIA GANDOLFO. DE UN PUNTO A OTRA
El MALI presenta la primera exposición monográfica de Flavia Gandolfo (Lima, 1967), una de las más destacadas fotógrafas peruanas de la generación del noventa. La muestra recoge sus obras más conocidas, además de una serie fotográfica temprana inédita, que documenta la cotidianidad de un grupo de jóvenes dentro de la comunidad travesti limeña de la época, muchos de los cuales luego se convirtieron en personajes públicos del arte y activismo transgénero en el Perú. Compartimos el texto de su curador, Miguel López.
Por Miguel López | Curador
El trabajo de Flavia Gandolfo expresa una postura específica sobre la relación entre fotografía y realidad. Su trabajo emerge a fines de los años ochenta influenciado por los códigos visuales del retrato y la fotografía directa, para desplazarse poco después hacia un cuestionamiento del realismo fotográfico a través de la manipulación del proceso de copiado y luego hacia usos más experimentales del soporte fotográfico.
Su desconfianza frente a la aparente objetividad del medio no significó, sin embargo, una resignación a los anhelos críticos de la fotografía, sino una búsqueda de significados políticos más allá del “efecto de verdad” de la imagen.
Esta primera exposición monográfica de la artista reúne un conjunto de obras producidas entre 1990 y 2020 en un periodo enmarcado por el conflicto armado interno, el gobierno dictatorial de Fujimori y el proceso de redemocratización junto a la consolidación del neoliberalismo económico. Ese proceso provocó no solo un trastorno en las estructuras emocionales compartidas de la sociedad, sino también una transformación de los paradigmas de significación cultural.
En ese contexto, las imágenes de Gandolfo se apartaron de la búsqueda de representación del sujeto popular presente en la fotografía de los años setenta y ochenta en el Perú para explorar modelos autorreflexivos de representación de la identidad. Su interés por lo teatral y por lo femenino como espacios de actuación incidió en su manera de comprender lo fotográfico. Gandolfo entendió tempranamente cómo la cámara incitaba la proyección de deseos y fantasías, personales y colectivas. La aparición de cuerpos maquillados o enmascarados en sus primeras series advierte cómo sus imágenes eran intentos por redoblar las ficciones que proyectaban sus retratados.
Hacia 1993, Gandolfo comienza un desplazamiento de la fotografía directa hacia la manipulación técnica de la copia en el cuarto oscuro. En estas nuevas imágenes no hay representación realista de los cuerpos: estos aparecen desenfocados, excesivamente iluminados o desvanecidos por el contraste, defraudando el hábito de pretender “descubrir” al sujeto fotografiado. Su trabajo se orienta a problematizar las relaciones de poder entre el observador y el observado.
En 1996, Gandolfo volcó su mirada a la educación pública. El proyecto Historia comenzó con una serie de fotografías de pizarras y las interacciones de alumnos en escuelas en Cusco y Huaraz, en la sierra andina del Perú, para luego desplazarse a un registro minucioso de cuadernos escolares en Lima. El acento puesto en el proceso técnico fue un intento de huir del retrato directo y sus claves etnográficas y exotizantes, construyendo un testimonio social de otro tipo.
Gandolfo miraba las escuelas intentando comprender también cómo el espacio educativo se tornó en uno de los lugares donde surgió el conflicto armado interno. Sus fotografías revelaban las formas de violencia y sensaciones de desarraigo frente a un proyecto nacional excluyente y discriminador, reflejando la imposición de formas fallidas de ciudadanía.
En la última década, Gandolfo ha explorado más decididamente las relaciones entre imagen y escritura, la construcción de los relatos historiográficos y su transmisión pedagógica. Apartándose por completo de la fotografía directa, se ha dedicado a usar estrategias derivadas del collage, el fotomontaje y el tejido a partir de materiales como libros, láminas escolares y documentos de archivos personales.
Estas nuevas obras toman como punto de partida la práctica de historiadores y arqueólogos como Toribio Mejía Xesspe, Gustavo Pons Muzzo o Victoria de la Jara, siendo esta última —y su investigación sobre la supuesta existencia de una escritura incaica— el principal referente para una obra desarrollada especialmente para esta exposición.
En esta última obra, titulada Desciframientos de Victoria, Gandolfo entabla un diálogo con De la Jara de historiadora a arqueóloga, produciendo una pieza que se rehúsa a ser solo fotografía, solo escritura, solo historia, solo arqueología o solo arte.
Lejos de una aproximación idealizada al medio —la fotografía como celebración de la diversidad o como registro nostálgico del pasado—, la pregunta que recorre sus proyectos está asociada a si el soporte fotográfico puede permitir ensayar formas de desidentificación, es decir, otras maneras de negociación entre representación y verdad, entre fotografía y producción de subjetividad.
FLAVIA GANDOLFO. DE UN PUNTO A OTRA
Museo de Arte de Lima (MALI), Paseo Colón 125, Parque de la Exposición, Lima
Del 12 de noviembre de 2020 al 16 de mayo de 2021
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