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MUESTRA DE ERNESTO NETO EN CHILE ES GALARDONADA POR CRÍTICOS

A pocos días de su cierre en el Centro Cultural La Moneda (CCLM), Soplo, del artista brasileño Ernesto Neto (Río de Janeiro, 1964), es galardonada por el Círculo de Críticos de Arte de Chile como la mejor exposición internacional de 2020. Curada por Valéria Piccoli y Jochen Volz, curadora y director de la Pinacoteca de São Paulo, respectivamente, la retrospectiva está compuesta por más de 80 obras. Marcela Ilabaca nos comparte sus reflexiones tras visitar esta muestra, que viene de un recorrido anterior por la Pinacoteca de São Paulo (2019) y el MALBA en Argentina (2019-2020). 


Soplo es una instalación que interviene a gran escala las salas y el hall central del edificio del CCLM con volúmenes realizados a partir de materiales blandos –como medias de poliamida y tejidos textiles–, y donde el sentido de lo escultórico se juega en la ‘relación’ –vital y necesaria– entre el objeto, el espacio de exhibición y el público.

Algunas obras presentes en esta muestra transitan por diversas referencias a las post-vanguardias escultóricas, tomando conceptos y propuestas de las que incluso se apropia, como en las piezas A-B-A (1987), compuesta por planchas metálicas sostenidas por un hilo, y Barrabola (1988), una barra de hierro afirmando una bola de caucho apoyada sobre un muro, las que presentan directas afinidades formales y expresas referencias a los conceptos de tensión, equilibrio, peso, derribo y colapso explorados en los años 60 en los Props de Richard Serra.

Vista de la exposición «Soplo», de Ernesto Neto, en el Centro Cultural La Moneda, Santiago de Chile, Nov 2020 – Mar 2021. Foto: © Centro Cultural La Moneda
Vista de la exposición «Soplo», de Ernesto Neto, en el Centro Cultural La Moneda, Santiago de Chile, Nov 2020 – Mar 2021. Foto: © Centro Cultural La Moneda
Vista de la exposición «Soplo», de Ernesto Neto, en el Centro Cultural La Moneda, Santiago de Chile, Nov 2020 – Mar 2021. Foto: © Centro Cultural La Moneda

En la obra de Neto también confluyen los discursos conceptualistas del movimiento Neoconcreto (1959-61), en línea con su camaradas brasileños Lygia Clark (1920-1988) y Hélio Oiticica (1937-1980), en quienes el trabajo artístico toma forma en el cuerpo y en la vida del espectador. “En Lygia, cuando introduce la naturaleza y luego el cuerpo. En Hélio, cuando las formas y planos de color se vuelven cuerpo, movimiento, danza; cuando ingresan referencias a la cultura popular, desplazada del canon erudito, a la cultura del morro y del carnaval”[1], como señala Andrea Giunta.

La relación de la obra de Neto con los desplazamientos desarrollados por Clark se identifica en piezas como Flying Gloup Nave (1999-2019), compuesta por un tejido de poliamida suspendido desde el techo de la sala y cuyo vacío interno se puede ingresar y atravesar corporalmente, lo que acusa fieles referencias a las propuestas inmersivas y temporales realizadas por Clark durante la segunda mitad de los 60, como A casa e ó corpo. Penetracao, ovulacao, germinacao, expulsao (1968), un volumen de tela inmersivo y transitable que evocaba la experiencia del nacimiento.

Las alusiones de Neto a las formas de vida de las comunidades nativas que habitan la selva amazónica de Brasil; su visión sobre la naturaleza, el sentido de lo sagrado, el rito y lo ceremonial llevados a instalaciones de gran escala que evocan entornos naturales y espacios rituales, tienden a desaparecer en la líquida y fugaz temporalidad de la ‘experiencia’ expositiva contemporánea. La experiencia vital de las culturas ancestrales, instrumentalizada, museologizada y neutralizada por el espacio de exhibición subraya aún más esta diferencia, esta distancia, en la que la búsqueda de lo natural aumenta el simulacro. Como indica el filósofo Sergio Rojas, «el punto de mayor distancia y oposición entre entre lo artificial y la naturaleza es precisamente aquél donde es posible producir artificialmente, artificiosamente, la naturaleza, como el ‘efecto naturaleza'». [2]

Vista de la exposición «Soplo», de Ernesto Neto, en el Centro Cultural La Moneda, Santiago de Chile, Nov 2020 – Mar 2021. Foto: © Centro Cultural La Moneda
Vista de la exposición «Soplo», de Ernesto Neto, en el Centro Cultural La Moneda, Santiago de Chile, Nov 2020 – Mar 2021. Foto: © Centro Cultural La Moneda
Vista de la exposición «Soplo», de Ernesto Neto, en el Centro Cultural La Moneda, Santiago de Chile, Nov 2020 – Mar 2021. Foto: © Centro Cultural La Moneda

La dimensión multisensorial de la obra de Neto invita a percibir no solo con la vista, sino también con el oído, el tacto y el olfato, animando a sentir con la piel las diferentes texturas, a percibir aromas y a crear sonidos con instrumentos tribales, lo que se subjetiva en la percepción, aprehensión y acción de cada espectador, reabriendo la pregunta sobre los límites del arte, la noción de autor y las movedizas fronteras de la representación en el arte contemporáneo.

El carácter interactivo presente en mayor y en menor medida, dependiendo de cada pieza, es motivo de goce para los niños y niñas, quienes disfrutan siempre y a pesar de las condiciones que se imponen en las salas, como el NO tocar, NO subirse, NO correr. En este sentido, si la experiencia sensorial y corporal que busca generar esta propuesta expositiva se percibe como fragmentada por el mundo adulto, es, por el contrario, fuente de imaginación para niños y niñas, quienes desprejuiciados y libres siempre encuentran una fuente de posibilidad, posibilidad de cambiar y transformar todo en juego y goce estético, como en el caso de la obra El cuerpo que cae (2006), instalada en el hall, en la que les niñes imaginan una gran medusa, un conjunto de tripas, un monstruo.

Lo blando, lo maleable, lo inestable, lo dúctil, lo flexible, la idea de anti-forma o deformidad, son algunas de las ideas más rescatables que surgen en esta exposición, ya que derriban las nociones tradicionales, hegemónicas y preconcebidas de estabilidad, atemporalidad y conmemoración aún asociadas a la escultura, permitiendo expandir sus formas y significados y, de paso, ampliar nuestros paradigmas y categorías acerca de las cosas, algo tan necesario para los tiempos que atravesamos.

Vista de la exposición «Soplo», de Ernesto Neto, en el Centro Cultural La Moneda, Santiago de Chile, Nov 2020 – Mar 2021. Foto: © Centro Cultural La Moneda

[1] Andrea Giunta. “Adiós a la periferia. Vanguardias y neovanguardias en el arte de América Latina”. En: José León Cerillo (ed.) La invención concreta. Reflexiones en torno a la abstracción geométrica latinoamericana y sus legados. (Madrid: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. 2013), 115.

[2] Sergio Rojas. «Christo. La intervención poética de lo pre-dado». En: Materiales para una historia de la subjetividad. Ed. La Blanca Montaña. (Santiago: Facultad de Artes, Universidad de Chile, 2001) 

Marcela Ilabaca Zamorano

Nace en Santiago de Chile, en 1978. Es escultora e investigadora independiente. Magíster en Artes con mención en Teoría e Historia del Arte por la Universidad de Chile y Licenciada en Educación por la Universidad Alberto Hurtado. Su trabajo busca interrogar las tensiones entre escultura y contexto, y explorar los diálogos entre modernidad y arte latinoamericano. Autora del ensayo “Las políticas de emplazamiento en la obra de Carlos Ortúzar” (CeDoc y LOM Ediciones, 2014). Desde el año 2014 forma parte del equipo permanente de Artishock, aportando a la reflexión sobre la experiencia de la escultura en el mundo contemporáneo. Actualmente, está a cargo del proyecto de investigación “Catálogo Razonado de Esculturas de la Colección MSSA. Etapa 1: Periodo Solidaridad (1971-1973)”, financiado por Fondart 2019.

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