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SILA CHANTO: VEA CON EL OJO CIEGO

TEOR/éTica presenta Vea con el ojo ciego, la primera revisión antológica de la artista visual y poeta costarricense Sila Chanto, luego de su temprana muerte en 2015. La exposición, que reúne 30 obras -incluyendo piezas inéditas y pocas veces vistas-, forma parte de una serie de revisiones curatoriales sobre el trabajo de artistas mujeres que transformaron de manera pionera las artes visuales en Centroamérica.


TEOR/éTica reabre sus espacios luego de siete meses con la primera muestra antológica de Sila Chanto (Costa Rica, 1969-2015), artista visual y poeta considerada como una pionera del grabado experimental. Desde muy temprano en su práctica, Chanto comprendió la dimensión afectiva y política de la huella: la memoria de manchas y fluidos, las evidencias del cuerpo ausente, las marcas que se inscriben en la piel, así como muros y paredes. Hurgaba en las cosas buscando destellos y trazas de vida. “Creo que las personas dejan su energía en los objetos”, dijo en 1999.

Bajo la curaduría de Miguel A. López y la coordinación de Paula Piedra, esta exposición presta atención a aspectos de su trabajo que exploró de forma insistente el cuerpo y sus fronteras emocionales y políticas. Chanto creaba en un intento de comprender la naturaleza humana y las relaciones de poder en la vida cotidiana. Como señala el curador, “sus obras examinaron la (im)posibilidad de la convivencia, los límites de la comunicación, la enfermedad y la muerte, el erotismo, las relaciones entre lo animal y lo humano, entre otros asuntos, que interrogaban el funcionamiento de la sociedad”.

Vista de la exhibición “Sila Chanto. Vea con el ojo ciego”, TEOR/éTica, Costa Rica, noviembre 2020 – febrero 2021. Foto: Daniela Morales Lisac
Vista de la exhibición “Sila Chanto. Vea con el ojo ciego”, TEOR/éTica, Costa Rica, noviembre 2020 – febrero 2021. Foto: Daniela Morales Lisac
Vista de la exhibición “Sila Chanto. Vea con el ojo ciego”, TEOR/éTica, Costa Rica, noviembre 2020 – febrero 2021. Foto: Daniela Morales Lisac

Su aproximación al arte desde fines de los ochenta está permeada por experiencias formativas en expresión corporal, teatro y mimo desde 1984. No sorprende así el componente profundamente escénico que adquiere gran parte de su obra, enfatizando el juego de roles o construyendo imágenes en donde diversas figuras parecen actuar para nosotros. Chanto se ha desplazado de manera orgánica del dibujo a la instalación, de la pintura a la poesía, del trabajo en madera a la impresión textil, del video a la intervención en espacio público.

La manera arriesgada en la que espacializó su obra, tratando las superficies como segunda piel o formas blandas de arquitectura, hacen de su trabajo una de las elaboraciones más sobresalientes y sofisticadas del arte latinoamericano del último medio siglo. “No sigo una especie de sacerdocio técnico o de géneros; creo que en realidad mi trabajo es bastante híbrido, y no exclusivamente gráfico: aunque éste suele ser la base, me desplazo al objeto, la instalación, la obra de proceso, a los productos seriales, la literatura, la investigación histórica, sin que el énfasis en uno implique un abandono de lo otro, sino que mutuamente todas las áreas confluyen de alguna manera».

Sila Chanto, La beata, 1996, serigrafía sobre papel, 38.2 x 34.4 cm. Cortesía de la artista

Entre sus piezas tempranas a destacar son aquellas que exploran la vulnerabilidad y el dolor del contenedor-cuerpo. En Autorretrato invertebrado con multiplicidad de corazones (1992), Chanto imaginó una corporalidad distinta, profunda, frágil, sin estructura ósea, en donde la piel aparece como una membrana transparente. En Autorretrato con herida en el cuello (1995), la artista traza una prominente sutura sobre un alargado cuello femenino, imaginándose a sí misma con una herida de muerte. En otras piezas, Chanto se apropia del personaje de la famosa pintura El grito (1893) de Edvard Munch, pero resituando las emociones desde el cuerpo femenino como en La beata (1996), en donde ironiza sobre los mandatos patriarcales y religiosos en torno al buen comportamiento asociado a la vida sexual de las mujeres.

A finales de los años noventa, Chanto se dedica a investigar la figura de la “bestia” a través de elementos que remiten a animales paleolíticos y sujetos subyugados. Chanto reaccionaba al lugar de la mujer en la estructura social, alegorizando la subordinación a través de cuerpos animalizados y comportamientos condicionados. La agresividad latente, sin embargo, sugiere también una eventual inversión de las relaciones. “Uno está en una posición de pérdida siempre que los demás tengan el beneficio de definirte”, afirmaba en 1999.

Sila Chanto, La Pauta, 1997, técnica mixta sobre papel, 103 x 74 cm. Cortesía de la familia de la artista
Sila Chanto, Cuerpos removidos, 2008, técnica mixta sobre tela, 199 x 157.5 cm. Cortesía de la familia de la artista
Sila Chanto, De la serie Los acróbatas, 2001, xilografía sobre tela de gasa impresa por ambas caras, 250 x 200 cm. Cortesía de la familia de la artista

La exposición incluye también piezas más recientes como Cuerpos removidos (2008) o la animación El poder de la palabra florecer (2012), donde la silueta humana y sus frágiles fronteras son los protagonistas. En esta última pieza, el cuerpo se va cubriendo de hojas y flores en alusión al proceso de transformación en la vida, pero remitiendo también al destino inminente de todos los cuerpos vivos: descomponerse y nutrir la tierra para dar lugar a nuevos procesos de vida vegetal.

Esta exposición forma parte de una serie de revisiones curatoriales sobre el trabajo de artistas mujeres que transformaron de manera pionera las artes visuales en Centroamérica. Como parte de este proyecto se han exhibido ya revisiones de la obra de Patricia Belli (Nicaragua), Priscilla Monge (Costa Rica), Victoria Cabezas (Costa Rica) y Rosa Elena Curruchich (Guatemala).

Memo Murillo, Sin título, de la Serie de las doncellas, 1998, xilografía sobre papel, 33 x 25 cm. Cortesía del archivo de Sila Chanto

Xilografías de Memo Murillo del archivo de Sila Chanto

La muestra incluye también una selección de la obra del artista costarricense Memo Murillo, escasamente exhibido y discutido. El componente fuertemente sexual de su trabajo hizo que no fuera visto con buenos ojos por su entorno familiar e incluso profesional, siendo muchas veces relegado debido a la posible polémica que sus imágenes podían suscitar. Una sala reúne once xilografías de Murillo provenientes del archivo de Sila Chanto que forman parte de la Serie de las Doncellas, con las que Murillo continuaba una exploración sobre el cuerpo femenino desnudo que comenzó en 1988, en donde el artista construye composiciones con la anatomía, juega con las texturas de la madera, oculta las identidades y sugiere ecos narrativos o literarios.


SILA CHANTO: VEA CON EL OJO CIEGO
Curador: Miguel A. López
TEOR/éTica, Barrio Amón, San José (300 mts N del kiosco del Morazán).
Noviembre de 2020 – Febrero de 2021

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