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MANIFIESTO DEL DIBUJO: PANORAMA DE LA GRÁFICA CHILENA ACTUAL

¿Dibujemos?

Dibujar en un cuaderno cuando miras en la pantalla cómo los dibujitos animados saltan, corren y explotan; dibujar mientras hablas de amor, y del peinado de J.J., por teléfono; dibujar sobre el reverso del volante de “Nora te anuncia el futuro”, cuando estás sentado en la sala de espera; dibujar a tu amorcito en la mañana cuando te prepara el desayuno o dibujar a tu mascota favorita saltando a la casa del vecino por la muralla…

El acto de trazar sobre una superficie, mirando, recordando o inventando, promete ser el comienzo de un viaje sin retorno. Dibujar es descubrir; al hacerlo, nos vemos exhortados a mirar el objeto de nuestro interés y, de alguna manera, a diseccionarlo, volverlo a unir y a ubicarlo en el plano de nuestra imaginación. Los momentos, las instancias, las motivaciones o el flujo del proceso de configurar una forma  repentinamente se transforma en una pulsión tan natural como beber cuando tenemos sed o caminar cuando necesitamos pensar. La empresa del dibujo puede ser tan amplia y tan misteriosa como nuestro ímpetu nos lo permita.

Recientemente, la artista visual, dibujante y pedagoga chilena Sofía F. Garabito (1991) ha publicado el libro Manifiesto del Dibujo: Panorama de la gráfica chilena actual (Alquimia Ediciones), con financiamiento del Fondo Nacional de Fomento al Libro 2020Manifiesto del dibujo es una obra construida en torno a una pregunta que Garabito formuló a un grupo de creadores: “¿Por qué dibujamos?”.  El contenido de la edición consiste en las respuestas que 46 dibujantes dieron a la autora y en las respectivas ilustraciones que ella realizó de cada uno. 

En los últimos años, hemos sido testigos de una verdadera revolución de las artes gráficas, encabezada – pero no regida –por la ilustración de autor. Artistas provenientes de diferentes países, solos o en colectivo, presentan sus obras, ofrecen sus servicios u organizan encuentros y ferias independientes, a través de redes sociales tales como Instagram o Cargo Collective. Posters, fanzines, libros de artista, animaciones, cómics, han construido una vasta territorialidad donde el dibujo es el lenguaje estructural. Consciente o inconscientemente, estos artistas anuncian o viven el comienzo de un mundo donde las reglamentaciones y las jerarquías que han sostenido el mundo artístico se desvanecen: no es relevante si los autores o autoras han estudiado o son autodidactas, si conocen nombres importantes del arte o si han expuesto sus trabajos en grandes galerías o en una fiesta clandestina. Como lo expresa la misma Sofía Garabito en la introducción al libro, estamos frente a un gremio del dibujo inexistente, compuesto por “humanos curiosos que, a pesar de vivir en el siglo XXI, aún utilizan una técnica análoga, conformada por dos elementos que son nobles y democráticos: el lápiz y el papel” [i].

El dibujo puede formar parte de una porción significativa de nuestra realidad. Independientemente del tiempo y el espacio que te corresponda habitar o de las habilidades que tengamos en un determinado momento, dibujar se vincula y se expresa en diferentes momentos o instancias de nuestra experiencia cotidiana. A través de la pregunta “¿Por qué dibujamos?” la autora no busca conseguir afirmaciones, por el contrario, busca generar diálogos que se vayan ensamblando orgánicamente dentro de nuestra experiencia.

En la posibilidad de una conversación necesariamente se despliegan múltiples niveles experienciales y es al interior de esta armónica donde diferentes velocidades y temporalidades se irán desplazando en busca de respuestas, o como material de trabajo. En Manifiesto del dibujo, el lector no partirá desde de una verdad o una afirmación cerrada en su propia soberbia, sino más bien deberá avanzar cautelosamente a través de un flujo de ideas que lo conducirán a tomar diferentes puntos de partida y quizás vislumbrar algunos lugares de llegada.

Las múltiples voces que Garabito ha invocado para trazar el contenido de Manifiesto del Dibujo dan cuenta de una práctica que toma forma desde y en torno a múltiples líneas de articulación: psicoanalíticas, filosóficas, lingüísticas o sociológicas. Lo personal, como una experiencia ligada a nuestro pasado y que se despliega desde nuestro interior; la práctica en conexión con las pulsiones primarias del hombre; la voluntad de superar los binarismos subyacentes en las dicotomías sujeto-objeto; la expresión de nuestro interior o la conciencia de vivir en el presente como ente político, sin necesariamente estar al servicio del peso de la historia, son algunas de las variadas capas que se despliegan ante la problemática de base. 

Florencia Olivos dibujada por la autora de Manifiesto de Dibujo, Sofía Garabito (Alquimia Ediciones), 2020

SOBRE EL DIBUJO COMO LA EXPRESIÓN DE UN MUNDO INTERIOR

De niña lo hacía para poder capturar momentos cotidianos que encontraba mágicos, como jugar con burbujas de jabón, bañarme en el mar o ir a la feria… [ii]

… Lo que más me gusta es cuando un dibujo me sorprende, me dice algo que yo no sabía. Se aparecen como amuletos, como recordatorios de fuerzas que tengo en mí

Florencia Olivos

Parte importante de nuestra experiencia cognitiva encuentra su contenido en las claves de nuestro propio almacén de observaciones pasadas. Desde la perspectiva de la autoexpresión, el dibujo no necesita responder a ninguna regla preestablecida sobre articulación y proyección de contenido. Pensemos en los dibujos de los presos torturados por la Inquisición de Goya, que nacen de un recuerdo que el artista necesita exorcizar. Es raro que un dibujante le hable al espectador en términos temporales suscritos a una pauta; por el contrario, una obra nos interpela en términos de identificación: la figura evocada o la textura conseguida forman parte de una experiencia consciente solo a condición de formar parte de un ámbito personal.  

Desde los dominios de las artes superiores se propone un régimen de paradigmas donde la expresión pura es homologada con fórmulas pragmáticas. En primer lugar, el dibujo tiene la potencialidad de preservar la frescura de lo que se ha vivido y de mantener intactas las recolecciones de una experiencia. El dibujante logra trascender los órdenes predispuestos para concentrarse en el flujo energético que emana desde zonas de su propia subjetividad que muchas veces no serán medibles desde lo empírico.

Un dibujo puede develar mundos posibles o permitirnos observar interpretaciones de este.

Cuando agarro una libreta me acuerdo de otras épocas: del viaje a Brasil, donde vivía, qué me estaba pasando, qué y cómo dibujaba, porque el dibujo va cambiando. Lo que amo y lo que odio en mi [iii]

Constanza Salazar

El diario de vida como imagen conceptual condensa la forma en que muchos individuos viven su proceso de vida, ya que en este medio se rubrica de forma privada la búsqueda de un objetivo en el quehacer. Para el dibujante el registro autobiográfico va revelando lo excepcional en lo cotidiano. El plano se constituye en un lugar donde confluyen diferentes categorías de registro,  como descripciones de sucesos significativos. El diario de sueños, el cuaderno de plantas favoritas, la carpeta de figuras inclasificables. Ya sea algo visto, evocado o simplemente imaginado, el ejercicio creativo origina la construcción de una cartografía personal. En la tarea del dibujante el cuaderno se transforma en una fuente inagotable de proyecciones, sensaciones e imágenes, que cumplen una función de descompresión de la energía creativa.

Constanza Salazar dibujada por la autora de Manifiesto de Dibujo, Sofía Garabito (Alquimia Ediciones), 2020

SOBRE EL DIBUJO Y LA CONEXIÓN CON UNA PULSIÓN PRIMARIA

El dibujo es parte de la naturaleza. Las aves dibujan formas con su vuelo, el viento austral dibuja árboles inclinados, el agua hermosos ríos zigzagueantes… Las personas dibujamos rastros, pequeños destellos de la naturaleza de la que somos parte… [iv]

Karina Cocq Muñoz

A través del dibujo el creador va estableciendo conexiones con diferentes niveles de la percepción. Una porción importante de los autores presentes en Manifiesto del Dibujo describe su hacer desde un interés y una mirada hacia el dibujo a partir su vinculación con las funciones primarias del hombre y los dominios de la naturaleza. Por un lado, nos encontramos con la percepción sensible de la naturaleza y sus formas; por otro, con la curiosidad por comprender el estrecho vínculo entre la observación y la interpretación gráfica de sus formas.

Existe una afinidad entre nosotros y la realidad que nos rodea.  Ya sea desde la observación o desde la valoración de lo que contiene el paisaje. Se produce una estrecha aproximación del ser al acontecer de la naturaleza. De la misma forma que un viaje a nuestro interior, nos acerca a lugares inexplorados de nuestra conciencia; esta experiencia no responde a un supuesto empírico o racionalmente condicionado. De acuerdo a la tercera crítica kantiana, somos sujetos creativos no por voluntad racional, sino por voluntad natural, y aunque podríamos contra-argumentar que las condiciones para la creación se pueden propiciar, en última instancia es la naturaleza –aquel ámbito previo a la cultura- la que admitirá una expresión genuina. En el modelo kantiano la correlación entre una expresión estética y la naturaleza es plena. Toda la realidad resultante es producto de una libre conformación que implica creación incesante y acontecimiento en una significación que involucra un sentido de expresión única y nueva.

Noiryaguara dibujada por la autora de Manifiesto de Dibujo, Sofía Garabito (Alquimia Ediciones), 2020

SOBRE EL DIBUJO EN EL AQUÍ Y EL AHORA

A través del dibujo se logra un tipo de compresión de lo retratado que suspende la aparente dicotomía sujeto-objeto. Te obliga a estar ahí-ahora, y a interiorizar lo que en otras condiciones sería percibido como otro [v]

Noiryaguara

Un dibujo asume cada cosa con el valor de la forma que en el mismo se revela, lejos de los significados que suelen tener en el lenguaje. Un número de respuestas presentes en “Manifiesto del Dibujo” proponen la idea de una práctica en la cual el proceso de notación le permite al artista observar más allá del objeto y su fundación lingüística”. La realidad para cada uno es una experiencia única, la intensidad  de los estímulos que fluyen en el cotidiano son parte de una vivencia particular.

El dibujante no re-crea un intercambio simbólico, tampoco repite o perpetúa los códigos pre-establecidos de la realidad que lo circunda. Ya sea como práctica consciente, como un ejercicio o una expresión proveniente del azar, un dibujo transita por encima de los usos asignados a los cuerpos que forman el mundo. Lo que el dibujante ha configurado en el ahora no será visto nunca más, por lo que no tiene un co-relato, ni un significado estático.  

Por más cotidiana que se presente su práctica, el dibujo existe en un estado de punto de partida constante, en lugar de asimilarse a la categorización, se abre a la posibilidad de la transfiguración, tanto el dibujante como su referente se van instalando indistintamente en el plano. En el dibujo aquella relación dual entre sujeto y objeto, que tradicionalmente se valida desde los criterios de la pintura o la escultura, deja de fundarse sobre la premisa del absoluto o de la finitud del sentido, no hay posesión de una identidad fija, esta se puede manifestar  tanto en la imagen de un cuerpo como en la “sensación” de su representación. 

Pilar Quinteros dibujada por la autora de Manifiesto de Dibujo, Sofía Garabito (Alquimia Ediciones), 2020

SOBRE EL DIBUJO COMO “FUCK THE POLICE”

(Dibujar es) Un acto de rebeldía… Dibujar va en contra de cómo está constituida la sociedad… Es como un movimiento de gente que no se organiza como movimiento, pero SÍ, hay un grupo de gente subversiva que se dedica a eso: a dibujar [vi]

Pilar Quinteros

Al concluir la introducción de Manifiesto del Dibujo, Sofía Garabito declara: “Dibujar sigue siendo un acto de resistencia”. El dibujo es planteado como un lenguaje unificador. La escala del mundo se amplía, se abarcan los hechos de la existencia en la inestabilidad de su contingencia y, en muchos casos, se resignifica la poética de la consigna como vehículo de comunicación. En este plano de acción pura el dibujante asume una tarea: se abre la posibilidad de construir un flujo alternativo a esa realidad coercitiva, esa normalidad que funciona desde la máxima del premio y el castigo tratando de imponer visiones que no necesariamente se alinean con tu sistema de pensamiento o tus necesidades como individualidad.

Históricamente, la autonomía es la respuesta amenazadora ante el convencionalismo de la institución: ahí donde se reverencia a las voces de autoridad y se ponderan los modelos de estructuración social y cultural, la libertad de expresión y la negación de los paradigmas son un acto de resistencia. Entre la inquietud por abrazar la vida en su totalidad y la angustia de ocupar un espacio constantemente obstaculizado por el embate de la vida contemporánea, la autonomía creativa ofrece un modelo de acción y quiebre necesario del vínculo con un sistema opresivo.

Con Manifiesto del Dibujo, Sofía Garabito ha abierto una cajita de pandora. Aquel  “¿Por qué dibujamos?” que da inicio a este recorrido cumple una doble función: para los dibujantes convocados es la invitación a una toma de conciencia en torno a su práctica, en sus diversas potencialidades. Para el lector Manifiesto del Dibujo abre la posibilidad de conocer desde la voz de sus autores el oficio del dibujo en una dimensión amplia y llena de dinamismo, y a su vez proyectarlo como un espacio de convergencia social en medio de un momento redefinición vibrante para nuestra sociedad.


[i] Sofia F. Garabito, “El dibujo como forma de vida”, Manifiesto del Dibujo, Alquimia Ediciones, 2020, pág. 11

[ii] Florencia Olivos, Manifiesto del Dibujo, Alquimia Ediciones, 2020, pág. 35

[iii] Constanza Salazar, Manifiesto del Dibujo, Alquimia Ediciones, 2020, pág. 45

[iv] Karina Cocq Muñoz, Manifiesto del Dibujo, Alquimia Ediciones, 2020, pág. 95

[v] Noiryaguara, Manifiesto del Dibujo, Alquimia Ediciones, 2020, pág. 31

[vi] Pilar Quinteros, Manifiesto del Dibujo, Alquimia Ediciones, 2020, pág. 41

Leonardo Casas

Chile, 1974. Es artista visual y profesor del curso "Discursos Artísticos y Formas Políticas en Latinoamérica" en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Chile desde el año 2006. Escribe para la revista Artishock y ha curado muestras colectivas en Santiago de Chile y Nueva York. Editor de los fanzines "Estrellita Mia" y "Tiny Star".

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