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FEDERICO HERRERO: BARRERAS BLANDAS

Después de 12 años exponiendo en galerías y museos internacionales, Federico Herrero (San José, Costa Rica, 1978) regresa a la escena costarricense con Barreras Blandas, un nuevo conjunto de obras donde el artista explora la pintura en relación con el paisaje natural y las estructuras urbanas hechas de concreto.

La exposición, que se presenta hasta diciembre de este año en el Museo Nacional de Costa Rica, incorpora pintura, escultura y monotipia en papel. La instalación ofrece una experiencia inmersiva, sensorial, que invita a ‘navegar’ las piezas, según la curadora Paz Monge.

Para Federico Herrero, el título Barreras Blandas representa los diferentes tipos de limitaciones en el ámbito artístico y en el mismo gesto conceptual de la exhibición, y cómo se pueden romper estas barreras para hallar nuevos significados. “La práctica artística de Federico trata de reconciliar esta transición de medios entre pintura, escultura y arquitectura, y cómo el color y forma se relacionan o ‘brincan’ entre ellos”, dice la curadora.

“En esta exposición», agrega, «el color y forma están rompiendo o jugando con las barreras de estos medios (escultura y pintura). Ahora bien, además de que la exhibición protagoniza estos brincos de colores y formas por todas las obras, están las referencias literales a barreras o ‘muertos de tránsito’ y que realmente son bastante blandas, porque están ahí, simbólicamente, pero en su flexibilidad se crea una coreografía entre las obras y la muestra en sí”.

Vista de la exposición «Barreras blandas», de Federico Herrero, en el Museo Nacional de Costa Rica, 2020. Cortesía: MNCR
Vista de la exposición «Barreras blandas», de Federico Herrero, en el Museo Nacional de Costa Rica, 2020. Cortesía: MNCR
Vista de la exposición «Barreras blandas», de Federico Herrero, en el Museo Nacional de Costa Rica, 2020. Cortesía: MNCR

En la instalación, el concepto de movimiento es muy importante, pues logra instituir una relación entre la pintura, la escultura y el espacio, entre el paisaje natural y las estructuras arquitectónicas urbanas. Abstracciones, mares, aletas y figuras conviven cerca de las aguas, pero Herrero lleva la pintura más allá. Para él no es solo un espacio plano: la pintura coexiste con una estructura de vibraciones y sonidos, activada por medio de los sentidos.

El lenguaje visual detrás de la obra de Herrero combina elementos abstractos con otros ligeramente figurativos. Busca puntos de encuentro que sean conectados por la percepción del espacio y tiempo de las obras.

Las figuras de cemento saliendo de las superficies también evocan aletas de tiburón navegando por el mar. De igual manera, la idea de íconos locales y monumentos, como lo es el trampolín del balneario Ojo de Agua, crea una estructura estética que siempre está informando la muestra: explorando la transformación de la pintura en volúmenes y creando una musicalidad espacial.

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