VENUCA EVANÁN: “A VECES POR CULTURA PERMITIMOS MUCHO MALTRATO, MUCHO ABUSO”
Venuca Evanán Vivanco gana el Premio de Arte Contemporáneo del Instituto Cultural Peruano-Norteamericano (ICPNA) con la obra Rikchary Warmi / Mujer despierta, un triunfo de la memoria y la defensa de la libertad en plena pandemia.
El 21 de agosto se hizo pública la decisión del jurado de la tercera edición del Premio de Arte Contemporáneo del ICPNA, en la que participaron 280 artistas y fueron seleccionados 40 finalistas. El reconocimiento es muy importante para el precario medio artístico local, y este año es especialmente interesante que haya recaído en la artista Venuca Evanán Vivanco (Lima, 1987), heredera de la tradición artística de la comunidad ayacuchana de Sarhua, cuya práctica traspasa los límites habituales de la comunidad, tanto discursivos como materiales y expositivos.
Para quienes no estén familiarizados con el arte sarhuino, es importante mencionar que su origen se halla en el apoyo comunitario para la construcción de casas. Las tablas de maguey (agave) o sauce son pintadas con narraciones de historias compuestas por una serie de escenas en las que aparecen retratados los familiares, sus gustos o intereses. La participación comunitaria en la edificación de una casa es común en otras comunidades andinas, una práctica conocida como minka y ayni desde tiempos precolombinos. Tradicionalmente, las tablas pintadas con pigmentos naturales y plumas de ave muestran una narración de arriba hacia abajo, y se colocan en posición vertical sobre las paredes. Una tradición heredada de los ancestros que organiza la vida social del pueblo, guardando la memoria familiar y comunitaria a través del trabajo pictográfico.
Este reconocimiento se hace aún más importante como parte de un proceso de tensión y pugnas sobre la representación de la(s) memoria(s) en la que interviene una búsqueda permanente de castigo para quienes con sus testimonios contradicen narrativas construidas para fines políticos. En el 2018, se superó una absurda denuncia de proselitismo terrorista a la serie Piraq Kawsay ¿Quién será el culpable?[1], colección donada al Museo de Arte de Lima (MALI) por Con/Vida Popular Arts of the Americas, compuesta por 31 tablas pintadas por artistas ayacuchanos que retrataban la violencia que sufrió el pueblo durante los primeros años de la década de 1980.
El mismo año, el Ministerio de Cultura reconoció el valor imponderable de la práctica artística de las Tablas de Sarhua, declarándola Patrimonio Cultural de la Nación por constituir una herencia transmitida desde tiempos prehispánicos, promover la creatividad y representar un elemento cultural genuino. La UNESCO y otras instituciones museales hicieron esfuerzos de difusión a través de talleres pedagógicos sobre esta expresión artística de origen ayacuchano.
Una de las familias sarhuinas que se vio forzada a migrar a Lima escapando de la violencia fueron los Evanán. Primitivo Evanán Poma y su esposa Valeriana Vivanco, padres de Venuca, junto a otros miembros de la comunidad, impulsaron varios proyectos para preservar la tradición artística de Sarhua en su propia comunidad y en Lima. Actualmente, las familias de origen sarhuino están organizadas en la Asociación de Artistas Populares de Sarhua – ADAPS y han logrado el reconocimiento de su trabajo, que no se desliga de su pueblo natal.
Esta semana, Venuca Evanán ha logrado obtener un reconocimiento personal que, sin duda, también tiene un impacto positivo para la comunidad de Sarhua, al contribuir con una larga historia de exhibiciones nacionales e internacionales entre las que destaca una visita a la Biblioteca Nacional de Copenhague, en Dinamarca, para apreciar los originales de Guamán Poma de Ayala, cronista que denunció los maltratos en tiempos coloniales.
Rikchary Warmi / Mujer despierta (2019) es la obra premiada unánimemente por parte del jurado, integrado por la artista Natalia Iguiñiz; Carlos García Montero, Jefe del Área Académica de la Escuela de Arte Corriente Alterna; y Giuliana Vidarte, curadora del Museo de Arte Contemporáneo de Lima – MAC Lima.
Conversamos con la artista sobre este premio.
Felicitaciones nuevamente, Venuca ¿Es la primera vez que postulas a un concurso de arte contemporáneo? ¿Pensaste que ganarías con esta obra? El jurado te declaró ganadora por unanimidad.
Es la segunda vez que postulo a un concurso de arte contemporáneo. La primera vez participé en el concurso del MUCEN[2] y quedé finalista con la obra Las Varayoc. La temática ha interesado mucho al jurado. Pensaba que, quizás, quedaría entre las finalistas. No pensé que ganaría y haberlo hecho me motiva mucho para seguir trabajando.
La tradición secular de pintura de las Tablas de Sarhua ocupa un lugar invalorable en la historia del arte peruano. Las Tablas están asociadas a las quellcas incas, a las denuncias de Guamán Poma de Ayala en tiempos coloniales, al registro de la memoria de la violencia sufrida durante 1980-2000, solo por mencionar tres momentos históricos de nuestro país. Desde el siglo XX, son muchos los esfuerzos para desterrar una diferenciación entre una alta y baja cultura, arte popular/arte contemporáneo ¿Qué piensas tu sobre esto?
Sí, he escuchado esos términos arte popular y arte contemporáneo. Yo digo simplemente que es arte. Arte sin fronteras, arte sin desigualdad.
El año pasado, la galería Ginsberg exhibió obra de tu padre, Primitivo Evanán Poma, en la Feria ARCOmadrid, y tú participaste en la Feria Art Lima. La tradición de Sarhua se insertó bien en contextos de arte contemporáneo. Para muchos artistas vinculados a prácticas tradicionales abrirse un camino desde su tradición les resulta complejo. ¿Cómo lo lograste tú o qué crees que te impulsó?
Mi cariño e insistencia en visibilizar el arte sarhuino, desde mi perspectiva como mujer. Mis padres me tuvieron a los 42 años de edad con la esperanza de salir varón, pero salí mujer. Y una mujer que revolucionó el arte sarhuino mostrando en mis obras la valorización de la mujer andina.
Rikchary Warmi / Mujer despierta es el título de tu obra ganadora, en quechua y en castellano. Son varas que parecen cayados que ayudan a caminar usados por pastores y también es la vara de poder del varayoc. Sobre las varas, podemos ver pintadas imágenes asociadas a las problemáticas de las mujeres que tú atiendes siempre en tu trabajo ¿De qué nos hablas?
Rikchary Warmi es una serie que pinté inspirada en el arte sarhuino cuando vi las varas buriladas y las intervine pintándolas. Yo reflejo, más que nada, la vida de la mujer. Muestro sus anhelos, sus sueños, las brechas de desigualdad, la falta de empatía e inequidad talladas y pintadas a mano. También hay una transmisión de la situación emocional de la mujer reflejada a través de la Pachamama y la devoción a la Virgen de la Asunción, Patrona de Sarhua.
¿Es hora de despertar?
Es como tu mencionas. Despierta mujer andina, despierta. A veces por cultura permitimos mucho maltrato, mucho abuso. Y eso está normalizado en el Ande, en la selva y también aquí (Lima). Los hijos de los migrantes vemos esa misma situación. Repetimos, pensamos que está bien, que debemos soportar, que debemos tolerar porque estamos casadas. Yo creo que eso ya no debería suceder y deberíamos saber tratarnos entre hombres y mujeres, entre parejas. Darnos nuestro valor y demostrarlo realmente. Yo he visto la violencia hacia las mujeres en Lima y en mi comunidad en Ayacucho. Cuando yo me casé me dijeron: “Si tu marido te pega, déjate nomás”. Ese era el consejo de las abuelitas. Yo no quiero esa vida ni para mi, ni para mi hija. Entonces, a través de la pintura yo reflejo eso. Y me pongo a pensar cómo puedo yo reflejar lo que más me preocupa a través de la sororidad y cómo podemos ayudarnos entre las mujeres, incluso para llegar a la política y cambiar las leyes y así poder tener un país más equitativo, donde todas las voces puedan ser escuchadas.
“El reconocimiento a Venuca Evanán es muy merecido. Su trabajo refleja la experiencia migrante sahuina vista desde la perspectiva situada de una mujer, madre, de 33 años, decidida a posicionarse frente a la violencia, la misoginia y la desigualdad de género. Venuca representa en su trabajo las experiencias colectivas andinas pero también el deseo de transformar ese imaginario del cual es heredera, reinvindicando el lugar a veces invisibilizado de las mujeres en el arte sarhuino.
Su obra propone una reformulación poderosa del feminismo, pero no desde la mirada occidental individualizante, sino reclamando formas comunales de entender lo político, en donde la pregunta por la autodeterminación de los cuerpos está atravesada por las luchas por la tierra, por el lenguaje y el sostenimiento afectivo de la vida. Su obra premiada, Rikchary Warmi, imagina precisamente una genealogía donde la liberación de la mujer no ocurre desde una esfera privada, individual y material, sino como una experiencia comunitaria, de aprendizaje colectivo y en integración con lo espiritual y la naturaleza”.
Miguel A. López (Lima, 1983), curador de arte contemporáneo, miembro fundador de la red Conceptualismos del Sur y codirector y curador en Jefe de TERO/ética, en Costa Rica.
Sobre la obra ganadora
En Rikchary Warmi, Evanán trabaja con varas originalmente utilizadas como objetos ceremoniales según la tradición sarhuina para narrar la historia de una mujer virgen. La artista reclama para las mujeres de Sarhua la capacidad de sentirse dueñas de su cuerpo, de su sexualidad y de su derecho al goce, hasta ahora reprimido y anulado por una sociedad absolutamente conservadora.
En las varas negras (izquierda) Evanán representa una mujer sirena, que logra convivir en armonía con la naturaleza. Mujeres tocando instrumentos que solo suelen tocar los hombres, sugieren de forma casi poética la búsqueda de una igualdad. Las varas rojas narran las vivencias de las mujeres sarhuinas con sus parejas; muchas son violentadas tanto física como psicológicamente. Estas historias suelen ser reprimidas por la sociedad.
Las varas amarillas cuentan historias sobre mujeres tomando cargos políticos, para apoyar a otras mujeres. Por último, las varas azules representan la sanación de la mujer, en un plano espiritual. Una mujer conectada con la naturaleza, que ha logrado formar un camino: hacia la liberación de la mujer sarhuina.
“En general me parece que el nivel de las obras ha estado bien alto. Había muchas obras fuertes, concursables. Entiendo que el criterio de selección del jurado ha sido que la pieza debía dar cuenta de un proceso de desarrollo dentro la práctica artística. La obra de Venuca es especialmente valiosa porque en las varas silvestres, ella narra los sucesos en la vida de mujeres y en el caso de alguna de ellas cuenta la historia de una mujer-virgen. Es muy interesante pensar en la línea en la que está trabajando Venuca ahora porque ella se basa y se ancla en una tradición muy fuerte que viene de su familia, de la ADAPS, de la pintura de las tablas, pero ella como artista mujer individual y contemporánea da cuenta de historias que a ella le competen y le interesan. Ella está muy atenta a los debates y discusiones y reflexiona sobre su propia condición en la sociedad en la que vive.
Y, además, formalmente la pieza es muy interesante y bonita. Tiene un buen balance entre tradición y contemporaneidad, reflexión crítica, una resolución formal bastante lograda. Originalmente pensé que las piezas se pudiesen tocar para leerse correctamente ya que la historia está contada en 360º a lo largo de cada vara. Finalmente se optó por colgarlas sobre la pared para evitar el contacto. Es una pieza de una finura extrema con una carga cultural muy fuerte y con un componente crítico muy grande. Me parece que es un premio muy bien otorgado. Estoy muy contenta por ella”.
Sharon Lerner (Lima, 1979), Curadora de la exposición del concurso del ICPNA
[1] Colección de Tablas de Sarhua en el MALI: https://bit.ly/32jm7Yn
[2] XI Concurso Nacional de Pintura 2019 del MUCEN, Museo Central del Banco Central de Reserva del Perú, cuyo primer premio fue declarado desierto por el jurado integrado por Claudia Coca, Ángela Delgado, Augusto del Valle, Natalia Majluf y Moiko Yaker. Ver catálogo aquí: https://bit.ly/34qwqN6
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