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CONCHA JEREZ. QUE NOS ROBAN LA MEMORIA

La exposición Que nos roban la memoria, de Concha Jerez (Las Palmas de Gran Canaria, 1941), tiene como principal eje vertebrador el concepto de la memoria, una cuestión que ha ocupado gran parte de la trayectoria de esta artista, Premio Velázquez de Artes Plásticas 2017. Con esta temática de fondo, la artista recupera y revisa su trabajo desde los años setenta hasta la actualidad, desde una perspectiva en la que se entrecruza su propia memoria personal con la memoria colectiva, para abordar de forma crítica asuntos relativos a la represión de la libertad, la censura política y artística o la marginación de determinados colectivos sociales.

Vista de la exposición “Que nos roban la memoria”, de Concha Jerez, en el Museo Reina Sofía, Madrid, 2020. Foto: Joaquín Cortés/Román Lores

En las obras e instalaciones multimedia que pueden verse en la muestra organizada por el Museo Reina Sofía, con la colaboración de la Comunidad de Madrid, aparecen a menudo dos de los elementos utilizados por Concha Jerez desde los inicios de su carrera: las noticias de prensa y los escritos autocensurados como caligrafía ilegible. A ellos ha incorporado temas de actualidad, especialmente aquellos relacionados con el feminismo y la inmigración y su olvido o maltrato en los medios y en las políticas oficiales.

Además de la memoria, en su actual etapa personal de reflexión y síntesis de épocas anteriores, Concha Jerez trata otra serie de temas con los que ha venido trabajando de forma recurrente a lo largo de estos últimos cuarenta años, como las ideas de ambigüedad, cotidianidad, medición, tiempo, utopía o la vigilancia electrónica y los límites.

La exposición, comisariada por João Fernandes, se despliega por diversos espacios del edificio Sabatini del Museo. En la Sala de Bóvedas -en el sótano- y en la planta tercera se presenta una retrospectiva parcial en la que pueden verse algunas de las primeras obras de la artista sobre papel, que han sido expuestas raras veces desde los años setenta, así como instalaciones realizadas a partir de los años ochenta.

Vista de la exposición “Que nos roban la memoria”, de Concha Jerez, en el Museo Reina Sofía, Madrid, 2020. Foto: Joaquín Cortés/Román Lores

La Sala de Protocolo, en la planta primera, muestra una selección de dibujos originales de proyectos de Concha Jerez, un enlace virtual a la Base de Datos Ideas Instaladas y a la Base de Datos de Jerez y el músico José Iges, Expanded Radio, bocetos de experimentaciones con diversas materias (1972-73), bocetos y obras minimalistas (1972-75), obras originales de Mail Art, objetos intervenidos y publicaciones de la autora.

Por último, Concha Jerez ha tomado las cuatro escaleras de piedra como soporte para crear para en esta ocasión cuatro nuevas intervenciones específicas como espacios de memoria: la Memoria olvidada, la Memoria autocensurada, la Memoria escrita y oralizada, y la Memoria silenciada. Esta es la primera vez que una exposición utiliza estos cuatro lugares singulares al unísono, que para la artista definen el tránsito de los diversos tiempos de memoria de los que ha sido testigo el edificio, de antiguo hospital de la beneficencia al museo de hoy.

Así, en una de las escaleras desarrolla la instalación Xm3 de Memoria Escrita y Oralizada, que pone en escena una especie de laberinto sonoro creado a partir de composiciones nuevas, surgidas del conjunto de un gran número de grabaciones de poetas internacionales -muchos de ellos ya desaparecidos-, leyendo su propia poesía.

Las fuentes de sonido parten de tiestos ubicados en cuatro sillas distribuidas por los rellanos con acetatos transparentes intervenidos con escritos ilegibles autocensurados. Como acompañamiento visual, en el hueco central de la escalera se muestran cuatro escaleras de aluminio intervenidas con acetatos transparentes, procedentes de la instalación de la autora Jardín de Palabras Escritas (2001).

Vista de la exposición “Que nos roban la memoria”, de Concha Jerez, en el Museo Reina Sofía, Madrid, 2020. Foto: Joaquín Cortés/Román Lores
Vista de la exposición “Que nos roban la memoria”, de Concha Jerez, en el Museo Reina Sofía, Madrid, 2020. Foto: Joaquín Cortés/Román Lores

Otra escalera la ocupa la instalación Xm3 de Memoria Autocensurada donde, además de intervenir las ventanas, se han situado unos módulos integrados por una silla y una mesa cubierta totalmente por un poliéster translúcido intervenido con escritos ilegibles autocensurados.

Una tercera instalación, Xm3 de Memoria olvidada, se centra en la consideración del edificio Sabatini como un testigo del olvido generalizado de hechos y realidades importantes acaecidas en el siglo XX.

En los primeros tramos de este espacio figura una intervención que parte de la instalación de la artista Que Nos Roban La Memoria (2002-2020), integrada por imágenes paradigmáticas de hechos relevantes del siglo XX aparecidas en la prensa e intervenidas por la autora, mezcladas con imágenes anónimas inexistentes de acontecimientos que pudieron haber ocurrido, pero que no aparecieron fotografiados por los medios.

También dialoga con la escalera otra intervención que parte de su obra en proceso Paisaje De Memoria (2006-2020), integrada por notas necrológicas aparecidas en la prensa a lo largo del tiempo,que presentan personajes relevantes, muchos de ellos olvidados, y recuperada su memoria a través de dicha prensa. También estas necrológicas aparecerán mezcladas con retratos anónimos de personas que nunca aparecieron en las necrológicas.

Vista de la exposición “Que nos roban la memoria”, de Concha Jerez, en el Museo Reina Sofía, Madrid, 2020. Foto: Joaquín Cortés/Román Lores

Xm3 de Memoria Silenciada, la obra creada para la cuarta escalera, se basa en huellas y testimonios de la represión franquista en sus diversos aspectos sucedidos en el período que va desde 1939 a la transición democrática. En ella aparece una serie de jaulas en cuyo interior un dispositivo reproduce audios de testimonios orales significativos de personas que sufrieron directamente la represión franquista.

Además, se muestra un video con imágenes correspondientes a lugares de reclusión y tortura del franquismo, de campos de refugiados, de lugares de ejecuciones y de personas bajo represalia, así como listados de nombres de personas ejecutadas por la dictadura en el período posterior a la guerra civil escritos a mano por la artista.

Por otro lado, aparecen en este espacio, ya en el acceso a la sala de Bóvedas, obras anteriores de Jerez, como Límite de la cotidianidad (1986) o Diario Límite (1996). En Retrato Interior de Rosario (1997), la artista parte de una fotografía -tomada de la prensa inglesa- del rostro de una madre salvadoreña anciana, nacida en 1898, forzada a huir, con los nombres y fechas de nacimiento y muerte de los quince miembros de su familia asesinados a lo largo de su vida, atrapada entre dos parrillas de asar.

Vista de la exposición “Que nos roban la memoria”, de Concha Jerez, en el Museo Reina Sofía, Madrid, 2020. Foto: Joaquín Cortés/Román Lores

Finalmente, para reforzar el aspecto unitario de la obra realizada en cada escalera, en todas ellas se ha realizado una intervención mediante vinilos que desarrolla como tema la dicotomía entre los conceptos de Paisaje Interior y Paisaje Exterior de Memoria.

En la sala de Bóvedas y en la planta tercera del edificio Sabatini se presentan obras esenciales anteriores de la autora, como Medida Límite (1986-1996), Muro de Silencio (1986) o Jardín de Ausentes (2002). Esta última es una instalación con video en el que aparecen, sobre los restos de un viejo barco abandonado que la cámara recorre, fotos de algunos personajes relevantes del siglo XX y cuya banda sonora incorpora las voces de algunos de ellos (Marinetti, Orson Welles, James Joyce o Gertrude Stein).

En tres espacios de la tercera planta del edificio Sabatini, zona en la que la artista ha realizado también intervenciones que parten de su definición del silencio como aspecto complementario de la memoria, se encuentra la instalación El Lado Oscuro del Espejo (1997), que tuvo su origen en las acciones que con el título de Paréntesis de Interferencias fueron llevadas a cabo por la artista durante dos semanas en el Centro Penintenciario de Carabanchel -sección de hombres- en 1994 -cuando todavía funcionaba como cárcel-, a partir del día 6 de diciembre, día de la Constitución Española.

Esta pieza visual y sonora está integrada por seis pupitres de hierro con flexors y con libros de artista y luces giratorias de alerta situadas debajo de los mismos. Esta sala está vigilada por una cámara de seguridad cuyas imágenes en tiempo real se pueden ver de forma continuada en un monitor fuera de la misma.

Vista de la exposición “Que nos roban la memoria”, de Concha Jerez, en el Museo Reina Sofía, Madrid, 2020. Foto: Joaquín Cortés/Román Lores
Vista de la exposición “Que nos roban la memoria”, de Concha Jerez, en el Museo Reina Sofía, Madrid, 2020. Foto: Joaquín Cortés/Román Lores

Caja de Memoria (1988-2020), otras de las obras presentes en este espacio, es un contenedor de memoria que vuelve a centrarse en personas relevantes en la historia de la humanidad, unas veces reconocidas y otras anónimas, cuyas necrológicas han aparecido en diarios. En una caja transparente se recogen vasos de cristal transparentes en cuyo interior se sitúan fotocopias intervenidas en acetato transparente –procedentes de la prensa diaria-, de necrológicas de mujeres que han sido relevantes o que han permanecido anónimas precisamente por su condición de ser mujeres.

Finalmente, la exposición presenta en la Sala de Protocolo el archivo personal de Concha Jerez para ilustrar su recorrido en el contexto del arte. En él se incluyen, de forma selectiva, materiales diversos pertenecientes a la artista -bocetos, dibujos, pequeñas obras, libros de artista y obras de Mail Art-, recopilados desde comienzos de los años setenta hasta 2020.


CONCHA JEREZ. QUE NOS ROBAN LA MEMORIA

Museo Reina Sofía. Edificio Sabatini. 3ª Planta, Sala de Bóvedas, Sala de Protocolo y escaleras. Madrid

Del 28 de julio de 2020 al 11 de enero de 2021

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