UNA MUESTRA ONLINE CELEBRA EL CENTENARIO DE LEÓN FERRARI
[VERSÃO EM PORTUGUÊS ABAIXO]
La Galeria Nara Roesler celebra a partir de hoy el centenario de León Ferrari (1920-2013) con una exposición virtual que presenta obras fundamentales de su producción en Brasil, país donde se exilió a partir de 1976 tras el golpe militar en Argentina. León Ferrari em São Paulo es curada por el escritor e historiador del arte venezolano Luis Pérez-Oramas (1960), director artístico del Proyecto Curatorial Roesler.
LEÓN FERRARI EM SÃO PAULO
Por Luis Pérez-Oramas
Entre 1976 y 1991, León Ferrari (1920-2013) se exilió en São Paulo. Durante este período, el artista pudo renovar su producción al concebir tipologías formales previamente inexistentes en su trabajo, mientras sistematiza su crítica sarcástica y radical del poder y la religión.
1976 fue el año infame en que el golpe militar impuso un largo período de dictadura en Argentina. Sintiendo amenazas sobre él y su familia, Ferrari decidió instalarse en São Paulo. Los primeros años después del golpe estuvieron marcados por el miedo y la ansiedad por el paradero de su hijo Ariel, un activista político que, junto con su esposa embarazada, había sido secuestrado, encarcelado ilegalmente y asesinado por las fuerzas militares en Argentina.
León y Alicia Ferrari nunca pudieron enterrar los restos de su hijo. Una larga lucha por la justicia ha comenzado. Ferrari buscó sin cesar la ayuda de numerosas organizaciones e instituciones internacionales, reclamando justicia para su hijo. Sorprendentemente, es en este punto de inflexión en su vida que Ferrari revisita su práctica del dibujo abstracto, una técnica que había dominado con maestría a principios de la década de 1960.
Al repetir la forma característica de lenguas de fuego, combinada con un trazado gestual completamente original, concibe una nueva tipología abstracta. Admirablemente, estos dibujos, testimonios de una de las experiencias más dramáticas en la vida del artista, aparecen como metáforas abstractas para el infierno judeocristiano realizadas por alguien que, más adelante en su vida, dirigirá una carta al Papa exigiendo la cancelación de la noción de infierno.
En São Paulo, Ferrari también alcanzó uno de los ápices de su práctica escultórica al usar enmarañados de alambre en la producción de estructuras prismáticas que remiten a jaulas en volúmenes modulares; algunas de ellas, en una escala monumental, fueron diseñadas como elementos para eventos participativos, performáticos y sonoros.
La sujeción a una ciudad abrumadora también contribuyó a un nuevo conjunto de obras conocidas como Arquitectura de la locura, manifestadas en dibujos y grabados, y desplegadas a través de diversas técnicas de reproducción, como xeroxes, planos arquitectónicos, cianotipos, etc., en los que enfatizó lo absurdo de la vida cotidiana y la alienación de las masas. Su permanente interés por el lenguaje también está presente en dibujos y collages donde bestiarios, alfabetos, series numéricas y líneas enredadas hacen eco de sus esculturas y hacen colisionar varios conjuntos herméticos, eróticos e irónicos de codificación.
El legado más interesante de la producción brasileña de Ferrari está relacionado con sus reinterpretaciones de la Biblia y la denuncia de horrores políticos y violencia institucional. A través de la apropiación de imágenes de guerras, de la historia e historia del arte, Ferrari reinventó por completo el collage, volviendo a la deconstrucción del poder, como se ve en el Juicio Final de Miguel Ángel, que, sometido a la defecación de las aves, ejemplifica una de sus grandes y maduras composiciones performáticas, así como la conjunción de figuraciones cristianas con imágenes eróticas orientales.
LEÓN FERRARI EM SÃO PAULO
Luis Pérez-Oramas
Entre 1976 e 1991, León Ferrari (1920-2013) se exilou em São Paulo. Durante esse período, o artista pode renovar sua produção ao conceber tipologias formais previamente inexistentes em seu trabalho, enquanto sistematizava sua crítica sarcástica e radical ao poder e à religião.
1976 foi o ano infame em que o golpe militar impôs um longo período de ditadura na Argentina. Sentindo ameaças sobre si e sua família, Ferrari decidiu se instalar em São Paulo. Os primeiros anos após o golpe foram marcados pelo medo e a ansiedade em relação ao paradeiro de seu filho Ariel, ativista político que, junto com sua esposa grávida havia sido seqüestrado, aprisionado ilegalmente e assassinado pelas forças militares na Argentina. León e Alicia Ferrari jamais puderam enterrar os restos de seu filho. Uma longa luta pela justiça iniciou-se. Ferrari incessantemente buscou auxílio de inúmeras organizações e instituições internacionais, reivindicando justiça para seu filho. Surpreendentemente, é nesse momento decisivo de sua vida que Ferrari revisita sua prática de desenho abstrato, técnica que havia dominado com maestria no início da década de 1960.
Ao repetir a forma característica das línguas de fogo, combinada com um traçado gestual completamente original, ele concebe uma nova tipologia abstrata. Admiravelmente, esses desenhos, testemunhos de uma das experiências mais dramáticas na vida do artista, figuram como metáforas abstratas do inferno judaico-cristão realizadas por alguém que, mais tarde em sua vida, dirigiria uma carta ao Papa exigindo o cancelamento da noção do Inferno.
Em São Paulo, Ferrari também alcançou um dos ápices de sua prática escultórica ao utilizar emaranhados de arame na produção de estruturas prismáticas que remetem a gaiolas, ou a jaulas em volumes modulares; algumas delas, em escala monumental, foram desenhadas como elementos para eventos participativos, performáticos e sonoros.
A sujeição à cidade esmagadora contribuiu também para um novo conjunto de trabalhos conhecidos como ‘Arquitetura da loucura’, manifesto em desenhos e gravuras, e desdobrado através de diversas técnicas reprodutivas, como xeroxes, plantas arquitetônicas, cianotipias, etc., nas quais enfatizou o absurdo da vida cotidiana e a alienação das massas. Seu duradouro interesse pela linguagem também se apresenta em desenhos e colagens onde bestiários, alfabetos, séries numéricas e linhas emaranhadas ecoam suas esculturas e fazem colidir diversos conjuntos herméticos, eróticos e irônicos de codificação.
O legado mais interessante da produção brasileira de Ferrari está ligado às suas releituras da Bíblia e à denúncia dos horrores políticos e da violência institucional. Através da apropriação de imagens de guerras, da história e da história da arte, Ferrari reinventou completamente a colagem, voltando-a para a desconstrução do poder – como se verifica no “Juízo Final” de Michelangelo, que, submetido à defecação de pássaros, exemplifica uma de suas grandes e maduras composições performáticas, assim como a conjunção de figurações cristãs com imagens eróticas orientais.
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