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PROGRAMA HÉLICE. LA EMERGENCIA DE LO COLECTIVO

El arte contemporáneo es emancipatorio. Como diría Boris Groys: una producción sin producto. Por tanto, su valor está sujeto inevitablemente a un hacer que poco tiene en cuenta la rentabilidad material. Desde el año 2016, el Centro Nacional de Arte Contemporáneo (CNAC) ha tomado este rol en nuestro país. En términos estrictos corresponde al primer espacio estatal abocado exclusivamente al arte contemporáneo, comprendiendo éste desde un enfoque que no se limita a la mera exhibición de obras o lo que esto envuelve. Es decir, no solo abarca el campo de producción y recepción del arte contemporáneo, sino también su performatividad en el presente, el ejercicio libre y desinteresado del estar vivos, parafraseando a Boris Groys.

Este es un rasgo que destaca su actual directora Soledad Novoa Donoso. «Nosotros trabajamos con la contemporaneidad. Lo que nos está rodeando y lo que está pasando. El CNAC para nosotros es un lugar de experimentación, de investigación y un lugar de co-creación de proyectos. Buscamos que sucedan cosas, y las exposiciones son solo una parte de esas cosas». Con este afán el CNAC se abre al público, y una de sus principales formas de acercamiento es el programa Hélice, desarrollado desde el 2018. Consiste en una serie de talleres y convocatorias de encuentro que tienen por objetivo poner en acción las distintas aristas del arte contemporáneo (goce, contemplación, reflexión, crítica, creación, entre otras). Hélice es desarrollado por el Área de Mediación del CNAC y se sustenta en un vínculo conceptual con el origen aeronáutico del espacio, el ex Aeropuerto de Santiago vigente en vuelos nacionales hasta el 2006.

El hecho de que se trate del ex Aeropuerto suma al Centro una pertenencia histórica incuestionable (al igual que famosos espacios que han dado pie a instituciones de peso; el Tate Modern es el caso más emblemático). Este peso histórico es parte hoy del CNAC. Como sabemos, el presente está conectado siempre con el origen –Agamben afirma que la idea de origen no refiere a algo extraviado en un pasado cronológico sino que es parte constitutiva del devenir contemporáneo–. En el caso de una institución artística la mirada hacia el pasado es indispensable, puesto que el arte por definición entraña un vínculo estrecho con la historia (tanto en su ámbito poético como en sus aspectos técnicos y materiales). De hecho, si existe algo que entendemos como arte contemporáneo es justamente porque el pasado condujo las cosas a dicho estado y sentido en el tiempo presente. Por otro lado, el arte es puramente conceptual, puesto que habita en el lenguaje, sin embargo, toma posición en infinitos estados dentro de lo real. Hito Steyerl ha señalado: «En todos los niveles de la actividad cotidiana, el arte no solo invade la vida sino que también la ocupa. Esto no significa que sea omnipresente. Significa tan solo que ha establecido una compleja topología que combina presencia dominante con enorme ausencia, teniendo ambas un impacto sobre la vida cotidiana».

Actividad del Programa Hélice. Cortesía: CNAC, Chile
Actividad del Programa Hélice. Cortesía: CNAC, Chile
Actividad del Programa Hélice. Cortesía: CNAC, Chile
Actividad del Programa Hélice. Cortesía: CNAC, Chile

Hélice se sustenta este año en la noción de arte y pedagogía, conceptos a su vez subcategorizados por el “decálogo” elaborado por el CNAC para este programa de trabajo, bajo el título Resistencia. Los conceptos en torno a los que se despliega Hélice derivan del diagrama vectorial técnico de las fuerzas involucradas en el funcionamiento de la hélice. A partir de estos se aplican las estrategias mediales llevadas a cabo cada año. Este 2020 el laboratorio experimental vivo de Hélice busca promover con especial énfasis la reflexión, el diálogo, el juego y la participación ciudadana respecto a tópicos y disciplinas contingentes; es así como se constituye a través de talleres desarrollados en su mayoría por colectivos de artistas, entre los que se cuentan actividades de edición fotográfica, collage animado, animación audiovisual, técnicas de grabado, performance colectiva, escritura y composición de canciones, fotogrametría, y graffiti y animación digital.

Para su directora, una de las cuestiones principales que el Centro busca propiciar es el cruce entre disciplinas y enfoques discursivos, es decir, una diversificación en términos de prácticas y lenguajes. Entre los grupos que este año participan de Hélice se cuentan Antes del olvido, Nosotras audiovisuales, Serigrafía instantánea, Colectivo Chusca, Escuela de arte feminista, Escuela popular de cine, Yorka Pastenes, Cooperativa de fotógrafas, Editorial PLO, Alejandra Farías Köhnenkampf, Pésimo servicio y Comité quema de plasmas. Todos los convocados desarrollan propuestas prácticas y teóricas que implican un fuerte vínculo con lo colectivo –el trabajo grupal, transversal y participativo–. Este hecho conecta directamente con los procesos políticos que se viven en Chile y, dicho sea de paso, los fenómenos globales que cobran cada vez más fuerza en lo que se podría considerar una crisis o reordenamiento social a gran escala.

Como señala Soledad Novoa Donoso: «Dada la emergencia patente de lo colectivo en el último tiempo, decidimos asumir el rol que nos compete como institución pública que trabaja con, desde y para el arte contemporáneo, y preguntarnos por el modo en que se abordan estas problemáticas desde las prácticas artísticas. No es que lo colectivo antes no estuviese presente, pero probablemente a partir de la serie de eventos ocurridos los últimos meses, empieza a visibilizarse con más fuerza. Así, nos parecía importante que este año miráramos desde el hacer colectivo qué sucede con las prácticas del arte contemporáneo».

Diego Maureira

Santiago de Chile, 1989. Licenciado y magíster en Historia del Arte por la Universidad de Chile. Ha publicado ensayos e investigaciones ligadas al arte chileno de las últimas décadas, además de entrevistas y artículos sobre arte contemporáneo. Es curador y parte del equipo del Departamento de Estudio de los Medios (DEM).

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