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SALÓN INDEPENDIENTE EN MÉXICO (1968–1971)

Una de las iniciativas más importantes que cambiaron las prácticas artísticas en México fue el Salón Independiente. A partir de él, surgió la posibilidad de organizaciones grupales que desarrollaran proyectos en conjunto y de carácter experimental, además de fortalecer actitudes contestatarias frente al orden establecido.

Vista de la exposición "Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971", en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo
Vista de la exposición «Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971», en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo
Vista de la exposición "Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971", en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo
Vista de la exposición «Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971», en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo

El Museo Amparo presenta la exposición Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971, organizada y producida por el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC-UNAM) que, bajo la curaduría de Pilar García, propone la primera reconstrucción de las tres exposiciones que organizó el Salón Independiente de 1968 a 1970, como momento clave en el cambio del arte en México.

El Salón Independiente fue una de las iniciativas más importantes que cambió las prácticas artísticas en México. A partir de él, surgió la posibilidad de organizaciones grupales que desarrollaran proyectos en conjunto y de carácter experimental, además de fortalecer actitudes contestatarias frente al orden establecido, promoviendo la libertad de creación y la autogestión.

Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971 parte de la investigación en distintos archivos y tiene como objetivo realizar un trabajo historiográfico que documente y reconstruya la propuesta estética y política de artistas que marcaron una época en el arte contemporáneo en México.

La exposición engloba uno de los principales momentos de quiebre entre los artistas avanzados y el aparato cultural mexicano. La investigación realizada a partir de distintos archivos ha permitido dibujar un nuevo mapa, con eventos más precisos de las prácticas artísticas que, con voluntad transformadora, definieron un nuevo rumbo del proceso creativo del arte en México.

Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971 permite esclarecer el clima de la producción artística y dar valor a su trascendencia en el momento donde coinciden en México los Juegos de la XIX Olimpiada, el movimiento estudiantil y la violencia del Estado en México durante 1968.

La muestra reúne más de 150 obras de artistas como Gilberto Aceves Navarro, Lilia Carrillo, Arnaldo Coen, José Luis Cuevas, Felipe Ehrenberg, Helen Escobedo, Fernando García Ponce, Marta Palau, Tomás Parra, Vicente Rojo, Francisco Icaza, Hersúa, entre otros.

Vista de la exposición "Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971", en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo
Vista de la exposición «Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971», en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo

El Salón Independiente agrupó a artistas de posiciones estéticas y políticas heterogéneas, bajo una propuesta que, poniendo distancia con la institución y el circuito comercial de galerías, articuló nuevos lenguajes artísticos y exploró soportes no tradicionales y nuevas opciones de consumo del arte.

La muestra reconstruye un arte distinto que se proponía efímero y colaborativo y que incidió en la historia del arte mexicana más reciente como referente capaz de dialogar con experiencias de décadas posteriores.

La primera causa del Salón fue la defensa de la más estricta libertad creativa individual. Progresivamente, la agrupación articuló posiciones colaborativas, el juego con materiales inusuales, y la producción de ambientaciones y obras efímeras, especialmente en el Tercer Salón de 1970, donde la falta de recursos invitó a los artistas a trabajar con cartón y papel periódico. El Salón Independiente fue también el escenario del choque generacional entre la práctica individual del taller y la ambición de producir un arte colectivo y politizado de la década de los años setenta.

La exposición busca incidir en las disputas actuales en torno al sentido de aquella experiencia y su capacidad de activación sobre el presente, y a pensar en sus ecos y reverberaciones. La reconstrucción del Salón Independiente no sólo completa un capítulo pendiente de la historia del arte, sino que permite pensar la potencia y diversas encarnaciones que puede tomar la noción de autonomía.

La exposición está dividida en tres núcleos temáticos que corresponden a los tres Salones Independientes que se presentaron en 1968, 1969 y 1970.

Vista de la exposición "Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971", en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo
Vista de la exposición «Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971», en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo

Salón Independiente 68. Libertad y autogestión

El Primer Salón Independiente se inauguró el 15 de octubre de 1968 en el Centro Cultural Isidro Fabela, con la participación de 46 artistas y con predominancia de obras en caballete. Los principios del colectivo se enlistaron en la entrada de la exposición como una primera declaración que priorizaba la libertad de creación, la independencia de las instituciones y la inclusión de artistas extranjeros. Con esta acción, se inauguró un modelo autónomo y autogestivo en las prácticas artísticas en México y un acto de resistencia ante el gobierno represor.

Vista de la exposición "Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971", en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo
Vista de la exposición «Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971», en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo

Salón Independiente 69. Rechazo a las bienales y concursos nacionales

El 16 de octubre de 1969 se inauguró el Segundo Salón Independiente en el Museo Universitario de Ciencias y Arte (MUCA) con un exitoso resultado entre el público y la crítica. Como esta edición contaba con mayor espacio, los artistas mostraron conjuntos de obra en lugar de piezas aisladas. La exposición refrescaba la escena y la práctica artísticas al mostrar una variedad de tendencias que esta generación proponía de forma innovadora, en un contexto que demandaba radicalidad y transformación.

El Segundo Salón puso especial énfasis en invitar a artistas internacionales para que formaran parte de la muestra. Entre los 31 participantes se encontraban figuras como el peruano Fernando de Szyszlo, el argentino Antonio Seguí, el español Rafael Canogar y el estadounidense Leonard Baskin.

Vista de la exposición "Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971", en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo
Vista de la exposición «Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971», en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo
Vista de la exposición "Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971", en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo
Vista de la exposición «Un arte sin tutela: Salón Independiente en México, 1968-1971», en el Museo Amparo, Puebla, México, 2020. Cortesía del museo

Salón Independiente 70. Experimentación colectiva

Desde que se comenzó a planear el Tercer Salón Independiente se consideró que la propuesta tendría un carácter experimental. La falta de fondos obligó a que los integrantes exploraran nuevas estrategias de expresión a bajo costo y abrió la posibilidad de convertir el espacio del museo en un laboratorio de experimentación. Por primera vez en el contexto mexicano se crearían obras efímeras in situ, alejadas de las convenciones artísticas.

Con la intención de generar unidad y coherencia, el grupo eligió utilizar materiales económicos y poco duraderos, como papel periódico y cartón, para crear ambientes donde sobresaldrían la personalidad y el estilo de cada artista. El proyecto fomentó un ambiente de creación colaborativa y experimental que desacralizaba el arte. La precariedad de los materiales elegidos y las grandes dimensiones de las piezas se vinculan al rechazo de la comercialización del arte. Debido a la naturaleza del soporte y la fragilidad de las piezas, la mayoría fueron destruidas. Al tratarse de piezas clave y transgresoras, y con la intención de conservar en la colección del museo obras que ayuden a comprender las prácticas artísticas experimentales de finales de los años sesenta en México, se hizo el esfuerzo de reinstalar algunas de ellas en colaboración con los autores.

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