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CONCEPCIÓN, TE DEVUELVO TU IMAGEN. ARTE Y POLÍTICA 1972-1991

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Por Ángela Aguilar

El pasado 6 de diciembre se inauguró en la Sala David Stitchkin de la Universidad de Concepción la exposición Concepción, te devuelvo tu imagen. Arte y política 1972-1991, parte de una investigación histórica realizada por Leslie Fernández, artista visual, investigadora y académica; Carolina Lara, curadora, gestora e investigadora; y Gonzalo Medina, comunicador, investigador y trabajador cultural independiente.

La muestra, abierta hasta el 31 de enero, ha sido construida a partir de archivos, testimonios y obras de la época que relevan prácticas de activismo artístico en resistencia a la dictadura cívico-militar en Chile. Referencias temporales como la apertura del Departamento de Artes Plásticas de la Universidad de Concepción y el comienzo de la Transición Democrática dan cuenta del vínculo entre arte y política en esa ciudad del sur de Chile en aquellos tiempos.

Según los investigadores, esta temporalidad, marcada por la dictadura cívico-militar, corresponde a un relato histórico sobre el compromiso y la acción emprendida en aquel entonces por artistas visuales, trabajadores culturales y organizaciones sociales que resistieron al poder simbólico y a la violencia de facto ejercida por el régimen en el territorio del Gran Concepción.

Inicialmente, el proyecto solo contemplaba una publicación impresa, pero al comprender la importancia de los hallazgos, lo inédito del material y el valor de los documentos reunidos, los gestores consideraron importante darle un carácter expositivo.  El libro Concepción, Te devuelvo tu imagen será lanzado este año.

La muestra incluye registros de instalaciones, performances, acciones de arte y acciones gráficas, consignando el uso de diversos lenguajes desde lo contemporáneo y experimental. Se incluye el aporte de artistas y escritores como Pedro Millar, Manuel Fuentes, Pilar Hernández, Iván Díaz, Iván Cárdenas, Ricardo Pérez, Arinda Ojeda, Ricardo “Chepo” Sepúlveda, Roberto Pablo, Paola Aste, Rodrigo Andrade, Sebastián Burgos, Miguel Parra, Francisco Albarrán, Egor Mardones y Juan Bustos “Pisan” (de Tomé), entre otros, que también formaron colectivos o agrupaciones, como el Colectivo Arte80, Teatro Urbano Experimental (TUE), Calaucán, Taller Marca, el Taller de Video Independiente de Concepción (TAVIC), la Agrupación Democrática de Artistas (ADA) o la Agrupación Universitaria de Tomé (AUT).

El contexto social y político en que se sitúa esta escena de la resistencia cultural, la ciudad y las manifestaciones que fueron ocupando las calles en los años 80, están también a través de diversos archivos y de un video realizado por Valentina Palma con registros audiovisuales de la época.

“En el actual contexto de movilizaciones en Chile, la reflexión crítica en torno a la resistencia se vuelve nuevamente necesaria e impulsa a una revisión de nuestro propio contexto político y social, donde se repiten acontecimientos que parecían haber quedado en el silencio de la memoria. Este ímpetu de activar el entorno, y de resistir a la violencia que, hoy igual que ayer, vuelve a manifestarse, resitúa el rol del arte en la sociedad, reforzando más que nunca la necesidad de relacionar, de manera indisoluble, arte y vida”, señalan los investigadores, con quienes tuvimos la oportunidad de conversar.

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Ángela Aguilar: ¿Cuál es la importancia de la temporalidad de esta muestra en relación con el contexto político y cultural actual del país? 

Leslie Fernández: Planificamos esta exposición a comienzos del 2019, pero cuando ocurre el estallido social pensamos que tendría mucho más sentido su montaje e incluso que se tornaba aún más necesaria hacerla, porque nos permitía conectar un pasado reciente con el presente. Pero, a partir de lo que estábamos viviendo, pensamos que debíamos incorporar imágenes y referencias de la contingencia, para dar cuenta qué tantos temas y demandas de este pasado reciente no han sido resueltos, y que continúan apareciendo como un círculo que aún no se cierra.

En la exposición integramos, por ejemplo, un lienzo que señala “Hoy igual que ayer”, señalando con ello que la lucha continúa, interpelando también a las y los artistas actuales y al rol que debemos asumir desde el campo del arte en los procesos de crisis y cambio social. Dentro del montaje hay un video compuesto de imágenes de manifestaciones de la década de los 80; en él se pueden ver marchas y movilizaciones en calles de Concepción, con cantos y consignas que siguen plenamente vigentes, lo que nos hace pensar que hay temas pendientes por resolver y que incluso siguen intactos desde la dictadura.

AA: ¿Cómo refleja esta exposición la valoración de las prácticas de activismo artístico como actos de resistencia? 

Gonzalo Medina: La investigación se enmarcó en la necesidad de visibilizar prácticas de activismo artístico durante los 70 y 80 en Concepción, prácticas que en general tensionan el arte académico o tradicional. Por eso, esta mirada no incorpora producciones o artistas que en aquellos años desarrollaban lenguajes relativos a la representación figurativa, a lo narrativo o lo decorativo. Más bien, interesó al equipo visibilizar un arte vinculado estrechamente a su contexto social, que aportara una mirada crítica de esta temporalidad histórica referente a la dictadura cívico-militar en Chile.

Esta articulación indisoluble entre arte y vida es un marco de acción que encontramos como característica afín en las manifestaciones artísticas y culturales que registramos. Existe una necesidad en Concepción por revisar la memoria, la historia reciente, y por propiciar el conocimiento/diálogo con el público acerca de estos temas, esperando que este trabajo entregue un valor histórico, y desde el arte contemporáneo a estas prácticas de activismo artístico desarrolladas a pulso, y en declarada resistencia a los símbolos y coerción de la dictadura.

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AA: ¿Cómo se ha articulado la traducción de la investigación desde la idea original -que era una publicación- al formato de exposición? 

GM: Provenimos de diversas áreas: artes visuales, curaduría y crítica de arte, periodismo e historia. Esta mirada multidisciplinar permitió imaginar que los resultados y posteriores hallazgos de la investigación se materializaran en dos productos de difusión: un libro (objetivo principal del proyecto) y una exposición de archivo que diera cuenta desde una experiencia estética de los aportes de la investigación, de lo organizativo, de la estética ochentera, y también de lenguajes artísticos producidos en aquellos años, referentes a la performance, acciones de arte, intervenciones urbanas y acciones gráficas. En ese sentido, repensamos la imagenología de la investigación, nos fugamos un poco de la acotada visualidad del libro y planteamos la necesidad de llevar los resultados de los testimonios y archivos a una experiencia estética.

Solicitamos obras originales, en los casos en que sólo existía el archivo. Generamos la reproducción de registros y también instalamos un gran número de notas de prensa originales provenientes del archivo de la periodista Ana María Maack, quien difundió parte de esta «escena» en su trabajo como reportera en Diario El Sur. Organizamos los contenidos de la muestra de manera temporal y temática, estableciendo nexos constantemente con el contexto político y cultural, evidenciado en un video de manifestaciones callejeras editado desde registros en VHS de los 80 en Concepción, que es parte de la muestra, sumando algunos audios de entrevistas, y también aportando al diálogo con el público, programando diversas actividades de mediación cultural durante la exposición.

AA: ¿Cómo fue el proceso de investigación? ¿Se encontraron con resultados inéditos, hallazgos que no esperaban? 

GM: La investigación de campo se desarrolló bajo una metodología que incluía entrevistas, archivos tanto de prensa como de época, revisión teórica, y un marco temporal que fue una hoja de ruta para las temáticas que emergían. Durante el proceso utilizamos la técnica bola de nieve, donde un entrevistado nos daba otro nombre que resultaba ser también un actor clave en esta práctica de resistencia cultural en Concepción. De una nómina de doce entrevistades, terminamos con alrededor de 45, lo que también fue un desafío en cuanto a la sistematización, categorización y proceso escritural.

Durante el proceso de investigación, que duró cuatro años, participamos en diversas entrevistas, ponencias, conversatorios y seminarios, difundiendo el working progress del proyecto, tanto en Chile como en el extranjero. Los resultados más inesperados son los vínculos que se pueden establecer con las prácticas de movimientos artísticos y culturales de los 80 en Latinoamérica, retratados en el libro y muestra Perder la Forma Humana, y la exposición Poner el Cuerpo del Museo de la Solidaridad Salvador Allende. En ambos se evidencian prácticas que buscan activar lo social, repensar las formas estéticas tradicionales y también un ímpetu por conformar el tejido social desde el arte.

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AA: ¿Qué tipo de manifestaciones o expresiones artístico/políticas caracterizaron esos años en Concepción? ¿Podrían citar algunos ejemplos concretos que llamen su atención? 

Carolina Lara: Entre la academia y el trabajo más propiamente social y político, las manifestaciones se movieron de algún modo -y tal como lo configura la investigación Perder la forma humana sobre arte en las dictaduras latinoamericanas- entre los desplazamientos de la gráfica, el trabajo con el cuerpo, con lo colectivo y el espacio público. Hay un cierto transcurrir cronológico, que comienza con las experiencias del ColectivoArte80 en dos exposiciones censuradas: Arteacción (1979), una inauguración sin obras, una suerte de happening que instalaba la posibilidad de reunirse en momentos en que aquello era prohibido; y Experiencias gráficas (1982), donde se incluían obras marcadas por lo objetual, lo experimental y por referencias críticas a la dictadura.

De los espacios de arte censurados se va a espacios que tenían un sentido comunitario, como el gimnasio del colegio San Ignacio, donde se realizó la exposición colectiva Ensayo público (1980), o Happening, que incluyó diversos artistas y manifestaciones. Y se va también a la calle: tanto Arte80 como Taller Marca llevan acciones gráficas a muros de Concepción, con La 8a de la Hora, que parodia una portada del diario La 3a de la hora (1980, ColectivoArte80); Ninguna calle llevará tu nombre (1982, de Marca), con la imagen de Augusto Pinochet que inmortalizó el fotógrafo Charles Gerrestsen; Si vas para Chile (1982) de Marca; siendo Concepción te devuelvo tu imagen (1982) un inserto del ColectivoArte80 en el suplemento La Gaceta del diario El Sur con la imagen de un no vidente. La presencia del grabado es aquí determinante, técnicas de reproducción mecánica como la fotocopia y la serigrafía, así como la idea de propaganda y agitación política. Experiencias con el cuerpo en las calles hay además en las performances del Teatro Urbano Experimental (TUE), destacando Azul (1982), donde el grupo se fue desplazando por el campus de la Universidad de Concepción en una suerte de coreografía silenciosa, pintado cada integrante de azul. Acción Neruda (1982) y Acción Cárcel (1988) fueron también irrupciones colectivas, arrojando en la primera la figura en grabado de Pablo Neruda desde un puente al río Biobío, e instalando, en la otra, siluetas que significaban a detenidos desaparecidos, afuera de la ex cárcel de Chacabuco.

Podemos mencionar además el trabajo con poesía y collages de los artistas tomecinos Egor Mardones y Juan Bustos “Pisan”. O las múltiples colaboraciones de artistas de la Agrupación Democrática de Artistas (ADA) con organizaciones poblacionales, de derechos humanos y lucha política, para encuentros artísticos, marchas, movilizaciones o a través de “acciones de guerrilla”, instalando imágenes de protesta en las calles.

AA: ¿Qué saben al respecto de la forma en la que se vinculaban los y las artistas presentes en la muestra con lo que estaba sucediendo en la capital? ¿Existía algún tipo de conexión que les permitiera conectarse con otras y otros artistas? 

CL: Los vínculos con Santiago fueron puntuales, muy esporádicos, pero significativos, como la influencia que hubo desde Pedro Millar, ex profesor de la Universidad Católica y profesor del Departamento de Artes Plásticas de la Universidad de Concepción, hasta su exoneración en 1980. Para artistas del ColectivoArte80 y Taller Marca, que fueron sus alumnos, implicó probablemente asumir el grabado desde su potencial político, la experimentación gráfica, estrategias conceptuales y los desplazamientos hacia la calle. A través de Millar, Pilar Hernández, Munael Fuentes, Germán Araos e Iván Cárdenas, tuvieron además contacto con el Taller de Artes Visuales (TAV) de Santiago, en un viaje realizado en 1981. Años antes, en 1979, habían participado algunos de ellos en la Bienal Universitaria del Museo de Bellas Artes. En momentos de la formación del ADA, fue un impulso el Primer Congreso Nacional de Artistas y Trabajadores Culturales de Chile, realizado en 1983 en Santiago, a donde viajaron algunos integrantes de la agrupación que pronto se encauzó desde dinámicas autónomas. Algunos artistas señalan además cierto conocimiento de las obras del CADA y la Escena de Avanzada, pero ya corriendo la década del 80, cuando muchos de los aportes locales habían adquirido forma propia. Así lo reconocen, por ejemplo, integrantes del Taller de Video Independientes de Concepción (TAVIC), que comenzaron su formación en el área en un taller de la ONG Inprode orientado a la educación popular, a cargo de Yessica Ulloa, audiovisualista de Santiago, que incluyó la visita del cineasta Carlos Flores del Pino.

AA: ¿Es una muestra que podría itinerar, luego, en otras regiones? 

LF: Si bien esta investigación está centrada en el gran Concepción, consideramos que sería un aporte llevarla a otras ciudades de Chile, sobre todo a aquellas en donde podría ser un impulso para que artistas e investigadores quisieran levantar su propia historia y que aún no ha sido escrita. Y también pensando en que estos artistas son un ejemplo de cómo desde la más absoluta precariedad, de la más extrema represión y censura, se levantaron desde la cultura para aportar a la lucha social y política, buscando organizarse, generar redes y resistir para acabar con la dictadura.

La dictadura se vivió en todo Chile, pero con matices distintos en cada ciudad y región, lo cual hace absolutamente necesario levantar información que se refiera a los procesos vividos particularmente. Esto significa que no podemos comparar sin entender el contexto previo que se estaba dando donde a nivel local se dieron historias diferentes. Por ejemplo, en Concepción, al comenzar la década de los 70, coincide el comienzo del funcionamiento del Instituto de Arte, con una departamentalización impulsada por la reforma universitaria de 1968 y también cuando se abre la Licenciatura en Artes Plásticas y Visuales bajo el alero de la Universidad de Concepción, lo que significa que el Golpe de Estado de 1973 influye directamente en su funcionamiento, truncando un proyecto de colectivización de las disciplinas artísticas.

 


Imagen destacada: Azul, Teatro Urbano Experimental, registro de performance, 1982. (Archivos de Ricardo Sepúlveda).

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