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NEWEN KIMÜN: LA FUERZA DE LA SABIDURÍA. ENTREVISTA A OZZO UKUMARI

El contexto propone. Esa es la máxima con la que el Festival de Arte Sonoro Tsonami ha venido trabajando desde hace algunos años, invitando a artistas a reaccionar a las capas sociales y sonoras de Valparaíso para activar procesos creativos y desarrollar obras de sitio específico.

Este año, la mecha de la revuelta social se prendió mientras se realizaban las preparaciones para la 13ª versión del festival, lo que llevó a la organización a replantear los objetivos y la metodología de trabajo.

Si el contexto es el punto de partida, ¿cómo reconfigurar un festival de arte sonoro en medio de una crisis político-social de dimensiones históricas? Y junto a eso, ¿qué posibilidades de reacción tienen los y las artistas desde sus prácticas individuales y colectivas?

Buscando proponer nuevas formas y declarándose como una suerte de experimento, el Encuentro Tsonami 2019: Prácticas sonoras en contextos de crisis vino a reemplazar el evento queriendo escapar de las dinámicas de festividad y espectáculo. Por eso, poniendo el foco en los procesos y dejando atrás las exhibiciones de obras en sala, se invitó a los y las artistas (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Canadá, Portugal, Francia, Suiza, Dinamarca y Japón) a reflexionar e investigar colectivamente, y a cuestionar y repensar sus maneras de manifestarse artísticamente.

Así es como Ozzo Ukumari, artesano medial de Bolivia, abordó el desafío a través de un proyecto que busca amplificar la pregunta central del encuentro sobre la forma en que el arte puede aportar en la construcción de nuevas colectividades. Para eso, extendió la interrogante hacia otras disciplinas y expresiones artísticas, yendo más allá de lo sonoro y de los espacios considerados legítimos para el desarrollo del arte.

Newen KimünFuerza de la sabiduría en mapudungun– rescata la memoria del territorio por medio del relato oral de nueve personas o agrupaciones de Valparaíso que se manifiestan desde el arte para dar fuerza a la protesta social.

Las intervenciones callejeras Seguimos en la calle; el 2º Cabildo Gráfico-Artístico; las manifestaciones de Fuego/Acciones en cemento; el cacerolazo del Cerro Bellavista; las artistas callejeras de la marcha feminista separatista del 25N – Contra la violencia patriarcal; María Huerta, de Memoria y Feminismo en Dictadura; el Coro Ciudadano; la colectiva Bordadoras por la Memoria; y Guaico Títeres, de la comunidad mapuche urbana We Folilche de Playa Ancha, son los encargados de entregar algunas luces sobre el rol del arte en sus diferentes expresiones y cómo estas han reconfigurado y resignificado el paisaje sonoro y cultural de la ciudad.

Artistas callejeras de la marcha feminista separatista del 25N - Contra la violencia patriarcal, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

Artistas callejeras de la marcha feminista separatista del 25N – Contra la violencia patriarcal, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

Artistas callejeras de la marcha feminista separatista del 25N – Contra la violencia patriarcal, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

Isabella Galaz Ulloa: ¿A qué responde tu necesidad o interés de sacar la pregunta sobre el rol del arte del Encuentro Tsonami y del arte sonoro, para llevarla hacia otros lugares y expresiones artísticas?

Ozzo Ukumari: Creo que responde a un mecanismo para entender el contexto, para intentar comprenderlo y con la posibilidad de generar un archivo, una memoria del territorio en Valparaíso entre noviembre y diciembre de este año. Dar una voz a algunas manifestaciones que, a través del arte, expresan las demandas sociales a las que son sensibles desde su particular y única forma de ser. Creo que mantener conceptos como arte y diferenciarlo en sonoro, visual, táctil, etc. nos hace encerrarnos y encapsularnos, e intenté salir de esa burbuja y comprender qué pasaba desde otros sentires. Por otro lado, está la gran cantidad de información visual y la búsqueda por contraponer la pregunta sobre cómo este estallido significa también un cambio al paisaje cultural sonoro. Es un contexto particular que merece prevalecer, necesita ser recordado, y de eso hablamos.

IGU: ¿Con qué te encuentras en esa búsqueda?

OU: Con aprendizaje, con la certeza de que todos tenemos un rol y hay que hacerse cargo desde tu forma particular de ser y con el apoyo de tu comunidad; que no estamos solos y que, por supuesto, nos merecemos un mundo mejor; que la juventud es la fuerza y su pueblo, la sabiduría.

IGU: Las organizaciones o manifestaciones artísticas que entrevistaste son diversas entre ellas. Hay expresiones más espontáneas y barriales, como los cacerolazos del Cerro Bellavista; otra cercana a la música, como el Coro Ciudadano; o vinculadas al oficio textil y el trabajo de memoria, como las Bordadoras por la Memoria. ¿Existen puntos comunes entre ellas? ¿Es posible para ti llegar a alguna suerte de conclusión o reflexión al escucharlas a todas?

OU: Creo que el hilo de la historia continúa tejiéndose, pero que lo importante es poder dialogar, poder escucharnos. En estos momentos lo que necesitamos es escucharnos. La paz no tiene que ser entendida como silencio, ese estado de normalidad no es silencio, porque silenciar es un acto violento. Tiene que ver con otro tipo de forma armónica, como un ruido blanco de miles de voces que, de alguna u otra manera, resuenan. Pero esa conclusión no nace solamente de las entrevistas, sino también de lo vivido como residente, trabajando en espacios comunes, intentando lenguajes en común, caminando por la avenida Alemania y viendo el humo, el fuego de las barricadas de un pueblo luchando.

Bordadoras por la Memoria. Encuentro Tsonami, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

Bordadoras por la Memoria. Encuentro Tsonami, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

IGU: Estamos en un momento donde la organización en y del territorio es clave. Es clave, en primer lugar, para dar continuidad al movimiento social y, en segundo, para profundizar en otra forma de relacionarnos y organizarnos: el gobierno territorial, que se perdió en Chile por la violenta fractura de la dictadura. ¿Qué pudiste percibir de estas dinámicas en Valparaíso en las tres semanas participando del encuentro?

OU: Creo que ese es el factor de esperanza, la capacidad de darnos cuenta de que juntos podemos lograr algo increíble, pero sobre todo tener espacios de encuentro… y creo que hay colectivos, asociaciones, agrupaciones, instituciones que están jugando roles importantísimos en el estallido y haciendo que nos demos cuenta de que el poder está en nosotros, que somos capaces de conectarnos de muchas maneras, y lo fundamental es recuperar los derechos de la naturaleza, entender el territorio no como ciudad. Hay demasiados factores, no quiero ser paranoico, pero es curioso que todo esto esté pasando en varios países de Latinoamérica. Es un momento de crisis de pensamiento, y estamos comprendiendo todavía, con tiempo, a dónde nos lleva este tipo de pensamiento, que no es nuestro, que se nos ha impuesto y liberarse de eso es lo que reconfiguraría, de alguna forma, el tejido social. Pero son especulaciones en un mundo lleno de esto, y creo que eso es un cambio mucho más profundo que nos toca analizar y trabajar.

IGU: En las entrevistas a las organizaciones sociales-artísticas que realizaste está presente cómo los sonidos de la revuelta han generado diferentes y nuevos lenguajes, lenguajes que dependen/varían según el lugar donde se produce esa expresión. ¿Cómo describirías esos cambios en el paisaje sonoro y estos nuevos lenguajes?

OU: Alucinantes, pues porque entiendes desde diferentes percepciones sensoriales qué tan fuerte influye el sonido en nuestras vidas. Y es alucinante escuchar las respuestas, palabras que vuelven de otros tiempos, son como ecos, cacerolas que suenan de cerros a cerros, rítmicas que te unen y te provocan aumentar esa intensidad, hasta cómo la dinámica del cuerpo también es afectada. Por eso la variedad de manifestaciones artísticas, porque el sonido también es piel y la piel es de nuestros mayores canales de percepción.

Cacerolazo del Cerro Bellavista, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

Cacerolazo del Cerro Bellavista, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

IGU: La crisis de pensamiento significa un cuestionamiento a los paradigmas hegemónicos que nos rigen como sociedad y cultura. Tu hacer investigativo-artístico tiene mucho de eso, entre otras cosas, porque parte de tu trabajo se remite a la ancestralidad, a las prácticas y rituales de los pueblos indígenas. Newen Kimün mantiene algunos vínculos con esas ideas. ¿De qué forma el encuentro con Guaico, de la comunidad mapuche We Folilche, aporta y hace más circular el proyecto?

OU: Lo que más me llamó la atención al llegar fue ver la bandera mapuche, pero lo que me reconfortó fue ver una wiphala. Saliendo de Bolivia se veía una y otra vez el video donde quemaban la bandera, y no es el hecho, es lo simbólico, somos seres simbólicos. Y ver la bandera del pueblo mapuche en todas las manifestaciones a las que pude acudir solo acrecentó más mi deseo de poder entablar un contacto.

Creo que una crisis de pensamiento no es solamente que como cultura nos damos cuenta de que es una farsa, sino que también es esa farsa la que nos muestra que existen otros modos de relacionarnos más armoniosamente. La crisis de pensamiento se da cuando silenciamos otras formas de vivir y no solo no las entendemos, las marginalizamos y, sistémicamente, organizamos en estructuras de poder. Hemos perdido la voz como pueblo por entregar la confianza a personas que ni siquiera conocemos, y aunque no nos importe el sistema y digamos vivir fuera de él, igualmente nos afecta. Entonces, vivimos engañados y ahora sale este símbolo del despertar, y ahí creemos que hemos despertado, pero puede ser que nos atrapemos en otro sueño si no entendemos que hay otros tipos de pensamiento donde la razón no es el único camino. Por eso la crisis es de pensamiento, porque este no se mantiene por sí mismo, y volcar hacia otros pensamientos es volcar también hacia los grupos de marginalidades de la sociedad.

Durante el encuentro, hubo una primera charla con un grupo de biólogos, y esta me permitió obtener una publicación acerca del Wallmapu. De ahí pude aprender acerca de su territorialidad y quise conocer más, porque existen ciertas similitudes con otros pueblos indígenas en sus formas de relacionamiento con el mundo natural. Esta charla también solidificó algunos temas que estudio desde hace algunos años, ya que estoy realizando mi doctorado para la Universidad de Barcelona y he trabajado con algunas naciones indígenas en Bolivia. En el pensamiento indígena la naturaleza es un ser más con el que nos comunicamos, eso hace que exista un respeto hacia ella y de cuidarla sobre todo, porque también tiene manifestaciones simbólicas que afectan nuestra realidad. Los cantos de cura que se dan en muchas culturas o los rituales para comunicarnos con estos seres son prácticas comunes.

En la comunidad urbana mapuche We Folilche, Guaico nos dio una lección sobre muchos aspectos, entre ellos, el de la representación simbólica de la bandera mapuche. Allí volvimos a la oralidad, a escucharnos y a entender ese poder, que es compartir tu tiempo con alguien a quien no conoces y escuchar cómo nos sentimos. He aprendido muchas cosas de este viaje y, aunque dudé en venir en un inicio, porque era un momento en donde Bolivia estaba tan frágil, entendí muchas cosas y espero poder llevarme ese aprendizaje para afuera.

Ozzo Ukumari, instalación sonora que permite interactuar con el agua desde los sentidos del tacto y la escucha. Encuentro Tsonami, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

Ozzo Ukumari, instalación sonora que permite interactuar con el agua desde los sentidos del tacto y la escucha. Encuentro Tsonami, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

Ozzo Ukumari, instalación sonora que permite interactuar con el agua desde los sentidos del tacto y la escucha. Encuentro Tsonami, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

Ozzo Ukumari, instalación sonora que permite interactuar con el agua desde los sentidos del tacto y la escucha. Encuentro Tsonami, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

Ozzo Ukumari, instalación sonora que permite interactuar con el agua desde los sentidos del tacto y la escucha. Encuentro Tsonami, Valparaíso, Chile, 2019. Foto cortesía de Tsonami

IGU: En ese sentido, durante el encuentro también desarrollaste Trawunko como parte de la activación LADA (La Asamblea del Agua), instalación sonora que permite interactuar con el agua desde los sentidos del tacto y la escucha. ¿Cómo combinas en tu práctica el uso de tecnologías, la capacidad de interacción y tu cercanía con las cosmovisiones indígenas?

OU: Para mí la tecnología es desde el poder hacer fuego, hasta un lápiz, un ordenador, un sintetizador de ondas, etc. En realidad, la tecnología es una extensión de nuestro cuerpo con la cual percibimos y ordenamos el mundo de otra manera. Mi trabajo está en unir la naturaleza con la tecnología y hacer entender que somos uno. Trawunko funciona como un encuentro con el agua, y no se trata solamente del tacto, es nuestro cuerpo expandido. La cercanía es un sentido que también tenemos y es la posibilidad de sentir otra presencia. Trawunko trata de amplificar esta experiencia usando el agua como medio, en una paila de cobre que funciona como una antena y permite sentir cómo se acerca a tu piel.

Para las culturas de Latinoamérica la naturaleza es un ser, es uno más, pero tiene poderes que hacen que la gente le tenga respeto. El agua no es solo un elemento vital o un ser de derechos, sino que también existe toda una filosofía acerca de un ser mágico, ritual con una función mucho más importante. Me interesa unir esa percepción de poder sentir el agua y amplificar la experiencia hasta casi volverse cogno-sensible, es decir, con una capacidad de conocer, comprender, comunicarte de forma muy básica como es tocar, nuestro sentido madre. Al final, como decía antes, todos nuestros sentidos son especializaciones de la piel, y me gustaría intentar lograr esto con la instalación.

Trawunko se presentó en la lectura de la publicación Wallmapu, de la Universidad de Chile, y justo leí un pasaje acerca de la religiosidad y las propiedades que el pueblo mapuche ofrecía al agua. Cuando pude acercarme a la comunidad mapuche durante el encuentro, me recibió Guaico como el guardián de la aguas, que esa sería la traducción de su nombre.

IGU: Nos encontramos en un contexto sobrecargado de imágenes, ya sea por el despliegue gráfico en las calles o por las redes sociales, que han jugado un importante papel de visibilización y de denuncia. Pero pareciera que volver a la palabra hablada, al relato oral, resulta siempre fundamental e ineludible. ¿Cuál es la importancia de la oralidad en contextos con una gran cantidad de mensajes cruzados?

OU: Ahorita, lo que más importa, es tener esa posibilidad de cercanía y no solamente de poder mirarnos a los ojos para decir las cosas, sino que también tener la oportunidad para volver a juntarnos y entender que a veces la información es muy engañosa, ¿no? Siempre es mucho más fácil creer a la gente a través de la experiencia, entonces, creo que por esa situación es que la oralidad está volviendo; pero también por esto que te decía antes, en una estructura jerárquica de los sentidos, nosotros venimos de un proceso de razonamiento que es de un pensamiento occidental, y lo máximo que dice es ‘ver es creer’. Por eso es que todo nuestro mundo está organizado de una forma visual, pero ahora, en esta crisis de pensamiento, se ha demostrado que eso no siempre es así. Todo el tema de las fake news, de la posverdad, viene de la idea de ‘ver es creer’.

Tal vez, esta crisis de pensamiento es también una crisis en el orden jerárquico en que hemos organizado nuestra percepción del mundo. En primera cosa, la visualidad nos separa del mundo porque necesitas alejarte para mirarlo, entonces, nos separa de la naturaleza y nos hace ajenos a ella. En las culturas más antiguas, el pensamiento siempre ha sido que nosotros somos parte de la naturaleza, no estamos divididos de ella, y por eso es importante volver a replantear el tipo de pensamiento que tenemos.

Existe una gran necesidad de volver a lo oral, de volvernos a encontrar. Creo que por eso la oralidad juega un rol muchísimo más importante, por el hecho de estar cerca del otro. Por eso es que en la reflexión de la mayoría de mis obras no es tanto el sonido el que juega un rol, si no que la proximidad, que es el tacto. Y por eso Trawunko no es solamente una escultura sonora, también podría ser una escultura táctil, háptica, pero en realidad son varias cosas, porque mezcla el sonido, lo visual, la percepción táctil, y hace que tengas otro tipo de conocimiento solamente con la aproximación a la obra.


Newen Kimün fue presentada en formato insalativo durante el Encuentro Tsonami 2019, y la colección de videos-entrevistas se encuentra disponible en las redes sociales (@ozzoukumari) de Ozzo Ukumari.

Prácticas sonoras en contextos de crisis finalizó el sábado 7 de diciembre, y la programación del encuentro junto a la información sobre los formatos y los contenidos abordados puede ser revisada en www.tsonami.cl.

Isabella Galaz Ulloa

Periodista por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Desde 2015 colabora con radios comunitarias/alternativas y es comunicadora en La Radioneta, emisora libre y feminista que transmite desde Valparaíso. Fue encargada de Comunicaciones del Festival de Arte Sonoro Tsonami entre 2017 y 2019.

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