Mitigar el Horror a Veces. sobre ‘la Carne Muerta Nunca se Abriga’ de Teresa Margolles
Estas semanas de intensas movilizaciones han estado acompañadas de plumones, spray y papeles impresos sobre los muros de la ciudad. Una de estas impresiones -un afiche sencillo, de fondo negro y letras blancas- se ha visto recurrentemente en distintas comunas de Santiago, posicionando un mensaje claro e innegablemente certero: “El capital te culea”. Estas cuatro palabras juntas socavan en el centro de la actual crisis, especialmente en los violentos efectos de las lógicas neoliberales sobre los cuerpos de los habitantes.
La frase, fácil de descifrar para los chilenos, fue movilizada en primera instancia por la artista y técnico forense mexicana Teresa Margolles en una serie de acciones y registros realizados en el centro de Santiago, y que posteriormente se hicieron parte de su exposición La carne muerta nunca se abriga, curada Andrea Pacheco González en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA).
Inaugurada el pasado 31 de agosto y abierta hasta el 2 de febrero de 2020, la primera exposición de Margolles en Chile propone una reflexión sobre las nefastas secuelas corporales, urbanas y medioambientales provocadas por el avasallador modelo económico instaurado en el país en los primeros años de la dictadura militar, y consolidado retomada la democracia[1].
Con videos, audios, fotografías, esculturas, instalaciones e intervenciones en el espacio público, Margolles explora con actitud porosa –dentro y fuera del museo- cuatro sitios donde la agresividad del capitalismo se manifiestan en el cuerpo y el entorno geográfico de los habitantes. Uno de ellos es la transformación acelerada de la ciudad en manos de la especulación inmobiliaria[2].
De ahí que la artista haya decidido escribir “El capital te culea” en la fechada de tres edificios icónicos (el ex Teatro Chile en Recoleta, el antiguo Cine Garín en Quinta Normal y en una casona en Av. República 499), para luego llevar los registros al museo e instalar tres mil afiches impresos con la frase al centro de la sala principal, dejándolas a total disposición de los visitantes.
En el recorrido por las seis obras que componen la muestra, “El capital te culea” es la primera parada. Una vez en el segundo piso del museo, tres fotografías a color de 150 x 125 cm impresas en papel algodón testimonian las intervenciones en las obras arquitectónicas mencionadas. Sorprendentemente, la frase viene más lejos de lo que imaginamos.
Mientras la artista trabajaba en San Antonio del Táchira (Venezuela)[3], ciudad ubicada en la frontera con Colombia, se topa con estas palabras rayadas en un muro. Las recuerda cuando en 2018 viene a Chile y decide usarlas luego de algunas exploraciones por Santiago, donde nota cómo ciertos edificios llenos de historias resisten, al igual que los habitantes en carne propia, a los intereses de grandes grupos económicos.
Tal como ha sucedido estas semanas, no sólo la artista se apropia del grafiti, sino que permite la apropiación continua de la frase a cualquiera que le haga sentido. Con la entrega de los afiches casi dos meses antes del estallido social, Margolles impulsa la propagación de la frase por la ciudad y se abre a la reproducción del formato en cualquier imprenta.
La porosidad y despliegue de la exposición respecto al espacio extra museal no queda suscrito únicamente a “El capital te culea”. Su preocupación por el cuerpo –y sus estados transitorios- a merced de la violencia sistémica se alinean al contexto local en procesos menos visibles, pero igualmente neurálgicos.
El resto de las obras presentes en La carne muerta nunca se abriga comienzan en el trabajo activo con pirquineros no institucionalizados de la Región de Atacama, con habitantes de campamentos en Coquimbo y Santiago y con una parte de la comunidad haitiana organizada en la Comuna de Quilicura.
Entre 2018 y 2019, Margolles pasa tres temporadas en Chile. Como ya es habitual en sus proyectos, en todos estos viajes la artista hace un trabajo de campo: levanta información, documenta, se acerca a comunidades y genera redes de colaboración e intercambio.
En 2018 se dirige a Inca de Oro en la Región de Atacama, específicamente al sector Guías de California donde aún quedan minas, piques, algunas casas, pircas, cimientos de antiguas construcciones y también relave (desechos tóxicos de la industria minera que contienen arsénico, plomo, mercurio, sales de cianuro y químicos).
Ahí encuentra a Raúl Adriazola, poeta y pirquinero de la zona, con quien sepulta una tela de algodón y deja bajo su protección a cambio de unas clásicas chaquetas Levi’s originales. Cinco meses después, Margolles regresa a desenterrarla. La tela, los registros fotográficos y los testimonios de Raúl conforman “La exhumación”, instalación que absorbe la contaminación ambiental del lugar y recupera la experiencia de este proceso para hacerla ingresar al museo.
Algo similar ocurre con “Dos sillones tapizados”. La obra es resultado de una acción realizada en el desaparecido Campamento Juan Pablo II de Lo Barnechea y en el Campamento Esperanza Juvenil ubicado en Los Andes de Andacollo de Copiapó, donde los habitantes de cada campamento arrastraron una gran tela bañada en agua y cola fría por sus calles, permitiendo que la tela se impregnara de tierra, sustancias e historias inscritas en estas calles sin pavimento.
La acción fue registrada por la lente de Margolles y las telas luego fueron usadas como tapices de dos sillones abandonados y encontrados en Santiago. Los dos videos se enfrentan a las dos sillas, invitando a sentarse sobre la superficie rugosa, pero acolchada de los asientos. Inevitablemente los residuos se adhieren a la ropa y te llevas un poco de esa tierra a la calle y a la casa.
En el video “La carne muerta nunca se abriga” y en la instalación “La huella”, Margolles trabaja junto a la comunidad haitiana de la Villa Pascual Gambino. El video es una toma íntima de un hombre recostado, sudando, con los ojos cerrados, pero tiritando sin parar. Esta es la única obra de la exposición en que el cuerpo humano aparece literalmente registrado y, a pesar de su expresividad, es también la más silenciosa.
En “La huella” la artista conviene con la comunidad realizar 17 vaciados de yeso a partir de sus rostros y grabar las conversaciones de este proceso. Las tres sesiones de trabajo involucraron mucho contacto físico. Margolles untó sus manos en vaselina y las esparció por sus rostros, de a poco fue incorporando el yeso y tapando ojos, narices y bocas. De esta manera, se obtuvieron máscaras faciales que contenían la singularidad de cada rostro. Los audios, también 17, salen del muro de la sala simulando una facultad parlante de la pared. Hay que pegar uno de los oídos al muro para escuchar los testimonios que se intercalan en español y creole.
En todos estos casos, las obras montadas en el museo están ancladas a procesos de investigación mucho más amplio y significativo para quienes fueron parte de cada instancia. Los partícipes directos, individuos y comunidades “que han permanecido históricamente fuera del festín del capital”[4], transan sus propios relatos decidiendo qué se queda dentro de las obras y qué queda orbitándolas sin enunciados literales.
Como plantea Raura Oblitas[5], lo que Margolles hace presente es el cuerpo segregado “como un ser cuya vida ya está desprovista de todo aquello que social y políticamente lo pueda legitimar.” Y, como sugiere la autora, su aporte más original es “el de buscar en la dimensión estética y artística nuevas nociones sobre el estado de excepción”, ese estado que Agamben define como la “estructura originaria de la soberanía” y que incluye la vida en el derecho “por medio de su propia suspensión”[6].
Al exhibir las injustas condiciones de los cuerpos segregados, el trabajo de Margolles rechaza la muerte y contribuye a pensar la vida fuera del orden jurídico y del sistema político, precisamente porque éste la evalúa como un concepto interpretable y, por lo tanto, manipulable[7].
Este es el modo en que la artista ha trabajado desde hace más de 20 años. Con amabilidad pide permiso a sus colaboradores para exhibir, a modo de denuncia, las crueldades que atraviesan sus vidas al borde de la muerte, siempre entregándoles algo a cambio que en el mejor de los casos pueda mitigar el horror a veces. En su paso por Chile actúo de la misma forma, y casi como si lo hubiera olido, sus operaciones en el contexto actual toman una fuerza inesperada. Al oponerse a la normalización de la exclusión social y su anestesia mediática, trabajó sobre las huellas del dolor, con vestigios y residuos materiales que plagan el paisaje humano, urbano y rural chileno.
Particularmente con sus intervenciones y la entrega de sus afiches, Margolles contribuye a la construcción de sentido en este espacio urbano transformado por las manifestaciones. Se hace parte del imaginario de resistencia y la “poética de la protesta” contraria a toda represión, tortura y muerte y que en estos tiempos de discrepancia, desacuerdos y falta de consensos políticos tienen la posibilidad de enfrentarse “de manera subjetiva a los imaginarios dominantes.”[8]
El capital te falla y te folla sin consentimiento, con la fría respiración de la muerte en la espalda, tratando de convencerte de que no hay escapatoria. Para doblarle la mano a esta injusta y asfixiante estructura hay que buscar de nuevo, pulsando otras vías de cohesión donde el abuso de un cuerpo sobre otro no sea condición de vida. Esas son las vías que trama Teresa Margolles y es, quizás, lo que vino a proponer.
[1] El modelo neoliberal es instaurado en Chile en 1973 con El Ladrillo y luego formalizado con la Constitución de 1980. Ver: Verónica Valdivia (2001). Estatismo y neoliberalismo: un contrapunto militar Chile 1973-1979. Historia (Santiago) v.34, p.29.
[2] Mario Torres Jofré (2005). Planeación urbana en Chile. Un producto de la especulación inmobiliaria. Planeación urbana en Chile, Edición 14-6-2005.
[3] El trabajo de Margolles en esta localidad se transformó en la exposición A new work (2018), presentada en Witthe de With Contemporary Art, Rotterdam, Holanda. Más información en: https://artishockrevista.com/2018/07/13/nueva-obra-de-teresa-margolles-aborda-la-crisis-migratoria-venezolana/
[4] Pacheco, Andrea (2019). MSSA, texto curatorial.
[5] Oblitas, Raura (2018). Del cuerpo asesinado al cuerpo vivo segregado. Necropolítica, estado de excepción y biopolítica en la obra de Teresa Margolles. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.
[6] Agamben, Giorgio (1998). Homo Sacer, El poder soberano y la nuda vida I. Ed., Pre-Textos, Valencia, p. 43.
[7] Méndez, Luis (2015). La vida en el imaginario de la resistencia popular por Ayotzinapa: la comunidad en contextos de terrorismo de Estado. El Cotidiano, núm. 189, enero-febrero, 2015, pp. 67-72. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, Distrito Federal, México.
[8] Íbidem, p. 9.
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