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NIEVES ACEDO SOBRE LA PROFESIONALIZACIÓN DE LA PRÁCTICA CURATORIAL

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El comisario o curador de arte es un intérprete y mediador de la cultura. Es el responsable de construir un discurso histórico para el arte, para lo cual debe vincularse directamente con la obra, el artista y sus procesos creativos, así como con el desarrollo de un guion expositivo, una puesta en escena, la programación pública e incluso la mediación.

Su papel es hoy día puesto en cuestionamiento. ¿Es el curador, como algunos críticos apuntan, la estrella del sistema del arte? ¿Cómo se forma? O bien, ¿es imprescindible su formación? Son preguntas que a las que el Master in Curatorial Studies del Museo Universidad de Navarra busca dar respuestas, a través de un programa que supone la implantación en España, por primera vez, de un título oficial para el aprendizaje de esta práctica.

Buscando acercar este tipo de formación a los nuevos profesionales tanto de España como de Latinoamérica, su profesorado incluye nombres como Gerardo Mosquera, historiador del arte y comisario independiente radicado en La Habana; Vicente Todolí, director artístico de Hangar Bicocca (Milán); Gabriel Pérez-Barreiro, hasta hace poco director y curador jefe de la Colección Patricia Phelps de Cisneros; Sergio Rubira, subdirector general de Colección y Exposiciones del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM); Tania Pardo, subdirectora del CA2M Centro de Arte Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid y hasta hace poco responsable del Departamento de Exposiciones de La Casa Encendida (Madrid); y Nuria Enguita, directora de Bombas Gens Centre d’Art de Valencia.

El programa es dirigido por Nieves Acedo, profesora asociada de Teoría del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra y responsable del Área Académica del Museo Universidad de Navarra. Con ella conversamos.

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Leyla Dunia: ¿Cuál es tu formación y como comenzó tu interés en la curaduría?

Nieves Acedo: Me considero una experta en sistema el arte, al que me acerco desde una formación en Historia del Arte y Filosofía, y desde mi familiaridad con las prácticas artísticas contemporáneas. El interés por la curaduría forma parte de mi actividad como directora de máster y formadora de quince promociones de profesionales del arte. Acompañando y apoyando en lo posible sus carreras y sus intereses, y advertida la importancia creciente de la figura del curador, se me hizo evidente la necesidad de proporcionar una formación especializada en este campo. En esta tarea me he visto acompañada y apoyada por muchos profesionales del sector, curadores, gestores y artistas. Lo que hacemos es fruto de un trabajo en equipo.

LD: Desde Harald Szeeman como primer curador independiente, pasando por el fenómeno de las bienales, la figura curatorial se ha vuelto fundamental en el mundo del arte. En este sentido, ¿cómo percibes al curador y sus funciones dentro del engranaje artístico actual?

NA: Se trata de una profesión que ha tomado mayor conciencia de sí misma en los últimos cincuenta años y ha pasado por distintas etapas, desde los orígenes al estrellato, del intrusismo a la desespecialización, pasando por una excesiva teorización que se superponía o anulaba la voz de los artistas… En la actualidad, esa autoconciencia es más crítica, más, podríamos decir, humilde y, si cabe, más autoexigente. Se trabaja en la interlocución con los artistas, en el desarrollo de mediaciones adecuadas, en la capacitación técnica que hace posible proyectos ambiciosos, en la adaptación a las necesidades de las propuestas artísticas más innovadoras, en el desarrollo de las audiencias.

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LD: El curador es normalmente un profesional contratado por una institución o entidad cultural para cumplir con una responsabilidad intelectual y administrativa; si bien existen diferentes modos de hacer curaduría, siempre implica una ética al tratar con las obras de los artistas y organizar y comunicar el discurso. Desde tu experiencia, ¿cuál es la mejor posición para asumir ese diálogo a veces complicado entre la burocracia, la ética y la sensibilidad desde lo curatorial?

NA:

Considero que la ética es fundamental en cualquier actividad humana, y en la labor del curador toma la forma de una cierta “responsabilidad cultural”. Me parece que la clave aquí está en entender que esta responsabilidad no es algo que se añada como un barniz a las decisiones, las programaciones o los discursos, sino que debe estar en su origen. A veces vemos las posiciones éticas como un añadido, incluso como un estorbo, y no advertimos que están siempre en la misma raíz de nuestro actuar.

El curador debe a la sociedad una actitud reflexiva y consciente de su propia actividad, un compromiso con los contenidos que maneja, con las personas con las que se relaciona su actividad, un sentido de responsabilidad social como agente cultural. Desde el paternalismo propio de las instituciones ilustradas, a esta mirada reflexiva y autoconsciente, hay un recorrido que yo no daría por cumplido en todos los casos.

Me preguntas también por la burocracia, pero pienso que la actitud ética tampoco es ajena a la responsabilidad por la calidad técnica y la excelencia, al desarrollo de los equipos y el cumplimiento de los protocolos… Esto exige conocimiento, práctica… en definitiva, profesionalidad. El curador es un tipo peculiar de intelectual al que se le exige un manejo de herramientas técnicas en el que se juega la misma viabilidad y éxito de sus propuestas. Por eso el curador, aunque lee mucho, no es un ratón de biblioteca, es una mente que sabe pensar desde los sentidos y que tiene herramientas de comunicación que no acaban en la escritura. Una profesión apasionante, rica y que requiere un manejo del trabajo en equipo propio de un director de cine o de orquesta.

LD: En tu opinión, ¿cuáles son las dificultades y desafíos más significativos de la curaduría actualmente?

NA: Dependiendo del territorio puede haber indefinición en los puestos y problemas de presupuesto. En este sentido la precariedad es siempre un riesgo.

Desde un punto de vista general, la deslocalización del profesional –el curador viaja mucho y cambia de ciudad y país de residencia con facilidad- puede facilitar cierto desarraigo en las propuestas, o la importación de discursos o prácticas globales no siempre adecuadas al territorio.

En relación con las propuestas artísticas, el curador tiene el reto de facilitar la mediación con el público; de comunicar con claridad y de dotar de sentido a todo el proceso, de manera que el mensaje alcance toda su relevancia y trascendencia.

Por lo que se refiere a la práctica cotidiana, la dificultad constante es mantener el equilibrio entre lo que debe ser una actividad rica y bien nutrida desde el punto de vista intelectual, y la enorme carga de gestión, coordinación que implica el desarrollo de proyectos “a pie de obra”, igualmente necesaria, pero que puede llegar a ser absorbente. Resolver el conflicto entre lo urgente y lo importante es el reto de cada día.

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LD: ¿Qué se entiende por curaduría expandida?

NA: El término hace referencia al famoso texto de Rosalind Krauss, La escultura en el campo expandido, publicada en October en 1979. Se refiere al fenómeno de la erosión de límites entre disciplinas, técnicas y géneros. Escultura expandida, cine expandido, pintura expandida… Curaduría expandida es aquella que rompe también sus límites establecidos, digamos, el cubo blanco, y sale a la calle, se mezcla con la vida, accede a espacios no institucionales, fusiona las prácticas, etc. Es un fenómeno que se da hoy en todos los ámbitos de la cultura.

LD: ¿Cuáles crees que son las posibilidades para los curadores emergentes en Iberoamérica?

NA: Los curadores tienen posibilidades en los territorios donde hay una actividad artística importante. Tal es el caso sin duda de Iberoamérica. Hay diferencias en sus territorios: en algunos países existe una vida institucional y artística ya muy madura, otros presentan un perfil más emergente, lo que no deja de ser también una oportunidad. Iberoamérica es plural y riquísima desde el punto de vista cultural, pero se percibe de manera unitaria desde el exterior. En este sentido, se le atribuye una voz cada vez más presente en las principales instituciones de los países del norte. Muchas de ellas cuentan con “curadores de arte Latinoamericano”. Con el tiempo, la evolución lógica será que esta especialidad regional desaparezca, pero de momento aún existe, sigue siendo necesaria y supone también una oportunidad para muchos profesionales que hacen una importante labor de visibilización.

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LD: Actualmente te desempeñas como Directora del Master in Curatorial Studies del Museo Universidad de Navarra en España. ¿Se trata de un museo en la universidad o de una universidad en el museo?

NA: Nosotros somos el Museo Universidad de Navarra. Es decir, somos Museo, con la profesionalización y nivel de excelencia que ello requiere, y al mismo tiempo somos Universidad, con el imperativo de formación en capacidad crítica y desarrollo humano. Ambas instituciones trabajamos juntas de forma que podemos potenciar nuestras capacidades, ofreciendo a la comunidad educativa un abanico de recursos muy vinculados tanto a la creatividad, la generosidad, el talento, la entrega… y los valores del arte, como a aquellos más vinculados a recursos materiales como biblioteca, recursos técnicos…

El Museo supone para la Universidad un laboratorio en el que desarrollar la docencia de un modo innovador. La investigación que desarrollan nuestros artistas en los programas de residencia se ve enormemente enriquecida por la interlocución con la comunidad universitaria, profesores, investigadores de las más distintas áreas, y alumnos.

La Universidad de Navarra ha sido siempre una institución en la que se ha fomentado la vinculación del estudio académico con el desarrollo profesional de los estudiantes en entornos reales. De esta manera el Máster en Estudios Curatoriales manifiesta esa intención de vincular los estudios al ejercicio profesional.

Este enfoque forma parte de nuestro ADN. Aunque el Máster se desarrolle en el marco de una Universidad, tiene lugar en un verdadero Museo. La conservación de las colecciones, la producción artística, el despliegue de programaciones o el desarrollo de audiencias, por ejemplo, se trabajan en entornos reales. El Master en Estudios Curatoriales del Museo Universidad de Navarra ofrece a los estudiantes el marco insustituible del trabajo en un entorno profesional real que potencia su aprendizaje.

LD: Ofrecen el primer máster oficial en Curatorial Studies en España. ¿Cuáles son las bases y metodologías que proponen para formar nuevas generaciones de curadores?

NA: Para el diseño del Máster, que fue aprobado hace tres años, hicimos un estudio de las principales titulaciones del mundo que forman curadores. Pensábamos que teníamos los medios para inspirarnos en lo que funciona bien e innovar en lo que no acaba de salir. Vimos dos modelos, uno más teórico, el de los programas de universidades, y otro más práctico, el de la formación que se desarrolla en museos. De este último tomamos el modelo de learning by doing. De los universitarios, el planteamiento teórico crítico, el viaje curatorial y la exposición fin de curso.  Decidimos que queríamos desarrollar un máster oficial universitario, aprobado por el ministerio y exportable a todo el Espacio Europeo de Educación Superior que a su vez tuviera la dimensión práctica que sólo se adquiere en un centro de producción artística. En este último aspecto no había modelos adecuados y nos tocó innovar. Para ello nos inspiramos en el modo de los médicos residentes, con un sistema de rotación por las áreas en régimen de internos y objetivos definidos de aprendizaje. Esto último lo hacemos mediante la asignatura Museolab.

LD: ¿Quiénes conforman el cuerpo docente de este programa curatorial?

NA: El Museo no tiene claustro docente, sino que dispone de un cuerpo de profesionales que actúan como tutores de las asignaturas prácticas y enseñan en el día a día a través de su trabajo. Contamos con la colaboración de profesores escogidos de otros centros de la universidad, como son el IESE, la Escuela de Arquitectura, o las facultades de Filosofía y Letras, Comunicación, o Educación y Psicología.

Junto a estos dos grupos hemos buscado que un alto porcentaje del claustro lo compongan profesionales destacados por su labor curatorial de nivel internacional y por una probada capacidad docente. Así, podemos contar con curadores de la talla de Gerardo Mosquera, Gabriel Pérez-Barreiro o Vicente Todolí, entre muchos otros.

Esta estructura del cuerpo docente garantiza que el Máster siempre pueda contar con profesionales relevantes de la escena actual, manteniendo la frescura de una realidad artística y cultural siempre cambiante.

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LD: “Para aprender hay que ponerse a hacer”, dice un dicho popular. ¿Cómo se plantean las estructuras de aprendizaje en cuanto a la relación entre teoría y práctica en este máster?

NA: Las clases de un máster nunca deben consistir en clases teóricas. Los participantes en un máster son adultos con más o menos experiencia, pero siempre con una capacidad de trabajo y reflexión que se debe poner sobre la mesa para el aprendizaje en común. Esto se hace con metodologías participadas, con estudios de casos reales, con ejercicios que suponen, a lo largo de todo el año “hacer callo” en el desarrollo de propuestas y proyectos, en la escritura, en la comunicación, en la resolución de problemas. Además está, como he explicado antes, el trabajo con el “caso real” que supone vivir todo lo que pasa en un Museo que algunos medios han calificado de “hiperactivo” por su nivel de programación: exposiciones, espectáculos, seminarios, conferencias, talleres, ciclos de cine y un largo etcétera que supone un desfile de profesionales, artistas, compañías, periodistas… No es fácil contar con un marco más completo para el aprendizaje práctico. Pero a la vez, el máster se desarrolla en un entorno de estudio, de pensamiento, de acceso a una biblioteca que es una de las joyas del campus, en un entorno de contacto con la naturaleza que permite como pocos la reflexión, el diálogo e intercambio intelectual. El curso supone para todos un paréntesis privilegiado para el crecimiento como profesionales de la cultura.

LD: ¿Cómo está organizado el programa y cuántos módulos ofrecen?

NA: Consta de dos módulos presenciales que se desarrollan entre octubre y diciembre y desde enero a abril, separado por el parón vacacional de la Navidad. En el primer módulo se aportan los contenidos de pensamiento y conocimiento del entorno que rodea la labor del comisario. El segundo está más centrado en desarrollar conocimientos y habilidades técnicas. Al final del segundo módulo se realiza el viaje curatorial que dura entre una semana y diez días, dependiendo del destino escogido. A partir de mayo empieza la práctica no presencial para la realización de prácticas externas y para el desarrollo del Trabajo fin de Máster, que se presenta en septiembre.

LD: En medio de giros y cambios en el panorama artístico contemporáneo dentro y fuera del museo, ¿se plantea una aproximación desde la transversalidad de las artes que incluya, por ejemplo, las artes vivas?

NA: Desde luego, esa transversalidad forma parte del ADN del Museo Universidad de Navarra y, como no podía ser de otro modo, del Máster que tiene lugar allí. Superado el formalismo y el purismo de las vanguardias, no tiene sentido una comprensión de lo artístico por especialidades. Este es otro de los sentidos del comisariado expandido de que hablábamos antes. La danza, el cine, el arte sonoro, el audiovisual, la fotografía, la instalación… no es fácil separarlas y es importante aprender en todos esos cambios. Nuestra ventaja es que podemos ver directamente cómo trabaja un programador de cine y cómo se relaciona con las distribuidoras o cuáles son sus fuentes. Y del mismo modo, no todo es trato con artistas, galerías, colecciones e instituciones, sino también con compañías, teatros, productoras, etc. Los contratos, los costes, los modos de trabajar son diversos… todo eso lo podemos enseñar porque forma parte de nuestro día a día.

En el Museo, con frecuencia una exposición es el germen de otras expresiones artísticas, como una pieza danzada, o sirve de inspiración a un taller para niños o profesionales, e incluso da pie a una actuación musical, que a su vez sirve de fondo a una proyección de cine. El Museo Universidad de Navarra busca ser la aplicación práctica de esa comprensión de lo artístico como globalidad y es ahí donde el Máster en Estudios Curatoriales encuentra su razón de ser.

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Leyla Dunia

Nace en Caracas, en 1990. Es Doctora en Artes, Humanidades y Educación por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Tiene una Licenciatura en Historia del Arte por la Universidad Central de Venezuela y Máster Oficial en Investigación en Prácticas Artísticas y Visuales por la UCLM. Ha colaborado como escritora con revistas internacionales de arte como ArtForum, Performance Research, Efímera Revista, Sin Objeto, Artishock, Revista Común, ArtNexus y el diccionario de Arte Latinoamericano de Oxford University Press. Ha trabajado como curadora, asistente curatorial e investigadora en exposiciones en España, Estados Unidos, Ecuador y Venezuela y participado como ponente y conferencista en México, Colombia, Ecuador y Líbano. Actualmente es profesora de Historia del Arte en España y desde 2016 colabora con el grupo de investigación ARTEA Investigación y Creación Escénica de la UCLM.

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