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Observaciones Marcianas

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La idea de una civilización multi-planetaria, cuando se piensa desde el calentamiento global, no parece tan absurda, pero la noción de poder hacerlo mediante la riqueza infinita de una persona juega entre el ego y la soberbia. Elon Musk quiere llegar primero a Marte y ofrecernos la posibilidad de expandir nuestra civilización, pero Gabriel Rodríguez Pellecer (Guatemala, 1984) se ha adelantado llegando antes mediante el trance.

Las pinturas que se exhiben en Galería Extra son la aproximación de ese viaje. La finalidad es de responder a la megalomanía humana, que germina sobre todo en mentes eufóricas a las que el mundo ya no puede ejercer límites. La privatización del mundo ha salido de la tierra, el sistema colonizador está proyectándose a volar al espacio y llegar más allá de la atmósfera para aterrizar en el planeta rojo.

Elon Musk es quien lidera hoy la carrera espacial de llevar al hombre a vivir a Marte. Su plan comenzó cuando descubrió que la NASA no tendría recursos suficientes. Las barreras burocráticas y la ineficiente solución de comprarle la tecnología a Rusia lo hicieron querer concretar la fantasía con sus propios medios. SpaceX se convirtió en la segunda de las corporaciones privadas que tiene como fin la colonización de Marte, y que plantea llevar al hombre al espacio de forma sustentable.

El artista, tras una larga preparación y terapia, rescata la relación entre el viaje y el poder del inconsciente. Por medio de hipnosis, viajó para llegar a la superficie marciana y así habitar paisajes que había pintado previamente a partir de fotografías. El hecho que haya direccionado mediante ejercicios de pintura repetitiva la aparición de sus pinturas en sus sueños lúcidos no son una casualidad, sino más bien la finalidad que ha regido el proyecto. Para realizar las pinturas se ha basado en imágenes publicadas por la NASA, las que ha aplanado cromáticamente y ha hecho salir de la constricción del marco expandiéndose al muro y sacando a la pintura de su condición bidimensional hacia el espacio que la contiene.

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La preparación del viaje hipnótico comenzó con diversos ejercicios de sueños lúcidos y de repetición para poder hacer retener las pinturas en su inconsciente e ingresarlas dentro de sus sueños. Ya en estado de hipnosis pudo recorrerlas y enfrentarlas y de alguna manera habitarlas. En este proceso de construcción de las imágenes del espacio, las influencias se mezclan indistintamente desde imágenes de los medios de comunicación a otras creadas por su inconsciente, que se mezclan obteniendo híbridos interesantes, sobre todo cuando está más cerca de la alucinación. El uso de diferentes métodos para producir dichos estados en los procesos de creación artística tiene una larga data en la historia del arte.

Siempre coherente con su propia investigación material en torno a la pintura, estas ocupan la pared, como decía, más allá de sus márgenes, formando manchas. Esto se relaciona explícitamente en el ectoplasma que cita en sus bocetos, basado en fotografías antiguas. La cosa orgánica que sale del cuerpo es referida en obras anteriores, es algo que se desparrama. De ahí que la presencia de estos personajes que liberan su alma abandonando el cuerpo haga tanto sentido al relacionarlo con la pintura y a su vez con estados de hipnosis: es ahí donde los dos asuntos se encuentran y el desparramo de pintura en la pared también refiere a un asunto orgánico.

Deepack Ananth escribió sobre el marco como una forma de crear un lugar tanto físico como metafísico para observar la obra, y determinar el contexto de donde debe ser experimentada (experienciada).[1] Rodríguez no solo sale de los confines del marco sino que sobrepasa esta definición llevando la experiencia a un lugar intangible y a otro nivel de conciencia.

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En el montaje de las obras en sala encontramos otras formas de tensión con la naturaleza y la estética de la pintura. Por ejemplo, en la alusión literal al universo de la publicidad, mediante una pintura sobre una valla publicitaria que nos indica que la carrera espacial ha estado acompañada de una carrera publicitaria al mismo tiempo. La presencia de modelos de casas para Marte ironiza el afán especulador sobre el territorio y el valor de este. Los videos terminan con este mismo espíritu, donde la dimensión del fracaso humano en su hambre de evolución de la especie es resaltada mediante las imágenes de accidentes en misiones espaciales. 

La Ingravidez del Otro Mundo es la manera de contar pictóricamente la misión. Las pinturas exponen el registro del viaje y buscan trasmitir el trance, el limbo que las concibió. Con sus explanadas desoladas, su estética nos recuerda a los paisajes del romanticismo. Esto quizás porque la contemplación entrega un tipo de aproximación al paisaje que de cierta manera lo protege. “Eso está allá lejos de mi destrucción, solo dispuesto a mi mirada”. Algo así como habitarlos sin tocarlos.


 

[1] (Duro, 1996:p.153)

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Alexia Tala

Nace en Santiago de Chile, en 1966. Curadora del sector Solo en SP_arte en São Paulo (Brasil, 2019-2020). También es directora artística de Plataforma Atacama, un proyecto enfocado en la relación entre arte y lugar, con base en el desierto de Atacama, que ha desarrollado proyectos con artistas como Hamish Fulton, Melanie Smith y Paz Errázuriz. Fue curadora de Focus Brasil (Chile, 2010). Concibió el Proyecto Itinerante LARA (Latin American Roaming Art) y fue curadora general del mismo (2012-2013). Otras curadurías incluyen 8° Bienal de Mercosur - Ensayos de Geopoética (Brasil, 2011), 4° Trienal Poligráfica de San Juan, América Latina y el Caribe (Puerto Rico, 2015), 20° y 22° Bienal de Arte Paiz de Guatemala, (Guatemala, 2016/2021); y Solo Projects: Focus Latin America ARCO. También ha sido curadora del Club del Grabado e investigadora invitada del Museo de la Solidaridad Salvador Allende. Alexia Tala escribe para publicaciones de arte, tanto en América Latina como internacionalmente. Es autora de "Installations and Experimental Printmaking" (UK, 2009) y de la publicación monográfica de la artista chilena Lotty Rosenfeld.

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