![Vista de la exposición "Diálogos", de Julia San Martín, en el Museo de Artes Visuales (MAVI), Santiago de Chile, 2019. Foto: Jorge Brantmayer Vista de la exposición "Diálogos", de Julia San Martín, en el Museo de Artes Visuales (MAVI), Santiago de Chile, 2019. Foto: Jorge Brantmayer](https://artishockrevista.com/wp-content/uploads/2019/07/2019.07-MAVI-JSM-Vista-primer-piso-a.jpg)
JULIA SAN MARTÍN: DIÁLOGOS
La última exposición individual de Julia San Martín en Chile fue en el 2016 en la Sala Gasco de Santiago. Se titulaba Monólogos y en ella se manifestaba una suerte de existencialismo artístico, relacionado tanto con la práctica pictórica como tal, como con la experiencia personal de la propia artista, quien reside en Nueva York desde hace muchos años. Esos monólogos dejan ahora su condición dramatúrgica –cuando hablamos del monólogo lírico- o política -cuando hablamos del discurso político en, por ejemplo, un mitin- para plantearse como ‘diálogos’, bien sea centrados en los personajes anónimos que cohabitan dentro del vocabulario iconográfico de la artista, o para establecer una conversación entre su pasado y su presente, entre dos países.
La exposición Diálogos en el Museo de Artes Visuales (MAVI) marca este replanteamiento en las cavilaciones de la artista, quien ha hecho de la comunicación un concepto a explorar a través lenguajes pictóricos que se aproximan a los de la viñeta o la caricatura. En el museo se expone una serie de trabajos cuyos temas evocan, según el curador de la muestra, Raúl Zamudio, “un dialogismo con la actualidad, lleno de comentarios sobre las condiciones sociales y políticas del mundo en que vivimos”. Lo hacen estas obras mediante unos personajes -algunos peludos, otros con aspecto de orugas, desmembrados o de apariencia fantasmal- creados a partir de improntas rápidas con el pincel, con trazos y manchas que, pese a su economía, comunican con una notable expresividad.
La ‘gestualidad punk’ de San Martín nos lleva por tanto a mirar estos trabajos como consignas, llamados de conciencia, posturas contestatarias. Como escribiría Leonardo Casas para Artishock cuando la artista tuvo su muestra en Gasco, “Julia San Martín retrata un conjunto de ansiedades sociales que no tienen un territorio determinado”. Así, su biografía –ciudadana chilena y estadounidense- dictamina mucho de lo que vemos en Diálogos, pues la curaduría ha dejado explícita una conversación entre su pasado y su presente en ambos contextos geográficos. Esto se ve claramente en su serie de banderas estadounidenses que contienen banderas chilenas -un nuevo estandarte, híbrido, inventado por la artista, que simboliza su biculturalidad-, o en White Power (2017), la gran pintura dividida a partes iguales por dos imágenes del 11 de septiembre: la del 73 en Chile, la del 2001 en Estados Unidos. Dos construcciones emblemáticas atacadas, dos naciones entonces en el umbral de un cambio de ruta definitivo.
Kicking Rocks va en una dirección similar. Se trata de un collage que conjuga parte de la historia personal y de los dos países que ha hecho suyos la artista. Se ve a Pinochet con Henry Kissinger, a Nixon, está Allende, el metro de Nueva York, gente sin casa y el río Mapocho en la base. Sobre esto, la figura de una mujer sin cabeza y tres cabezas en el río, “como la cabeza de una misma repartida en tres, una cabeza esquizofrénica, múltiples personalidades, o las cabezas de quienes se te fueron”.
Las cabezas del tríptico I Lost my Mind serían de una naturaleza introspectiva similar. La artista, que -suponemos- se pinta a sí misma con gruesos trazos rojos, sujeta su propia cabeza como buscando respuestas existenciales. Esto ocurre en los andenes del metro de Nueva York.
A través de su obra, San Martín también comenta sobre lo que ella llama “la comedia del arte”. La serie Karaoke, por ejemplo, se titula así pues “dentro de la historia del arte, los artistas contemporáneos dicen y hacen algo que ya fue o ya se dijo, así como en el karaoke se imita la voz y se canta la canción de otro”. En estas obras, las figuras están “descueradas y cansadas”. Algunas llevan títulos de canciones de Janis Joplin, blues tristes y melancólicos.
Otro conjunto de trabajos muestra figuras recurrentes (esas parecidas a fantasmitas) en la obra de la artista: los “trapos”. “Cuando hablo de los trapos me refiero a lo poco que queda del ser humano: somos puro trapo, estamos mermados por el sistema”. Un motivo que es llevado al formato de instalación en una de las pocas obras de esta muestra donde la -a veces enigmática- codificación simbólica de San Martín se hace más abierta: tres banderas -de Rusia, Chile y Estados Unidos- están puestas sobre puntas. La de Chile, guardada por la artista durante 25 años, se sitúa en medio de las otras dos. Como ella explica, “la bandera de Chile está deslavada y ‘menospreciada’ entre las dos grandes fuerzas del capitalismo y el comunismo”.
Just the Balls, en tanto, en una obra in-situ que invoca de manera lúdica cuestiones de género en las relaciones de poder. Bolas de decoración navideña, con el motivo de la bandera híbrida –la de EEUU conteniendo la de Chile-, cuelgan de pezones femeninos. ¿Una “mujer con cojones?”, por usar un malsonante cliché patriarcal? ¿Una reivindicación del desnudo femenino, del cuerpo femenino como cuerpo social activo e impugnador, en la contingencia de las luchas feministas en todo el mundo?
Sugerentes o abiertamente políticos, los diversos ‘carteles’ que estructuran toda la obra de San Martín tienen la doble función de retratar tanto su psiquis y emociones más oscuras, como las de aquel dirigente de masas -o el activismo de las masas mismas. Una obra que, a partir de la reiteración de figuras-emblemas, va tejiendo mensajes que se configuran como paradigmas de nuestros miedos y preocupaciones, tanto personales como colectivos.
Diálogos, de Julia San Martín, podrá verse en el Museo de Artes Visuales (MAVI), ubicado en José Victorino Lastarria 307, Santiago de Chile, hasta el 25 de agosto de 2019.
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