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CONTESTING MODERNITY. PRIMERA GRAN EXPOSICIÓN DEL INFORMALISMO VENEZOLANO

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El movimiento informalista surgió en Venezuela como una respuesta a un momento crítico de la Guerra Fría en la historia de ese país, marcado por una transición tumultuosa hacia la democracia, una transformación social rápida alimentada por un negocio petrolero en auge y una desigualdad creciente debido a la generación de nueva riqueza.

El aumento de las tensiones resultantes de la modernización desenfrenada del país creó un ambiente propicio para la disidencia artística. Al rechazar el orden y la racionalidad, los informalistas buscaron distanciarse de las prácticas artísticas legitimadas y, en su lugar, aprovecharon las formas radicales del experimentalismo.

Sus adeptos destruyeron el soporte bidimensional, desintegraron la forma y trastocaron el uso de los medios tradicionales, como la pintura y la escultura. Su objetivo era señalar la incertidumbre que plagaba todos los niveles de la vida en Venezuela, incluidos el mundo del arte y sus museos, las galerías, los mercados y los críticos.

Pero si bien el informalismo se abrió paso en una era de riqueza expresiva en Venezuela y posteriormente funcionó como una suerte de rito de iniciación para generaciones de artistas posteriores, hasta ahora ninguna exhibición o publicación había estudiado su historia de manera exhaustiva. Esto es lo que persigue Contesting Modernity: Informalism in Venezuela, 19551975 (Disputando la modernidad: Informalismo en Venezuela, 1955−1975), una exhibición pionera que traza la trayectoria del movimiento informalista desde mediados de la década de 1950 hasta sus últimas manifestaciones en la década de 1970.

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Presentada por el Museum of Fine Arts Houston (MFAH) [Texas, Estados Unidos], en alianza con la Colección Mercantil Arte y Cultura (Caracas), Contesting Modernity presenta más de 100 obras de colecciones públicas y privadas de EEUU y Venezuela que muestran la variedad, riqueza y complejidad de este movimiento sub-representado e históricamente pasado por alto en Venezuela, en oposición al expresionismo abstracto en Norteamérica y el tachismo y el arte informal en Europa.

“Salvo algunas excepciones, la investigación enfocada y el estudio del informalismo han permanecido como una brecha sobresaliente en la historia y la historiografía del arte venezolano y latinoamericano”, dice Mari Carmen Ramírez, curadora Wortham de Arte Latinoamericano del MFAH y de esta exhibición, abierta hasta el 21 de enero de 2019. “Más de 60 años después del surgimiento del movimiento, Contesting Modernity, junto con la publicación que la acompaña, salvan la brecha y se enfocan en estos artistas influyentes y en sus contribuciones significativas”, agrega.

Ramírez también destaca que la exhibición es el resultado de una asociación de larga data entre el ICAA (International Center for the Arts of the Americas) y la Colección Mercantil Arte y Cultura, que involucra al proyecto Documentos del Arte Latinoamericano y Latino de Siglo XX. Los investigadores del proyecto desempolvaron, escanearon y anotaron comentarios en importantes documentos relacionados con este capítulo destacado de la historia del arte venezolano, concluyendo en la necesidad de presentarlos al público estadounidense.

Ramírez trabajó junto con Tahía Rivero, curadora de la Colección Mercantil Arte y Cultura, y las asistentes curatoriales María Gaztambide, ex directora asociada del ICAA, y Rachel Mohl, curadora asistente de Arte Latinoamericano del MFAH.

En Contesting Modernity están representados los principales practicantes del movimiento, como Alberto Brandt, José María Cruxent, Francisco Hung, Fernando Irazábal, Mercedes Pardo, Luisa Richter, Maruja Rolando y Humberto Jaimes Sánchez; integrantes del grupo de vanguardia El Techo de la Ballena; representantes de la abstracción geométrica, como Carlos Cruz-Diez, Gego, Alejandro Otero y Jesús Rafael Soto, quienes tuvieron roces breves con el informalismo; la pintora y escultora Elsa Gramcko, quien ejemplificó un acercamiento único al informalismo; y artistas como Mario Abreu, Jacobo Borges, Marisol Escobar, Régulo Pérez y Tecla Tofano, quienes experimentaron con el informalismo pero no se identificaron oficialmente con el movimiento. El número de mujeres artistas asociadas con el movimiento y representadas en esta exposición es extraordinario para los estándares de este período.

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Contesting Modernity está organizada en cinco secciones. La primera, Surface Tensions (Tensiones emergentes), presenta a artistas que ocuparon la superficie del lienzo como campo de batalla, que se centraron en la desintegración de la forma y en la degradación de medios y técnicas, apelando a la intervención física. Fernando Irazábal, Maruja Rolando y José María Cruxent buscaron trascender el soporte bidimensional al incorporar materiales poco convencionales (arena, yeso, impastos, malla de alambre, paja y objetos encontrados) que transformaban la pintura en estructuras tipo ensamblaje. Otros artistas (Alberto Brandt, Francisco Hung, Mercedes Pardo y Oswaldo Vigas) se valieron del gesto reiterativo y del color violento para sofocar la superficie y generar contra-ritmos. Otro grupo, en el que se incluyen Carlos Puche, Carlos Cruz-Diez, Thea Segall, Gego y Gerd Leufert, se valió de los juegos de luces y sombras para disolver la estabilidad de la superficie pictórica. “Por su vulnerabilidad, tales obras pueden ser leídas hoy como expresiones metafóricas del desajuste social que marcó en Venezuela el regreso a la democracia”, señala uno de los textos de sala.

La segunda sección se enfoca en las contribuciones críticas de El Techo de la Ballena, surgido en Caracas en 1961 como uno de los primeros grupos artísticos que radicalmente enfatizó las desigualdades provocadas por la modernidad creciente en Venezuela. El grupo combinó una amplia gama de disciplinas (artes visuales, poesía, fotografía, arte-acción, entre otras) para postular un arte interdisciplinario e innovador. Artistas como Juan Calzadilla, Carlos Contramaestre, Ángel Luque y Gabriel Morera adoptaron una estética ‘anti artística’, motivados por las condiciones políticas e insatisfechos con el ‘gusto artístico convencional’. En contraste con la simplicidad y orden de la abstracción geométrica, experimentaron con objetos y temas sórdidos, tales como huesos de vacas, pieles de animales y basura. Más allá de sus muestras, de sus performances e intervenciones multidisciplinarias, la agrupación tuvo una gran actividad cultural a través de publicaciones gráficas que divulgaron de forma masiva poemas ilustrados, folletos y demás efemérides, que se exponen en vitrinas en esta exposición.

Return of the “Real” (Regreso de lo “real”) presenta a aquellos artistas que comenzaron a incorporar desperdicios y otros objetos cotidianos en sus obras. Al usar objetos descartados y encontrados, estos artistas —incluyendo a Elsa Gramcko, Alejandro Otero y Jesús Rafael Soto— buscaron explotar la capacidad de los objetos cotidianos para producir nuevos significados y, de este modo, conectar el arte a su realidad inmediata. Más allá de sus conexiones con el arte constructivista y cinético, Otero y Soto experimentaron con lo “real” en obras claves, ejemplificado por Soto en su monumental Mural de 1961, prestado a esta exposición por la Colección Fundación Museos NacionalesGalería de Arte Nacional (Caracas).

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La cuarta sección marca la carrera y los logros extraordinarios de Elsa Gramcko (1925−1994), una exponente destacada de un estilo único de informalismo completamente desconocido hasta ahora para el público fuera de Venezuela. En la década de 1950, Gramcko experimentó con una versión de la abstracción basada en las formas altamente estilizadas de máquinas y estructuras primitivas o totémicas. A partir de 1959, la artista —en gran parte autodidacta— se interesó cada vez más por la materia y comenzó a incorporar aserrín y pigmento en sus obras. Para 1960, su obra texturizada hizo una transición a un período negro, con superficies en relieve que recuerdan la noche o los paisajes lunares. Su firme transición al informalismo —una denominación que ella jamás aceptó— la condujo a incorporar chatarras y basura industrial. Fue precursora incuestionable del uso de partes mecánicas y desecho industrial como integrantes críticos de peso para cuestionar el involucramiento humano con la tecnología. En 1978, tras dos décadas de indagación intuitiva de los lindes entre lo amorfo, la abstracción matérica y “lo real”, Gramcko abandonó la producción artística.

Marginal Strategies (Estrategias marginales), la sección final de la exhibición, presenta a artistas que usaron la figuración y del cuerpo humano transmutado, en particular, para corromper los valores artísticos tradicionales. Las figuras distorsionadas de Jacobo Borges y Régulo Pérez ofrecen un criticismo mordaz a políticos, las fuerzas armadas y las clases altas de Venezuela. Al mismo tiempo, los montajes de Mario Abreu incorporan objetos encontrados y materiales que enfatizan la cultura popular y las religiones sincréticas como una antítesis de las bellas artes y del gusto burgués. En esta sección está representado el proyecto Imagen de Caracas, un ambiente multimedia creado por Jacobo Borges, en colaboración con Josefina Jordan —quien en ese entonces era su esposa—, el escritor Adriano González León y el arquitecto Juan Pedro Posani. Exhibida acá por primera vez en Estados Unidos, Imagen de Caracas —que fue seleccionada para celebrar el 400º aniversario de la ciudad de Caracas en 1967— presenta metraje documental de Jacobo Borges y Abraham Tovar y fotografía de Paolo Gasparini que muestran la historia violenta de Caracas y del país desde el período colonial.

 


Imagen destacada: Régulo Pérez, Coto de caza, 1967, óleo sobre tela. Colección Mercantil Arte y Cultura, Caracas.

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