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Leonor Antunes en Marian Goodman Gallery y Museo Tamayo

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La galería Marian Goodman, en Londres, y el Museo Tamayo de la Ciudad de México presentan por estos días muestras en paralelo de la artista portuguesa Leonor Antunes (Lisboa, 1972), cuya práctica se centra en una relectura de la arquitectura, el diseño y el arte modernos, a través de una reinterpretación de la escultura en un espacio determinado.

Inspirada por figuras importantes en el ámbito de la creación del siglo XX, y a menudo influenciada por protagonistas femeninas como Anni Albers, Mary Martin, Clara Porset o Eileen Gray, Antunes comienza su proceso de trabajo midiendo las características de la arquitectura y del diseño que le interesan, para luego utilizar esas medidas como unidades que se pueden traducir en esculturas.

Su práctica se nutre de la artesanía tradicional, empleando materiales como cuerdas, cuero, corcho, madera, latón y caucho para crear formas nuevas y repetitivas. De manera sistemática, Antunes se sumerge en la historia y el patrimonio cultural del lugar donde se exhibe su obra, ofreciendo así un tributo único a un entorno específico a través de sus poéticas, frágiles y complejas estructuras.

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En su obra la materialidad y la forma son elementos con contenido simbólico e histórico. Lejos de ser un medio o herramienta, los materiales que utiliza y las composiciones de sus instalaciones escultóricas son resultado de un proceso de investigación que le permite indagar y reflexionar en torno a los modos de producción manual, los materiales, las formas y los patrones contenidos en objetos del diseño y la arquitectura modernista.

Una buena parte de su metodología de trabajo consiste en aprovechar partes de objetos ya existentes para explorar sus técnicas de elaboración y sus posibilidades formales y matéricas, y posteriormente transformarlos en instalaciones con un sentido escultórico que responde al espacio en el que son expuestas. Así, Antunes cede autonomía a la materia —ya que es esta la que define a los objetos—, sin restar su importancia como un contenedor de memoria, es decir, sin olvidar la historia y los procesos detrás de ella.

“Realmente creo que el arte existe en un contexto, así que no veo [mis esculturas] fuera del espacio donde existen”, afirma Antunes, quien explora, investiga y analiza el espacio de exposición de tal forma que se pueda crear una narrativa que permita al espectador recorrer las esculturas en función de su contexto.

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DISCREPANCIAS CON C.P. LEONOR ANTUNES

Para la exposición en el Museo Tamayo, su primera individual a gran escala en México, Leonor Antunes presenta una serie de obras que dialoga específicamente con la arquitectura del edificio. Las instalaciones atraviesan los interiores del museo, generando ambientes traslúcidos que a su vez crean capas y superposiciones visuales a lo largo de las salas, de modo que las obras terminan por formar un solo cuerpo escultórico en el espacio. Por otra parte, el uso de cuerdas modela el espacio entre el piso y el techo, conectando así los puntos vacíos que se generan entre una escultura y otra.

Las obras e instalaciones que conforman la muestra reflejan el interés de la artista por materiales como el cuero, la madera, el metal y las fibras naturales, que responden a su inquietud por generar encuentros y dislocaciones formales entre las ideas de modernidad y la memoria de la producción manual, lo que detona una relación particular entre cuerpo, contexto, espacio y materia.

Con la serie discrepancias, Antunes busca entablar diálogos técnicos y formales con arquitectos y diseñadores modernos, en su mayoría mujeres, y presenta esculturas que retoman fragmentos de objetos -como partes de una silla o una puerta repetida- creados por la diseñadora cubana Clara Porset (Matanzas, Cuba, 1895 – Ciudad de México, 1981) con una diferencia de escalas para manifestar otras maneras de ver o de pensar un mismo objeto o material.

Esta reapropiación o reelaboración de un objeto funciona como un método de estudio puntual y práctico, aunque intuitivo, sobre la lógica racional, geográfica y cultural que ayuda a explicar la existencia, persistencia o desaparición del mismo objeto.

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Por otra parte, en discrepancies with oaxacan textile I y II (2018) entabla una correspondencia visual con los motivos de un huipil oaxaqueño, con lo que explora por un lado la noción de cuadrícula como tejido y, por otro, el proceso de abstracción de la realidad en gestos geométricos.

Finalmente, su serie random intersections busca formalmente revertir la idea de solidez de la escultura al hacer objetos maleables, con un peso y materialidad que les permite ajustarse aleatoriamente a la disposición en la que se coloquen. De esta manera, Antunes busca visibilizar las tensiones materiales y espaciales que cohabitan en un mismo lugar, reubicando objetos y elementos en lugares que no son sus habituales, a fin de generar otro contexto temporal y espacial para ellos.

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A THOUSAND REALITIES FROM AN ORIGINAL MARK

En Marian Goodman, Antunes expone lo que podría ser la continuación de su más reciente muestra en la Whitechapel de Londres, titulada the frisson of the togetherness. Para su primera exhibición en la galería londinense, la artista concibe una senda escultórica en seis partes, titulada alterated climbing form, que inicialmente se basó en un relieve realizado por la artista británica Mary Martin (1907-1969). Aquí, la escultura toma la forma de una pantalla monumental, que actúa como una especie de partición o biombo, fragmentada en diferentes secciones. Los elementos de la estructura, hecha de latón, se unen mediante cables fijados desde el techo al piso de corcho construido específicamente para la exposición.

Junto a esta pieza se presenta una serie de esculturas de cuerdas colgantes y lámparas de latón y vidrio suspendidas, que evocan un dibujo de Anni Albers (1899-1994). Los dibujos de Albers se hicieron casi al mismo tiempo que la alterated climbing form de Mary Martin, y algunas partes de los dibujos han sido ampliadas por Antunes, quien mantuvo sus medidas y volúmenes exactos. A pesar de que nunca se conocieron, Mary Martin y Anni Albers estaban conectadas a través las formas y el uso de textiles en sus obras. El flujo continuo de líneas y formas retorcidas es además central en la práctica de las tres artistas.

En el primer piso de la galería, Antunes presenta esculturas hechas de policarbonato y latón en forma de paneles combinados e independientes, que han sido conformados antes de su montaje, durante el proceso de fabricación. Cada pantalla corresponde a las medidas exactas de uno de los paneles de vidrio del Upper Lawn Pavilion, construido en Wiltshire entre 1959 y 1962 por los arquitectos británicos Alison y Peter Smithson.

Junto a los paneles, Antunes presenta una selección de esculturas hechas de cuero que cuelgan del techo de la galería, haciendo eco de las esculturas de cuerda en la planta baja.

El título de la exposición es una alusión poética a un texto de Alison Smithson, publicado en el libro Upper lawn: solar pavilion folly, y que se refiere a la relación de la arquitecta con el polietileno -que luego fue reemplazado por el vidrio en el pabellón de Wiltshire- y cómo este material afectó su percepción del mundo exterior, como si lo estuviera mirando a través de lentes.

Las obras de Leonor Antunes existen como nuevas entidades artísticas que citan, de manera poética, a figuras del pasado mediante un proceso de estudio continuo. A través de su singular enfoque al mundo orgánico y natural, la artista intenta preservar las técnicas artesanales ancestrales con la introducción de un discurso contemporáneo sobre las posibilidades de la escultura.

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DISCREPANCIAS CON C.P. LEONOR ANTUNES

Museo Tamayo, Ciudad de México

Hasta el 2 de septiembre de 2018

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LEONOR ANTUNES: A THOUSAND REALITIES FROM AN ORIGINAL MARK

Marian Goodman Gallery, Londres

Hasta el 20 de julio de 2018

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Imagen destacada: Vista de la exposición discrepancias con C.P. Leonor Antunes, en el Museo Tamayo, Ciudad de México, 2018. Foto: Nick Ash. Cortesía del Museo Tamayo

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