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LLEGA A CHILE YAYOI KUSAMA: OBSESIÓN INFINITA

Desde el 7 de marzo y hasta el 7 de junio estará abierta la retrospectiva Yayoi Kusama: Obsesión infinita, en el Centro de las Artes 660 / CA 660, lo que marca su paso por Chile tras una larga itinerancia por ciudades de Argentina, Brasil y México. Curada por Philip Larratt-Smith y Frances Morris, esta muestra incluye más de 100 obras -entre papeles, pinturas, esculturas, videos, presentaciones con diapositivas y espectaculares instalaciones-, todas con una intensidad alucinógena que refleja la particular mirada del mundo de esta artista japonesa. Los trabajos fueron creados entre 1950 y 2013, y dan cuenta del camino que ha hecho Kusama durante sus 60 años de carrera, un recorrido que va desde el ámbito privado a la esfera pública, desde la pintura a la performance, desde el taller a la calle. Cada una de las piezas presentes en esta exposición fue creada pensando en que el espectador interactúe con ella y se haga parte del mundo surrealista de esta artista.

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Yayoi Kusama, 2011. Cortesía: Victoria Miro Gallery, Londres, Ota Fine Arts, Tokio, y Yayoi Kusama Studio Inc.

El título Obsesión infinita sintetiza en dos palabras los polos del universo de Kusama. Por una parte “obsesión” tiene que ver con la recurrencia de íconos que esta artista ha trabajado a lo largo de su carrera y, por otro, “infinita” se refiere a su capacidad de trabajo y a las alusiones al cosmos y los espacios sin fin.

Una de las preocupaciones permanentes de Kusama ha sido representar el espacio infinito. Un buen ejemplo es el uso que le ha dado a los espejos, transformándolos en un elemento recurrente hasta hoy. Para esta exhibición presentará la famosa instalación Infinity Mirror Room, que busca invitar a los espectadores a dejar en suspenso su propia percepción para sumarse en el viaje que Kusama hace hacia la anulación. 

Kusama nació en la ciudad de Matsumoto, Japón, en 1929. Después de crear obras poéticas y semiabstractas en papel en la década de 1940, comenzó su célebre serie Infinity Net (Red infinita) a finales de los años 50 y principios de los 60. Estas pinturas extraordinariamente originales se distinguen por la repetición obsesiva de pequeños arcos pintados que siguen patrones rítmicos mayores. Su traslado a Nueva York en 1957, donde conoció a Donald Judd, Andy Warhol, Claes Oldenburg y Joseph Cornell, constituyó un punto de inflexión en la carrera de la artista.

Kusama dejó la pintura y empezó a crear esculturas blandas conocidas como Accumulations (Acumulaciones): objetos cotidianos como bolsos, sillas, escaleras de mano y zapatos, cubiertos con elementos rellenos de tela que se asemejan a falos -la serie conocida como Sex Obsession (Obsesión por el sexo)- o con pasta seca -la serie Food Obsession (Obsesión por la comida)-. Estos objetos inquietantes de elementos casi idénticos comparten la serialidad y la repetición que caracterizaron al minimalismo y al arte pop, pero al mismo tiempo son expresiones auténticas de la compulsión de la artista por repetir y sus fijaciones psicológicas, las cuales marcaron el principio de un proceso de radicalización de su trabajo que continuó con la instalación fundamental Aggregation: A Thousand Boat Show (Conglomerado: espectáculo de mil botes, 1963), en la que en una sala diseñada especialmente se exhibió un bote de remo con incrustaciones fálicas rodeado de 999 imágenes fotográficas idénticas serigrafiadas sobre papel tapiz; y con Infinity Mirror Room – Phalli’s Field (Sala de espejos del infinito – Campo de falos, 1965), el primero de una serie de ambientes inmersivos en los que la participación del espectador activa y completa el significado de la obra.

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Yayoi Kusama, Infinity Mirror Room – Phalli’s Field (Sala de espejos del infinito – Campo de falos), 1965-2013, vista de instalación en el CA 600, Santiago de Chile. Foto: Felipe Ugalde

La radicalización y la desmaterialización progresiva del trabajo de Kusama -lo que ella denominó “auto-erradicación» o «auto-borramiento»- continuaron en performances en vivo, happenings, acciones e intervenciones que se convirtieron en elemento básico de la subcultura del centro y donde el público general captó la notoriedad de la artista. Una presentación orientada, hecha de materiales de archivo, da vida a sus múltiples actividades como artista, diseñadora de modas, empresaria y emprendedora. Kusama’s Self-Obliteration (La auto-erradicación de Kusama, 1968), un filme formalmente experimental que funciona como una especie de cine ampliado, documenta las inspiradas actividades participativas de la artista (Kusama estaba intuitivamente en sintonía con el antinómico Zeitgeist que prevalecía en Estados Unidos a finales de la década de 1960) y presenta un resumen de todo el trabajo artístico que había creado hasta ese momento.

En 1973 Kusama regresó a Japón y desde 1977 vive por voluntad propia en una institución psiquiátrica. El marcado carácter psicológico de su obra siempre ha tenido como contrapeso toda una gama de innovación y reinvención formal que le permite compartir su visión singular con un público amplio a través de un espacio reflejado hasta el infinito y los lunares obsesivamente repetidos que la volvieron famosa. En la selección de obras recientes presentadas en Brasil —entre ellas, 36 pinturas nuevas y una de sus más grandes salas de espejos que ha construido a la fecha, Infinity Mirror Room – Filled with the Brilliance of Life (Sala de espejos del infinito – Llena del brillo de la vida, 2011)— la artista ha renovado el contacto con sus instintos más radicales en instalaciones inmersivas y obras en colaboración, que la han convertido, sin duda, en la artista viva más célebre de Japón.

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Yayoi Kusama, Self Oblitaration (Net Obsession Series), c.1966. Fotocollage sobre papel. Cortesía: CA 660

Obras en las salas de la exposición

Walking Piece (Caminata)

Walking Piece (Caminata, 1966) fue una performance realizada en cámara y posteriormente readaptada como una presentación en diapositivas. Veinticuatro imágenes inquietantes, tomadas por el fotógrafo japonés Eikoh Hosoe con un lente ojo de pez que distorsiona la imagen, muestran a la artista —vestida con un kimono floral y llevando una sombrilla— caminando por las desoladas calles del Lower East Side de Manhattan. La narrativa elíptica transmite una poderosa sensación de alienación y vulnerabilidad. A mediados de los años sesenta, Kusama empezó a insertarse cada vez más en su trabajo como sujeto. Walking Piece pone en primer plano su doble situación de extranjera que vive en Nueva York y artista femenina vanguardista en el mundo artístico dominado por los hombres, donde la artista juega con el sentido de la alteridad y la diferencia.

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Yayoi Kusama, slide de Walking Piece, 1966. Proyección de diapositivas, dimensiones variables. Cortesía: Victoria Miro Gallery, Londres; Ota Fine Arts, Tokio; Yayoi Kusama Studio © Yayoi Kusama / 24 fotos de Eikoh Hosoe © Eikoh Hosoe

Primeras pinturas y trabajos sobre papel

En 1948 Kusama comenzó a estudiar pintura Nihonga en Kioto. Nihonga se concibe como un estilo de pintura distintivamente japonesa, cuyo desarrollo estuvo fuertemente unido al ascenso del nacionalismo japonés a finales del siglo xix y principios del siglo xx. Sin embargo, Kusama no tardó en sentirse frustrada con los métodos de enseñanza convencionales. Empezó a aprender de manera autodidacta sobre el movimiento vanguardista europeo y estadounidense, recolectando imágenes e información de todas las revistas que caían en sus manos.

El estado de cataclismo en que se encontraba Japón después de la guerra, es evidente en las imágenes apocalípticas de las primeras pinturas de Kusama, como también en el uso improvisado de los materiales. Ya que no podía conseguir pinturas al óleo, experimentó con pinturas comunes de uso doméstico mezcladas con arena y utilizó sacos de semillas del negocio de sus padres como lienzos. Kusama continuó perfeccionando sus técnicas en trabajos sobre papel, de los cuales producía en grandes cantidades a principios de la década de 1950. Ejecutados en diversos medios como tinta, pastel, acuarela, gouache y témpera, éstos son testimonio de la audaz exploración de forma y color realizada por la artista. Estas obras suelen presentar formas abstractas que sugieren fenómenos naturales, como huevos, semillas, árboles y flores pintados a escala microscópica o cosmológica que recuerdan la imaginería surrealista. Sus superficies han sido cuidadosamente trabajadas, con pequeños detalles jeroglíficos que han pasado a formar parte del recurrente vocabulario personal de formas entre ellos: ojos, puntos, redes puntiagudas de formas semejantes a renacuajos que sugieren espermatozoides.

Kusama, quien ya era productiva, protagonizó exposiciones individuales a principios y mediados de la década de los 50, inicialmente en Matsumoto y luego en Tokio. En esos momentos recibió muchos elogios de la crítica, pero ya estaba decidida en dejar Japón.

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Yayoi Kusama, Airmail – Accumulation, 1963, estampillas de correo sobre papel. Cortesía: Peter Blum Gallery, NY

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Yayoi Kusama, The Moon, 1953, pastel y gouache sobre papel. Cortesía: Peter Blum Gallery, NY

Pinturas de la serie Infinity Net (Red infinita)

Las pinturas de la serie Infinity Net (Red infinita) están cubiertas por un sin fin de pinceladas curvas repetidas en un solo color, sobre un fondo contrastante. La incesante cualidad de estas marcas es a la vez obsesiva y terapéutica. La primera obra de Infinity Nets contiene semicírculos de pintura blanca trazados sobre una superficie negra. La artista cubría con frecuencia las composiciones con una fina capa blanca que decoloraba toda la superficie de las pinturas —Large White Net (Gran red blanca, 1958). En obras que realiza posteriormente, la aplicación de pintura se volvió más densa y sobrecargada. La aparente simplicidad de estas obras es ilusoria, desmentida por una extraordinaria gama de texturas y tonalidades sutiles.

Kusama produjo estas pinturas en momentos de intensidad a finales de los años 50 y principios de los 60, en los que a menudo se quedaba sin comer y dormir en sesiones de trabajo maratónicas. Con frecuencia, la artista trabajaba a lo ancho de un rollo grande de lienzo que después cortaba al tamaño de los bastidores  —Nets (Redes, 1960) e Interminable Net No. 2 (Red interminable Nº 2, 1959) son ejemplos de esta práctica—. Es así como creaba la impresión de que sus redes se extendían más allá de las orillas del plano pictórico, “desplegándose hacia los límites de la vista” en una extensión infinita de blanco. Los lunares, manchas o puntos del fondo que aparecen a través de los semicírculos de pintura, se convirtieron en su motivo distintivo y a la vez síntesis de sus alucinaciones.

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Yayoi Kusama, Pacific Ocean, 1958, óleo sobre lienzo. Cortesía: Peter Blum Gallery, Nueva York / Blumarts

 Esculturas de la serie Accumulations (Acumulaciones)

A pesar de que sus pinturas comenzaban a recibir reconocimiento en Estados Unidos y Europa, Kusama inicia la realización de una serie de obras tridimensionales. Las esculturas de Accumulations (Acumulaciones), con el mismo carácter compulsivo que las pinturas de Infinity Nets (Redes infinitas), consisten en objetos cotidianos recubiertos de una proliferación de formas repetitivas. En los primeros ejemplos, Kusama cubrió la superficie de objetos domésticos, como muebles, ropa y accesorios con falos de tela rellena. Estas obras de Compulsion Furniture (Compulsión por los muebles), por ejemplo, Untitled (Chair) (Sin título, (Silla), 1968) tienen una cualidad irreal y asombrosa que proyecta una obsesión interna hacia la realidad física y apunta sugestivamente al dominio doméstico como sede de sus fijaciones psicosexuales. Kusama se refiere a sus obras cubiertas de apéndices fálicos como la serie Sex Obsession (Obsesión por el sexo). Un proyecto escultórico paralelo es su serie Food Obsession (Obsesión por la comida), compuesta de objetos recubiertos en fideos, como Macaroni Suitcase (Maleta de fideos, 1965).

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Yayoi Kusama, Accumulations (Acumulaciones), vista de la instalación en el CA 660, Santiago de Chile. Foto: Felipe Ugalde

Materiales de archivo

Desde un comienzo, Kusama era consciente del poder de las imágenes. En Nueva York contrató a algunos de los mejores fotógrafos de moda de la época para documentar su trabajo en el estudio y luego utilizó las imágenes resultantes para promover su arte. La riqueza del material que Kusama conservó da testimonio de la misma seguridad en sí misma que le permitió seguir trabajando sin contar con el apoyo de las galerías comerciales y entre las garras de la incomprensión de la corriente dominante del arte convencional de la década de 1960. Esta abundante documentación se presenta aquí en vitrinas clasificadas por distintos temas y da nueva vida a las primeras exposiciones de la artista en Matsumoto y Tokio, su emigración a Estados Unidos y sus primeras exposiciones en Seattle y Nueva York y, en especial a sus acciones radicales, intervenciones, performances y happenings de finales de los 60. Además, ilustran la amplísima gama que abarca su actividad artística. Kusama aceptó una multitud de roles y se encontró en sintonía con el ambiente permisivo y polimorfo de la contracultura hippie. Fue a la vez diseñadora de moda (así, su reciente colaboración con Louis Vuitton debe entenderse como un retorno a la forma), empresaria, activista política que organizó manifestaciones de protesta contra la Guerra de Vietnam y Richard Nixon, presidió la primera boda gay en Estados Unidos y, posteriormente, novelista y poeta aclamada por la crítica en su Japón natal. 

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Yayoi Kusama, vista de la sala que presenta los archivos personales de la artista, CA 660, Santiago de Chile. Foto: Felipe Ugalde

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Grand Orgy to Awaken the Dead at MoMA, Nueva York (portada del diario The Daily News), 1969. Archivo personal de Yayoi Kusama. Cortesía: CA 660

 Infinity Mirror Room – Phalli’s Field (Sala de espejos del infinito – Campo de falos)

En 1965 Kusama creó su primera instalación ambiental cerrada, Infinity Mirror Room – Phalli’s Field (Sala de espejos del infinito – Campo de falos). Aquí, el espectador  —reflejado por todas partes dentro de una sala que, en apariencia, se extiende interminablemente, con falos de tela estampada con el motivo distintivo de Kusama, los lunares rojos y blancos—  se ve completamente inmerso en una experiencia sensorial que recrea la realidad psíquica interior de la artista. Phalli’s Field demuestra la extraordinaria capacidad que tiene Kusama para unir tendencias disyuntivas: la seriación y repetición asociadas al minimalismo, las formas inquietantes del surrealismo y el fetichismo por las partes corporales, la estética residual del arte del ensamblaje, así como la participación activa del happening. No obstante, esta instalación envolvente es también una expresión auténtica de los dos vectores psíquicos gemelos del narcisismo y la castración que fortalecen la creación artística de Kusama y le dan su especificidad patológica.

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Yayoi Kusama, Infinity Mirror Room – Phalli’s Field (or Floor Show), 1965/2013, tela rellena, panel de madera, espejos. © Yayoi Kusama

Kusama’s Self-Obliteration (La auto-erradicación de Kusama)

En 1967, Kusama realizó este filme formalmente experimental en colaboración con el fotógrafo underground Jed Yakult. Con el zumbido monótono de las guitarras de la banda sonora psicodélica (a cargo del grupo pop-rock Group Image), su carácter insistentemente “hecho a mano”, los movimientos de cámara delirantes y las imágenes de abandono sexual lascivo y excesos inducidos por las drogas, Kusama’s Self-Obliteration parece ser un documento típico de la contracultura hippie de finales de los años 60 en Estados Unidos (fue rodada en Woodstock, la colonia hippie más grande de Nueva York en esa época). Al mismo tiempo, la película constituye una especie de compendio de la producción creativa de Kusama hasta entonces, que recombina fotografías de sus primeros dibujos, pinturas y esculturas con secuencias de sus más recientes peep shows, be-ins, love-ins y orgías, y deja traslucir la interconexión de todas sus distintas actividades. Como tal, es tanto un currículo como una cápsula de tiempo.

De modo muy semejante a sus innovadores diseños de moda y sus instalaciones originales, este filme hipnótico muestra a Kusama recurriendo a medios cada vez más radicales y apoyos poco ortodoxos para expresar su visión. Extiende sus lunares por todas las superficies disponibles, cubriendo los cuerpos desnudos y retorcidos de los participantes en sus orgías, así como animales y objetos inanimados. Usando  un sombrero alto de bruja, preside como la gran sacerdotisa de los rituales hippie documentados aquí, la chaman que sana a la sociedad sanándose a sí misma. Como en Walking Piece, Kusama desempeña un doble papel como sujeto y objeto: como directora detrás de las cámaras y como protagonista de este alucinante escenario. Es la misma dinámica contradictoria en la que se basan sus salas de espejos infinitos, que expresa el deseo paradójico de querer estar en todas partes y en ninguna a la vez, de ser el centro de atención de todas las miradas y de desaparecer por completo.

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Yayoi Kusama, I’m Here, But Nothing (Estoy aquí, pero nada), 2000-2013, vista de instalación en el CA 660, Santiago de Chile. Foto: Felipe Ugalde

 

I’m Here, But Nothing (Estoy aquí, pero nada)

A finales de la década de 1990, después de un paréntesis de casi 30 años, Kusama volvió a hacer instalaciones que ocupan toda una habitación. I’m Here, But Nothing (Estoy aquí, pero nada) es un interior doméstico oscurecido que contiene muebles y accesorios cotidianos. Sin embargo, en la instalación de Kusama, esta imagen de banalidad y normalidad se transforma en algo inquietante y perturbador. Cubiertos de adhesivos de lunares fluorescentes e iluminada con luces negras, la habitación y todo su mobiliario brillan bajo la luz tenue. Para Kusama, los lunares pueden ser el símbolo visual que representa sus visiones alucinatorias. El cubrir el cuarto de lunares psicodélicos podría interpretarse como un intento de Kusama por representar la experiencia de sus episodios alucinatorios o (como con las esculturas de Accumulations) para recrear el escenario doméstico de sus traumas.

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Yayoi Kusama, Broken Heart, 2012, acrílico sobre tela. Cortesía: Victoria Miro Gallery, Londres; Otta Fine Arts, Tokio; Yayoi Kusama Studio

Pinturas recientes

En los últimos años Kusama ha vuelto a dibujar y pintar, y hoy trabaja en un estudio grande que se encuentra a unas cuadras de la institución psiquiátrica donde vive desde 1977. Esta exposición itinerante por América Latina marca la primera ocasión que se exhiben muchas de estas pinturas recientes. Estas obras contienen un lenguaje visual que evoca los elementos de sus primeras pinturas y trabajos en papel: motivos repetitivos como flores, ojos, el autorretrato de perfil de la artista en formas jeroglíficas y, como siempre, puntos y redes. Cada pintura comienza con una base uniforme monocromática, frecuentemente en un color intenso y brillante o, recientemente, en metálico. Kusama crea patrones en la superficie de los lienzos, a menudo utilizando trazos lineales muy marcados. Estas nuevas pinturas se basan en una paleta limitada de colores fuertes que suelen dar por resultado contrastes visuales discordantes. Los nuevos lienzos tienen una superficie pictórica poco profunda, pero en vez de repetir el mismo motivo, Kusama, audazmente, combina ahora diferentes imágenes. Las pinturas más complejas contienen numerosas figuras pequeñas, como niñas pequeñas del tamaño de muñecas, perros sonrientes, calabazas, flores germinando y patrones de redes multicolores.

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Yayoi Kusama, Sala de espejos del infinito – Plena del brillo de la vida, 2011, vista de instalación en el CA 660, Santiago de Chile. Foto: Felipe Ugalde

Infinity Mirror Room – Filled with the Brilliance of Life (Sala de espejos del infinito – Llena del brillo de la vida)

Una de las obsesiones más perdurables de Kusama ha sido la representación del espacio infinito, que ha explorado con un efecto mágico en sus salas de espejos infinitos. En la última década ha creado varios de estos entornos a gran escala en los que los espectadores pueden entrar y explorar. Infinity Mirror Room – Filled with the Brilliance of Life es una de las instalaciones más grandes de este tipo que ha realizado la artista hasta la fecha. Rodeada por su propia imagen reflejada y por una infinidad de lunares de colores pulsantes, el espectador experimenta esa peculiar sensación de estar en todas partes y en ninguna a la vez, esa poderosa sensación de despersonalización y desmaterialización que Kusama llama “erradicación”.

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Yayoi Kusama, Self Obliteration, 1967, tinta sobre fotografía. Foto: Harrie Verstappen

Yayoi Kusama: Obsesión infinita

Del 7 de marzo al 7 de junio de 2015

Centro de las Artes 660 / CA 660, Rosario Norte 660, nivel -2, Las Condes, Santiago de Chile

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