
CUENTOS HETEROTÓPICOS DE LA RESISTENCIA
Acudir a la exposición Cerezas dulces y ácidas serán suficientes para quitar tu sed, del artista sur coreano Yangachi y curada por Carolina Castro para la Galería Metropolitana de Santiago, ha sido un viaje casi chamánico, una experiencia urbana hecha de afinidades mágicas e inesperadas que me hizo entender de forma tangible esos espacios suspendidos, aislados y penetrables al mismo tiempo, que Foucault llamaba heterotopías y que “tienen el poder de yuxtaponer en un único lugar real distintos espacios, varias ubicaciones que se excluyen entre sí”.

Vista de la exposición Cerezas dulces y ácidas serán suficientes para quitar tu sed, de Yangachi, en Galería Metropolitana, Santiago, 2014. Cortesía del artista
Perdida en la comuna Pedro Aguirre Cerda, conocida por su resistencia política durante los años de la dictadura de Pinochet y donde la Galería Metropolitana tiene su sede desde hace dieciséis años proponiéndose como un espacio de ruptura dentro de la escena artística ciudadana, buscaba una señal o un rostro que me pudiera vagamente recordar la presencia de una galería de arte en el medio de botillerías cuidadosamente cerradas con rejas. Con cierta inhibición pregunté a cada pasante si sabían de una inauguración en el barrio y la hilaridad de las respuestas negativas se propagaba junto con mi carga doblemente extranjera: por mi acento híbrido, fruto de un español adquirido por distintas voces y por la evidente pertenencia a la lejana e incomprensible comunidad del arte contemporáneo. Ambas cosas extrañas a la continuidad de un espacio considerado marginal. Un no-lugar que, como las heterotopías, “tiene la curiosa propiedad de ponerse en relación con todas las demás ubicaciones, pero de un modo tal que suspenden, neutralizan o invierten el conjunto de relaciones que se hallan por su medio señaladas, reflejadas o manifestadas”.

Vista de la exposición Cerezas dulces y ácidas serán suficientes para quitar tu sed, de Yangachi, en Galería Metropolitana, Santiago, 2014. Cortesía del artista

Vista de la exposición Cerezas dulces y ácidas serán suficientes para quitar tu sed, de Yangachi, en Galería Metropolitana, Santiago, 2014. Foto: Nicolás Castro
Al llegar al galpón de la galería, gracias a un taxista milagroso que me rescató gratuitamente de una esquina, la sensación fue la de un de javù, de reforzar la idea de estar viviendo un cuento dentro de un cuento.
La instalación de Yangachi, dislocada con una perfección y una atención cromática casi aurática que delata de inmediato sus raíces asiáticas, es la representación de un viaje soñado, de un lugar oscuro y forestal donde los objetos mágicos, posicionados con estricto criterio en el suelo para unir los dos videos contrapuestos, son las huellas de un camino personal y colectivo a la vez, hecho de obstáculos, encuentros e iluminaciones entre el artista y la curadora. Una historia que tiene como hilo compartido entre ambos el trauma de la dictadura, la sur-coreana y la chilena, ambas militares, neoliberales y de símil duración, y como dispositivo de resistencia anti-hegemónico los espacios heterotópicos, que son por excelencia los sueños y todos los lugares híbridos, como el mismo barrio donde se encuentra la exhibición, donde se cruzan y se invierten los significados, los lenguajes y las relaciones, donde las herramientas del control no tienen códigos de conocimiento, imposibilitando así la represión.

Vista de la exposición Cerezas dulces y ácidas serán suficientes para quitar tu sed, de Yangachi, en Galería Metropolitana, Santiago, 2014. Cortesía del artista

Vista de la exposición Cerezas dulces y ácidas serán suficientes para quitar tu sed, de Yangachi, en Galería Metropolitana, Santiago, 2014. Cortesía del artista

Vista de la exposición Cerezas dulces y ácidas serán suficientes para quitar tu sed, de Yangachi, en Galería Metropolitana, Santiago, 2014. Cortesía del artista
Hombres lobos, dinosaurios, muñecas decapitadas como caperucitas dark, símbolos comunes entre oriente y occidente que refuerzan la idea Jungiana de una conciencia colectiva global, son los protagonistas de un cuento contemporáneo que tiene sus raíces en una lejana historia coreana, The Cloud Dream of the Nine, y que simboliza la posibilidad del rescate, de la salvación, a través de la búsqueda de una realidad, tangible o ficticia, atemporal o momentánea, que supere la contingencia.
Una estratificación de significados que se logra a fondo a través de la experiencia misma del camino, con todas sus etapas, pasando por la sensación aterradora de la pérdida y del miedo, al sentimiento de maravilla del encuentro y de las similitudes, para llegar a la profunda comprensión de una conexión ínter-humana, ínter-espacial y trans-lingüística que une culturas, historias, luchas, personas y sensibilidades aparentemente distantes, que se mezclan en un territorio momentáneo de alteridades compartidas.
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