Tania Candiani:la Magdalena y Otros Trabajos de Campo
Tania Candiani (México, 1974) suele despertar una nostalgia crítica sobre las cosas. Puede ser acerca del sonido, de la voz o del uso de los espacios domésticos. Lo mismo logró con Honda, una antigua ciudad de Colombia donde realizó una residencia durante julio y agosto pasados.
En La Magdalena y otros trabajos de campo, exposición/etnografía donde están los resultados de su estancia, nos presenta a Honda como un lugar complejo donde convergen con velocidad los residuos de un bocetado proyecto de modernidad y la imaginería de sus habitantes.
Honda, como lo explica José Roca, curador de la muestra, es una ciudad marcada por su geografía histórica. En el pasado, gracias a estar a orillas del río Magdalena, gozaba de un tránsito comercial sustancial, sin embargo, al construirse las carreteras, su importancia decayó. En la actualidad sobrevive de una delgada actividad pesquera y turística.
Con este contexto se topó Candiani, quien encontró en la gente ese anhelo de prosperidad que el río promete pero que ya no puede cumplir. Olaya, un paisajista local, todavía pinta a Honda con flamantes barcos humeantes y garzas blancas junto al río contaminado.
En las obras de Olaya, mostradas en la exposición, hay una mirada cargada de nostalgia, pero que no está en perspectiva crítica. Justo de eso se encargan Candiani y Roca al recolocarlas en el espacio de exhibición junto a otras piezas que tensan la problemática histórica del lugar.
El mejor ejemplo de esta tensión se da con La Magdalena, un dispositivo de poderosa significación conformado por dos partes: una barca y un video. La barca está cortada por la mitad y sus fragmentos están encimados. El video es acerca de la última navegación de ese bote tripulado por la artista con un viejo gramófono que tocaba El Danubio azul de Strauss.
En la pieza se yuxtaponen, de abajo hacia arriba, la simbólica obsolescencia de la vieja embarcación y la retórica de un vals que en su momento distinguió a las clases altas y hoy es una melodía pop para bodas (quizás eso sea la modernidad).
La Magdalena no admite que se entienda a Honda como un fuego promisorio, sino como una ceniza fresca. El bote sostiene una secuencia herzogiana –como en Fitzcarraldo (1982)- que hace parecer al río Magdalena el Danubio que cruza Europa. Desnuda su aspiración y la devuelve en un momento placentero de contemplación.
En la exposición que alberga Casa del Lago hasta el 9 de febrero de 2014 –hecha en colaboración con FLORA ars + natura-, también pueden verse piezas que exploran el uso del conocimiento empírico en la ciudad, un magnífico concierto donde los niños de Honda tocan la naturaleza y una biblioteca de olores extraída del lugar.
Las nostalgias que provoca Candiani no sólo se tratan de volver a ver, sino de volver a entender las cosas y dinámicas que nos rodean. Esta muestra rectifica que estamos ante una artista que en sus investigaciones -y expediciones- se convierte fácilmente en una crítica científica de lo obsoleto.
Tania Candiani: La Magdalena y otros trabajos de campo
Casa del Lago Juan José Arreola, Ciudad de México
Hasta el 9 de febrero de 2014
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