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MÉXICO ACOGE PRIMERA RETROSPECTIVA DE ERNESTO NETO

“Tienes que pensar a través de tu cuerpo. Es el mediador; es nuestro regalo, ya sea gordo, flaco, moreno, rubio, negro, blanco, fuerte o débil. No importa, ¡mi mente es mi cuerpo! Realmente me gusta crear situaciones, poner a la gente en una especie de situación física inesperada… sacarla de lo cotidiano. Si pudiera hacerlos respirar sin pensar durante cinco minutos, eso sería aún mejor. No es que esté en contra de pensar, pero creo que realmente necesitamos una especie de oasis del pensamiento, o quizás exista un nuevo “pensar sin pensar”. Tenemos que producir respuestas de manera constante y para muchas cosas. Y hay veces en que necesitamos respirar”.

Ernesto Neto

 

 

La lengua de Ernesto. Obras 1987-2011, primera exposición retrospectiva del reconocido escultor brasileño Ernesto Neto (Río de Janeiro, 1964), embarca al espectador en un viaje estimulante para todos los sentidos, un encuentro con la propia corporalidad, la fragilidad y la sensualidad innata en el ser humano.

La muestra, que estará abierta hasta el 9 de septiembre de 2012 en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, ha sido organizada originalmente por el Museo Arte Contemporáneo de Monterrey. Para San Idelfonso, Ernesto Neto y el curador de la exposición, Adriano Pedrosa, desarrollaron un guión específico para las salas del museo, en el que la obra se apropia de los espacios, los invade, se integra y, a la vez, provoca en el emblemático recinto barroco un diálogo único. Además, Neto realizó nuevamente para San Ildefonso la pieza Polipos, que desde 1997 no había exhibido.

 

Ernesto Neto, Piff, Paff, Puff…Puff, Poff Puff, Piff…Piff, Paff, 1997, Tubo de poliamida , cúrcuma, clavo, annato y flor. Dimensiones variables. Vista de instalación en Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, 1997. Fotografía: George Neffky. Cortesía: Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York

Ernesto Neto, Piff, Paff, Puff…Puff, Poff Puff, Piff…Piff, Paff, 1997, Tubo de poliamida , cúrcuma, clavo, annato y flor. Dimensiones variables. Vista de instalación en Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, 1997. Fotografía: George Neffky. Cortesía: Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York

 

Con una obra que oscila entre la escultura y la instalación, las  estructuras orgánicas elaboradas por Neto son finas membranas, rellenas de materiales tan diversos como especias, perdigones de plomo y esferas de unicel. Su trabajo se aleja de la escultura convencional, invita al espectador a apropiarse de la pieza, a complementarla, a darle vida y a convertirse en protagonista al interactuar con ella.

Su producción está profundamente enraizada en una tradición artística de Río de Janeiro surgida a mediados del siglo XX, el neoconcretismo, donde figuras como Lygia Clark, Lygia Pape y Hélio Oiticica contaminaron el lenguaje geométrico abstracto de los maestros europeos como Piet Mondrian, con lo corporal y la vida cotidiana.

Para Adriano Pedrosa, “investigar la obra de Ernesto equivale a confrontarse con una obra vasta, fragmentada y en ocasiones no registrada; y si se sigue un hilo en la investigación, se descubre un tejido rico y complejo”. La lengua de Ernesto. Obras 1987-2011, reúne un conjunto de más de 100 piezas, desde creaciones pertenecientes a su época más temprana, algunas que salieron de su taller por primera vez, así como obras realizadas en 2011.

La museografía, dirigida por el propio Ernesto Neto, está dispuesta en un área de 1,296 m², ocupando toda la planta baja del inmueble. Inicia desde los patios de acceso del recinto con la escultura Mitodengo, 2009, una estructura de acero que asemeja una enorme criatura abstracta que alza del suelo, así como la instalación Camelocama, 2010, pieza con la que el público puede interactuar, realizada con crochet, esferas de polipropileno y PVC.

 

Ernesto Neto, Mitodengo, 2009, acero, 479.3 x 270.3 x 532.3 cm. Vista de instalación en Galpão Fortes Vilaça, Sao Paulo, 2009. Fotografía: Eduardo Ortega

Ernesto Neto, Mitodengo, 2009, acero, 479.3 x 270.3 x 532.3 cm. Vista de instalación en Galpão Fortes Vilaça, Sao Paulo, 2009. Fotografía: Eduardo Ortega

Ernesto Neto, Copulônia, 1989, Medias de poliamida y esferas de plomo, 69 partículas, Dimensiones variables. Vista de instalación en el Instituto Inhotim, 2009. Colección Inhotim, Minas Gerais, Brasil. Fotografía: Eduardo Eckenfels/Cortesía del Instituto Inhotim

Ernesto Neto, Copulônia, 1989, Medias de poliamida y esferas de plomo, 69 partículas, Dimensiones variables. Vista de instalación en el Instituto Inhotim, 2009. Colección Inhotim, Minas Gerais, Brasil. Fotografía: Eduardo Eckenfels/Cortesía del Instituto Inhotim

 

La noción del cuerpo aparece constantemente en el trabajo del artista brasileño, en ocasiones como parte misma de la escultura. Tal es el caso de M.E.D.I.T., 1994 (Metamorfose espiritual do inconsciente topológico/ metamorphosis of the topologic unconscious), fotografías en blanco y negro realizadas en colaboración con Murillo Meirelles, donde Neto aparece envolviendo su rostro con hilos de nylon, deformándolo y desfigurándolo, al final los hilos se cortan, dejando ver las marcas de la presión sobre su piel. Además de la fotografía O escultor e a deusa, 1995. En ellas, el artista utiliza su propio cuerpo como materia prima de la escultura.

La piel, ese órgano que envuelve y protege el cuerpo, se materializa en muchas de las obras de Neto como licra, medias y estambre; un ejemplo de ello es Nave Deusa, 1998 hecha de tul de licra, poliamida y medias.

En el recorrido de la exposición el visitante puede tocar y pasar a través de algunas obras, incluso hacerlas suyas e interactuar al usarlas como un traje, como en el caso de Humanóides, 2001, una familia de seres casi amorfos realizados en tul poliamida y esferas de poliestireno que el público puede vestir como prótesis o caparazón, y The Dangerous Logic of Wooing, elaborada con licra, polipropileno y arroz.

 

Ernesto Neto, Nave Deusa, 1998, Tul de poliamida, clavo, comino, textile de poliamida y poliestireno, 500 x 690 x 950 cm. Vista de instalación en el Instituto Inhotim. Colección Inhotim, Minas Gerais, Brasil. Fotografía: Eduardo Eckenfels/Cortesía del Instituto Inhotim

Ernesto Neto, Nave Deusa, 1998, Tul de poliamida, clavo, comino, textile de poliamida y poliestireno, 500 x 690 x 950 cm. Vista de instalación en el Instituto Inhotim. Colección Inhotim, Minas Gerais, Brasil. Fotografía: Eduardo Eckenfels/Cortesía del Instituto Inhotim

 

El estímulo del olfato está presente en la mayoría de las piezas creadas por Neto, como Divagar Pá Num Machucar a Luz Que Pinta o la obra Meu Acesso, 2004, ambas realizadas con tul, poliestireno, orégano y lavanda, así como Pequena Pele de Lavanda, 2001.

La obra de Ernesto Neto se puede oler, sentir, tocar, usar, atravesar y penetrar. Todos los sentidos del espectador se magnifican y afloran a través de las grandes instalaciones que se apropian del Antiguo Colegio de San Ildefonso, volviéndose una experiencia irrepetible.

Además de las instalaciones, la muestra incluye dibujos elaborados con distintas técnicas como tinta sobre papel; bolígrafo de plata; grafito sobre papel; cera e hilo sobre papel; yeso sobre papel, y  cuerda y grafito sobre papel.

Miguel A. López, autor del texto Lo mejor está por venir…., incluido en el catálogo de la muestra, comenta: “Las esculturas de Neto son invitaciones explícitas a estallar la experiencia de nuestros cuerpos, a rendirnos al goce sensorial y volvernos por múltiples instantes diferentes de nosotros mismos. Sin duda, sus piezas son tan sólo una primera descarga, ya depende de cada uno entregarse a esa pura variación e inventar otras maneras de ser irremediablemente otros todo el tiempo… La obra del Ernesto Neto puede pensarse como un laboratorio de cuerpos y espacios mutantes. Más allá de la tersura, la transparencia y los aspectos lúdicos y sensoriales más sobresalientes de sus esculturas, su trabajo en términos amplios es un desafío continuo a los estándares de la corporalidad”.

 

Ernesto Neto, Arco ventre, 1999. Foto: Vicente de Mello

Ernesto Neto, Arco ventre, 1999. Foto: Vicente de Mello

 

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