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ANTONIO ARÉVALO: “LOS ARTISTAS DE AHORA SON SEDUCTORES”

Antonio Arévalo (1958, Santiago de Chile) es poeta, gestor cultural, consultor y curador independiente. Desde 1975 reside en Roma, Italia, desde donde ha organizado numerosas muestras internacionales y eventos culturales en importantes instituciones museísticas y galerías privadas. En el 2001 fue comisario del Pabellón de Chile en la 49° edición de la Bienal de Venecia (Juan Downey/ Mención de Honor) y co-curador – junto a Justo Pastor Mellado – del pabellón chileno de la edición 53 de la misma bienal (2009), en la que se presentó al artista Iván Navarro. En el 2010, la revista internacional «Flash Art» lo ubicó en el puesto 88 de la lista de las cien figuras más influyentes del arte en Italia. Su persistente labor de insertar a artistas italianos y latinoamericanos en el circuito artístico de ese país le valió el posicionamiento.

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Imagen: blogs.periodistadigital.com

 

Has promovido a artistas chilenos en el extranjero, como Iván Navarro, Patrick Hamilton, Francisca Sánchez y Manuela Viera-Gallo. ¿Cómo ha sido la recepción de estos artistas fuera de su país? ¿Qué nos puedes contar de estas experiencias?

En el 2001 hice una muestra de doce artistas italianos en la Galería Gabriela Mistral (titulada “Made in Roma”) que trabajaban con pintura digital, que era una de las últimas tendencias en el arte contemporáneo. A partir de allí comencé a buscar a artistas chilenos de la misma generación. Visité estudios y conocí la realidad local por primera vez, porque no venía a Chile desde 1993. Me llamó la atención que esta generación contaba con información, pero no con toda la información. Algunos usaban Internet, algunos habían viajado y pocos tenían experiencia en el extranjero. Me di cuenta de que era una generación bastante madura, con la que podía hacer una primera exhibición. Se llamó “Italia y Chile, artistas emergentes, frente a frente”, y en ella confronté a artistas chilenos e italianos de la misma generación. Con algunos de ellos seguí trabajando, y hoy puedo decir que son artistas que involucré en la escena internacional, en particular en la escena latinoamericana, de la que no formaban parte.

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Cortesía del Centro de Documentación de Artes Visuales (CeDoc)

 

¿Esto por qué sucedía? ¿Por el aislamiento geográfico de Chile, por la dictadura?

Yo creo que la apertura de Chile hacia afuera recién se está dando. Ocurre a raíz de la publicación del libro de (Gerardo) Mosquera, “Copiar el Edén”, por el hecho de que fue un extranjero el que vino a hacer una lectura de este arte. En Chile hay muy buenos críticos, pero hasta ese momento eran autorreferenciales, por lo tanto la lectura a nivel internacional no llegaba. Nadie tenía idea de lo que era el Colectivo de Acciones de Arte o la Escuela de Avanzada. No había ningún tipo de consideración afuera, salvo por aquellos artistas como Alfredo Jaar, que hizo su carrera desde Nueva York. Jaar, Juan Downy e Iván Navarro han vivido en Nueva York. Esa ciudad es un trampolín. En Europa en aquella época se estaba reconociendo mucho a los artistas mexicanos y cubanos que participaban en la Bienal de La Habana. Había muy poca presencia de los artistas del sur, porque había dictaduras, post-dictaduras y un autoflagelamiento. Esta generación, un poco con su fuerza y otro poco con el apoyo de quienes vivimos afuera de Chile, como Christián Viveros-Fauné desde Nueva York y yo desde Europa, empezamos a golpear la mesa en los lugares donde se exhibía arte latinaomericano pero Chile no estaba presente. Comencé a argumentar con imágenes, con cartas y curricula de artistas. En el 2004 se estaba organizando la gran muestra “Produciendo Realidad”, en la ciudad toscana de Lucca, en la que participaban importantes artistas latinoamericanos, desde Jota Castro y Tania Bruguera hasta Regina Galindo y Teresa Margolles. Yo mandé una carta de reclamación y me aceptaron siete artistas: un colombiano, una ecuatoriana, un argentino y cuatro chilenos (Patrick Hamilton, Carlos Navarrete, Iván Navarro y Francisco Valdés). Ese fue un gran paso para darles visibilidad, para que siguieran solos y los invitaran otros curadores a otras muestras. A partir de allí los artistas chilenos empiezan a llenar el espacio de la escena internacional. Algunos se hicieron más famosos que otros, alguno que otro fue aceptado en una residencia. Después, para presentar a Iván Navarro en la Bienal de Venecia 2009, exhibí como antesala a los artistas de su generación (Felipe Aquila, Marcella Bonfanti, Erich Breuer, Patrick Hamilton, Giancarlo Pazzanese, Carolina Saquel, Francisca Sanchez, Manuela Viera-Gallo y el propio Navarro) en la muestra “Arte Reciente desde Chile”, en Milán.

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Instalación de Iván Navarro en la 53 Bienal de Venecia

 

¿Trabajas con la nueva generación de artistas chilenos?

Trabajo con artistas de todo el mundo: brasileños, franceses, alemanes. La oportunidad de haber sido curador (miembro del jurado del concurso internacional “Entre Ch.ACO y Finlandia”) de la feria Ch.ACO 2010 me ha permitido conocer a una nueva generación de artistas que, como en el 2001, están en condiciones de presentar otro tipo de experiencias. Estos artistas trabajan en modalidades distintas, mucho menos conceptuales y téoricas, y que tienen que ver más con la manualidad, con el dibujo y la pintura.

He notado que la llamada generación sub-30 tiene otros referentes, otras preocupaciones. Ya el tema no es la resistencia política sino las comunicaciones globales, lo personal y lo autobiográfico…

Lo que pasa es que muchos de ellos ya han salido al mundo, han hecho residencias en Berlín, han ganado fondos, o de repente se autofinancian los trabajos. Algunos ya están en galerías y se han reapropiado de todo lo que la otra generación les ha enseñado. Han asimilado todo lo que se ha hecho antes y eso es super interesante. Son más conscientes de cómo se mueven los hilos.

Se han profesionalizado, pero paradójicamente tienen que seguir dependiendo de ayudas como el Fondart (Fondo para la Cultura y las Artes). Este es un fenómeno particular en Chile…

Definitivamente el fenómeno Fondart solo ocurre en Chile. Pero también es cierto que ahora hay una idea menos naïve de lo que es el rol del artista. Los artistas de ahora son seductores a nivel visual, algo que antes no importaba mucho, porque había que ser conceptual y teórico básicamente. Son seductores porque hacen un tipo de operación estética que es mucho más poética y, si tienes razón, mucho más personal.

Con la noción de imagen-país filtrándose en cada aspecto de la institucionalidad chilena, ¿existe algún tipo de envase y etiqueta para el arte chileno actual? ¿Cómo se exporta la marca Chile en el campo de las artes visuales?

Yo lo veo super singular, artista por artista. No existe el concepto de trabajo coral. Lo de imagen-país tiene que ver con lo que gira alrededor del arte, que son los sponsors. Pero hay que ocupar todo eso. De hecho, nosotros lo usamos super bien en la Bienal de Venecia. Está bien decir: “Este salmón, esta fruta, este vino se venden bien”, y que a través de ello logres llegar a ese escenario más alto, que es el de la cultura, el arte contemporáneo y las bienales. Eso pasó en la Bienal de Venecia.

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El artista Iván Navarro, representante de Chile en la 53 Bienal de Venecia

 

¿Cómo fue tu experiencia en la Bienal?

Mis experiencias en la Bienal desde 1993 me dicen que la Bienal no es un lugar donde tu puedes lanzar a nadie: tu llevas lo major que tienes. Los artistas que van a la Bienal son caballos de raza, lo mejor de los países. Esto nos obliga a estar concientes de eso y, por lo tanto, a hacer una propuesta super firme y direccional: quién es internacionalmente reconocido, quién puede resistir este gran impacto que se llama Bienal de Venecia. Una cosa es participar y pasar desapercibido y otra es ser contemporáneo y por lo tanto estar capacitado para enfrentarte con ese mundo de la bienal.

Suena como injusto… hay tantos artistas buenos, pero son tan pocos los que llegan a estar en una bienal…

No todos los artistas pueden llegar a la Bienal de Venecia. En la bienal hay dos cosas: una muestra, que la cura el curador de la bienal y en la que participan artistas internacionales, y los pabellones. Chile, Argentina y México no tienen pabellón. Brasil, Uruguay y Venezuela tienen pabellones desde los años 50, porque a alguien brillante se le ocurrió que había que invertir en eso. En el 2001, propuse un pabellón para Chile y la comisión lo aprobó y ganamos una mención de honor con Juan Downey. Porque como te comentaba, no se puede ir a la Bienal de Venecia con cualquier artista. A mi me interesaba contar “señores, desde aquí empieza la contemporaneidad”, no solo chilena sino latinoamericana. Este señor se codea con Nam Jum Paik, con Bill Viola, con la vanguardia neoyorquina a todo trapo, o sea, es uno a la par.

¿Cómo ves el tema de las conexiones versus la meritocracia tanto en este ámbito gigante de la bienal como en escenarios más pequeños como el chileno?

En Chile, todo parte de una tradición de si eres de la (Universidad) Católica o eres de la (Universidad de) Chile. Las dos tienen excelentes profesores, que son artistas, y por lo tanto se les sigue. Si no eres parte de esto, es muy difícil insertarse en el contexto. Por ejemplo, al artista Norton Maza le costó mucho porque no viene de esa estructura. Pero eso se está acabando, porque se está acabando el concepto de galerías institucionales que no venden. Ch.ACO es un ejemplo de esto: una feria de arte donde se habla de economía. Ahora en las galerías hay artistas jóvenes, se está profesionalizando el sistema. Aquí hubo una generación de artistas que eran unos privilegiados, que lograban viajar, que lograban mucha comunicación cuando no había Internet, que escondían las (revistas) Artforum cuando les llegaban, que tenían información que otros no tenían, que tenían el privilegio de la información. Hoy día esto no pasa. La comunicación ha sido fundamental para que los jóvenes artistas logren salir.

Alejandra Villasmil

Nace en Maracaibo (Venezuela) en 1972. Es periodista y directora/fundadora de Artishock.

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