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EL MUNDO ERA PLANO, AHORA ES REDONDO Y SERÁ UN HOLOGRAMA

Las especulaciones sobre cómo está constituido nuestro mundo, o por lo menos, lo que nuestra percepción nos ha permitido reconocer de este, han tenido lugar en la mente del hombre desde que comenzó a reconocerse interactuando con un terreno conmensurable, donde pudo vivir experiencias que lo incitaron a tener pensamientos que debió analizar y luego categorizar, a lo cual se le llamó conciencia. El hombre vivió en una superficie plana, o esa fue su creencia, apoyada incluso por filósofos y matemáticos como Anaximandro y Tales de Mileto. No fue hasta el siglo III A.C que los astrónomos helénicos establecieron la esfericidad de la Tierra como un dato físico. Actualmente, el hombre ha superado esta creencia; ahora su mundo es una esfera, pero nuestra percepción continúa transformándose progresivamente con las investigaciones que vienen de la mano de los avances científicos, abriendo otras posibilidades de pensar, y convirtiendo eso que llamamos “realidad” en lo que puede ser demostrado ahora. Pero el binomio dimensional espacio-tiempo se ha expandido, así como lo ha hecho desde un estado mental la conciencia con la que nos percibimos y nos ubicamos en el universo nosotros mismos.

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Vista de la exposición “El mundo era plano, ahora es redondo y será un holograma”. Cortesía: Lina María López.

 

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Vista de la exposición “El mundo era plano, ahora es redondo y será un holograma”. Cortesía: Lina María López.

 

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Vista de la exposición “El mundo era plano, ahora es redondo y será un holograma”. Cortesía: Lina María López.

El 22 de noviembre el Bildmuseet de Umeå (Suecia) inauguró la exposición El mundo era plano, ahora es redondo y será un holograma, una muestra de arte internacional que ahonda en las transformaciones de las ideas que se han construido acerca del mundo y su relación con una conciencia multidimensional hacia la que nos movemos, si bien más lentamente, y que influye en lo que entendemos como realidad. En este sentido, la exposición indaga en las formas cómo el hombre ha intentado explicar fenómenos como el espacio y el tiempo a través de la ciencia, y se pregunta por conceptos multidimensionales que aún no están al alcance de la experiencia cotidiana, pero que han sido definidos teóricamente por las matemáticas, la física y la mecánica cuántica.

El título de la exposición evoca un recorrido aparentemente lineal y cronológico por una serie de mutaciones en torno a estas ideas. Pero, ¿es acaso el mundo el que ha cambiado a través del tiempo, o es más bien la percepción que tenemos de él la que lo ha hecho cambiar a nuestra mirada?

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Erick Beltrán, «Interactive Chest» (vista de la instalación), 2013 © Foto Polly Yassin / Bildmuseet

 

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Vista de la exposición “El mundo era plano, ahora es redondo y será un holograma”. Foto: Polly Yassin/Bildmuseet.

 

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Julien Prévieux, «Patterns of life». Foto: ©Polly Yassin/Bildmuseet.

La curaduría fue realizada por François Bucher y Lina María López. En esta se proponen tres momentos donde se resaltan los trabajos de un conjunto de artistas que cuestionan y presentan diferentes perspectivas de cómo vemos el mundo, cómo medimos su espacio, cómo percibimos el tiempo y cómo nos ubicamos en él desde la realidad de nuestra existencia.

“El mundo era plano” es la premisa sobre la cual se fundamenta la primera parte de la curaduría. En ésta, los trabajos que proponen los artistas Manuela Ribadeneira, John Mario Ortiz, Douwe Mulder y Harun Farocki se plantean desde visiones y revisiones del tiempo como una experiencia ligada a preceptos basados en el uso de “artilugios”, como por ejemplo, medir el paso del sol y los astros en el cielo para ser aplicado como una guía a la que antiguas sociedades llamaron “tiempo solar”. Ahora la forma de percibir el tiempo corresponde a nuestra concepción de un “tiempo mecánico”, que fue el resultado de la utilización de instrumentos de medición en investigaciones científicas que el hombre moderno desarrolló y manipuló para renovar sus ideas desde otra conciencia.

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John Mario Ortiz, “Teorema para la construcción de un paisaje técnico” (fases). Cortesía: Lina López y François Bucher

 

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John Mario Ortiz, “Teorema para la construcción de un paisaje técnico” (fases). Detalle de la obra. Cortesía del artista.

 

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Manuela Ribadeneira, “El arte de navegar: Objetos de dudas y certezas”. Cortesía: Lina López y François Bucher

 

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Harun Farocki, “Parallel 1”. Cortesía: Lina López y François Bucher.

 

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Douwe Mulder, “Vista desde mi habitación el día después”. Cortesía: Lina María López y François Bucher.

“Ahora es redondo” es el segundo eje, donde se presentan trabajos de Erick Beltrán, Jeppe Hein, Rometti \ Costales, François Bucher y Julieta Aranda. Estas obras hacen hincapié en el espacio de la esfera terrestre, así como los conceptos de tiempo, coordenadas y las condiciones en las que captamos la realidad en nuestra orbe. De cierta forma, refiere el estado actual de nuestra civilización.

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Jeppe Hein, “Rotating Mirror Object II”, 2014. Cortesía: Lina María López.

 

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Julia Rometti y Víctor Costales, “Roca | Azul | Jacinto | Marino | Errante”. Cortesía: Lina María López.

 

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Benoit Pype, “Geographie-Transitoire”. Cortesía: Lina María López y François Bucher.

El tercer segmento de la exposición se basa en la afirmación “Y será un holograma”, donde se cuestionan propiamente las premisas de espacio y tiempo que a futuro podrán modificarse según evolucionan tanto la tecnología como nuestros niveles de conciencia: El holograma hace referencia a una etapa donde nuestras coordenadas espacio-temporales han colapsado y ya no son válidos”. En este conjunto se destacan los trabajos de Daniel Steegmann Mangrané, Tomás Saraceno, Julien Prévieux, François Bucher, Lina López y Klara Hobza.

Es importante destacar que la exposición no sólo cuenta con la presencia de obras artísticas; la curaduría seleccionó varios objetos del fisiólogo y físico alemán Hermann von Helmholtz (1821-1894), quien ocupó gran parte de su vida en investigar algunos fenómenos del electromagnetismo y la acústica gracias a los cuales surgieron artefactos como el “resonador de Helmholtz”, básicamente una serie de esferas huecas con dos cuellos tubulares cortos y abiertos (un tipo de absorbente acústico) creados para tener una idea muy aproximada de las distintas frecuencias que componen un sonido estudiado.

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Vista de la exposición. Al fondo: Serie “Resonadores de Helmholtz”. Cortesía: Lina María López.

 

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El “Resonador de Helmholtz” tomado de la enciclopedia virtual Wikipedia.

Teniendo en cuenta algunas dinámicas curatoriales en el arte contemporáneo, decidí preguntarle a los curadores sobre el carácter de la muestra y si ésta se considera una propuesta que encarna reflexiones sociales o políticas; no dudaron en plantear esta clase de curadurías como un ejercicio ampliamente social y político, pero evidentemente desde un campo extendido. Para François Bucher, “no hay nada más político que entender los conflictos que vivimos hoy en día dentro de una esfera más amplia que la de lo político/social/anecdótico como una cuestión que tiene que ver con la civilización entera, con sus mutaciones de un nivel de consciencia a otro. Al tiempo que se recorre el camino al que le apuntamos en la exposición, que lleva de una tierra plana a una consciencia holográfica, podemos ver resonancias muy reales con situaciones políticas de este momento”.

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François Bucher y Lina María López, «Le temps qui reste». Cortesía: Lina María López

 

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François Bucher y Lina María López, «Le temps qui reste». Foto: © Polly Yassin / Bildmuseet

Por su parte, Lina María López afirma: “El recorrido de la exposición se refiere a los cambios de nuestra conciencia, a las ideas que crean nuestra realidad y a nuestra manera de relacionarnos con el mundo. Por lo tanto, la exposición pretende abrir un espacio o dimensión diferente donde se experimenten y abren posibilidades. Cada trabajo es una ventana a nuevas perspectivas… Vivimos en un momento, una época en la que estamos descubriendo un nuevo mundo, no en términos geográficos, económicos y culturales como pudo haber ocurrido en el Renacimiento, sino en términos dimensionales, donde nuestro propio mundo nos aparece con límites y características nuevas. La exposición es un portal que abre la posibilidad a la experiencia, e invita a relacionarse de una manera diferente con mundo”.

Ursula Ochoa

Vive y trabaja en Medellín-Colombia. Magíster en Estética de la Universidad Nacional de Colombia, donde obtuvo la Beca de Facultad. Tiene un pregrado en Artes Plásticas, estudió Periodismo Cultural y Crítica de Arte, Estética y Teoría del Arte del siglo XVIII en la Universidad de Cádiz, y ha estudiado sobre el pensamiento Estético en Friedrich Nietzsche y Aby Warburg en la Universidad Nacional de Colombia. Recibió la Mención Honorífica en el concurso de Ensayo sobre las Bienales de Arte de Medellín organizado por el periódico El Mundo y la Fundación Ángel Gómez en el año 2018, y en el año 2020 recibió el premio al mejor libro de ensayo “Una crítica incipiente”, con la editorial independiente Fallidos Editores.
Fue crítica de arte para la sección Palabra y Obra del periódico El Mundo (2013-2020), y curadora editorial de la revista EXCLAMA durante la realización del libro sobre arte contemporáneo colombiano PUNTO en el año 2019, donde también se desempeña como escritora de manera habitual. Actualmente escribe para la sección de Cultura de El Espectador, y se desempeña como asesora de proyectos de arte, curadora independiente y es cofundadora del proyecto Korai Art, una plataforma para la visibilización y venta de obras realizadas por mujeres artistas en Colombia.

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