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EL BINOMIO DE ORO, EN-CUEROS Y LA POÉTICA DE LAS CENIZAS

Una de las canciones tradicionales del folclore vallenato colombiano cuenta la historia de un higuerón como único testigo del amor de dos amantes:

“Debajo, debajo del higuerón, debajo del higuerón
Debajo, debajo del higuerón hay dos ramos de claveles
Debes de cuidar mi amor sino lo cuidas lo pierdes”.


Nicolle Sarith Castillo Sierra (14 años), Construyendo vidas

En esta pieza cabe la importancia de lo que podemos construir si superamos en comunidad las adversidades, pero a la vez se resalta la ardua labor de aquellos que pusieron su grano de arena para lograr una mejor forma de vivir en el Barrio Nelson Mandela, y también un mejor futuro para los jóvenes.


El mundo se hace en la práctica y en las relaciones con distintos actores y agenciamientos (Olarte-Sierra 2021). En el caso de la canción El Higuerón, interpretada por el grupo El Binomio de Oro, el árbol es cómplice silencioso del amor. De hecho, no sería extraño afirmar que los árboles han sido participes en la coproducción de la misma realidad en muchos episodios de la vida latinoamericana. Por ejemplo, los árboles de mango y tamarindo. El primero muy típico en su siembra y uso cultural en la zona selvática del centro-sur de Colombia. El segundo -de siembra similar al Higuerón- en la región de los Montes de María.

Ambos árboles, aparte de su valor social, fueron instrumento eficaz para la tortura, asesinatos y desapariciones perpetradas por grupos paramilitares durante la escalada de horror en las décadas de los noventa y dos mil (Rubiano, 2018): los árboles de mango, aledaños al casco urbano del municipio de Belén de los Andaquíes en Caquetá, para torturar y calcinar durante la toma paramilitar en el 2000; y los árboles de tamarindo para dar sombra mientras desaparecían cuerpos de campesinos en veredas como Las Brisas. 

“Debajo, debajo del tamarindo, debajo del tamarindo
Debajo, debajo del tamarindo quisieron aniquilar mi vida”.


Keyner Andrés Hernández Serpa (14 años), Tormentos.

En esta obra se hace referencia a las palabras que con frecuencia se escuchaban en el barrio Nelson Mandela y que a diario llenaban de horror las mentes de los habitantes de cada sector.


“Los árboles fueron lugares de tortura. En sus troncos se podía observar cortes producidos por armas blancas, huellas de quemadura, zonas de ahumamiento y proyectiles de armas de fuego incrustados en sus tallos (…) allí colgaban a las personas y las exponían a altas temperaturas ambientales de la zona (…). Sobre sus cuerpos se entrenaban los aprendices, lanzando cuchillos a las personas para causarles daño, pero no la muerte; les ponían una lata de salchichas sobre sus cabezas y entrenaban tiro al blanco, extraían sus dientes con alicates y quemaban sus caras e incluso sus genitales con insecticidas en aerosol (…) Las personas que llegaban agonizantes provenientes de la casa cural/calabozo eran decapitadas y desmembradas sobre otro pedazo de tronco diseñado para ese fin” (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2014).

Un punto en común de aquella violencia era la necesidad de reducir a cenizas los cuerpos. No dejar huella ni rastro. Pero los árboles hablan. Su testimonio evidencia y narra lo que se ha querido borrar; son partícipes de la coproducción de un relato de espanto. Son, a la luz de un ejercicio forense, testigos.

“Debajo, debajo del higuerón, donde siempre te esperaba” (¡Ay si los árboles hablaran!)


Juan Manuel Hernández Meza (17 años), Angustias a oscuras

Esta obra interpreta la vulnerabilidad de la juventud del Barrio Nelson Mandela, la cual estaba expuesta a las masacres que cometían los grupos armados en las oscuras noches. La falta de luz no dejaba de ser una razón para aterrorizar a los habitantes.


Y esa materialidad de su testimonio se podría configurar como una dialéctica muy interesante entre lo que es (su materialidad visible: su tronco, hojas, etc.)  y lo que no es (sus rasgos invisibles/ocultos que de alguna forma desean salir a la luz y constituyen su relato testimonial). Este “ser/no-ser” (casi hamletiano) define de un modo práctico el ejercicio forense frente a sus materialidades de estudio. Es aquí donde deseo insertar la idea de ceniza desde una óptica en la obra del filósofo francés Jacques Derrida por lo diciente del concepto para el ejercicio forense: “Ahí donde hay cenizas hay una presencia: la evidencia de un indicio de ser” (Derrida, 2009).

La materialidad de las cenizas, al denotar lo que alguna vez fue -fuego, vida, explosión- y traerlo de forma casi fantasmal a su nueva forma maleable e intocable, da cuenta de una performatividad, una sublimación en su misma forma, una poética. Una poética de las cenizas. Y es en dicha poética que los objetos (árboles, cuerpos, imágenes) dan cuenta de la construcción del relato sociocultural que produce la práctica forense. Podemos afirmar que sólo por medio de esta poética de las cenizas es posible el ejercicio forense y su contribución a coproducir un relato que exige derechos, parafraseando a Walter Benjamin.

Es precisamente esta poética de la ceniza la cual quisiera explorar de manera muy somera en la exposición En-cueros, la cual es parte de la muestra permanente de la Casa de la Memoria ubicada en el barrio Nelson Mandela en la ciudad de Cartagena, al norte de Colombia. La muestra fue curada y coordinada por el “emprendedor de la memoria” y artista plástico colombiano Dayro Carrasquilla.


Liz Caroline Rondón Madueño (15 años), Presos en el vivir

Escuchar las balas ya era cuestión de costumbre. No era común vivir con paz, los periódicos solo presentaban noticias de terror como si fuera algo normal. La población estaba presa en su vivir.


En-cueros es parte de un proyecto de memoria que se ha venido desarrollando desde 2002 en uno de los barrios más marginales de la zona urbana de Cartagena, gracias a la financiación del programa “Casas de la Verdad con Sentido” de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad y la USAID, junto con el acompañamiento de la Fundación Artvi en Colombia. Liderado por el artista plástico Dayro Carrasquilla, En-cueros se basa en el trabajo pedagógico colaborativo con habitantes del barrio y estudiantes del colegio John F. Kennedy, la Institución Educativa Él Salvador, sede Las Colinas; la Institución Educativa Jesús Maestro y la Institución Educativa Colombo Holandez, donde por medio de talleres de arte y memoria ha desembocado en una exposición de imágenes abierta a todo público. Identidad, violencia, conflicto armado, sueños y comunidad han sido algunos ejes de trabajo de la exposición.

Un primer acercamiento denota la materialidad propia de las cenizas que pretende mostrar sus imágenes. Configuradas entre recortes de periódico que cuentan algunos episodios violentos de la historia del barrio, bocetos de siluetas en blanco y negro contrastados por fondos dibujados con lápices de colores, y frases que pueden funcionar como confesiones, las obras presentan una precariedad propia de los ready-mades. Demuestran la misma precariedad del discurso de la memoria en el barrio: incierto, desequilibrante y confuso. 

Es la materialidad, y no la simbología o construcción estética de las imágenes, la encargada de atestiguar una poética de la ceniza: la fragilidad de las imágenes es la misma fragilidad del relato memorial que desea ser visibilizado (y que es tensionado por los otros múltiples relatos imperantes de la zona). Los episodios de silenciamiento que han tenido distintas subjetividades en el barrio por discursos oficiales, también se revelan en algunas de las imágenes.

Las zonas grises, al categorizar o simplificar la misma realidad (Olarte-Sierra, 2022), se evidencian al momento de presentar subjetividades como víctima/victimario. Este maniqueísmo resulta muy difuso para los habitantes del barrio y se evidencia en la exposición. Muchas imágenes fueron producidas por hijos de víctimas o victimarios del conflicto armado, otras contienen mensajes alusivos al perdón, la culpa o a hechos victimizantes. En-cueros demuestra una poética de las cenizas a partir de evidenciar cómo debajo de una compleja amalgama de relaciones sociales atravesadas por la violencia, emerge un relato de memoria en clave de reconciliación.

“Los odios dividen mientras que los dolores igualan” (Rubiano, 2018).


Kennys Armando Pájaro Madero (16 años), Historia manchada

Rodeada de violencia, sangre de líderes, pérdidas familiares, masacres, sacrificio y lucha se encuentra la historia del Barrio Nelson Mandela, pero que hoy gracias a la falta de conocimiento se especula que es un barrio violento.


Podemos entender la exposición en su faceta meta-imagen, o como lo llama Toro (2021), lo que está afuera de la imagen a manera de marco. Para En-cueros lo afuera de la imagen sería propiamente el espacio de exposición, convertido en lo que Guglielmucci, A y López, L. (2019) denominan “lugares de memoria”: espacios convertidos en símbolos de tensiones sociopolíticas alrededor de la idea del pasado.

La exposición se ha presentado en tres espacios simultáneos en el barrio: la sala y habitación de la casa de una líder comunitaria; la iglesia barrial; y una casa abandonada convertida en museo. ¿Qué cenizas se pueden diseccionar de estos marcos donde se presenta la exposición? Más allá de la idea de fragmentación y fragilidad de las imágenes, ya expuesta, ¿qué está invisible que desea surgir en la experiencia de esta exposición?

La idea de la poética de las cenizas puede llegar a ser útil para complejizar aún más la memoria y las configuraciones de memorias que existen a nivel micro-social, y que de alguna forma sus representaciones las hacen presentes y listas para ser enunciadas. En el caso de En-cueros podríamos hablar de la importancia de emprendedores de la memoria como Dayro, capaz de simbolizar y subjetivar a través del arte un relato sobre el pasado; incluso de la palabra memoria como uso distintivo de identidad y proyecto de vida de los miembros de la comunidad, consignado en las imágenes de la exposición.

Creo que, a estas alturas del texto, ya puede salir a la luz la promulgación de la poética de las cenizas con una idea de volver a indagar lo invisible, lo fantasmal, a partir de lo propio de un tiempo memorial.

“Poética de las cenizas como poética de la memoria (o como la práctica forense como herramienta para diseccionar la idea del tiempo de memoria)”.


Richar Montalvo Talaigua (16 años), Violentados

Sujetos y expuestos a ser a un pueblo violentado, presos en lo que sería su refugio ante el sufrimiento de haber sido despojados de su anterior hogar, se encontraba la comunidad de Nelson Mandela, perseguidos por lo que Creían haber dejado atrás.


Otro punto que ha emergido en esta muestra es cómo lo poético, la sublimación de aquello que es puede ser el lenguaje en el cual podemos expresar el relato memorial. ¿No es el fin de la práctica forense de-construir/co-producir un relato? ¿No sería la finalidad de una poética de las cenizas sublimar lo que de alguna forma evidencia un indicio de ser? Y ¿no es la finalidad de la memoria configurar (en cualquiera de sus materialidades y/o performatividades) la identidad e identidades que la enuncian?

La exposición En-cueros pretende problematizar precisamente todo eso. Las cenizas propias del Nelson Mandela -a la espera de ser nombradas y seguir nombrándose- han encontrado en las imágenes (tanto en su adentro como en su afuera) ese mecanismo preciso, pero a la vez frágil e incierto.


En-cueros es una iniciativa desarrollada por la Fundación Artvi (Arte para la Vida) en el marco del
proyecto Casas de la Verdad Con Sentido de la Comisión de la Verdad, apoyado por el programa de
Alianzas para la Reconciliación – PAR de ACDIVOCA y USAID.

Referencias

Centro Nacional de Memoria Histórica. (2014). Textos corporales de la crueldad: memoria histórica y antropología forense. Bogotá: Autor.

Derrida, J. (2009). La difunta ceniza. Buenos Aires: La Cebra.

Guglielmucci, A; López, L. (2019). Restituir lo político: los lugares de la memoria en Argentina, Chile y Colombia. Kamchatka. Revista de análisis cultural 13 (Junio 2019): 31-57.

Olarte-Sierra, M. (2022). (Un)Doing the Colombian Armed Conflict. https://doi.org/10.3167/saas.2022.300303

Olarte-Sierra, M. & Castro Bermúdez, J. (2021). De guerrilleros a víctimas; de héroes a perpetradores: movimientos y relaciones del conflicto armado colombiano y la práctica de identificación e investigación forense en el caso de los Falsos Positivos. 10.1387/pceic.21818

Rubiano, E. (2018). Las cenizas y los rastros: la emergencia forense en el arte colombiano. 2(2), 71-94.

Toro, L. (2021). “El fuera de campo en la construcción de la memoria visual”. En Arenas, S. y Toro, L. (Ed.), Representar las memorias (pp.90-103). Editorial Universidad de Antioquia.

Andrés Chaur

Comunicador social, co-tutela del doctorado en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad Paris 8, magíster en Estudios Culturales de la Goldsmiths College, Universidad de Londres y ganador de la Beca COLFUTURO 2013- Semillero de Talentos. Interesado en el campo de los Estudios de Memoria, Filosofía de la Imagen y los Estudios Culturales. Actualmente se desempeña como coordinador de proyectos sociales para organizaciones en América Latina.

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